Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.
Cuando
una parte importante de nuestra vida cambia o desaparece
de la forma más palpable, que es materialmente, el
hueco que deja es tal que altera todo lo demás.
Si
hiciéramos un gráfico de nuestras relaciones con nuestros seres queridos colocándonos
en el centro como si fuésemos el sol y a esas personas alrededor de nosotros
como planetas, tendríamos una representación de lo más importante en nuestra
vida. Y así como el sol baña a sus
satélites de luz y energía, en nuestro universo también el sol que somos nutre,
pero, más importante aún, es a su vez nutrido
por toda persona que lo compone, todo ser que queremos.
Cuando
sólo un elemento desaparece, la falta es tal
que todo lo que formaba nuestro pequeño universo es absorbido por esa ausencia,
incluyendo el sol, haciendo un agujero negro
de nuestra vida.
Es un vacío duro. Nuestro universo se colapsó porque
nuestro ser querido se ha llevado todo
con su ida. Es el vacío de todo lo que fue y vamos a encontrarnos con lo
irreconocible, tanto alrededor nuestro como en nuestro interior.
Este es el primerísimo vacío. Ya cuando
empezamos a comprender que nuestro universo no va a ser el mismo, empezaremos a
enfrentarnos con el vacío producido por la soledad.
Soledad no significa que estemos solos. Podríamos estar rodeados de gente... Soledad
significa que nos sentimos solos.
Este vacío está producido
por el anhelo de algo que fue muy nuestro y que falta.
Cuando uno de los seres que más queremos deja
esta dimensión entra en otra. Pero, no solo. Su ida va a acercarnos a un universo más
amplio y al reencuentro real y para
siempre con ese ser que lentamente, lágrima tras lágrima estamos recobrando.
No es una recuperación como la que anhelamos
desde el primer momento que se fue. No se puede tocar, ni mirar, ni apreciar ¿o
sí? ¿Quién nos niega que nuestra mirada
se ha enriquecido, que nuestras apreciaciones lo incluyen en todo momento, que
la riqueza que era, ya forma parte de nuestro tocar, de nuestro escuchar de
nuestro comprender?
En el vacío y sólo en el vacío vamos a poder
intuir esa verdad. Sólo en el vacío
podremos recuperar aquello que dejó de crecer a nuestro lado, para convertirse
en acompañante perenne, inspiración total.
En el vacío aprendemos lo que significa
lleno, lo que engloba plenitud y lo que supone no estar solo aunque alrededor
no haya persona alguna.
Anji carmelo