Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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miércoles, 18 de julio de 2018

Ayuda espiritual para los moribundos: La práctica de PHOWA

 
La más valiosa y poderosa de las prácticas que he encontrado en la asistencia a moribundos, y que he visto emprender con entusiasmo a un número asombroso de personas, es una práctica de la tradición tibetana llamada phowa (pronuncíese «po-ua»), que significa la transferencia de la conciencia.
La phowa para personas moribundas ha sido practicada por amigos, familiares y maestros de la persona, de la manera más sencilla y natural, en todo el mundo moderno: en Australia, América y Europa. Gracias a su poder, miles de personas han tenido la oportunidad de morir serenamente. Ahora me alegra poner el corazón de la práctica de phowa a disposición de cualquiera que desee utilizarla.
Quiero subrayar que se trata de una práctica que cualquiera puede hacer. Es sencilla, pero no por eso deja de ser el ejercicio más esencial que podemos practicar para prepararnos para núestra propia muerte, y es la práctica principal que enseño a mis alumnos para que ayuden a sus amigos y familiares en trance de muerte, y a sus seres queridos que ya han muerto.
Práctica 1
Para empezar, póngase cómodo y adopte la postura de meditación. Si realiza esta práctica cuando se halla próximo a morir, siéntese lo más cómodo que pueda, o bien practique acostado. Luego lleve la mente a casa, suéltese y relájese por completo.
1. En el cielo que tiene ante usted, invoque la encarnación de cualquier verdad en la que crea, bajo la forma de luz radiante. Elija el ser divino o el santo al que más próximo se siente. Si es usted budista, invoque a un buda con el que sienta una conexión íntima. Si es cristiano practicante, sienta con todo su corazón la presencia viva e inmediata de Dios, el Espíritu Santo, Jesucristo o la Virgen María. Si no se siente usted unido a ninguna figura espiritual en especial, imagínese sencillamente una forma de luz pura y dorada en el cielo ante usted. Lo importante es que considere que el ser al que está visualizando o cuya presencia siente es realmente la encarnación de la verdad, la sabiduría y la compasión de todos los budas, santos, maestros y seres iluminados. No se preocupe si no consigue visualizarlos con mucha claridad; llénese el corazón de su presencia y confíe en que están ahí.
2. A continuación, concentre la mente, el corazón y el alma en la presencia que ha invocado y rece:
Por tu bendición, tu gracia y tu guía, por el poder de la luz
que brota de ti:
Que todo mi karma negativo, mis emociones destructivas,
mis oscurecimientos y bloqueos sean purificados y
eliminados,
que me sepa perdonado por todo el daño que pueda haber
pensado y hecho,
que cumpla esta profunda práctica de phowa y tenga una
muerte buena y pacífica,
y por el triunfo de mi muerte, que pueda beneficiar a todos
los demás seres, vivos o muertos.
3. Imagínese ahora que la presencia de luz que ha invocado queda tan conmovida por su sincera y sentida oración que le responde con una sonrisa cariñosa y le envía amor y compasión en un torrente de rayos de luz que emanan de su corazón. Cuando estos rayos lo tocan y penetran en usted, lo limpian y purifican de todo su karma negativo, de sus emociones destructivas y de sus oscurecimientos, que son las causas del sufrimiento. Vea y sienta que está totalmente sumergido en la luz.
4. Ahora se halla completamente purificado y completamente curado por la luz que brota de esa presencia. Piense que su mismo cuerpo, también creado por el karma, se disuelve completamente en la luz.
5. El cuerpo de luz que es usted se eleva ahora hacia el cielo y se fusiona inseparablemente con la dichosa presencia de la luz.
6. Permanezca en ese estado de unidad con la presencia tanto tiempo como pueda.

Práctica 2
1. Para realizar esta práctica de un modo aún más sencillo, empiece como antes reposando calmadamente e invoque luego la presencia de la encarnación de la verdad.
2. Imagínese su conciencia como una esfera de luz situada en el corazón, que sale proyectada de usted como una estrella fugaz y vuela hacia el corazón de la presencia que tiene delante.
3. Se disuelve y se fusiona con la presencia. Mediante esta práctica establece usted su mente en la mente de sabiduría del Buda o ser iluminado, que es lo mismo que entregar el alma en la naturaleza de Dios. Imagínese
que por la bendición su mente se transforma en la mente de sabiduría de esa presencia iluminada.

Práctica 3
El modo más esencial de hacer la práctica es éste: limítese a fusionar su mente con la mente de sabiduría de la presencia pura. Piense: «Mi mente y la mente del Buda son una»
De estas tres versiones de phowa, elija aquella con la que se sienta más cómodo o que le atraiga más en un momento determinado. A veces, las prácticas más poderosas son las más sencillas. Pero elija la que elija, recuerde que es esencial dedicar ya un tiempo a familiarizarse con ella. De otro modo, ¿cómo podrá tener la confianza necesaria para practicarla para usted mismo o los demás en el momento de la muerte? Mi maestro Jamyang Khyentse escribió: «Si meditas y practicas de esta manera siempre, en el momento de la muerte te resultará más fácil».
De hecho, debería familiarizarse tanto con la práctica de phowa que ésta se convirtiera en un reflejo espontáneo, una segunda naturaleza. Si ha visto la película Gandhi, sabrá que cuando dispararon contra él, su reacción inmediata fue gritan «¡Ram... Ram!», que en la tradición hindú es el nombre sagrado de Dios. Recuerde que no sabemos cómo moriremos, ni si tendremos tiempo para recordar práctica alguna. ¿De cuánto tiempo dispondremos, por ejemplo, si estrellamos el coche contra un camión a 150 kilómetros por hora en la autopista? Entonces no habrá ni un segundo para pensar en practicar phowa ni consultar las instrucciones de este libro. O estamos familiarizados con phowa o no lo estamos. Y eso se puede determinar de un modo muy sencillo: observe sus reacciones en una situación critica o en un momento de crisis, en un terremoto, por ejemplo, o en una pesadilla. ¿Responde usted con la práctica o no? Y si responde, ¿con qué estabilidad y confianza hace su práctica? 
Recuerdo a una alumna mía de Estados Unidos que un día salió a cabalgar. El caballo la derribó, le quedó un pie trabado en el estribo y se vio arrastrada por el suelo. Le quedó la mente en blanco. Intentó desesperadamente recordar alguna práctica, pero fue en vano. Se sintió aterrorizada. Lo bueno de este terror, empero, fue que le hizo darse cuenta de que la práctica tenía que convertirse en su segunda naturaleza. Esa fue la lección que tuvo que aprender; de hecho, es la lección que todos debemos aprender. Practique phowa tan intensamente como pueda, hasta tener la certeza de que reaccionará con ella ante cualquier acontecimiento imprevisto. Esto le dará la seguridad de que, cuando llegue la muerte, lo encontrará tan preparado como puede estarlo.
UTILIZAR LA PRACTICA ESENCIAL DE PHOWA PARA AYUDAR A LOS MORIBUNDOS
¿Cómo podemos utilizar esta práctica para ayudar a alguien que se está muriendo?
El principio y la secuencia de la práctica son exactamente los mismos; la única diferencia consiste en que visualiza usted al Buda o la presencia espiritual sobre la cabeza del moribundo. Imagínese que los rayos de luz se derraman sobre la persona moribunda y purifican todo su ser, y luego la persona se disuelve en luz y se funde con la presencia espiritual. 
Haga esta práctica durante toda la enfermedad del ser querido, y especialmente (esto es lo más importante) cuando exhala el último aliento, o lo más pronto posible tras la detención de la respiración y antes de que el cuerpo sea movido o manipulado de ninguna manera. Si la persona que va a morir sabe que realizará usted esa práctica para ella, y sabe de qué se trata, puede resultar una gran fuente de inspiración y consuelo.
Siéntese silenciosamente junto a la persona moribunda y encienda una vela o lamparilla como ofrenda ante una estampa o una figura de Buda, de Jesucristo o de la Virgen María. A continuación, haga la práctica para ella. Puede hacerla en silencio, y la otra persona ni siquiera tiene por qué enterarse; por otra parte, si está abierta a estas cosas, como a veces lo están los moribundos, explíquele cómo se hace para que participe en la práctica.
A menudo me preguntan: «Si mi pariente o amigo es cristiano y yo soy budista, ¿no puede surgir ningún conflicto?». ¿Qué conflicto puede haber? Yo les digo que están invocando la verdad, y tanto Jesucristo como Buda son manifestaciones compasivas de la verdad, que se presentan de distinta manera para ayudar a los seres.
A los médicos y enfermeras les recomiendo encarecidamente que practiquen phowa para sus pacientes moribundos. Imagínese lo maravillosamente que cambiaría la atmósfera de un hospital en el cual aquellos que atienden a los moribundos también hicieran esta práctica. Recuerdo la muerte de Samten, en mi niñez, cuando mi maestro y los monjes practicaban todos para él. ¡Qué poderoso y edificante fue! Mi más profunda plegaria es que todos mueran con la misma gracia y serenidad que él.
He formulado especialmente esta phowa esencial a partir de la práctica tradicional tibetana para los moribundos, e incorpora sus principios más importantes. Así que no se trata únicamente de una práctica para morir, sino que también puede utilizarse para purificar y curar; es importante para los vivos, y también para los enfermos. Si el enfermo va a curarse, contribuirá a la curación; si va a morir, le ayudará y le curará el espíritu en la muerte; si ha muerto ya, continuará purificándolo.
Cuando la persona está enferma de gravedad y no sabe usted si vivirá o morirá, cada vez que vaya a visitarla puede hacer esta práctica phowa para ella. Y cuando llegue a casa, hágala otra vez. Cuanto más la haga, más purificado quedará su amigo moribundo. Usted no puede saber si volverá a verlo otra vez ni si podrá estar presente cuando muera; así pues, selle cada visita con esta práctica, simplemente como preparación, y siga realizando la práctica en todos sus ratos libres.
Fuente: Sogyal Rimpoché; El libro tibetano de la vida y de la muerte. Buenos Aires, 2013, Ediciones Urano.