Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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martes, 4 de diciembre de 2018

Madres

Honro tu memoria mi amado hijo Adrián. Hijo mio eres amado.
Mi hijo amado. Mi Ángel de Amor y Luz.
Estás en mi corazón y en mi alma.
Mi Amor puro y verdadero. 


No juzgues a una madre que ha perdido un hijo. Ella viene en diferentes maneras. Ella respira pero por dentro muere. Puede verse joven pero por dentro envejeció.  Ella sonríe pero le duele el corazón. 

martes, 30 de octubre de 2018

La transición de un ser querido, cómo puede afectar

Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.


¿Cómo nos suele afectar?

También en los primeros momentos es habitual que nos cueste creer lo que ha pasado.
Podemos sentir  la presencia de la persona que hemos perdido.
Le damos vueltas a los “por qué” y las respuestas que encontramos muchas veces nos hacen más daño
Nos suele costar dormir, quizá no tengamos apetito.

En ocasiones no tenemos ganas de ver a nadie, mientras otras veces nos podemos sentir solos a pesar de estar rodeados de gente.
Es frecuente el sentimiento de aislamiento social, la actividad excesiva o bien la inactividad.

Podemos estar muy susceptibles, nos irritan determinadas cosas a las que en otros momentos no daríamos importancia.

Podemos pensar y sentir,  que nadie puede entender por lo que estamos pasando.

 A nivel espiritual, es posible que nos replanteemos nuestras creencias y nos formulemos preguntas acerca del sentido de la vida y de la muerte.

Asimismo es frecuente que experimentemos dificultades al concentrarnos hasta para realizar tareas sencillas, que tengamos confusión o sensación de embotamiento mental, falta de interés por las cosas, ideas repetitivas (generalmente relacionadas con lo sucedido), olvidos frecuentes, etc.
Todo esto es normal e irá desapareciendo poco a poco, aunque en ocasiones, como en fechas señaladas, pueden volver a presentarse.

jueves, 25 de octubre de 2018

7 consejos para aceptar la muerte de un ser querido


Cuando una persona amada nos deja para siempre, el dolor puede llegar a parecer insoportable. Elaborar el duelo y llegar a aceptar la muerte no es fácil.

El duelo, todo un viaje que el destino nos invita a hacer para renovar viejas estructuras que ya no nos servirán más, conlleva momentos críticos abundantes que se repiten dos o tres veces al día. A veces se prolongan en el tiempo.
Suelen ir asociados a recuerdos, a momentos de soledad, a llamadas de teléfono, etc. En realidad cualquier circunstancia no prevista puede desencadenar un episodio crítico.
Las emociones predominantes asociadas a estos momentos son:
·    Angustia
·    Pena
·    Tristeza
·    Desesperación o impotencia
·    Ira
·    Vacío
·    Soledad
Irán mitigando según va discurriendo el tiempo. Excepcionalmente al principio y más frecuentemente después, aparecerán fugaces momentos de aceptación y esperanza, así como otros de serenidad en los que se tendrá la certeza de que todo está bien. Por el momento escapa a nuestra comprensión.
Para trabajar el desapego, la aceptación y la sumisión al destino sirven de ayuda los paseos diarios en la naturaleza, la meditación, el sentir, el vivir en la medida en que se puede el aquí y el ahora.
Procurar a diario momentos de soledad para experimentar la cercanía con uno mismo. Hablar desde la sinceridad con familiares y/o personas de confianza de la situación anímica que se está atravesando, ello produce un gran alivio.
Cómo elaborar el duelo por la muerte de un ser querido

