Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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martes, 13 de febrero de 2024

El duelo por la muerte inesperada de un ser querido



PILAR PASTOR, PSICÓLOGA DE FMLC
 El duelo que tiene lugar tras una muerte inesperada presenta un conjunto de características concretas que orientan el camino de este proceso en una dirección determinada.

Hoy pondremos el foco en las generalidades del proceso de duelo que se desencadena tras un fallecimiento repentino y nada esperado.

Sensación de irrealidad tras una muerte repentina

Lo más característico de una muerte inesperada es la lucha con la sensación de irrealidad. Es muy habitual que, tras un fallecimiento repentino, el doliente no sienta el dolor de la pérdida en un primer momento. Cuando se observan reacciones de serenidad mantenida o de gran tranquilidad en dolientes que acaban de perder a un ser querido, generalmente éstas se achacan a la frialdad o incluso a la fortaleza (bien o mal entendida) pero, en cualquier caso, sorprenden.

A menudo estas reacciones provienen de mecanismos de defensa básicos de protección del dolor. No podemos afrontar lo que no estamos preparados para soportar. Estos mecanismos internos de protección dan tiempo a nuestra mente y a nuestro cuerpo para que procesen lo sucedido. Son mecanismos puramente biológicos y necesarios. Cada persona tiene unos tiempos para afrontar la realidad de la muerte, que deben ser respetados.

Cuánto dura el duelo tras una muerte súbita

Cuando se sufre la pérdida repentina de un ser querido, el doliente seguramente va a necesitar más tiempo para encajar lo ocurrido y su energía se centrará más en este proceso que en cualquier otro. Se encontrará con angustia, dolor, falta de comprensión de lo sucedido e incluso sensación de inseguridad.

La muerte siempre es difícil de asimilar y la sensación de irrealidad viene y va, ya que es parte del proceso de aceptación. Cuando la muerte ha sido repentina,la tarea de adaptación aun es más ardua. Es frecuente escuchar a los dolientes que han sufrido una pérdida de este tipo contar cómo la realidad les sacude de repente, a oleadas, alternándose con la sensación de irrealidad y de estar viviendo una pesadilla.

El sentimiento de culpa en el duelo

También es habitual que aparezca la sensación de culpa, como por ejemplo, que el doliente se culpe por no haber llegado cinco minutos antes a casa y haber podido reanimar al fallecido, o haber cogido él mismo el coche… Con frecuencia la culpa se convierte en un mecanismo de control de la vida y la muerte. Buscamos en nosotros, en nuestra responsabilidad, el sentido y el porqué de una muerte repentina que nos cuesta encajar y entender.

Asimismo, cuando se produce una muerte en nuestro entorno más próximo, este suceso nos coloca frente a la realidad de la existencia de la muerte, que tanto miedo da y que tanto intentamos evitar… Tomar conciencia de que hay una parte de la vida que no controlamos es una vivencia difícil de afrontar.

Recibir la noticia de una muerte

En el desarrollo del proceso de duelo tras una muerte inesperada, influye mucho cómo se recibe la noticia. No es lo mismo recibir la noticia de repente, o por teléfono, o por mensaje, que cara a cara y poco a poco.

La noticia es la misma, pero recibirla en persona, de forma gradual, con cuidado y sensibilidad, poniendo en antecedentes al doliente y permitiendo que su mente vaya anticipando la noticia que vamos a dar… disminuye el impacto emocional de la misma.

El duelo por una muerte tras una larga enfermedad

En ocasiones, hemos escuchado el testimonio de dolientes que experimentaban una sensación de muerte inesperada, aunque su pérdida hubiera sido tras una larga enfermedad: no se sentían preparados e incluso afirmaban no haberse dado cuenta de cómo estaba siendo el desarrollo de la enfermedad y la cercanía de la muerte.

Otras veces la familia entra en un proceso de silencio frente a la enfermedad y la cercanía de la muerte. Se trata de un periodo durante el cual la información no fluye y en el que a menudo el cuidador principal es incapaz de ver lo evidente del deterioro y del desarrollo de la enfermedad. Cuando esto ocurre, el desarrollo del duelo posterior se asemeja mucho al causado por una muerte inesperada.

Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org


martes, 28 de febrero de 2023

Herramientas para afrontar el duelo: Las despedidas simbólicas

Existen circunstancias en torno a algunos fallecimientos que impiden a los dolientes celebrar un ritual de despedida como un funeral o un entierro. Estas circunstancias pueden darse, por ejemplo, cuando el doliente se encuentra en un país diferente al del difunto, cuando fallece un bebé intra-útero o durante el parto, o simplemente cuando el doliente tiene la necesidad de hacer un ritual especial de despedida, ya sea en el momento del fallecimiento o más adelante.

Los ritos de despedida y la aceptación

Los rituales de despedida tienen una gran importancia en el proceso de elaboración y aceptación de una pérdida. En nuestra cultura, debido a la tendencia que existe a encubrir todo lo relacionado con la muerte, solemos minusvalorar la importancia de estos ritos. Pero, si bien siempre hay que adaptarlos a las preferencias, tradiciones y necesidades de cada familia, no hay que despreciarlos de antemano como algo morboso o innecesario.

Por un lado, estos ritos dan la oportunidad al doliente de hacer más real la pérdida y, por otro, cumplen una función social, permitiendo compartir el dolor. A menudo escuchamos en terapia que las personas que no han tenido la oportunidad de estar presentes en el fallecimiento, y no han podido acudir al entierro o al funeral de la persona fallecida, sienten más complicado el proceso de aceptación.

Es como si la mente necesitara ver y participar de esta experiencia para marcar el inicio del duelo. En la lucha por que todo se mantenga igual, necesitamos evidencias que, aunque son dolorosas, también son necesarias y nos permiten poner en marcha procesos. De lo contrario, la mente se aferra a fantasías de continuidad.

Los duelos “desautorizados”

Hay otros casos en los que directamente no hay posibilidad de hacer un entierro o un funeral, o en los que el doliente no puede acudir por la circunstancia que sea. Generalmente tienen que ver con los llamados “duelos desautorizados”, que abordaremos en profundidad en próximos artículos.

Cuando hablamos de duelos desautorizados nos referimos a aquellos duelos a los que no se les da permiso a nivel social para que se desarrollen, por ejemplo: el duelo perinatal, el duelo por una persona muy mayor, el duelo por una relación no declarada, el duelo por un sobrino… Son ejemplos de procesos que el entorno tiende a minimizar o que incluso no se pueden manifestar.

El poder simbólico de los ritos

También hay momentos del proceso de duelo que requieren ser marcados con un hito. A veces necesitamos símbolos para delimitar los momentos de cambio, logro o superación; o bien esperar a estar preparados para poder despedirnos de verdad de quien ha fallecido.

La despedida no es un acto que implique olvido, ni que deba ser impuesto ni por uno mismo o por los demás. Implica un acto de profunda aceptación de lo que ha ocurrido. Constituye un símbolo que recoge el hecho de ser consciente de la muerte del ser querido y que no sólo es aceptado a nivel racional, sino también a nivel emocional.

Por todos estos motivos, además de las necesidades personales concretas de cada doliente, plantear algún tipo de rito de despedida simbólico, puede suponer un avance en la elaboración del duelo. Por supuesto, no es obligatorio ni necesario para elaborar el duelo, pero sí es interesante que el doliente lo tenga en cuenta y se pare a mirar cómo encaja en su proceso, porque puede que en su caso concreto suponga una ayuda. Esta valoración de idoneidad sólo la puede hacer el doliente. Cada uno de nosotros somos dueños y conocedores de nuestros propios procesos y por lo tanto, sólo cada uno podemos ser los que tomemos una decisión de este estilo.

