Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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miércoles, 3 de julio de 2019

Actitud y Respeto

«No hagas a otros  lo que no te gustaría  que te hicieran a ti» Ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás"



viernes, 3 de mayo de 2019

El algoritmo de la felicidad


Para todos aquellos que se sienten bajoneados, desmotivados, que nada más no dan una, que no están contentos con su vida, con la pareja, con la chamba, etc.

 Mo Gawdat
Ex director de negocios de Google X, orador, conferencista, ingeniero. 
TW: @MGawdat

 


De qué va
Durante años Mo estuvo interesado en diseñar una fórmula que le permitiera desarrollar un estado de felicidad permanente.
Después de horas de investigación descubrió una ecuación basándose en la comprensión de cómo el cerebro absorbe la alegría y la tristeza
Años más tarde, Mo comprobó esta fórmula después de la muerte de su hijo
Ahora decidió compartir su algoritmo con el mundo y ayudar a todos a ser más felices. 
Encuentren el libro de Mo aquí 
Cómo empezó a buscar el algoritmo
Mo era un hombre exitoso que había trabajado para grandes marcas, IBM, Microsoft
Económicamente le iba bastante bien, sin embargo, no se sentía pleno, feliz, ni con todo lo maravilloso que tenía como su familia.
Vivía pensando que tenía que trabajar más y más para tener más, pero entre más tenía, más vacío se sentía.
Siempre ha sido bueno con los números, eso lo llevo al éxito, así que decidió usar ese talento, más todas las investigaciones que empezó a hacer sobre la felicidad para desarrollar este algoritmo que está comprobado que funciona.
La muerte de su hijo
En 2014, su hijo Ali, era universitario en Boston. Tan pronto como acabaron las clases regreso a casa para pasar las vacaciones con su familia.
4 días después de su llegada, Ali sufrió un intenso dolor en el vientre y fue ingresado en un hospital local, le dijeron que tenía apendectomía rutinaria. Mo se sintió aliviado porque no era algo grave y podía cuidar a su hijo de cerca.
Cuando Ali estaba en la mesa de operaciones, le insertaron una jeringa para introducir dióxido de carbono y expandir la cavidad abdominal.
PERO, por error la aguja perforó la arteria femoral de Ali, las cosas fueron de mal en peor, y después de una serie de errores adicionales, su hijo se había ido.
La ecuación
La felicidad es la ausencia de infelicidad
La felicidad es tu valor predeterminado
El éxito no es un requisito para la felicidad
Aunque el éxito no lleva a felicidad, la felicidad contribuye al éxito
Felicidad ≥ tu percepción de los acontecimientos de tu vida – Las expectativas relativas a tu comportamiento
La felicidad tiene que ver con las percepciones de lo que nos pasa y las expectativas que esperamos.
6 ilusiones: que pueden impedir dar sentido al mundo:
Pensamiento positivo: la felicidad siempre se encuentra en el aspecto positivo de cada concepto.
Yo: la felicidad se expresa en ser tú mismo, sin importar lo que te digan los demás pero asumiendo que no eres la estrella de la película.
Conocimiento: la felicidad consiste en comprender la inmensidad de nuestra ignorancia y aceptar que es el pensamiento fruto de nuestro conocimiento lo que hace bueno o malo un acontecimiento.
Tiempo: la felicidad esta fundamentalmente anclada en el presente por tanto vivir el aquí y ahora te hace apreciar tu propia felicidad.
Control: la felicidad está en prescindir la necesidad del control y escoger tu actitud hacia vivir sin tener control.
Miedo: la felicidad consiste en afrontar tus miedos y que hay que centrarse en los retos para afrontar sus propios miedos.

sábado, 9 de febrero de 2019

5 hábitos tóxicos que te roban felicidad

Los hábitos que tenemos nos definen ya sea para bien o para mal,  pues no solo pueden ejercer como las estrategias que nos ayudan a superar obstáculos, sino que también pueden ser como aquella manzana envenenada que a pesar de tener un apetecible aspecto guardaba en su interior una trampa.
Por lo tanto, a pesar de que muchos de nuestros hábitos nos permiten optimizar nuestros esfuerzos y se consideran como saludables, existen otros muchos que resultan tóxicos para nuestra salud y la vida misma, impidiéndonos ser felices.
Incluso, puede que hábitos que consideras relativamente “buenos” no lo sean tanto o que ni siquiera seas consciente de las consecuencias de tu repertorio de hábitos en tu vida. Hoy te traemos 5 hábitos tóxicos que pueden estar impidiéndote ser feliz. Reflexionemos sobre ello.
 “Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta”
-Aristóteles-

Pensar en negativo

Solemos tener la mala costumbre de pensar en negativo. Somos expertos en lo que no queremos, no tenemos, no merecemos o no somos capaces, focalizando nuestra atención en ello. Cultivar el pensamiento negativo puede ser un mal hábito que termine limitándonos tanto a nivel social como individual. Porque si crees que no puedes, ¿realmente vas a intentarlo?
El pensamiento negativo puede erigirse como un gran enemigo que nos atrape poco a poco en su tela de araña, convirtiendo todo nuestro alrededor en una neblina gris que en sus casos más extremos desemboque en depresión junto a otras variables.
La dificultad radica en que como hábito, nos hemos acostumbrado y desaprenderlo no es tan sencillo. Para ello, hay que comenzar a prestar atención a nuestra manera de pensar, que inevitablemente va ligada a la forma de hablarnos y juzgarnos. Además, dirigir tu atención hacia lo que quieres también será una herramienta que te permita hacer aparecer la luz entre aquella niebla gris espesa.

Culpar a los demás de todo

Culpar a otras personas de lo que te ocurre es evadirte de la responsabilidad de tus propios actos e incluso de tus propios sentimientos. De esta manera, estarás diciendo que tú no eres dueño de tu vida sino que son los demás o las propias circunstancias.
Es necesario recordar que tienes el control sobre ti mismo y solo tú tienes las respuestas de lo que te ocurre. El reconocido piloto de las fuerzas aéreas y líder religioso Dieter Uchtdorf dijo una vez: “Cuando más crecemos, más miramos hacia atrás y nos damos cuentas de que las circunstancias externas no importan porque no determinan nuestra felicidad. Nosotros determinamos nuestra felicidad”.
La felicidad es una actitud y si decides culpar a los demás de lo que te ocurre en lugar de tomar conciencia sobre qué puedes hacer para seguir avanzando, difícilmente podrás saborearla.

Intentar ser alguien que no eres

Puedes vivir intentando ser tú mismo o de lo contrario, intentando ser la persona que los demás quieren que seas. Tú decides, pero evidentemente convertirte en el personaje que los demás desean supondrá una traición a tu forma de ser. Piénsalo… ¿Cómo podrás llegar a ser feliz si no eres tú mismo?
Ponerse una máscara es un arma de doble filo, una trampa que extendida en el tiempo te alejará de ti y de quien crees ser. Por lo tanto, descúbrete, aprende a aceptarte, a quererte y muéstrate tal como eres, solo así la relación contigo y los demás, será auténtica.

Compararse con los demás

Compararse con los demás no nos servirá de nada ya que cada uno de nosotros es único e irrepetible y ha vivido experiencias diferentes. Su historia, la tuya y la mía no tienen nada que ver, ¿para qué compararnos? ¿Para consolarnos o para creernos superiores? ¿Cuál es la finalidad que perseguimos?
Comparar las diferentes experiencias no tiene sentido puesto que no existen las mismas condiciones en las personas.
Mi felicidad puede ser muy diferente a la de mi amigo, por lo tanto, ¿hacer lo que él hace me convertirá en alguien feliz? Pregúntate: ¿qué es la felicidad para mí? Y así podrás saber cómo actuar. La gratitud es el antídoto a la comparación y el mejor jarabe para alcanzar la felicidad. Escribe diariamente las cosas que hacen que tu vida sea maravillosa, por pequeñas que sean… eso te hará feliz.

No aprender de los errores

Los errores pueden ser nuestros mejores maestros si aprendemos de ellos. Si nos confundimos pero lo dejamos pasar sin reflexionar qué ha pasado y qué lección podemos sacar de ello, probablemente pueda ocurrirnos algo similar.
Para entender este tipo de pensamiento, solo tienes que seguir las palabras que una vez dijo Thomas Edison a un reportero que le preguntó sobre su invento de la bombilla incandescente: “No he fracasado ni una sola vez, solo he descubierto diez maneras que no funcionan”. Así, podrás ver que con persistencia y buen hacer, el error y el fracaso, son solo una parte del camino hacia el éxito.
Pensar negativo, culpabilizar a los demás, ponernos una máscara, compararnos o no aprender de nuestros errores son tan solo 5 hábitos que pueden estar repercutiéndonos sin casi ser conscientes de ellos en nuestro estado emocional impidiéndonos ser felices.
La felicidad está en nuestro interior y somos nosotros los que podemos crearla y contribuir a su desarrollo, no lo olvides. Presta atención a tus hábitos y modifícalos si es necesario.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Empatía: ¿qué caracteriza a las personas que la poseen?

La empatía es un arte, una capacidad excepcional programada genéticamente en nuestro cerebro con la que sintonizar con los sentimientos e intenciones de los demás. Sin embargo, y aquí llega el problema, no todos logran “encender” esta linterna que ilumina el proceso de construcción de las relaciones más sólidas y enriquecedoras.
Algo que escuchamos con frecuencia es aquello de que “tal persona no tiene empatía”, “que aquella otra es una egoísta y que carece por completo de ella”. Bien, algo que es importante aclarar desde un principio es que nuestro cerebro dispone de una arquitectura muy afinada mediante la que favorecer esa “conexión”. La empatía, al fin y al cabo, es una estrategia más con la que mediar en la supervivencia de nuestra especie: nos permite entender a la persona que tenemos delante y nos facilita la posibilidad de establecer una relación profunda con ella.
Tenemos dos oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos
-Epíteto-
Esa estructura cerebral donde la neurociencia ha situado nuestra empatía está en el  giro supramarginal derecho, un punto situado justo entre el lóbulo parietal, el temporal y el frontal. Gracias a la actividad de estas neuronas logramos separar nuestro mundo emocional y nuestras cogniciones para ser más receptivos en un momento dado, hacia las de los demás. 
Ahora bien, aclarado este dato, la siguiente pregunta sería, entonces… ¿si todos disponemos de esta estructura cerebral, por qué hay personas más o menos empáticas e incluso quienes presentan una ausencia total y absoluta de ella? Sabemos, por ejemplo, que el trastorno antisocial de la personalidad tiene como principal característica esa falta de conexión emocional con los demás. Sin embargo, dejando a un lado el aspecto clínico o psicopatológico son muchas las personas que simplemente, no llegan a desarrollar esta habilidad.
Las experiencias tempranas, los modelos educativos o incluso el contexto social, hace que esta maravillosa facultad se debilite a favor de un egocentrismo social muy marcado. Tanto es así, que tal y como nos revela un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan, los universitarios de hoy en día son hasta un 40% menos empáticos que los estudiantes de los años 80 y 90.
La vida actual tiene ya tantos estímulos y tantos distractores para muchos jóvenes y no tan jóvenes, que dejamos de ser plenamente conscientes del momento presente e incluso de la persona que tenemos ante nosotros. Los hay que están más sintonizados a sus dispositivos electrónicos que a los sentimientos de los demás, y eso, es un problema sobre el cual deberíamos reflexionar.
Para profundizar un poco más en el tema, te proponemos a continuación conocer qué rasgos definen a las personas que sí disponen de una autoestima auténtica, útil y esencial con la que establecer relaciones saludables y un adecuado desarrollo social.

La empatía útil Vs la empatía proyectada

Una aspecto básico que conviene aclarar desde un principio es qué entendemos por empatía útil, porque aunque nos sorprenda, no basta  simplemente “con tener empatía” para construir relaciones sólidas o para mostrar eficacia emocional en nuestras interacciones cotidianas.
“El regalo más preciado que podemos dar a otros es nuestra presencia. Cuando nuestra atención plena abraza a los que amamos, florecen como flores”
-Thich Nhat Hanh-
Para entenderlo te pondremos un sencillo ejemplo. María acaba de llegar a casa cansada, agotada de mente y molesta. Acaba de tener una discusión con sus padres. Cuando Roberto, su pareja, la ve, lee de inmediato en su expresión y en su tono de voz que algo no va bien, interpreta su malestar emocional y en lugar de generar una respuesta o una conducta adecuada, opta por aplicar la empatía proyectada, es decir, amplifica aún más esa negatividad con frases como “ya vienes otra vez enfadada, es que te coges las cosas a la tremenda, siempre te pasa lo mismo, mira qué cara llevas…”.

No hay duda de que muchas personas son hábiles a la hora de empatizar emocional y cognitivamente con los demás (sienten y entienden qué ocurre), sin embargo en lugar de mediar en la canalización y en la adecuada gestión de ese malestar, lo intensifican.
La persona hábil en empatía, por tanto, es aquella capaz de ponerse en los zapatos ajenos sabiendo en todo momento cómo acompañar en ese proceso sin dañar y sin actuar como un espejo donde se amplifique el dolor. Porque a veces no es suficiente con comprender, hay que saber ACTUAR.

La auténtica empatía deja a un lado los juicios

Nuestros juicios diluyen nuestra capacidad de acercamiento real hacia los demás. Nos sitúan en un bando, en un lado del cristal, en una perspectiva muy reducida: la nuestra. Cabe decir, además, que no resulta precisamente fácil escuchar a alguien sin emitir juicios internos, sin poner una etiqueta, sin valorar a esa persona como hábil, torpe, fuerte, despistada, madura o inmadura.
Todos lo hacemos en mayor o menor grado, sin embargo, si fuéramos capaces de despojarnos de ese traje, veríamos a las personas de una forma más auténtica, empatizaríamos mucho mejor y captaríamos con más precisión la emoción del otro.
Es algo que deberíamos practicar a diario. Una habilidad que según varios estudios suele llegar a medida que nos hacemos mayores, puesto que la empatía, así como la capacidad de escuchar sin juzgar, es más común a media que acumulamos experiencias.
 

Las personas con empatía disponen de una buena conciencia emocional

La empatía forma parte indispensable de la Inteligencia Emocional. Sabemos que este enfoque, esta ciencia o área tan exitosa de la psicología y el crecimiento personal está de moda, pero… ¿Hemos aprendido de verdad a ser buenos gestores de nuestro mundo emocional?
  • La verdad es que no mucho. En la actualidad, seguimos viendo muchas personas que manejan a la ligera y con supuesta eficacia términos como la autorregulación, la resilencia, la proactividad, la asertividad… Sin embargo, carecen de un auténtico inventario emocional y siguen dejándose llevar por la ira, la rabia o la frustración como lo haría un niño de 4 años.
  • Otros en cambio, piensan que ser “empático” es sinónimo de sufrimiento, como un contagio emocional donde sentir lo que otro sienten para experimentar el mismo dolor ajeno como una suerte de mimetismo del malestar.
No es lo adecuado. Debemos entender que la empatía sana, útil y constructiva parte de esa persona que es capaz de gestionar sus propias emociones, que dispone de una autoestima fuerte, que sabe poner límites y que a su vez, es hábil a la hora de acompañar emocional y cognitivamente a los demás.

La empatía y el compromiso social

La neurociencia y la psicología moderna definen la empatía como el pegamento social que mantiene unidas a las personas y que a su vez, genera un compromiso real y fuerte entre nosotros.
“Si no tienes empatía y relaciones personales efectivas, no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos”
-Daniel Goleman-
Por curioso que parezca, en el reino animal el concepto de empatía está muy presente por una razón muy concreta que hemos señalado al inicio: la supervivencia de la especie. Algo así genera que muchos animales y diversas especies muestren comportamientos de cooperación donde atrás queda la clásica idea de la “supervivencia del más fuerte”. Un ejemplo de ello lo podemos ver en ciertas ballenas, capaces de atacar a las orcas para defender a las focas.
Sin embargo, entre nosotros predomina en muchos casos el efecto inverso, a saber, la necesidad de imponernos los unos sobre otros, de buscarnos enemigos, de alzar fronteras, de crear muros, de invisibilizar personas o incluso de atacar al más débil solo por ser débil o ser diferente (pensemos en los casos de bullying).
Por su parte, las personas que se caracterizan por una auténtica empatía creen en el compromiso social. Porque la supervivencia no es un negocio ni debe entender de políticas, de intereses o de egoísmos. Sobrevivir no es solo permitir que nuestro corazón bombee, es disponer de dignidad, de respeto, es sentirnos valorados, libres y parte de un todo donde todos somos valiosos.
Esa es pues la auténtica empatía: ponernos en el lugar del otro para facilitar a su vez una convivencia llena de armonía. Trabajemos en ello cada día.
Referencias bibliográficas
-Luis Moya (2013) “Empatía, entenderla para entender a los demás”. A Coruña: Plataforma Actual
-Frans de Waal (2009) “The Age of Empathy: Nature’s Lessons for a Kinder Society”  New York: Three Rivers Press