Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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lunes, 19 de febrero de 2024

Ejercicio del Autoperdón-Lama Rinchen Gyaltsen

 Sana la culpabilidad con esta poderosa meditación budista. En ella aplica los llamados 4 poderes correctores: el refugio, el arrepentimiento, el antídoto y la purificación. Descubra por qué esta práctica es una de las más apreciadas por todos los maestros tibetanos.



VIDEO: https://insig.ht/gycg9VnEjHb?utm_source=copy_link&utm_medium=content

domingo, 2 de agosto de 2020

ACUERDO ENTRE ALMAS


Dicen que antes de nacer, cuando cada Ser decidió venir a la Tierra a vivir la experiencia 3D, hubo un acuerdo de almas.

 Primero cada alma seleccionó minuciosamente las experiencias que deseaba vivir en esta encarnación. Algunos eligieron aprender a través del desapego, otros de la soledad. Los más decidieron aprender de la relación de pareja. Algunos se atrevieron a experimentar la riqueza material… y así… como si eligieran las materias para matricularse en la Universidad, todos decidieron sus misiones. Y hubo una gran reunión de entre ellas para pactar como se interrelacionarían estas almas… Como cuando se reparten los roles en una obra teatral, cada cual recibió su papel el la obra de su vida… y Nacieron…

 Algunas de estas almas se encontraron desde su nacimiento y son hermanos. Otros les tocó ser compañeros del cole para llegar a ser amigos en la adultez… otros no se encontraron hasta cuando mayores, pactaron conocerse en una fiesta y enamorarse… Y hubo quienes tendrían roles mínimos en la vida del otro. Serían el médico que lo revisó cuando estuvo internado por apendicitis… otros sería quien le rompería la nariz en la disco porque le robaría la novia… o el taxista que lo llevaría al aeropuerto aquel día en que le avisaron que su madre se moría…

Nada, absolutamente nada es casual en la vida de ninguno. Hay libre albedrío. Nos hemos repartido los papeles, pero no hay guion. Cada uno crea sus propios diálogos y acciones… y asume la responsabilidad.

Así que ponte a pensar ¿Por qué tienes a ese jefe tan exigente y perfeccionista? Será que acordaron que él sacaría lo mejor de ti y te puliría cual diamante? O será que tienes que aprender la tolerancia? Y si lo que debes hacer es renunciar? Difícil saber lo que viniste a vivenciar con cada persona… pero el alma lo sabe… y el alma solo sabe comunicarnos mensajes que llamamos intuición.

Y por qué no logras tener una pareja fiel?

Comprendes ahora que esa persona que está allí como un Pepito Grillo es porque quizás tú se lo pediste, le rogaste que fuera la voz de tu conciencia… y tú misma le suplicaste: No importa que te odie, pero no me dejes realizar algunas acciones que me dejarán pegada a esta encarnación…

Y entiendes porque te bastó con ver a esa persona para que sintieras retortijones en la panza… tu alma te estaba avisando todo el dolor que te causaría…

No recordamos. No sabemos que nos une a todo el elenco que nos ayuda a representar la obra de nuestras vidas, pero hay en acuerdo tácito entre todos de permanecer juntos para ayudarse mutuamente a crecer… evolucionar…

 Entre todos formamos un verdadero equipo sanador porque nos ocupamos tanto de nuestro propio desarrollo como del de los demás. Pero también podemos cerrar abruptamente la relación con algunos por problemas meramente terrenales. Ya lo dije: Tenemos libre albedrío.

Todo este camino iniciado en nuestra primera encarnación hace millones de siglos atrás tiene como objetivo la iluminación… Cada encarnación agregamos gotas de luz a nuestra conciencia y así evolucionamos. Avanzamos despacio en términos terrenales, pero vamos a la velocidad de la luz en términos estelares…

Así que no podemos mirar ninguna relación y juzgarla de triunfo o fracaso… Estamos aprendiendo, y el solo hecho de poder interactuar con otros, de conocerle, descubrir sus diferencias… llegar hasta lo profundo de su alma vuelve cualquier relación un éxito…

Así que no te enrosques con ese jefe maltratador, con esa pareja infiel, con esa amiga envidiosa, con ese profe abusivo, con la vecina quejosa, el almacenero gruñón, ese pretendiente meloso, esa hija rebelde… Solo mírales directamente al alma y diles: “Gracias por respetar el trato”.

lunes, 15 de junio de 2020

Lista de Tratamientos, por Louise Hay

Honro tu memoria hijo amado Adrián
  • Tratamiento de Merecimiento. ...
  • Tratamiento de Prosperidad. ...
  • Tratamiento de Perdón y Liberación. ...
  • Tratamiento de Paz y Amor. ...
  • Tratamiento de Elevación de Pensamiento. ...
  • Tratamiento de Sanación. ...
  • Tratamiento de Renovación. ...
  • Tratamiento de Gratitud.
E lige un tratamiento (no importa el orden) y realízalo durante por lo menos 21 días seguidos, como mínimo una vez a la mañana al despertarte y una vez a la noche antes de acostarte.
Puedes simplemente leer en silencio las afirmaciones, pero se tornan más poderosas si las escribes en un cuaderno y aún más si las repites en voz alta mirándote frente a un espejo.
Después, al terminar con un tratamiento, puedes seguir con otro, y los puedes repetir todas las veces que creas necesarias. Si es positivo, nunca es demasiado.

Lista de Tratamientos, por Louise Hay

Haz Clic en cada Título para ingresar al Tratamiento correspondiente.

Tratamiento de Merecimiento

“Yo me merezco todo lo bueno, no algo ni un poquito, sino todo lo bueno. Ahora disuelvo cualquier pensamiento negativo o restrictivo. También me libero y disuelvo todas las limitaciones del pasado…»

Tratamiento de Prosperidad

“Estoy abierto y soy receptivo a ideas nuevas y maravillosas. Permito que la prosperidad entre en mi vida en un nivel en el cual nunca entró. Porque me merezco lo mejor y estoy dispuesto a aceptarlo…»

Tratamiento de Perdón y Liberación

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. Nadie puede arrebatarme jamás aquello que es mío por derecho propio. Aunque es posible que no sepa cómo perdonar, me dispongo a comenzar el proceso, sabiendo que encontraré ayuda en todos los aspectos de mi vida…»

Tratamiento de Paz y Amor

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. Me abro para recibir la energía, la felicidad y la paz también. Elijo construir mi vida sobre la base de la esperanza, el valor y el amor…»

Tratamiento de Elevación de Pensamiento

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. Ahora escojo disolver los pensamientos destructivos o negativos. Ya no escucho ni participo en conversaciones perjudiciales…»

Tratamiento de Sanación

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. No importa lo que haya pensado de mí en el pasado. Hoy es un nuevo día…»

Tratamiento de Renovación

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. Sé que el amor es el estimulante del sistema inmunitario más poderoso que se conoce. Por lo tanto hago todo lo que puedo para aumentar el amor que siento por mí y por los demás…»

Tratamiento de Gratitud

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. Hoy soy una persona nueva. Me relajo y libero mis pensamientos de toda tensión…»

Tratamiento de Amor y Armonía

“Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y vamos a vivirlo con alegría. Rodeo de armonía y amor a mi familia, mi hogar, mis amigos y a mí misma. Me alejo de toda idea que me hiera, cualquiera que sea la forma en que lo haga, aún cuando provenga de aquellos a quienes amo…»
Damos las Gracias a Louise Hay!
Su website es www.louisehay.c

viernes, 13 de marzo de 2020

Sé amable contigo, lo estás haciendo lo mejor que puedes

Sé amable contigo… Solemos ser tan crueles y exigentes con nosotros mismos, que muchas veces no nos damos cuenta de las heridas que nos estamos propinando. No los demás, nosotros somos capaces de hacernos más daño que cualquiera a nuestros alrededor.
Lo estamos haciendo lo mejor que podemos y cada decisión que hemos tomado hasta el momento ha sido perfecta. Quizás nos han llevado a lugares y a personas que consideramos inadecuadas, pero no es así. Cada paso representa lo que ocurre en nuestra mente y lo que estamos pudiendo captar de nuestra alma.
Sé amable
Todos tenemos unos recursos, recibimos información externa, vibramos de alguna manera y todo ello va tejiendo nuestras experiencias vitales. Cada paso que damos en un camino o en otro, no es casual, lleva consigo una historia, una aplicación de conocimientos, noches pensando en darlo o no o bien el riesgo que contiene toda improvisación. Pero nada es casual.
Debemos aprender a ser amables, a alentarnos, a darnos el ánimo que necesitamos. Nosotros tenemos que ser nuestro fan número 1 y éstas son solo algunas cosas que podemos hacer para potenciar la amabilidad que sentimos hacia nosotros mismos:
Confiar en nosotros:
Tenemos capacidades increíbles, solo nos limitamos a través de esos pensamientos y creencias saboteadoras, que nos hablan de miedos y de riesgos, de pérdidas y de fracasos. Pero debemos escuchar la vos de la esperanza, de la confianza, de la certeza, la que nos impulsa y nos lleva siempre a más.
Dejar de lado las comparaciones:
No importa lo que haga el otro, cada vida es un universo en sí misma. Lo que nos interesa es lo que hagamos nosotros y mientras menos elementos de comparación utilicemos, más tranquilos estaremos en el proceso.
Comenzar las veces que sea necesario:
Sí, a veces nos veremos en una posición en la que tendremos que convencernos de recomenzar y debemos inyectarnos el optimismo por todas las vías y asegurarnos de que al menos en nuestra mente todo saldrá bien. De cualquier forma, ése es el primer paso para crear.
Decirnos cosas amables:
Debemos hacer rutina el reconocernos, el decirnos cosas que nos agraden, lo capaces, lo brillantes, lo creativos, lo dedicados y tenaces que somos, buscando siempre la manera de hacernos sentir un poco mejor que segundos atrás.
No criticarnos:
Va de la mano con lo anterior. Podemos ser muy críticos, a veces injustamente y podemos decirnos cosas terribles que a fin de cuentas no mejorarán la situación y solo golpearán nuestra autoestima y perderemos un tanto la confianza en nosotros mismos.
Respetar nuestros ritmos:
Cada quien tiene un ritmo particular, podemos inspirarnos en alguien que haya alcanzado algo que queremos en un tiempo determinado, pero tomando la información que nos conviene, que por lo general es: “Es posible”. A partir de allí entender que hay mil caminos para llegar a Roma y nosotros tomaremos el que estemos preparados para recorrer o inclusive construir.
Procurar nuestro bienestar:
Este principio es súper amplio, pero intentaremos acotarlo, procurando resaltar el hecho de que si nos sentimos bien, nos va bien y también ocurre lo contrario. Todos podemos identificar a cada instante cómo nos sentimos a nivel emocional y aun cuando muchas veces no podemos hacer mucho por cambiar nuestro estado anímico, siempre habrá una manera de subir al menos un peldaño en esa escalera emocional y ello va muy ligado a la manera en la cual enfocamos las cosas y le damos forma a nuestros pensamientos.
No seas duro contigo, aprende a flexibilizarte, la vida te invita a ser feliz, no te compliques más de la cuenta y abre todos los canales para recibir lo que deseas y si crees, no habrá manera de que no llegue a ti. Estás dando lo mejor de ti, lo que quizás puedas mejorar es el trato contigo y aquí te dejamos algunas ideas, que esperamos que las pongas en práctica.
Por una vida más feliz para ti y para todos.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com

lunes, 30 de septiembre de 2019

LA LEY DEL PERDON

LA LEY DEL PERDON

( extracto del libro Dale Valor a tu Vida …de Emmet Fox )

Es una ley mental inquebrantable que uno tiene que perdonar a otros y a si mismo si quiere superar las dificultades y lograr un verdadero progreso Espiritual y Abundancia en nuestra vida. 

Quizá la importancia vital del perdón no sea obvia a primera vista, pero puedes estar seguro de que no es simple coincidencia que todo gran maestro espiritual, comenzado por Jesús, haya insistido tan enérgicamente en el perdón.

Debes Perdonar las injurias, pero no sólo de palabra, o como una cuestión formal, sino sinceramente, de corazón; así es. …. TU no perdonas por el bien de la otra persona, sino por TU propio bien. Para esa persona el perdón puede no significar gran cosa, pero para TI tendrá una gran significación. 

El resentimiento, la condena, la ira, el deseo de ver a alguien castigado, son cosas que corrompen Tu alma. Y como esas cosas tienen un contenido emocional más vigoroso de lo que cualquiera sospecharía, afianzan los problemas, los remachan. 

Perdonar no significa que debes simpatizar con el agresor o el delincuente, sino que debes desearle el bien. Tu, por supuesto, no debes permitir imposiciones o maltratos. 

No importa si Tu puedes olvidar la injuria o no, aunque si dejas de pensar en ella probablemente la olvides, pero debes perdonar de corazón.


 


 

domingo, 29 de septiembre de 2019

HACIENDO, SIENDO Y EL PERDÓN (por Eckhart Tolle)


Acepten lo que venga a ustedes entretejido en el formato de su destino Hagan lo que tienen que hacer. Mientras tanto, acepten lo que es . Como la mente y la resistencia son sinónimos, la aceptación los libera inmediatamente del dominio de la mente y por tanto los reconecta con su Ser. Como resultado, las motivaciones usuales del ego para 'hacer' ? temor, avaricia, control, defender o alimentar el falso sentido del yo ? dejarán de operar. Ahora está a cargo una inteligencia mucho mayor que la mente, y así fluirá hacia su hacer una cualidad diferente de conciencia . "Acepten lo que venga a ustedes entretejido en el formato de su destino, Porque, ¿qué podría ajustarse mejor a sus necesidades?" Esto fue escrito hace dos mil años por Marcus Aurelius, uno de aquellos humanos extremadamente raros que poseía tanto poder mundano así como sabiduría. Parece que la mayoría de la gente necesita experimentar una gran cantidad de sufrimiento antes de que renuncien a la resistencia y acepten ? antes de que perdonen. Tan pronto como lo hace, ocurre uno de los grandes milagros: el despertar del Ser-consciencia a través de lo que aparenta ser malo, la transmutación del sufrimiento en paz interior. El efecto final de todo el mal y el sufrimiento en el mundo es que forzará a los humanos a entender quienes son más allá del nombre y la forma. Por tanto, lo que percibimos como malo desde nuestra perspectiva limitada es realmente parte del bien mayor que no tiene opuesto. Esto, sin embargo, no se convierte en algo cierto para ustedes excepto a través del perdón. Hasta que eso suceda, el mal no se ha redimido y por tanto se mantiene siendo mal.

Deshaciendo el virus mental de la culpa






Serie del perdón, 2º artículo [publicado en Universo Holístico]
En este segundo artículo de la serie del perdón, vamos a vernos las caras con un virus que habita en la mente de todos los humanos. No se habla de él en ningún medio de comunicación, en realidad, muy pocos saben que están enfermos de este terrible virus, ya que en general, no se sabe mucho sobre las cuestiones no palpables.

Hablamos de la culpa. Si, ya sé, no te gusta. Es precisamente este el último tema al que tu mente quiere mirar. Pero verás que merece la pena saber un poco más sobre este virus mental. Para empezar, es interesante que te des cuenta de que el perdón solo tiene sentido cuando antes ha habido culpa. O alguien culpabiliza a otra persona, o alguien se siente culpable. En cualquiera de estos casos hay un error mental que produce como consecuencia ataque, conflicto, miedo, sufrimiento y separación.

Uno de los significados más profundos del perdón es la disolución de la culpa, lo cual implica la corrección de este error mental. Si te das cuenta, la auténtica sanación solo puede darse en la mente, ya que es ahí donde radica la verdadera causa de todo sufrimiento.
Hoy día, en el campo terapéutico hablamos mucho de “programas” o “guiones” mentales. El desarrollo de la informática ha permitido que nos familiaricemos con estos conceptos y ver claramente que nuestra mente funciona también así.
El personaje es la parte de tu mente sometida a los programas. Está tan fuertemente condicionado por su pasado y sus interpretaciones de la realidad, que muchas veces, al vernos totalmente metidos en ese personaje que interpretamos, nos da la impresión de que es imposible escapar de la película que se rueda en la propia mente. Es por esto, que hoy día se contempla el crecimiento humano como una verdadera liberación de la mente, la desprogramación de todos los patrones que limitan nuestra libertad. El más importante de estos patrones, debido a las ramificaciones de dolor que produce, es la culpa.
Error, sufrimiento y culpa
Pongamos por ejemplo, que has hecho algo de lo que te consideras culpable. Este es el nivel más sencillo de culpabilidad. A este nivel es muy difícil que alguien se de cuenta de cómo opera el virus mental. Uno dice “lo que he hecho ha estado mal, y por eso me siento culpable”. Y ya está. Está tan socializado que nadie encuentra nada raro en ello. Normalmente, al “hacer algo mal” lo llamamos error, y se caracteriza porque produce algún tipo de sufrimiento, molestia, carencia u ofensa a alguien. Por lo tanto ya tenemos entrelazados los conceptos de error-sufrimiento-culpa.
Pero sin embargo, ha habido una variación importantísima de conciencia en la percepción de la situación entre el momento del suceso [“el error”] y el momento en que te sientes culpable. Cuando hiciste lo que ahora te parece un error, en ese mismo momento, no te pareció un error. Todos tus programas  mentales, tu sentir de ese momento –consecuencia de tu modelo mental-, tus miedos y deseos, tu personaje eligió hacer lo que hizo desde su interpretación del momento. Y no encontraste nada mejor que hacer, ya sea porque no viste correctamente la dimensión del asunto, ya sea porque no estabas bien informado, porque seguías un consejo o una orden desacertada, o simplemente porque tenías miedo o deseabas algo con ansiedad...  No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste.
Puede ser que fuera el miedo el que te impulsase a hacerlo, o bien la falta de información, el desconocimiento o la inexperiencia, cualquiera de los habituales aprisionamientos mentales. Todo ello son formas de inconsciencia, con lo que llegamos a una conclusión clara: el error sucede siempre debido a la inconsciencia. De modo que en el momento de la acción no podías hacer otra cosa más que la que hiciste. Si no veías, es decir, si no eras consciente, ni siquiera tenías la libertad de elegir.
Todo error es producto de la inconsciencia. Sin conciencia no hay libertad.
En este punto podemos observar los argumentos de la culpa: “Debiste haber pensado mas en ello” “Debiste haber calculado las consecuencias” “Debiste haber mirado el asunto desde otros puntos de vista”. Es decir, la culpa dice que, cuando no eras consciente, debiste “haber sido consciente”. Y por tanto, te hace sentir que eres incorrecto o erróneo, que eres malo. El ego, mediante su programa culpa, juega con el tiempo. Antepone lo que ahora ves a lo que antes no veía, y dice, “Lo has hecho mal. Deberías haberlo hecho bien. Por eso eres "malo”.
or supuesto, no puedes sujetar a una persona por las solapas y decirle “hazte consciente” mientras le zarandeas. La consciencia surge desde tu darte cuenta, que es un gesto de apertura mental de índole personal y profunda trascendencia. No sabemos exactamente por qué ni cuando ocurre. Cuando lo ves, lo ves. Esta fuera de lo razonable “exigir” consciencia de algo a alguien. No se puede exigir que veas lo que no ves. La culpa es un virus mental generado por el mismísimo sistema de pensamiento del ego.
Exactamente en este punto, el patrón de la culpa te hace sentir terriblemente mal. La culpa te dice que no es que el suceso haya sido un error y ya está, sino que hay algo en ti que es permanente y esencialmente malo. Esta sensación de verse a sí mismo como algo malo o sucio es tan insoportable, que el mismo programa del ego o del personaje, elabora salidas que parecen ayudarte.
Cuando vemos a un niño que está aprendiendo a andar, le miramos con una percepción de inocencia. Esto significa, que aunque el niño se caiga hasta 1.800 veces antes de dominar su caminar, en ninguna de esas caídas le consideramos “malo”. Nunca le decimos “déjalo, chaval, no sirves para esto, no tienes solución”. Todo lo contrario, sabemos que tras ese penoso esfuerzo todos aprendemos a andar, asumimos que el error es parte del proceso de aprendizaje, y por ello, nunca culpabilizamos a un niño por cometer un error. Siempre percibimos el éxito potencial más allá del error presente.
Sin embargo, a cualquier persona que esté cerca de nosotros, por mucho que la queramos,  acabaremos culpabilizándola de cualquier cosa que nos duela, que nos ofenda, en definitiva, que interpretemos como un error [recuerda la relación que hace tu mente: error – dolor – culpa]. Cuando sentimos el dolor, tu ego automáticamente te dará la orden de proyectar su causa afuera.
Proyección de la culpa
Imagina que te encuentras realizando un trabajo casero, tal como por ejemplo, tender una colada. La cosa no es lo más divertido del mundo, y de repente se desencadena algo en tu mente que no te hace sentir muy bien. Sientes que tú no deberías estar haciendo esto, de algún modo se trata de una leve irritación o mejor dicho, una resistencia a lo que estás haciendo. Percibes que sufres, aunque sea muy levemente. Algo en ti sabe que si hay sufrimiento hay error. Inmediatamente y sin darte cuenta, buscas al culpable.
Entonces nace una idea en tu mente. “Este trabajo debería estar haciéndolo mi marido, porque él nunca hace nada por la casa”. Ya está. Algo en ti cree en esta idea, y a partir de ahí se genera aún más dolor. No solo sufres por el hecho de resistirte a hacer el trabajo, sino que además te sientes atacada. Este nuevo pensamiento justifica el que empieces a elaborar tus propios pensamientos de ataque hacia tu marido. ¡Necesitas defenderte para poder hacer algo con respecto a tu sufrimiento! ¡Esto hay que arreglarlo! En poco tiempo te encuentras odiándolo, y la culpa se hará reproche. La guerra está servida. Tu marido buscará los modos de defenderse para no sentirse erróneo ante tus ataques.
Lo que aquí ha ocurrido es un proceso llamado proyección de la culpa. Existe un patrón instalado en el sistema operativo de nuestro ego, que se dispara a la menor señal de sufrimiento y nos induce a buscar la causa ahí fuera. Entonces proyectamos nuestra energía negativa contra esa causa externa, para de ese modo intentar solucionar nuestro pesar. De este modo generamos todo tipo de ataques mentales como el que he descrito.
Estos ataques mentales, convenientemente repetidos y con una constante inversión emocional, producen de hecho todos los conflictos, todas las luchas, todas las guerras que la humanidad vive. De los ataques mentales surgen los maltratos emocionales y como consecuencia los maltratos físicos. Después, solo falta esperar la cadena de venganza.
La culpa da sentido al ataque
El proceso muy rara vez es descubierto por la consciencia: la culpa ha operado sin ser vista, ha producido una guerra grande o pequeña al viejo estilo de los servicios secretos internacionales como la CIA.
Siguiendo con el ejemplo de la colada, la persona que repentinamente experimenta resistencia al trabajo que está realizando, ha perdido la presencia, la aceptación de su circunstancia presente. Esa resistencia psicológica al momento, estrictamente interna, es la causa verdadera e inatendida del sufrimiento. La resistencia, a su vez, ha surgido del dolor psicológico inconsciente.
Si deseas ser responsable de tu dolor, y no estás agusto con lo que haces, o cambias tu percepción, o bien dejas de hacerlo. Sin embargo, con la mente bien entrenada desde muy pequeños en la culpa, la reacción que surge ante el dolor es buscar al culpable ahí fuera. Así podremos “hacer algo”: atacar.
En otras palabras, todo el sufrimiento que experimentas procede del interior de tu mente. Un guión de culpabilización te impulsará a atacar mentalmente a personas o circunstancias externas con el fin de librarte de tu propio dolor. Y aunque esto nunca haya funcionado para sanar el dolor, sino que precisamente ha producido una cadena constante de conflictos, ataque, defensa y sufrimiento, el programa sigue vigente en la mente humana gracias a permanecer inobservado. La culpa es el agente secreto del ego.
El perdón es la sanación de la culpa, y comienza por darnos cuenta de que realmente, la misma idea de la culpa es una locura. A partir de ahí, el trabajo pasa por hacernos conscientes de nuestro dolor inconsciente según surge, y resolverlo responsablemente con herramientas liberadoras en lugar de dejarnos llevar por el programa estándar de culpabilización y ataque que nos sume en el victimismo.
Ahora viene lo más impresionante de todo. ¿Sabes de donde procede el dolor inconsciente? Agárrate bien. Se trata de culpa inconsciente. Un ancestral sentimiento de ser erróneo, una identificación subconsciente con el error.
La culpa tiene dos variantes, la culpa consciente, que ya hemos visto cuando yo me siento mal por haber cometido un error o bien cuando atribuyo el error a algo externo, y la culpa inconsciente. Ambos son errores mentales, pero a niveles muy distintos.
La culpa inconsciente es de índole colectiva, ya que el inconsciente es colectivo como tan bien supo describir al mundo el genial Jung. La culpa afecta a toda la humanidad, y produce un sentimiento profundo y muy escondido de ser erróneo, inadecuado, incorrecto. En occidente fue llamado “pecado original” y desde la misma mente inconsciente, produjo toda la simbología de la expulsión del paraíso. ¡Imagínate! ¡Ser tan malos que hasta Dios, que se supone que es amor, nos echa de su casa! Lejos de significar nada verdadero, este mito refleja una profunda sensación de ser incorrectos, malos, inadecuados, como un “mal hijo”. En oriente la culpa inconsciente ha tomado otra forma más sofisticada: se ha llamado karma, e implica una cadena de causa y consecuencia que te aprisiona en la rueda de la reencarnación. Finalmente también se trata de un sentimiento de culpa, de identificación con el error, que te lleva de un modo a otro a manifestar sufrimiento, carencia, vulnerabilidad, lo que de nuevo te lleva al error, y por tanto, de vuelta a la culpa.
¡Existen seis mil millones de almas que se sienten erróneas recreando inconscientemente y cada día un mundo de culpa! Ahora puedes entender el valor global del trabajo con el perdón. Realmente, el trabajo con el perdón es tan profundo que sana a la mente colectiva.
Cuando la culpa se manifiesta en la vida, ocurren sucesos en los que uno se llega a sentir muy mal al verse a sí mismo identificado con el error, con lo malo o con lo sucio. Puede ser que se manifieste como una angustiosa depresión, o también puede que aflore como un sencillo malestar mientras hacemos la colada.
En cualquiera de los casos, la culpa es el origen del sufrimiento, y el sistema como nuestro ego pretende gestionarla, proyectándola al exterior, es el modo perfecto mediante el cual el ataque, el miedo y sufrimiento se convierte en el modo habitual de relacionarnos entre los humanos.
Ni tu ni nadie es algo “malo” o “inadecuado”. ¡Somos Vida pura! Sin embargo, todos colaboramos al recrear sufrimiento en nuestro entorno porque constantemente nos estamos proyectando unos a otros la idea “eres malo” mediante el mecanismo de la culpa. ¿Cómo vamos a llegar a experimentar lo que realmente somos si seguimos sometidos a semejante programa? 
El perdón es el proceso interno y personal que sitúa toda tu atención en lo importante: deshacer la culpa para encontrar la verdadera paz interna y la liberación de tu mente. Es un proceso de ampliación de la consciencia que te permite mirar los modos en los que la culpa opera en ti, para así poder ver que en realidad, la culpa es locura, nunca ha existido en realidad. Al desaparecer ese virus de tu mente, verás y sentirás qué es lo que tú y cada ser humano es realmente.

Jorge Lomar
info@jorgelomar.com
Escritor, facilitador y terapeuta. Co-fundador de la Escuela del Perdón.
www.escueladelperdon.org - Tel.: 912979871

Serie del perdón, 2º artículo [publicado en Universo Holístico]
En este segundo artículo de la serie del perdón, vamos a vernos las caras con un virus que habita en la mente de todos los humanos. No se habla de él en ningún medio de comunicación, en realidad, muy pocos saben que están enfermos de este terrible virus, ya que en general, no se sabe mucho sobre las cuestiones no palpables.

Hablamos de la culpa. Si, ya sé, no te gusta. Es precisamente este el último tema al que tu mente quiere mirar. Pero verás que merece la pena saber un poco más sobre este virus mental. Para empezar, es interesante que te des cuenta de que el perdón solo tiene sentido cuando antes ha habido culpa. O alguien culpabiliza a otra persona, o alguien se siente culpable. En cualquiera de estos casos hay un error mental que produce como consecuencia ataque, conflicto, miedo, sufrimiento y separación.

Uno de los significados más profundos del perdón es la disolución de la culpa, lo cual implica la corrección de este error mental. Si te das cuenta, la auténtica sanación solo puede darse en la mente, ya que es ahí donde radica la verdadera causa de todo sufrimiento.
Hoy día, en el campo terapéutico hablamos mucho de “programas” o “guiones” mentales. El desarrollo de la informática ha permitido que nos familiaricemos con estos conceptos y ver claramente que nuestra mente funciona también así.
El personaje es la parte de tu mente sometida a los programas. Está tan fuertemente condicionado por su pasado y sus interpretaciones de la realidad, que muchas veces, al vernos totalmente metidos en ese personaje que interpretamos, nos da la impresión de que es imposible escapar de la película que se rueda en la propia mente. Es por esto, que hoy día se contempla el crecimiento humano como una verdadera liberación de la mente, la desprogramación de todos los patrones que limitan nuestra libertad. El más importante de estos patrones, debido a las ramificaciones de dolor que produce, es la culpa.
Error, sufrimiento y culpa
Pongamos por ejemplo, que has hecho algo de lo que te consideras culpable. Este es el nivel más sencillo de culpabilidad. A este nivel es muy difícil que alguien se de cuenta de cómo opera el virus mental. Uno dice “lo que he hecho ha estado mal, y por eso me siento culpable”. Y ya está. Está tan socializado que nadie encuentra nada raro en ello. Normalmente, al “hacer algo mal” lo llamamos error, y se caracteriza porque produce algún tipo de sufrimiento, molestia, carencia u ofensa a alguien. Por lo tanto ya tenemos entrelazados los conceptos de error-sufrimiento-culpa.
Pero sin embargo, ha habido una variación importantísima de conciencia en la percepción de la situación entre el momento del suceso [“el error”] y el momento en que te sientes culpable. Cuando hiciste lo que ahora te parece un error, en ese mismo momento, no te pareció un error. Todos tus programas  mentales, tu sentir de ese momento –consecuencia de tu modelo mental-, tus miedos y deseos, tu personaje eligió hacer lo que hizo desde su interpretación del momento. Y no encontraste nada mejor que hacer, ya sea porque no viste correctamente la dimensión del asunto, ya sea porque no estabas bien informado, porque seguías un consejo o una orden desacertada, o simplemente porque tenías miedo o deseabas algo con ansiedad...  No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste.
Puede ser que fuera el miedo el que te impulsase a hacerlo, o bien la falta de información, el desconocimiento o la inexperiencia, cualquiera de los habituales aprisionamientos mentales. Todo ello son formas de inconsciencia, con lo que llegamos a una conclusión clara: el error sucede siempre debido a la inconsciencia. De modo que en el momento de la acción no podías hacer otra cosa más que la que hiciste. Si no veías, es decir, si no eras consciente, ni siquiera tenías la libertad de elegir.
Todo error es producto de la inconsciencia. Sin conciencia no hay libertad.
En este punto podemos observar los argumentos de la culpa: “Debiste haber pensado mas en ello” “Debiste haber calculado las consecuencias” “Debiste haber mirado el asunto desde otros puntos de vista”. Es decir, la culpa dice que, cuando no eras consciente, debiste “haber sido consciente”. Y por tanto, te hace sentir que eres incorrecto o erróneo, que eres malo. El ego, mediante su programa culpa, juega con el tiempo. Antepone lo que ahora ves a lo que antes no veía, y dice, “Lo has hecho mal. Deberías haberlo hecho bien. Por eso eres "malo”.
or supuesto, no puedes sujetar a una persona por las solapas y decirle “hazte consciente” mientras le zarandeas. La consciencia surge desde tu darte cuenta, que es un gesto de apertura mental de índole personal y profunda trascendencia. No sabemos exactamente por qué ni cuando ocurre. Cuando lo ves, lo ves. Esta fuera de lo razonable “exigir” consciencia de algo a alguien. No se puede exigir que veas lo que no ves. La culpa es un virus mental generado por el mismísimo sistema de pensamiento del ego.
Exactamente en este punto, el patrón de la culpa te hace sentir terriblemente mal. La culpa te dice que no es que el suceso haya sido un error y ya está, sino que hay algo en ti que es permanente y esencialmente malo. Esta sensación de verse a sí mismo como algo malo o sucio es tan insoportable, que el mismo programa del ego o del personaje, elabora salidas que parecen ayudarte.
Cuando vemos a un niño que está aprendiendo a andar, le miramos con una percepción de inocencia. Esto significa, que aunque el niño se caiga hasta 1.800 veces antes de dominar su caminar, en ninguna de esas caídas le consideramos “malo”. Nunca le decimos “déjalo, chaval, no sirves para esto, no tienes solución”. Todo lo contrario, sabemos que tras ese penoso esfuerzo todos aprendemos a andar, asumimos que el error es parte del proceso de aprendizaje, y por ello, nunca culpabilizamos a un niño por cometer un error. Siempre percibimos el éxito potencial más allá del error presente.
Sin embargo, a cualquier persona que esté cerca de nosotros, por mucho que la queramos,  acabaremos culpabilizándola de cualquier cosa que nos duela, que nos ofenda, en definitiva, que interpretemos como un error [recuerda la relación que hace tu mente: error – dolor – culpa]. Cuando sentimos el dolor, tu ego automáticamente te dará la orden de proyectar su causa afuera.
Proyección de la culpa
Imagina que te encuentras realizando un trabajo casero, tal como por ejemplo, tender una colada. La cosa no es lo más divertido del mundo, y de repente se desencadena algo en tu mente que no te hace sentir muy bien. Sientes que tú no deberías estar haciendo esto, de algún modo se trata de una leve irritación o mejor dicho, una resistencia a lo que estás haciendo. Percibes que sufres, aunque sea muy levemente. Algo en ti sabe que si hay sufrimiento hay error. Inmediatamente y sin darte cuenta, buscas al culpable.
Entonces nace una idea en tu mente. “Este trabajo debería estar haciéndolo mi marido, porque él nunca hace nada por la casa”. Ya está. Algo en ti cree en esta idea, y a partir de ahí se genera aún más dolor. No solo sufres por el hecho de resistirte a hacer el trabajo, sino que además te sientes atacada. Este nuevo pensamiento justifica el que empieces a elaborar tus propios pensamientos de ataque hacia tu marido. ¡Necesitas defenderte para poder hacer algo con respecto a tu sufrimiento! ¡Esto hay que arreglarlo! En poco tiempo te encuentras odiándolo, y la culpa se hará reproche. La guerra está servida. Tu marido buscará los modos de defenderse para no sentirse erróneo ante tus ataques.
Lo que aquí ha ocurrido es un proceso llamado proyección de la culpa. Existe un patrón instalado en el sistema operativo de nuestro ego, que se dispara a la menor señal de sufrimiento y nos induce a buscar la causa ahí fuera. Entonces proyectamos nuestra energía negativa contra esa causa externa, para de ese modo intentar solucionar nuestro pesar. De este modo generamos todo tipo de ataques mentales como el que he descrito.
Estos ataques mentales, convenientemente repetidos y con una constante inversión emocional, producen de hecho todos los conflictos, todas las luchas, todas las guerras que la humanidad vive. De los ataques mentales surgen los maltratos emocionales y como consecuencia los maltratos físicos. Después, solo falta esperar la cadena de venganza.
La culpa da sentido al ataque
El proceso muy rara vez es descubierto por la consciencia: la culpa ha operado sin ser vista, ha producido una guerra grande o pequeña al viejo estilo de los servicios secretos internacionales como la CIA.
Siguiendo con el ejemplo de la colada, la persona que repentinamente experimenta resistencia al trabajo que está realizando, ha perdido la presencia, la aceptación de su circunstancia presente. Esa resistencia psicológica al momento, estrictamente interna, es la causa verdadera e inatendida del sufrimiento. La resistencia, a su vez, ha surgido del dolor psicológico inconsciente.
Si deseas ser responsable de tu dolor, y no estás agusto con lo que haces, o cambias tu percepción, o bien dejas de hacerlo. Sin embargo, con la mente bien entrenada desde muy pequeños en la culpa, la reacción que surge ante el dolor es buscar al culpable ahí fuera. Así podremos “hacer algo”: atacar.
En otras palabras, todo el sufrimiento que experimentas procede del interior de tu mente. Un guión de culpabilización te impulsará a atacar mentalmente a personas o circunstancias externas con el fin de librarte de tu propio dolor. Y aunque esto nunca haya funcionado para sanar el dolor, sino que precisamente ha producido una cadena constante de conflictos, ataque, defensa y sufrimiento, el programa sigue vigente en la mente humana gracias a permanecer inobservado. La culpa es el agente secreto del ego.
El perdón es la sanación de la culpa, y comienza por darnos cuenta de que realmente, la misma idea de la culpa es una locura. A partir de ahí, el trabajo pasa por hacernos conscientes de nuestro dolor inconsciente según surge, y resolverlo responsablemente con herramientas liberadoras en lugar de dejarnos llevar por el programa estándar de culpabilización y ataque que nos sume en el victimismo.
Ahora viene lo más impresionante de todo. ¿Sabes de donde procede el dolor inconsciente? Agárrate bien. Se trata de culpa inconsciente. Un ancestral sentimiento de ser erróneo, una identificación subconsciente con el error.
La culpa tiene dos variantes, la culpa consciente, que ya hemos visto cuando yo me siento mal por haber cometido un error o bien cuando atribuyo el error a algo externo, y la culpa inconsciente. Ambos son errores mentales, pero a niveles muy distintos.
La culpa inconsciente es de índole colectiva, ya que el inconsciente es colectivo como tan bien supo describir al mundo el genial Jung. La culpa afecta a toda la humanidad, y produce un sentimiento profundo y muy escondido de ser erróneo, inadecuado, incorrecto. En occidente fue llamado “pecado original” y desde la misma mente inconsciente, produjo toda la simbología de la expulsión del paraíso. ¡Imagínate! ¡Ser tan malos que hasta Dios, que se supone que es amor, nos echa de su casa! Lejos de significar nada verdadero, este mito refleja una profunda sensación de ser incorrectos, malos, inadecuados, como un “mal hijo”. En oriente la culpa inconsciente ha tomado otra forma más sofisticada: se ha llamado karma, e implica una cadena de causa y consecuencia que te aprisiona en la rueda de la reencarnación. Finalmente también se trata de un sentimiento de culpa, de identificación con el error, que te lleva de un modo a otro a manifestar sufrimiento, carencia, vulnerabilidad, lo que de nuevo te lleva al error, y por tanto, de vuelta a la culpa.
¡Existen seis mil millones de almas que se sienten erróneas recreando inconscientemente y cada día un mundo de culpa! Ahora puedes entender el valor global del trabajo con el perdón. Realmente, el trabajo con el perdón es tan profundo que sana a la mente colectiva.
Cuando la culpa se manifiesta en la vida, ocurren sucesos en los que uno se llega a sentir muy mal al verse a sí mismo identificado con el error, con lo malo o con lo sucio. Puede ser que se manifieste como una angustiosa depresión, o también puede que aflore como un sencillo malestar mientras hacemos la colada.
En cualquiera de los casos, la culpa es el origen del sufrimiento, y el sistema como nuestro ego pretende gestionarla, proyectándola al exterior, es el modo perfecto mediante el cual el ataque, el miedo y sufrimiento se convierte en el modo habitual de relacionarnos entre los humanos.
Ni tu ni nadie es algo “malo” o “inadecuado”. ¡Somos Vida pura! Sin embargo, todos colaboramos al recrear sufrimiento en nuestro entorno porque constantemente nos estamos proyectando unos a otros la idea “eres malo” mediante el mecanismo de la culpa. ¿Cómo vamos a llegar a experimentar lo que realmente somos si seguimos sometidos a semejante programa? 
El perdón es el proceso interno y personal que sitúa toda tu atención en lo importante: deshacer la culpa para encontrar la verdadera paz interna y la liberación de tu mente. Es un proceso de ampliación de la consciencia que te permite mirar los modos en los que la culpa opera en ti, para así poder ver que en realidad, la culpa es locura, nunca ha existido en realidad. Al desaparecer ese virus de tu mente, verás y sentirás qué es lo que tú y cada ser humano es realmente.

Jorge Lomar
info@jorgelomar.com
Escritor, facilitador y terapeuta. Co-fundador de la Escuela del Perdón.
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