Cómo hacer una despedida simbólica

Elaborar una despedida simbólica no tiene un guión o unas pautas prefijadas, pero sí es conveniente elegirlo y planificarlo desde el corazón. No puede ser algo forzado, debe surgir desde la autenticidad de quien lo organiza y, si es entre toda la familia, que sea consensuado. Hay muchos ejemplos de despedidas simbólicas: acudir a un lugar que sea representativo de quien ha fallecido y leer o dejar algún pequeño símbolo conmemorativo, plantar un árbol, una suelta de globos, realizar un pequeño viaje, o marcarse un reto, etc.

Puede ser útil hacerse un par de preguntas antes de planificarlo si no tenemos claro qué hacer: ¿Qué es lo que quiero simbolizar/despedir/marcar? ¿De qué manera podría plasmarlo? Muchas veces no tiene por qué ser algo complicado o enrevesado, puede ser algo más sencillo, del día a día. Lo fundamental es que tenga un significado sentido para quien lo realiza. Es entonces cuando resultará terapéutico.

Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

 

jueves, 9 de mayo de 2019

Grupo:Madres y padres en duelo- Mallorca.

Grupo:Madres y padres en duelo- Mallorca. https://www.facebook.com/groups/417897542091584/
Nace hoy 9-5-2019 jueves

.Grupo de apoyo a madres y padres en duelo, espacio donde expresar y compartir con otros padres, donde podemos expresar nuestras penas, recordar a nuestros hijos, compartir experiencias, sentirnos comprendidos, muchas veces el resto de la gente ya no sabe cómo actuar con nosotros. Sabemos que la muerte es parte de la vida pero cuando un hijo parte, nuestra vida se derrumba por completo y debemos aprender a reencontrarnos, descubrir el sentido que nos queda por seguir viviendo.Sobre todo hacemos el intento día a día por transformar el dolor en amor y honrar la memoria de nuestros amados hijos. Juntos podemos acompañarnos en este camino que lamentablemente nos unió. Encontrando quizás Paz

Bendiciones

viernes, 22 de marzo de 2019

Lo que me gustaría que la gente entendiera sobre perder un hijo

Lo que me gustaría que la gente entendiera sobre perder un hijo, es que nadie está preparado para ello. De ahí, y en primer lugar, que desee recomendar algo tan esencial como maravilloso: debemos disfrutar de cada instante con los nuestros. Nada en esta vida es seguro, nada está garantizado, ni siquiera el que los hijos sobrevivan a los padres.
Si hay un aspecto que resaltan todas las personas que han sufrido la tragedia de perder a un hijo, es el sentimiento de soledad e incomprensión que llegan a sentir durante los primeros momentos. Muchos se sienten aislados porque piensan que nadie puede entender su dolor.
Perder a un hijo es principalmente tener la sensación de que se nos ha escapado el proyecto de vida y la propia ilusión. No obstante, siempre acabará llegando un día en que descubramos que la vida sigue valiendo la pena, porque implica seguir manteniendo su recuerdo.
En primer lugar cabe decir que no existen unas estrategias que puedan servirnos a todos por igual, a la hora de afrontar el duelo por la pérdida de un hijo.
No obstante, lo que sí debemos tener claro es que nunca debemos afrontarlo en soledad. El núcleo familiar debe mantenerse unido y atenderse, curarse y aprender a vivir con ese vacío orientando de nuevo el día a día. Merece pues tener en cuenta estas sencillas reflexiones que hoy queremos compartir contigo.

He de luchar cada día contra la parálisis de mi espíritu, de mi cuerpo

Perder un hijo supone que de la noche a la mañana, el mundo se detiene. Es algo contra natura que nuestra mente no puede asumir. Y nos quedamos quietos, sin aire, como si nos hubiéramos quedado sin alma
El pensamiento más recurrente que van a sentir los padres es el clásico “nada tiene sentido”. Y la parálisis vital, y emocional y motivacional puede acabar atrapándolos en un sufrimiento crónico.
Esto es algo que deberíamos evitar. Nuestra mente es incapaz de procesar lo sucedido, y de ahí las negaciones, el bloqueo y la inmovilidad. No obstante, el propio proceso del duelo nos debe ayudar a gestionar todas estas emociones.
Hemos de evitar quedarnos aislados, porque la propia soledad nos empuja a esa misma parálisis. Es vital pues contar con la ayuda de la familia, los amigos, y de cualquier profesional de la salud para gestionarnos.


