Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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viernes, 9 de junio de 2017

Maestro de Vida

El Maestro Eckhart –místico alemán del siglo XIV, monje de la orden de los  dominicos-, abrió, a través de su obra escrita, una puerta que posibilita el acceso a la comprensión de la experiencia contemplativa.
Sus sermones son la expresión pura de una pedagogía de la mística. En ellos, mediante una explicación hermenéutica, ofreció una visión profunda, auténtica y espiritual del mensaje de Jesús de Nazaret.
Pero incluso se puede observar en su discurso que transciende al propio mensaje Cristiano, unificándose al mensaje místico universal. Es reconocible la conexión entre su descripción de la “Nada” con la descripción del “Vacío” que ofrece el Budismo Zen.

No es fácil ni sencillo leer al Maestro Eckhart. A nosotros, habitantes habituales en el mundo de la imagen, se nos hace inextricable entrar en el mundo de la no-forma que nos propone Eckhart.
Él mismo tenía consciencia de la dificultad para acceder a ese tipo de conocimiento. Por ello es posible ver cómo, desde una compasión profunda y consciente, brotaron sus palabras claves en el sermón “Los pobres de espíritu” dirigidas a aquellos que inician su camino espiritual. Éstas nos dicen: “Quien no entienda este discurso no debe afligirse en su corazón. Pues mientras el hombre (el ser humano) no se haga semejante a esta verdad, no lo entenderá; es una verdad desvelada que ha surgido directamente del corazón de Dios”.
Hacerse semejante. En el Génesis, se expresa que Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza. En el diccionario de la lengua se encuentran dos significados que parecen concordar con el discurso de Eckhart: igual e idéntico. En consecuencia, habla de un proceso interior por el que el ser humano es capaz de sentirse idéntico, igual y comparable a Dios “… pero si yo no hubiera sido, tampoco habría sido Dios: que Dios sea Dios, de eso soy yo una causa; si yo no fuera, Dios no sería Dios.” (Soy una manifestación de Dios. En consecuencia, al yo existir, Dios existe, y al existir Dios, existo yo).
 
Pero no nos habla de un Dios externo y separado de, sino de una experiencia íntima en donde la persona experimenta –como en la Moradas de Teresa de Jesús- las diversas estancias y potencias en las que el alma sabe el Ser de Dios.
Pero atento a la forma creada de Dios existente en el discurso de la iglesia, nos alerta acerca de la creencia e interiorización de un Dios ídolo cuya forma y manifestación estará siempre en acorde a los deseos del hombre y no en su propia esencia. Una de sus frases maestras es aquella que dice: “Por eso ruego a Dios que me vacíe de Dios”. Pide poder estar libre de toda imagen de Dios para poder vivenciar la experiencia de Dios en Dios.
Por ello comprende que el acceso al mundo de la no-forma pasa por la experiencia y conocimiento de la nada, del vacío.
Si bien el tema de cada sermón pareciera en un principio diferente, todos contienen el mismo objeto y sentido: sentir y comprender la experiencia de Dios sin forma en cada uno de nosotros.
En el sermón “Los pobre de espíritu”, referido a la primera frase del Sermón de la Montaña, explica el auténtico significado del término pobre. Explica bellamente que el hombre pobre es aquél que no sabe nada –no apego a la forma-, no tiene nada –no apego a las cosas, y no quiere nada – asiente a la realidad tal y cómo es sin pretender modificarla a voluntad. Vive libre de intencionalidad. Todo movimiento nace de la nada –del desapego- de lo que le rodea y de lo que es, porque surge directamente de la Nada plena de Dios.
En el sermón “El Templo vacío”, hace referencia al capítulo del Nuevo Testamento en el que Jesús de Nazaret expulsa a los mercaderes del templo. Va estableciendo comparativas entre los diferentes tipos de personas que ubica fuera de un templo, como en un símil de todas aquellas ideas, formas, comprensiones y hábitos que no nos permiten que nuestro interior –el templo- contenga en sí el silencio que debe darse para que pueda Dios revelarse, hablar y ser oído. Nos ofrece en este sermón, una descripción detallada acerca de todos los hábitos religiosos aceptados socialmente como válidos y legítimos y cuya expresión nos aleja de la verdadera experiencia de Dios, siendo fácilmente reconocibles muchos de ellos en el texto.
Y como último ejemplo, en el sermón llamado “Marta y María”, nos muestra una visión amplia y profunda sobre la experiencia mística y la vida cotidiana. María como representante de las personas en plena experiencia espiritual, que no les es posible acción alguna, sino contemplación de lo que se le desvela. Mientras Marta, que ya ha experimentado lo que vive María en ese momento, lamenta su inactividad. Y expresa Jesús a Marta que entienda el momento de María, porque aún le queda el aprendizaje que ella ya ha obtenido, que no es nada más ni nada menos que la contemplación misma llevada a la vida cotidiana.
Como puede observarse, la lectura de la obra de Eckhart nos ofrece la posibilidad de contar con una magistral compañía en la búsqueda de ese anhelo íntimo, misterio que habita en lo más profundo de nuestro ser.

http://www.maestroeckhart.org/content/maestro-de-vida

Maestro Eckhart

Eckhart de Hochheim (Turingia, c. 1260 – c. 1328), más conocido como Maestro Eckhart (en alemán: Meister Eckhart) fue un dominico alemán, conocido por su obra como teólogo y filósofo y por sus escritos que dieron forma a una especie de misticismo especulativo, que más tarde sería conocido como mística renana. Es llamado Meister en reconocimiento a los títulos académicos obtenidos durante su estancia en la Universidad de París. Fue maestro de teología en París en diversos períodos y ocupó varios cargos de gobierno en su Orden, mostrándose especialmente eficiente en su asistencia espiritual a la rama femenina dominica.
Fue el primer teólogo de la Universidad de París en ser sometido a un proceso por sospecha de herejía.1 Condenadas algunas proposiciones de su obra por Juan XXII, fue rehabilitado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1992.

Teología mística cristiana

(Redirigido desde «Misticismo cristiano»)
La Teología mística cristiana es una de las ramas de la Teología cristiana caracterizada por la búsqueda apofática de una experiencia personal, unitiva y amorosa con Dios. También comprende el conjunto de disciplinas ascéticas y meditativas encaminadas a tal fin. También se la conoce como Teología negativa.

Índice

  [ocultar] 
·         1La vía mística
·         3Historia
·         4Grandes místicos
·         5Prácticas
·         6Herejías místicas
·         7Bibliografía
·         8Véase también





https://es.wikipedia.org/wiki/Maestro_Eckhart

jueves, 8 de junio de 2017

El Maestro Eckhart

Fuente: http://www.maestroeckhart.org/content/el-maestro-eckhart

La propuesta de llamar a esta Asociación Maestro Eckhart fue del Maestro Zen Willigis Jäger que, junto con el Maestro Zen Celso Navarro, acuerdan crear un espacio transconfesional en España en donde se practicara la vía zen y el camino contemplativo.
El Maestro Eckhart, un gran desconocido para nosotros, nos unificó en un mismo tiempo y espacio mientras construíamos esta Sangha.
Más tarde, lentamente, hemos ido entrando en el mensaje de ese hombre del siglo XIV. Mensaje pleno de actualidad que nos ofrece -a través de su obra-, el adentramiento en el silencio, en el vacío, en un nuevo modo de acercarnos -desde Occidente- a la comprensión del vacío que nos muestra el Budismo Zen.

Este espacio que lleva su nombre, es el lugar en donde las personas que hayan saboreado sus textos, pueden ofrecer sus comentarios y la experiencia que su lectura regala a cada ser que, abierto, se haya adentrado sin temor en este camino.
 

“Quien no entienda este discurso, no debe afligirse en su corazón.
Pues, mientras el hombre no se haga semejante a esta verdad,
No lo entenderá;
Es una verdad desvelada que ha surgido directamente del corazón de Dios”

Del Sermón “Los Pobres de Espíritu”

El Maestro Eckhart: Su vida

 Su vida
El Maestro Eckhart nació en Turingia en 1260. Se carecen datos concretos sobre su vida. Lo que se conoce es a través de las Actas de la época, que son los escritos que van reflejando los datos más significativos del momento. Así, podemos seguir su camino en el Conocimiento, a través de su ingreso como novicio en la orden de los Predicadores (Dominicos) en el monasterio de Erfurt, su posterior entrada en el Studium Generale de Colonia, por donde habían pasado Alberto Magno y su discípulo Tomás de Aquino, y donde inicia sus estudios teológicos. En 1293 Eckhart se encuentra en París ya como licenciado. En esta etapa predicó por primera vez ante un público académico durante la fiesta de Pascua.
En fecha 1298, es elegido prior de Erfurt y vicario de Turingia. En este período es cuando escribe su primera obra de importancia: Las Pláticas Formativas”, charlas entre él y los novicios como su director espiritual.
En 1302 fue profesor ordinario de teología de la universidad de París, en cátedra reservada para los no franceses.
En 1303 es nombrado primer provincial de la provincia religiosa de Sajonia. Desde ese año hasta el 1311 asume el cuidado de cincuenta conventos y once naciones. Mientras tanto, continúa ininterrumpidamente su actividad como predicador. En esa fecha el capítulo de los Dominicos le dispensa de todas sus obligaciones y lo envía a París para ocupar de nuevo la cátedra, siendo éste un honor equiparable al de Tomás de Aquino. Hasta 1313 tiene lugar el segundo y de mayor importancia magisterio de Eckhart en la Sorbona.
Desde el 1313 hasta el 1322 vuelve a ejercer de maestro de vida y se ocupa de la reforma de conventos y del cuidado de comunidades de monjas en el sur de Alemania. De esta época es su obra “El Libro del Consuelo Divino” escrito para Agnes, viuda del rey Andreas III, rey de Hungría, que en ese momento era superiora de un convento de Clarisas. En esta obra presenta un modelo de consolación a través de la imitación de los sufrimientos de  Cristo. Esta obra fue decisiva y marca el comienzo de las sospechas contra Eckhart.
En un momento de su vida incluye en su cuidado religioso a la gente del pueblo y para ello, toma el idioma popular, dejando el latín. Escribe, pero para todo el mundo, ya no sólo para los académicos. Comienza a incorporar a su discurso contenidos propios del movimiento “del libre espíritu” asumidos por las beguinas. Este cambio comienza a preocupar a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, y se inician las primeras críticas dentro de los círculos de la jerarquía religiosa.
Este compromiso de compañía y enseñanza espiritual del Maestro al pueblo a través de sus sermones y otros escritos le proporcionó grandes problemas con la Iglesia, que terminó rechazando sus modos y su contenido.
El 1 de agosto de 1325 el papa Juan XXII nombró al dominico Nicolaus Von Strassburg visitador de la Orden y fue obligado a abrir una investigación sobre los escritos alemanes del Maestro. Se le consideró sospechoso de pertenecer a la Orden de los Begardos, así como su relación con muchas de las Beguinas. Las primeras investigaciones se centraron en un libro, el Liber Benedictus, calificando peligrosas varias de las tesis expuestas en él. Frente a la acusación, Eckhart respondió con una réplica.
En 1326 el arzobispo de Colonia recibe dos listas, en distintas ocasiones, con frases tomadas de las obras de Eckhart que servirán la base para la acusación de herejía. En septiembre de ese año, el maestro aparece ante los inquisidores comisionados por el arzobispo. Poco más tarde es confeccionada una tercera lista.
En el proceso inquisitorio al que fue sometido -proceso pleno de irregularidades-, sus enseñanzas fueron analizadas fuera del propio contexto en donde fueron expresadas. De ese modo, pudo verterse sobre ellas la interpretación propia que sirvió de justificación para el propio proceso de herejía. El propio Strassburg, alertado por las falsas acusaciones y testimonio quiso detener el proceso, pero fue apartado del escenario de los hechos.
Eckhart murió esperando el veredicto del tribunal inquisitorio.
La respuesta del mismo está contenida en la bula de Juan XXII llamada “in agro dominico”, en donde se condenan 28 artículos de su obra. En esta bula no sólo se le atribuye herejía en su mensaje, sino que se expresa que el propio Eckhart, antes de morir, se retractó de todo lo escrito.
Sobre esto último no consta nada que indique que así haya sido, pudiendo parecer más una posterior utilización del maestro por parte del tribunal inquisitorio en propio detrimento de sus enseñanzas espirituales.
El Maestro Eckhart ha sido reconocido tanto por representantes de la mística occidental – Tauler, Suso, Juan de la Cruz, Silesius-, como por filósofos de oriente –Nishitani y Tanabe de la Escuela de Kioto. Éstos últimos lo han descrito como el interlocutor excepcional entre ambas culturas por la conexión entre su filosofía y las tradiciones asiáticas, en concreto, con el Budismo Zen.
En 1992, el entonces Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, -el cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI-, aceptó la petición del Capítulo General de los Dominicos para rehabilitar al Maestro Eckhart.

El proceso de rehabilitación finalizó con el veredicto que expresaba que Eckhart  nunca necesitó de una rehabilitación.


Este es el resumen de la respuesta que el entonces Maestro de los Dominicos, Timothy Radcliffe, recibió del Vaticano:

" y se nos dijo que no había realmente ninguna necesidad ya que nunca había sido condenado por su nombre, sólo por algunas proposiciones que se suponía haber tenido, por lo que somos perfectamente libres de decir que es un buen teólogo y ortodoxo..”.
 
El veredicto consistió en tres proposiciones fundamentales: El Maestro Eckhart no necesita ninguna rehabilitación; su doctrina está en perfecta consonancia con la doctrina católica  y es un teólogo digno de recomendación.
 


BIBLIOGRAFÍA:
MAESTRO ECKHART, El Fruto de La Nada, Amador Vega, Editorial Siruela.
Web ORDO PRAEDICATORUM de la Orden de Predicadores (Dominicos).


El Oro del Perdón

Aprender a perdonarse y a perdonar son pasos esenciales en el camino del crecimiento personal y en la curación psico-espiritual. 
 Es preciso hacer especial hincapié en el perdón a uno mismo, condición indispensable para que se dé el perdón auténtico hacia otras personas o situaciones de nuestra vida. Así nos lo recuerda el sabio sufí Hasdai Ben  Ha-Melekh:  “Si alguien es cruel consigo mismo, ¿cómo se puede esperar de él compasión por los demás?”
 Concederse el autoperdón requiere una profunda toma de conciencia. Es un proceso que está hondamente vinculado a creencias de culpa y condena procedentes de mitos familiares y socioculturales, tatuados en la sombra personal y en el inconsciente colectivo. Ellos son el timón de muchos de los comportamientos hacia nosotros mismos y hacia lo que nos rodea. 
 Si el juicio, el castigo, la condena o la exigencia han sido elementos muy presentes en la vida de la persona en el período de formación de su estructura de personalidad, se fortalece en su interior un juez condenatorio que va a configurar su forma de relacionarse con el mundo y consigo mismo.
 La rumiación continuada de la culpa no necesariamente nos libera de ella.  Puede volverse un discurso interno neurótico al que retornamos una y otra vez y en el que nos vemos atrapados y fustigados por el censor interno. 
 Ese sentimiento de autocondena, muy arraigado en la tradición judeo-cristiana, llega a convertirse en un guión de vida, porque se plasma y se repite a lo largo de la existencia.
 La persona encerrada en su culpabilidad, “replegada sobre sí misma”, como dijo Kierkegaard, es similar a un disco rayado que recae una vez y otra, atormentada por el remordimiento. Si no se rompe ese círculo cerrado de autoacusación, se corre el riesgo de generalizarse la creencia de que “he hecho algo malo” a  “yo soy algo malo”. Esto llevado a sus extremos desemboca en patologías en las que no solo la psique se ve afectada, sino también el cuerpo  –alteraciones del sueño, del apetito… incluso enfermar cuando la carga psico-emocional negativa merma de manera significativa la paz interna.    
 La vivencia de la culpa arrastra pesadumbre, angustia, preocupación y pérdida del momento presente: la persona revive de forma reiterada el pasado, aprisionada por su propio pesar acerca de los errores cometidos. 
  
 La culpa es una poderosa herramienta que usa el ego para mantenernos anclados al pasado. Es una voz interior que se nutre de juicios e interpretaciones sobre las experiencias vividas,  un veneno que daña la autoestima y la autoconfianza. 
 En otras tradiciones, como por ejemplo el budismo, el concepto de culpa no tiene la misma significación ni ha calado tan hondo como en occidente. El reconocimiento y la integración de la realidad oscura de la persona, no alimenta el ideal autoexigente y perfeccionista y facilita el autoperdón. El aforismo budista anónimo refleja bellamente cómo se contempla la sombra y la luz en el ser humano: “Hasta una gota de agua sucia puede reflejar la luna”.
  En las enseñanzas budistas se da el paso del “yo engañado” al “yo despierto” y de este al “no yo”.  Se trata de salir de todo lo que sea encerramiento en uno mismo, lo que llevaría a la liberación del sufrimiento.
 Una vía de sanación: el perdón. Con él se restablece la paz.
 ¿Cómo hacerlo? Dirigir la luz de la conciencia hacia esos constructos mentales negativos. Observar cómo nos tiranizan. Desidentificarse de sus contenidos.  Perdonar al niño que llevamos dentro. No permitir que el pasado siga controlando el presente y el futuro.
Liberarse del dominio del crítico interno. Empezar a contemplar con generosidad los errores cometidos y hacerse responsable de ellos, aceptándolos  como parte del aprendizaje de ser persona. Es un largo y hermoso camino.

Iniciar el sendero del perdón es fluir con la vida. Es darle un latigazo al ego y no seguir alimentando los juicios, los ataques y las proyecciones. Es dejar de regar las semillas del miedo que eclipsan la irrupción del amor.
 Cuando somos capaces de perdonarnos soltamos un gran lastre. Nos reconocemos como seres merecedores de amor y perdón. Permitimos que emerja la compasión, se diluye la separatidad, posibilitándonos vivenciar la unidad con otros seres.  

Sólo entonces podemos realmente perdonar, desde el corazón, a nuestros semejantes.

Teca Barreiro, diciembre de 2010

http://www.maestroeckhart.org/content/el-oro-del-perd%C3%B3n

El Maestro Eckhart: Textos fundamentales

Todas las miradas que nacen desde el silencio hacia la profundidad del Ser son nuestras maestras.
Este es un espacio donde se ofrecerán aquellos textos que son punto de inflexión en nuestro camino cotidiano.