La codependencia es considerada una enfermedad que padece el familiar,
en paralelo a la adicción diagnosticada en su ser querido. La persona
que la padece basa en gran parte su identidad, su autoestima y su
felicidad en el bienestar de su familiar adicto y resulta imposible
estar bien sin que el otro lo esté.
De las múltiples definiciones ofrecidas, todas convergen en los siguientes tópicos: el foco es el otro (locus de control
externo); exceso de control; auto-sacrificio; dificultades en la
gestión de las emociones; afectaciones en la identidad y rigidez en
actitudes y comportamientos.
En 2005 la revista Psicothema
publicaba un interesante artículo sobre la codependencia. Los autores,
quienes revisaban el estado del arte sobre el asunto, extrajeron seis
elementos clave presentes en todas las descripciones revisadas:
- Locus de control externo:
al ser el otro el foco de atención, la propia conducta va a estar
regulada por elementos externos, en este caso la ingobernabilidad del
adicto. Ejemplos puede haber muchos y en distintos niveles de gravedad,
desde dejar de ir a trabajar para vigilar al familiar adicto, hasta
llevarle a ver a su camello para que compre drogas.
- Inadecuado manejo de los sentimientos:
se siente culpable y en alguna medida siente que merece sufrir. Muchos
equiparan amar con sufrir y sacrificar. Es por ello que constantemente
terminan disculpando la conducta del adicto, pues así creen que lo
protegen.
- Baja autoestima: temen el rechazo y
el abandono. Su autoconcepto depende de lo que el adicto y los demás
piensen de él o ella. La imposibilidad de complacer a los demás es
percibida como una deficiencia personal.
- Comportamientos compulsivos: buscan constantemente controlar a las personas y eventos a su alrededor. Es por ello que se dice que son adictos al control.
Controlando eliminan o reducen la angustia, que se produce al no prever
los acontecimientos y la subsecuente culpa que se siente cuando
ocurren.
- Dificultades para fijar límites en las relaciones interpersonales:
la falta de límites no se reduce solo al adicto, sino que abarca muchas
de sus relaciones interpersonales, ocasionándole dificultades. Les cuesta decir «no» y
accede a muchas cosas “por evitar que el otro se sienta mal”. Ello
quiere decir que creen que es su culpa que el otro se enfade, se
deprima, se angustie ante su límite. Esta característica hace que sean
el blanco preferido de personas interpersonalmente explotadoras.
- Propensión a experimentar trastornos de ansiedad, enfermedades psicosomáticas y depresión:
la suma de los cinco elementos precedentes sienta las bases del gran
desgaste mental y físico al que se ve sometido una persona
codependiente. Como consecuencia terminan desbordados, agotados y
quemados, pudiendo padecer numerosas alteraciones psicopatológicas.
Los
autores proponían tras analizar las respuestas de 300 individuos de los
cuales, alrededor de la mitad se encontraban en una relación afectiva
con un consumidor, pudieron extraer tres elementos clave: 1) focalización el otro, que se corresponde con el locus de control externo; 2) no afrontamiento, que se corresponde con el inadecuado manejo de los sentimientos y 3) necesidad compulsiva de ayudar (rol de salvador), que se corresponde con la necesidad compulsiva de control.
La persona que padece codependencia basa en gran parte su identidad, su
autoestima y su felicidad en el bienestar de su familiar adicto
También
pudieron establecer algunas características distintivas que permiten
diferenciar a aquellos que se encuentran en una relación afectiva con un
consumidor. En primer lugar, en este grupo la presencia de mujeres era
significativamente mayor.En segundo lugar, estas personas tienden a
percibir que las reglas de la relación les son impuestas y obtuvieron
puntuaciones significativamente superiores a sus controles en todas las
escalas que agruparon los seis elementos descritos con anterioridad.
Por
último, cabe señalar que dentro de los estilos familiares en los que se
criaron, tendía a predominar un control parental invasivo, con
practicas dictatoriales o críticas, pero orientados a la
sobreprotección. Un patrón que no se encontró, pero que no puede dejar
de ser mencionado, es el de las prácticas parentales ineficientes. En
este caso, ocurre una inversión de roles, donde el hijo asume el rol de
padre, como suele ocurrir en muchos hijos de adictos.
¿Cómo se ayuda al que ayuda?
El
familiar del adicto rara vez acude a los servicios de salud buscando
ayuda para sí mismo, siempre es el adicto el objeto de consulta. Si bien
participa del proceso de recuperación del adicto, también necesita
sanar el trauma que representa la convivencia. Es por ello que se
propone que la familia también necesita seguir un proceso de
recuperación.
Mi experiencia en la Fundación Recal, donde se pone gratuitamente a disposición de los familiares un grupo terapéutico,
es que muchos se sorprenden cuando se les explica que la ayuda es para
ellos. En las sesiones iniciales suele ser común que, cuando se les
pregunta cómo se encuentran, hagan alusión a la situación o estado
emocional de su familiar adicto. Estos grupos no solo se ofrecen a
familiares de pacientes, sino a cualquier familiar de adicto que
solicite nuestra ayuda.
Para poder ayudar al adicto el familiar debe poner el foco en sí mismo para protegerse de la ingobernabilidad del adicto
Recientemente
hemos realizado un trabajo de investigación para analizar los factores
que pueden favorecer la culminación de los primeros 90 días de
tratamiento de más de 200 pacientes atendidos en nuestro centro. Los
resultados revelaron que la participación de los familiares en estos
grupos terapéuticos era un elemento clave. Los resultados de este
estudio podrán ser consultados próximamente en la Revista Internacional
de Investigación en Adicciones.
La verdadera ayuda al adicto solo puede lograrse si
el familiar trabaja sobre su propia codependencia, o los estilos de
relación inadecuados que ha establecido con éste. Esto ocurre cuando
el familiar comienza a poner el foco en sí mismo, entiende que no es
culpable de la conducta del otro y comienza a poner límites, para
protegerse de la ingobernabilidad del adicto. Todo esto se escribe muy
rápido, pero es un proceso que toma tiempo y el apoyo de otras familias en recuperación resulta sumamente importante.
¿Existen grupos de ayuda mutua para familiares?
Por
suerte, más allá de la ayuda profesional, también existen grupos de
ayuda mutua para familiares. A continuación se nombran los más
conocidos: Al-Anon, Al-Ateen, CoDA, Nar-Anon o Familias Anónimas. Estos grupos siguen el programa de ayuda mutua de los 12 pasos,
adaptado para personas que están afectadas por la adicción de un
familiar a sustancias o comportamientos. Explicar por qué estos grupos
se convierten en fuente de referencia es, sin lugar a dudas, una tarea
compleja.
Uno de los grupos más estudiados es Al-Anon. Los resultados de un trabajo publicado en Addictive Behavior
muestran que cerca de la mitad de los que acuden por primera vez, se
mantienen asistiendo después de seis meses. También revela que aquellos
que abandonan usualmente no se identifican con los principios del grupo,
siguen focalizados en los problemas de sus familiares más que en los
propios o las consecuencias de la enfermedad de su familiar adicto no
les ha impactado tanto como a los que permanecen.
La asistencia sistemática a reuniones incrementa la autoestima, el afrontamiento al problema y la esperanza entre sus miembros
Por
otro lado, existe un grupo de factores que podrían explicar la
permanencia en los grupos. Entre ellos se señala el establecimiento de
vínculos sobre el problema común, la ayuda de otras familias con más
experiencia y recuperación, así como el efecto terapéutico de la propia
asistencia a las reuniones. Estos factores fueron extraídos de una
investigación publicada en Psychology of Addictive Behaviors, realizada con el objetivo de analizar los procesos sociales que explican los beneficios de asistir a estos grupos.
Un último estudio profundiza en otros factores a resaltar. Los resultados del mismo pueden consultarse en el Journal of Studies on Alcohol and Drugs. En este sentido, se señala que la percepción de que la asistencia sistemática a reuniones ayuda a reducir el estrés, la culpa, la ira y la sensación de soledad,
a la vez que incrementa la autoestima, el afrontamiento al problema y
la esperanza entre sus miembros. Todo ello unido la posibilidad de
llevar una vida espiritual más satisfactoria y plena.
Si bien
resulta difícil en tan pocas líneas realizar un análisis objetivo del
aporte de la asistencia a grupos de ayuda mutua al bienestar de los
familiares del adicto, vale la pena que aquel que necesita ayuda los
tome en cuenta como una opción válida de recuperación.
A modo de conclusión puede señalarse que el familiar del adicto tarda en darse cuenta del problema y necesita algo más de tiempo para buscar ayuda.
Tiende a mostrar un patrón codependiente de relación y no suele ser
consciente de que necesita ayuda para sí mismo. Por suerte, existen
tanto Grupos Terapéuticos para Familiares, como Grupos de Ayuda Mutua a
los que puede dirigirse. El cambio verdadero comienza cuando se pone el foco en sí mismo, se comienza a gestionar adecuadamente las propias emociones, y se cambia el control por los límites.
¡Feliz semana!
https://www.fundacionrecal.org/adiccion-recuperacion/como-ayudar-familia-adicto/