Debo aprender a convivir con mi tristeza

Decir que la muerte de un hijo se supera no es cierto. Superar significa vencer, y nadie puede ni debe pasar por encima de una ausencia, de un vacío que se arraiga a nuestra propia esencia como persona.

jueves, 3 de enero de 2019

¿Cómo podré afrontar esta Navidad sin él o ella?

Honro tu memoria mi amado hijo Adrián. Eres amado siempre.

¿Por qué los recuerdos y las emociones están a flor de piel? ¿Y si no tengo deseos de hacer nada?
Cuando estamos en duelo, Navidad nos enfrenta a una multiplicidad de desafíos emocionales.
La pérdida reciente de un ser querido afectará notablemente nuestras ganas de celebrar como lo hacíamos cada año.

Fechas tan especiales como Navidad son un doloroso recordatorio de esta ausencia física por lo que procura ser paciente con tus emociones. Es usual que experimentes una intensa montaña rusa emocional en este día mientras que los recuerdos de aquellas Navidades en las que estaba tu ser querido vienen insistentemente a tu cabeza. Es que el dolor llega en oleadas…

Piensa en actividades que te resulten consoladoras y regocijantes para esta Navidad excluyendo aquellos rituales que aún pueden causarte dolor y tristeza. Nada está escrito en piedra, sólo tú sabes lo que es mejor para esta etapa emocionalmente exigente en tu vida.

Para muchos dolientes la religión se puede convertir en un refugio de paz tras la pérdida de su ser querido por lo que fechas tan especiales como Navidad son una oportunidad para reflexionar y reforzar tu sistema de creencias. 

No hay una forma correcta o incorrecta de celebrar las fiestas navideñas luego de que hemos perdido a un ser querido.
No debes vivir estos momentos tan significativos como si nada hubiera pasado, permítete sentirte triste o llorar cuando así lo desees porque ocultar esta pena te provocará mayor daño. 

lunes, 8 de octubre de 2018

Como atravesar el duelo


Toda pérdida tiene cuatro etapas por las cuales inexorablemente hay que caminar si uno quiere vivir el proceso sanamente. Los psicólogos hemos descrito que estas cuatro etapas son: la de shock, la de rabia, la de pena y, finalmente, la de reconciliación con el duelo. Quiero aclarar de inmediato que estas cuatro etapas no son secuenciales ni cronológicas en el tiempo. Uno puede pasar por las cuatro en un día y eso es tan normal como quedarse pegado por un rato en alguna de ellas o sentir que uno avanzó de una etapa a otra y que por algo que pasa se vuelve a retroceder a la que se suponía era la etapa anterior.No hay reglas ni secuencias teóricas, sino individuos e historias que deben respetarse. De hecho, para que un duelo sea evaluado como normal, tiene que haber pasado un año entero, debido a que hay que pasar por todas las fechas que con esa persona fueron importantes: Navidad, Año Nuevo, cumpleaños suyo y mío, "día de..." (lo que sea que se celebraba de acuerdo a las costumbres que teníamos con el que partió), etc. -para poder evaluar si uno literalmente se quedó "pegado" en el duelo y necesita apoyo externo para avanzar.





