El instante sagrado
Al unirte a tu Ser en tu conciencia, el tiempo se colapsa. Deshaces tu aferramiento al tiempo, que representa tu inversión en la separación.El tiempo simboliza la separación entre causa y efecto. Sirve para hacerte creer que el pasado de la otra persona lo define, y por tanto, no puedes evitar sentirle como le sientes. Le ves herido, o le ves culpable, o le ves inconsciente, por qué crees en el tiempo, crees en tu pasado, en el suyo, crees en el pasado que tú mismo subconsciente te está proyectando ahora mismo.
Libérate uniéndote a la luz del corazón radiante. Pues esa luz proviene de tu Ser, de la eterna verdad, y compartiéndote con ella, colapsas ahora mismo el tiempo al entregarte al absoluto presente.
El colapso del tiempo lo sientes como una profundamente sensación de libertad e inocencia, tan refrescante como si tu mente pudiera volar de repente tras largos años sin hacerlo. Y cada vez que lo sientas será nuevo, aportándote una gota de sabiduría tan eterna como tú, pero que llega a tu conciencia totalmente fresca, declarando la total inocencia del otro así como la tuya propia, pues sólo sois uno en relación.
La creación se hace en tu interior.
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Resucitas al presente.
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La trampa del tiempoLa trampa del tiempo es el victimismo básico de la creencia en la herida. Si crees en el tiempo, crees que el pasado te define, que la memoria te da la identidad, entregas al subconsciente todo el poder para responder a la pregunta “¿Quién soy?”. Y te contesta, diciéndote que eres un juzgador, un guerrero o una víctima, tal vez un reparador de lo herido o un héroe del sufrimiento, pero sea cual sea el papel que te asigna, siempre está en relación a una herida real. Porque para el programa, tu separación es real, y por tanto, la herida es real.
Todo victimismo es un efecto de tu entrega al programa basado en el tiempo. Entonces, el pasado parece la causa del presente, totalmente separada del poder de tu presencia, una causa separada de ti aquí y ahora, de tu poder mental, de tu libertad. El pasado representa el poder del subconsciente sobre el ahora de tu conciencia.
El pasado es el cimiento de tu falso yo. Y tu falso yo ha de desarrollarse en un futuro de ilusiones programadas por tu pasado. Sólo en el futuro parece aguardar la reparación de las heridas que ya has considerado reales al escuchar al pasado. Pero, como es un truco, el futuro finalmente no es más que una proyección del pasado, un pasado en el que la forma cambia, pero no el contenido, la herida misma representándose de todas las formas que hemos visto.
Es falso, es una ilusión, un sueño. Este instante es absolutamente independiente de todas las memorias. Porque eres mente, eres libre.
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No hay pasado ni futuro, sino que tu existes ahora mismo, aquí, en el
sentir de tu corazón, eres conciencia aquí y ahora, uniéndote al Ser y
colapsando toda separación entre causa y efecto.
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No hay pasado y futuro. Por tanto, no hay un tú y ni un yo.Colapsar causa y efecto
Por tanto, al colapsar el tiempo, también experimentas un colapso de causa y efecto.
Primero se colapsa el subconsciente y el consciente en mi mente, al entregarme totalmente al presente y unirme a la luz de mi Ser. Las aparentes causas del ahora que en mi misma mente, a nivel subconsciente, he fabricado para ver la separación, se disuelven ante mi entrega al eterno ahora en donde está la presencia del Amor, mi Ser. Entonces se deshace el poder del pasado sobre el ahora, comienzo a experimentar la liberación. Mi corazón se libera. Amanece la luz. Pues en el ahora habita el Yo real, amoroso, libre y puro, sin pasado ni futuro, inocente e inofensivo, tal como es.
Al colapsarse el tiempo y las falsas causas, se deshace el miedo y desparece la herida. Entonces se colapsa también la distancia entre el otro y yo. Se colapsa el espacio. Experimento al otro como una expresión mía, de mi propia mente, y por fin le reconozco. El otro es lo que yo soy. Le veo en total libertad e inocencia, pues ya no hay herida que nos separe. Él soy yo, el Ser en relación, una misma mente, una misma Vida.
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Y todo ello es posible porque se colapsa la separación entre Dios y
yo, entre mi Causa verdadera y la experiencia presente, entre el Ser y
mi conciencia de mí mismo.
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Me uno ahora a mi Causa, comprendiendo por fin que creación y creador
son el mismo. Experimento que no hay separación. Siento el Amor en mí.
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Y este es el nuevo aprendizaje en su plena expresión. Pues el amor se
ha revelado en mi corazón, en mi conciencia. Al experimentar la
presencia del amor en mi interior, es imposible no comenzar a verlo en
todas partes.
Extraído del libro Corazón Radiante (Jorge Lomar)