1.               Establecer momentos de silencio consciente en los que trabajar la calma interior y la quietud mental observando nuestras propias experiencias como si fueran las de otra persona y sacar las consecuencias oportunas. Observación simplemente, sin luchar contra nada, solamente observación y espera paciente y confiada en la sabiduría interior.
2.               Permanecer atentos y abiertos a lo nuevo que se despliega en nuestro interior y a las perspectivas más humanas y enriquecedoras que asomarán a nuestra conciencia. Ello va a generar en una mejora de nuestra autoestima y una atitud más esperanzadora del porvenir. Significa ir haciéndonos conscientes de que detrás de las apariencias externas habita un alma que trata de comunicarse y a la que podemos acceder desde una actitud receptiva, dejando al margen los prejuicios y alejándonos también de los condicionamientos culturales.
3.               Tomar conciencia de que en este estado de ánimo caótico se entremezclarán infinidad de pensamientos de diferente procedencia. Unos llegarán del propio contexto cultural en el que nos hemos educado y en el que vivimos; otros, de las exigencias que nos impone nuestro ego, e incluso algunos otros procederán de nuestro Yo profundo. Es preciso desarrollar, pues, un cierto poder de discriminación para saber diferenciarlos adecuadamente.
4.               Observar a los seres vivos en cualquiera de sus expresiones intentando captar no solo lo que expresan sino lo que intentan expresar y a priori no se nos hace tan evidentes. Una observación desde el corazón.
5.               Ajustar las necesidades físicas y psicológicas a lo que las mismas demandan, sin caer en la trampa de la autocompasión. Precisamente, debido a los momentos delicados que estamos atravesando, es más que nunca necesario prestar una atención especial a las necesidades de nuestro cuerpo y de nuestra alma, sin dudar en solicitar la ayuda adecuada si la situación lo requiere.
6.               Intentar ser lo suficientemente humildes como para reconocer las propias limitaciones y nuestras imperfecciones como forma de aceptar las imperfecciones de los demás, estando dispuestos a aprender de cualquier persona o situación.
7.               Permanecer en actitud de escucha activa, atentos a lo que el mundo espiritual nos sugiera. No se trata de hacer cosa alguna, ni tan siquiera de tener expectativas de nada, sino de estar activamente presentes y abiertos a lo que nuestro interior o nuestro entorno tangible o intangible quieran comunicarnos.



Fuente: https://www.mentesana.es/psicologia/desarrollo-personal/superar-muerte-ser-querido_1680

martes, 25 de septiembre de 2018

La asociación Aves

Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.



Necesidad de realizar el duelo

Nuestra sociedad niega o esquiva este espacio. Un tiempo donde la persona tendrá que hacer frente a un proceso para poder recuperarse de la pérdida, en el sentido más amplio, volver a encontrarse, recuperando las partes de si mismo que parece que hayan desaparecido con el sufrimiento que comporta. El tiempo de duelo es necesario. Es un tiempo fundamental para poder adaptarse a la nueva situación vital que la muerte de un ser querido ha provocado.

GRUPOS DE AYUDA

BASES DE LOS GRUPOS DE AYUDA

Los grupos de ayuda mutua son un espacio donde se reúnen personas que están pasando por la pérdida de un ser querido, por una enfermedad… donde todos en el grupo comparten la misma experiencia; donde no se juzga, no se aconseja, y se mantiene la confidencialidad.


Fundada en 1993, aves (asociación de voluntarios para enfermos sanables), es una entidad sin ánimo de lucro, declarada de utilidad pública.




AVES, surgió del encuentro entre la doctora Kübler-Ross, psiquiatra suizo-estadounidense, doctora honoris causa de varias universidades (una de las mayores expertas mundiales en la muerte y los cuidados paliativos, la primera tanatóloga mundial, en su última visita a Barcelona en 1992), la editora Pilar Basté, y Adela Torras, presidenta de la asociación.

ACCEDER A UN GRUPO DE AYUDA

Para solicitar información, tenemos disponible el teléfono de AVES: 93 217 11 50
De 16 a 20h de lunes a viernes
Si se ha decidido a acceder a un grupo de ayuda, concertaremos un día y hora para realizar una acogida, una entrevista personalizada para atender su caso, valorar y determinar el grupo más adecuado.


Fuente: http://www.avesgams.org/la-asociacion

miércoles, 5 de septiembre de 2018

"Carta a los padres que han perdido un hijo o una hija.


Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.
Del libro: Dolor y Sufrimiento
-La muerte de un hijo es, si no la, una de las experiencias más dolorosas para los padres y marca un antes y un después. Es tan grande el dolor que produce la pérdida de un hijo, que los padres nos sumergimos en un estado de confusión, dolor, rebeldía y de desconexión con el mundo. Es una etapa de gran tristeza,...desconsuelo, aturdimiento y angustia.
-En ese instante nos sentimos tocados por la muerte en plenitud. Esta nos ha quitado a una persona muy querida, nos ha robado su presencia y compañía, en lugar de habernos llevado a nosotros. Con el pasar de las horas, la realidad se impone y abruma, y uno siente impotencia, deseos de suspender la propia vida y los proyectos personales.
-Cada vez que uno escucha acerca de la muerte de un hijo ajeno, nuestro cuerpo reproduce las huellas ocasionadas al momento de haber experimentado nuestra propia pérdida. Se reproducen las palabras, las sensaciones y las claves de lo sentido en aquella funesta ocasión. Uno guarda el recuerdo del momento en forma fotográfica. De igual manera se atesora el contenido de las cartas y palabras de aquellos que estuvieron con uno y que le dieron su apoyo y solidaridad.
-Tras la pérdida comenzamos a sentir un dolor que no tiene explicación, el que sin embargo, si se vive plenamente conduce a aceptar la pena, el llanto y la desolación, para finalmente descubrir que esta desgracia es una prueba a la que debemos darle un sentido.
-Existe el dolor sin sentido, que nos lleva a dudar de todo y a vivir con desesperanza. El dolor con sentido es un camino para encontrar a Dios en los múltiples gestos, personas y circunstancias que nos acompañan.
-Así como olvidamos los éxitos, pero jamás los fracasos, también olvidamos a aquellos con quienes reímos, pero jamás a aquellos con quienes lloramos. Hay que vivir realmente la pena, dejar que la tristeza respire en nosotros, concederse el permiso para estar tristes, llorar y deprimirse. Olvídense de las prohibiciones de llorar, de sentirse débiles y vulnerables, siempre en el duelo hay un tiempo de tristeza que debe ir acompañado de recuerdos y vivencias. En palabras de Proust: “Sólo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente”.
-Lo que sí está prohibido es avergonzarse de que a uno lo vean triste: vivir la pena es un acto de sanidad espiritual y física. Negar esa pena es ir en búsqueda de la enfermedad física y espiritual.
-No contengamos las lágrimas. Siempre a nuestro lado estará el Señor para secarlas y nos acompañará en nuestras noches de insomnio. En ese tiempo de pena, en esa época de tristeza sentiremos que no hay consuelo, sin embargo, viviendo la pena y atendiendo los recuerdos llegará el tiempo de la aceptación, aun cuando nos parezca que es imposible. El reprimir las lágrimas, los sentimientos y las emociones solo nos irá enfermando sin sospechar de sus consecuencias.
-El llanto, el desconsuelo es un tiempo que pasa –como una nueva estación del año que se va−, dejándonos una mezcla de cansancio y olvido. Luego llegará un nuevo entendimiento que nos permitirá seguir y salir adelante.
-La expresión del duelo se realiza a través de claves emocionales, cognitivas, físicas y conductuales. El duelo es asimismo una respuesta fisiológica. Durante la fase aguda del duelo el sistema inmunológico se altera, disminuye la proliferación de leucocitos y se deteriora el funcionamiento celular. Por eso la preocupación por la propia salud y el cuidado del cuerpo son indispensables.
-Al nacer comenzamos a morir (“para morir hemos nacido”). El acto de nacer implica una pérdida. A partir de ese instante vital se inicia la cuenta regresiva que nos acerca a la muerte. Es así como desde el momento en que nacemos experimentamos diferentes pérdidas. La vida es un camino en cuyo trayecto vamos perdiendo cosas. Por esa razón cada ser humano debiera desde un comienzo prepararse para las pérdidas, duelos y separaciones. De ahí que el dolor sea un naufragio por el que hay que pasar. Este forma parte de la vida, exactamente en la misma proporción que la felicidad, la alegría y el amor. El dolor es un precio que pagamos por el amor. Quien decide amar decide también sufrir. Sin embargo, en la vida real sucede justamente lo contrario: vivimos como inmortales, pensando que aquello que poseemos durará también para siempre.
-En el proceso del duelo el dolor no desaparece, se amortigua. El ser amado que hemos perdido pasa a ser nuestra sombra o, más bien, un faro interno que está en nosotros siempre encendido y nos acompaña e ilumina.
-La angustia del primer tiempo se va haciendo menos aguda, se va atenuando, sin desaparecer, para dar paso a la vida, a los recuerdos. Uno comienza a recordar la vida de aquel que ha perdido y estas reminiscencias son como un talismán al que se recurre cada vez que se está triste. Se recuerdan sus dichos con alegría, con cálida ternura, se repiten frases, anécdotas y enseñanzas que nos dejó ese ser querido y que nos hacen a la vez reír y llorar. Luego entramos en un tiempo de consuelo en el que agradecemos al Señor los momentos en que pudimos compartir con esa persona todo el tiempo que vivió.
-La vida de aquellos que parten casi siempre ha sido intensa, llena de acontecimientos y, por lo general, nos brindan un legado o una lección. También su partida nos deja una sensación de lo inconcluso por lo poco que les dimos o entregamos, o por lo mucho que quisimos decirles y no lo hicimos.
-Estos pendientes marcan la calidad del duelo. Es mucho más llevadero un duelo que surge a partir de una relación en que no quedan pendientes, ya que estos dejan heridas más profundas y de difícil curación.
-Muchas son las personas que pierden a un ser querido después de una violenta discusión o intercambio de palabras. Este hecho les hace sentirse mal y quedan con una permanente sensación de autorrechazo y arrepentimiento. Para ellos el dolor del duelo se agudiza a causa de la culpa. Prontamente deberán encontrar un sentido a esa experiencia para poder cerrar esa herida, pensando que todo lo humano se supera después de la muerte.
-Para no dejar pendientes después de una pérdida o duelo, un buen consejo sería aquel que dice que hay vivir cada día como si fuese el último de nuestra existencia.
-Las huellas que dejan los hijos son imborrables y el recuerdo de ellos constituye un paraíso personal del que nadie nos podrá expulsar. Hay recuerdos y momentos de la vida de aquellos que amamos y perdemos que nos hacen recuperar el aliento y borrar años de dolor y sufrimiento. Lo sanador es esforzarse ante el misterio de la muerte para lograr que prevalezca el amor y no la significación negativa que le podamos dar a ese acontecimiento tan triste y doloroso.
-Al darle importancia al amor que nos rodeó junto a quien perdimos y amamos se produce una alegría nostálgica. Con ese sentimiento guardamos e inmortalizamos su recuerdo. Recuerdos que milagrosamente no cambian a través del tiempo.
-Ese tiempo del recuerdo hace que nuestros corazones aniden nuevas emociones, nuevas esperanzas, que nos permiten ver una luz presente de una imagen desaparecida.
-El camino para alcanzar el consuelo es largo y doloroso, pero debemos recordar que para llegar al alba hay que recorrer todo el camino de la noche, y que esa noche en principio suele no tener luna… Pero nosotros, los cristianos, tenemos la esperanza del reencuentro, la que nos llena de ilusión con la promesa de la eternidad