martes, 24 de julio de 2018

Ayudar después de la muerte

En el mundo moderno, una de las más profundas fuentes de angustia para quienes lloran la muerte de un ser querido suele ser, con gran frecuencia, la convicción de que ya no pueden hacer nada para ayudarlo, convicción que sólo agrava y oscurece la soledad de su aflicción. Pero eso no es cierto. Hay muchas, muchísimas maneras en que podemos ayudar a los muertos, y al mismo tiempo ayudarnos a nosotros mismos a sobrevivir a su ausencia. Una de las características únicas del budismo, así como una de las maneras en que más profundamente se demuestra la compasión y la habilidad omnisciente de los budas, es la abundancia de prácticas especiales que pone a nuestra disposición para ayudar a una persona que ha muerto y para consolar también a sus parientes y amigos afligidos.
La visión de la vida y la muerte que nos presenta el budismo tibetano es una visión que lo abarca todo, y nos demuestra claramente que hay maneras de ayudar a la gente en todas las situaciones imaginables, puesto que no existen barreras entre lo que llamamos «vida» y lo que llamamos «muerte». El poder y el calor radiantes del corazón compasivo pueden extender su ayuda a todos los estados y todos los reinos.
CUANDO PODEMOS AYUDAR
El bardo del devenir puede parecemos un periodo muy perturbado y perturbador. Sin embargo, hay en él gran esperanza. Las características del cuerpo mental durante el bardo del devenir, que tan vulnerable lo hacen, su claridad, movilidad, sensibilidad y clarividencia, también lo hacen especialmente receptivo a la ayuda de los vivos. El mismo hecho de que no tenga forma ni base física hace muy fácil guiarlo. El Libro tibetano de los muertos compara el cuerpo mental con un caballo, que puede controlarse fácilmente mediante una brida, o con un enorme tronco de árbol, que puede ser casi imposible de mover en tierra firme, pero que una vez que se hace flotar en el agua puede dirigirse sin esfuerzo hacia donde uno quiera.
El periodo más poderoso para hacer prácticas espirituales para alguien que acaba de morir es durante los cuarenta y nueve días del bardo del devenir, y sobre todo en los veintiún primeros días. Durante estas tres semanas, el muerto mantiene un lazo más fuerte con esta vida, lo cual lo hace más accesible a nuestra ayuda. Por este motivo, durante este periodo la práctica espiritual tiene una posibilidad mucho mayor de influir en su futuro y de influir en sus oportunidades de liberación, o al menos de alcanzar un renacimiento mejor. Deberíamos utilizar todos los medios a nuestro alcance para ayudarle, porque una vez que empieza a determinarse gradualmente la forma física de su próxima existencia, y eso se dice que sucede entre los veintiún y los cuarenta y nueve días después de la muerte, la posibilidad de que se produzca un cambio real es muchísimo más limitada.
La ayuda a los muertos, empero, no se reduce a los cuarenta y nueve días siguientes a la muerte. Nunca es demasiado tarde para ayudar a alguien que ha muerto, por mucho tiempo que haya pasado desde entonces. Aunque la persona a la que se desea ayudar lleve cien años muerta, nuestra práctica no dejará de beneficiarla. Dudjom Rimpoché solía decir que, aun en el caso de que alguien haya alcanzado la Iluminación y se haya convertido en un buda, todavía sigue necesitando toda la asistencia que puedan prestarle en su tarea de ayudar a los demás.
COMO PODEMOS AYUDAR
La mejor manera de ayudar a una persona muerta, y la más fácil, consiste en hacer la práctica de phowa (para conocer más sobre esta práctica, puede entrar aquí: «Ayuda espiritual para los moribundos»), en cuanto tenemos noticia de que alguien ha fallecido.
En Tíbet decimos que, así como la naturaleza del fuego es quemar y la del agua apagar la sed, la naturaleza de los budas es hacer acto de presencia en cuanto alguien los invoca, tan infinito es su deseo compasivo de ayudar a todos los seres conscientes. No imagine ni por un momento que, si invoca usted la verdad para ayudar a un amigo muerto, su acto será menos eficaz que si es una persona «consagrada» quien reza por él. Puesto que está usted próximo al difunto, la intensidad de su amor y la profundidad de su conexión darán a su invocación un poder adicional. Los maestros nos aseguran: llamadlos, y los budas responderán.
Khandro Tsering Chódrón, la esposa espiritual de Jamyang Khyentse, suele decir que si uno tiene realmente buen corazón, su intención es realmente buena y reza por alguien, esa oración será muy eficaz. Así pues, si muere una persona muy querida y reza usted por ella con verdadero amor y sinceridad, puede tener la confianza de que su oración será excepcionalmente poderosa.
El mejor momento para hacer la práctica de phowa, y el más eficaz, es antes de que nadie toque o mueva el cuerpo en absoluto. Si ello no es posible, intente hacer phowa en el lugar donde falleció la persona, o al menos hágase una viva representación mental de ese lugar. Existe una poderosa conexión entre la persona que ha muerto, el lugar de la muerte, y también el momento de la muerte, sobre todo si ésta sobrevino de una manera traumática.
En el bardo del devenir la conciencia del difunto vuelve a pasar por la experiencia de la muerte cada semana, exactamente el mismo día. Por consiguiente, hay que realizar la phowa, o cualquier otra práctica espiritual que se haya elegido, en cualquiera de los cuarenta y nueve días siguientes a la muerte, pero especialmente el mismo día de la semana en que se produjo la muerte.
Cada vez que piense en su pariente o amigo muerto, cada vez que oiga mencionar su nombre, envíele su amor a esa persona y a continuación concéntrese en hacer la phowa, con tanta frecuencia y durante tanto tiempo como desee.
Otra cosa que se puede hacer cuando viene a la memoria una persona que ha muerto es recitar de inmediato un mantra como OM MANÍ PADME HUM (que los tibetanos pronuncian «Om Mani Peme Hung»), el mantra del Buda de la Compasión que purifica todas las emociones negativas que son la causa del renacimiento; o bien OM AMI DEWA HRIH, el mantra del Buda Amitabha, el Buda de la Luz Ilimitada. A continuación, puede seguir con la práctica de phowa.
Pero tanto si hace estas prácticas para ayudar a la persona querida que ha muerto como si no las hace, no olvide nunca que en el bardo la conciencia posee una aguda clarividencia; el mero hecho de dirigirle buenos pensamientos resultará muy beneficioso.
Cuando rece por alguien muy próximo a usted, puede también, si lo desea, extender el abrazo de su compasión de modo que sus oraciones incluyan a otras personas muertas: las víctimas de atrocidades, desastres y hambrunas, o aquellas que murieron y están muriendo ahora mismo en campos de concentración, como los de China y Tíbet. Incluso puede rezar por personas que murieron hace muchos años, por ejemplo sus abuelos y otros familiares o las víctimas de las guerras. Imagínese que sus oraciones se dirigen especialmente a quienes perdieron la vida en circunstancias de extrema angustia, pasión o ira. 
Quienes han sufrido una muerte repentina o violenta tienen una necesidad particularmente urgente de ayuda. Es muy fácil que las víctimas de asesinato, suicidio, accidente o guerra se vean atrapadas por su sufrimiento, angustia y miedo, e incluso pueden quedar aprisionadas en la propia experiencia de la muerte, incapaces de seguir adelante y culminar el proceso de renacimiento. Cuando practique phowa para ellas, hágalo con más intensidad y fervor que nunca.
Imagínese enormes rayos de luz que emanan de los budas o seres divinos, derramando toda su compasión y bendiciones. Imagínese que esta luz desciende a raudales sobre la persona muerta, purificándola totalmente, liberándola de la confusión y el dolor de la muerte y otorgándole una paz profunda y duradera. Imagínese luego, con todo su corazón y su mente, que el muerto se disuelve en luz y que su conciencia, ya curada y libre de todo sufrimiento, se remonta para fusionarse indisolublemente y para siempre con la mente de sabiduría de los budas.
La ayuda que podemos prestar a los muertos no se limita a las prácticas de meditación y las oraciones. También podemos hacer actos de caridad en su nombre para ayudar a los enfermos y necesitados. Podemos dar sus posesiones a los pobres. Podemos contribuir en su nombre a instituciones humanitarias o espirituales, como hospitales, proyectos de ayuda, hospicios o monasterios. 
También podemos patrocinar retiros dirigidos por buenos practicantes espirituales, o reuniones de oración presididas por grandes maestros, en lugares sagrados como Bodhgaya. Podemos ofrecerle lamparillas al muerto o patrocinar obras de arte relacionadas con la práctica espiritual. Otro método para ayudar a los difuntos, especialmente practicado en Tíbet y el Himalaya, consiste en salvar la vida de animales que van a ser sacrificados y devolverles la libertad.
Es importante dedicar todo el mérito y bienestar que se deriven de estos actos de bondad y generosidad al beneficio del difunto, así como al de todos los que han muerto, de manera que todos puedan obtener un renacimiento mejor y encontrar circunstancias favorables en su próxima vida.
Fuente: Sogyal Rimpoché; El libro tibetano de la vida y de la muerte. Buenos Aires, 2013, Ediciones Urano.

viernes, 1 de junio de 2018

Los huérfilos: Cómo poner palabras al dolor de perder a un hijo

SARA LOSANTOS, PSICÓLOGA DE FMLC

En este artículo me gustaría hacerme eco de un reportaje publicado recientemente en el diario El Mundo, donde se hablaba de una petición promovida por un grupo de padres que han perdido a un hijo, a quienes apoyaba un gran número de personajes famosos que han querido prestar su imagen para apoyar su causa.

Este colectivo ha dirigido una carta a la Real Academia de la Lengua Española para solicitar que incluyan una palabra capaz de poner nombre a una condición que no lo tiene o, al menos, no lo tiene en castellano: la condición del padre o la madre cuyo hijo o hija ha muerto. La palabra que ellos proponen para definir esta situación es “huérfilo”y han iniciado una campaña en la plataforma Change.org para recoger firmas que apoyen esta petición.

Poner palabras a la experiencia del duelo

Esta campaña me da pie para hablar de la importancia de poner palabras al dolor que genera la pérdida de un ser querido: no sólo en el caso de padres que han perdido hijos, sino ante cualquier pérdida.
Cada vez nos encontramos con más gente que siente la necesidad de poner palabras a su experiencia. Esto era algo que los psicólogos reclamábamos antes en solitario y ahora es un clamor de toda la sociedad, como bien refleja la crónica de El Mundo. En este contexto, podemos considerar la petición de los “huérfilos” un avance importante, dado que la población empieza a estar sensibilizada con la necesidad de “hablar” del duelo y ponerle palabras a lo inexplicable, frente al tabú de no mencionarlo.
La forma en que cada uno pone palabras al dolor requiere respeto a la diferencia inherente a la unicidad de cada caso, porque lo que es válido y útil para una persona puede no serlo para otra. Más allá del éxito que le deseamos a esta campaña, queremos proponer dos métodos para ayudar a los dolientes a poner palabras al dolor.

Terapia para expresar el dolor

El primero de ellos es la terapia convencional basada en la palabra, que consiste fundamentalmente en crear un espacio protegido donde el individuo se sienta cómodo para expresar lo que siente y poner en palabras su experiencia de pérdida.
La base de esta terapia es la escucha, que permite centrar la atención en los matices de la pérdida de cada uno de los dolientes que se acercan a la terapia.
La terapia permite ser visto, ser reconocido, ser legitimado. La palabra pone límites al dolor porque lo acota y permite el desahogo emocional. Existen distintos tipos de terapia eficaces en el tratamiento del duelo y algunas personas se adaptan mejor a unas que a otras.

La escritura como terapia

Cada uno afronta el duelo de la mejor manera posible. Todos hacemos lo que podemos ante el dolor: hay quien hace más ejercicio y le sirve; hay quien pide que le manden medicacióny le funciona; y hay quien desahoga su dolor escribiendo.
Escriben tanto profesionales de la escritura como aficionados. Algunos llegan a publicar sus materiales y otros no. De entre los que consiguen publicar esos manuscritos, algunos lo viven con una mezcla de pudor y de orgullo, pero todos ellos afirman que les sirvió a modo de terapia y que ponen su experiencia al servicio de otros que estén pasando o vayan a pasar por su misma situación para que les sirva de guía.
Ese fue el caso de Pedro Alcalá, autor de “La mujer que me escucha”, un libro que escribió como homenaje y como parte de su paso por la terapia en la Fundación Mario Losantos del Campo. Su testimonio es un relato desgarrador y salvaje, “sin adornos”, de la que fue su experiencia de pérdida y puede leerse aquí.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: