Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.
¿Cómo nos suele afectar?
También en los primeros momentos es habitual que nos cueste
creer lo que ha pasado.
Podemos sentir la presencia de la
persona que hemos perdido.
Le damos vueltas a los “por qué” y
las respuestas que encontramos muchas veces nos hacen más
daño
Nos suele costar dormir, quizá no tengamos apetito.
En
ocasiones no tenemos ganas de ver a nadie, mientras otras
veces nos podemos sentir solos a pesar de estar rodeados de
gente.
Es frecuente el sentimiento de aislamiento social, la
actividad excesiva o bien la inactividad.
Podemos estar muy susceptibles, nos irritan determinadas
cosas a las que en otros momentos no daríamos importancia.
Podemos pensar y sentir, que nadie puede entender por lo que
estamos pasando.
A nivel espiritual, es posible que nos replanteemos nuestras
creencias y nos formulemos preguntas acerca del sentido de
la vida y de la muerte.
Asimismo es frecuente que experimentemos dificultades al
concentrarnos hasta para realizar tareas sencillas, que
tengamos confusión o sensación de embotamiento mental, falta
de interés por las cosas, ideas repetitivas (generalmente
relacionadas con lo sucedido), olvidos frecuentes, etc.
Todo esto es normal e irá desapareciendo poco a poco, aunque
en ocasiones, como en fechas señaladas, pueden volver a
presentarse.