martes, 4 de septiembre de 2018

Acompáñame.

Honro tu memoria, mi amado hijo Adrián. 

1.Acompañar se trata de estar presente para el dolor de otra persona; no de hacer que su dolor desaparezca.
2. Acompañar se trata de ir al desierto del alma con otro ser humano; no de creer que somos responsables de encontrar la salida.
3. Acompañar se trata de honrar el espíritu; no de enfocarse en el intelecto.

4. Acompañar se trata de escuchar con el corazón; no de analizar con la cabeza.

5. Acompañar es dar testimonio de las luchas de otros; no de juzgar o dirigir esas luchas.

6. Acompañar se trata de caminar al lado; no de conducir o ser conducido.

7. Acompañar se trata de descubrir los dones del silencio sagrado; no significa llenar con palabras cada momento.
8. Acompañar al que sufre se trata de quedarse quieto y en silencio; no de querer moverse frenéticamente hacia adelante.
9. Acompañar se trata de respetar el desorden y la confusión; no de imponer orden y lógica.
10. Acompañar se trata de aprender de otros; no de enseñarles.
11. Acompañar se trata de tener una actitud de curiosidad y no de expertos.

Alan D. Wolfelt

jueves, 30 de agosto de 2018

Lágrimas....


La muerte de un hijo evidencia la ruptura del mundo y de su orden lógico y natural. No sólo es tremendo el dolor, sino la desorientación, la confusión y la pérdida del suelo que hasta ahora nos sustentaba. Un hijo no puede morir y es esta paradoja altamente punzante y estresante la que sirve como punto de partida para un proceso de duelo que puede ser complicado.

Es un duelo difícil de llevar por varios motivos. Por un lado la culpa. Se supone que los padres y madres deben proveer de cuidados y bienestar a sus hijos, protegerles y amarles. 
¿Qué tipo de progenitor es aquel que permite que su hijo o hija muera? ¿Cómo puedo permitirme vivir plenamente mientras mi hijo, el que tenía toda una vida por delante, ya no está? 
Los padres y madres tienen que lidiar con la contradicción de, necesitar por un lado liberarse del dolor abrumador de la pérdida para seguir viviendo; y por otro lado necesitar de ese dolor para poder seguir recordando al hijo. Hasta que se aprende a encauzar esos sentimientos y darles una salida más edificante y constructiva, dejar de vivir es dejar de sufrir, y sufrir es recordar.

Por otro lado, es muy frustrante seguir queriendo a tu hijo, querer cuidarlo y que él ya no esté. No sólo tienen que iniciar un duelo por el hijo o hija que ya no está, sino también por unos nietos que no nacerán, por unos éxitos que no conseguirá, por los cumpleaños que no se celebrarán, etc.

POR JAVIER CORCHADO Extraído dehttps://www.psicomemorias.com/lagrimas-en-el-cielo/

viernes, 3 de agosto de 2018

La pérdida o transición de un hijo

En tu memoria mi amado hijo Adrián
Honro tu memoria mi amado hijo. Eres amado
Hoy hace 1 año y ocho meses de tu transición 

La pérdida o transición de un hijo no es un evento aislado, es una pérdida continua que se desarrolla minuto a minuto, a lo largo de toda la vida.

Aprender a vivir sin mi hijo Adrián, es un tipo de tortura…
Siempre habrá un hueco en mi corazón, una herida, nada cambiará eso jamás. El amor que siempre sentiré por él,  es inconmensurable. 
Mi hijo,  es mi amor puro y verdadero.
Sobrevivo por tu recuerdo amado hijo Adrián, para honrar tu memoria y  por nuestra perrita Susy.  Es un sobre esfuerzo de momento a momento...
Espero vivir en paz…. y dejar un legado duradero en tu honor.
Te amo siempre.
Mi Ángel de amor y Luz.

Eres Luz y Amor 

Mi Ángel de Amor y Luz. Eres amado siempre
Mamá






martes, 3 de julio de 2018

Sobre el duelo, mi duelo


En tu memoria mi amado hijo Adrián.
Hoy día 3-7-2018, hace 1 año y siete meses de tu transición mi amado hijo Adrián. Mi amor puro y verdadero. Mi Ángel de Amor y Luz. 
 Eres amado siempre

Transición y  mi duelo: 
Cuántos de nosotros nos hemos topado con personas que intentan instruirnos sobre la manera adecuada de vivir nuestro proceso del duelo
Son muchas las personas que esperan que hayamos superado nuestra pérdida; y es que ellos no pueden entender lo que es ser nosotros, lo que se vive... un dolor tan terrible, desgarrador como este. 
Dichas personas solo quieren que volvamos a ser como éramos antes; nuestra antigua yo… y es que no entienden que ese viejo yo ha cambiado profundamente. Jamás volveremos a ser los mismos....
Si las personas que están en tu vida pueden manejar, incluso apreciar, que te mantengas fiel a tu propio corazón, entonces lo harán a través de ti. Si no pueden, déjalos ir con amor.
La cuestión es que el dolor cambiará completamente tu mundo y tus relaciones. 

Algunas personas podrán atravesar contigo este proceso y otras no podrán.
Lo importante es como cada persona vive su proceso....como se siente....
No es fácil sobre vivir a una perdida tan grande...
Te hecho tanto de menos....
El día a día...
Sé que en su momento nos volveremos a encontrar,  eso me da esperanza para seguir,  hasta que llegue el momento. Mi Ángel de Amor y Luz. Mi amor puro y verdadero.
Eres amado siempre

Mamá


viernes, 1 de junio de 2018

Los huérfilos: Cómo poner palabras al dolor de perder a un hijo

SARA LOSANTOS, PSICÓLOGA DE FMLC

En este artículo me gustaría hacerme eco de un reportaje publicado recientemente en el diario El Mundo, donde se hablaba de una petición promovida por un grupo de padres que han perdido a un hijo, a quienes apoyaba un gran número de personajes famosos que han querido prestar su imagen para apoyar su causa.

Este colectivo ha dirigido una carta a la Real Academia de la Lengua Española para solicitar que incluyan una palabra capaz de poner nombre a una condición que no lo tiene o, al menos, no lo tiene en castellano: la condición del padre o la madre cuyo hijo o hija ha muerto. La palabra que ellos proponen para definir esta situación es “huérfilo”y han iniciado una campaña en la plataforma Change.org para recoger firmas que apoyen esta petición.

Poner palabras a la experiencia del duelo

Esta campaña me da pie para hablar de la importancia de poner palabras al dolor que genera la pérdida de un ser querido: no sólo en el caso de padres que han perdido hijos, sino ante cualquier pérdida.
Cada vez nos encontramos con más gente que siente la necesidad de poner palabras a su experiencia. Esto era algo que los psicólogos reclamábamos antes en solitario y ahora es un clamor de toda la sociedad, como bien refleja la crónica de El Mundo. En este contexto, podemos considerar la petición de los “huérfilos” un avance importante, dado que la población empieza a estar sensibilizada con la necesidad de “hablar” del duelo y ponerle palabras a lo inexplicable, frente al tabú de no mencionarlo.
La forma en que cada uno pone palabras al dolor requiere respeto a la diferencia inherente a la unicidad de cada caso, porque lo que es válido y útil para una persona puede no serlo para otra. Más allá del éxito que le deseamos a esta campaña, queremos proponer dos métodos para ayudar a los dolientes a poner palabras al dolor.

Terapia para expresar el dolor

El primero de ellos es la terapia convencional basada en la palabra, que consiste fundamentalmente en crear un espacio protegido donde el individuo se sienta cómodo para expresar lo que siente y poner en palabras su experiencia de pérdida.
La base de esta terapia es la escucha, que permite centrar la atención en los matices de la pérdida de cada uno de los dolientes que se acercan a la terapia.
La terapia permite ser visto, ser reconocido, ser legitimado. La palabra pone límites al dolor porque lo acota y permite el desahogo emocional. Existen distintos tipos de terapia eficaces en el tratamiento del duelo y algunas personas se adaptan mejor a unas que a otras.

La escritura como terapia

Cada uno afronta el duelo de la mejor manera posible. Todos hacemos lo que podemos ante el dolor: hay quien hace más ejercicio y le sirve; hay quien pide que le manden medicacióny le funciona; y hay quien desahoga su dolor escribiendo.
Escriben tanto profesionales de la escritura como aficionados. Algunos llegan a publicar sus materiales y otros no. De entre los que consiguen publicar esos manuscritos, algunos lo viven con una mezcla de pudor y de orgullo, pero todos ellos afirman que les sirvió a modo de terapia y que ponen su experiencia al servicio de otros que estén pasando o vayan a pasar por su misma situación para que les sirva de guía.
Ese fue el caso de Pedro Alcalá, autor de “La mujer que me escucha”, un libro que escribió como homenaje y como parte de su paso por la terapia en la Fundación Mario Losantos del Campo. Su testimonio es un relato desgarrador y salvaje, “sin adornos”, de la que fue su experiencia de pérdida y puede leerse aquí.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web:

martes, 29 de mayo de 2018

Por qué se complica el duelo por un hijo

Una posible respuesta a esta pregunta es que, detrás del duelo no resuelto o cronificado, esté esa idea preconcebida de que un padre no debe sobrevivir a un hijo, que un padre o una madre no tiene derecho a volver a ser feliz después de una pérdida así. Quizás por esto muchos de los padres que han sobrevivido a la muerte de un hijo y lo han superado experimentan un cierto pudor.
Otra posibilidad es que al duelo por la muerte de un hijo se le sumen bloqueos o vacíos que el hijo llenaba; o que la pérdida haya sido muy traumática; o que en ese momento no tenga espacio en el esquema mental de la persona que vive la pérdida la muerte. Porque, en principio, la pérdida de un hijo se puede superar.
Seguiremos hablando de este tema en próximos artículos. Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: