Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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miércoles, 20 de marzo de 2019

¿Por qué sucede el suicidio? ~ Abraham-Hicks en español


La brecha entre quien tú eres verdaderamente y quien tú te estás permitiendo ser es enorme y por lo tanto dolorosa... El alma te está llamando y llamando y llamando, eventualmente el tirón de la Fuente será tanto que te jalará derecho hacia la alineación con quien tú eres verdaderamente. Encuentra una transcripción completa de este clip en http://www.tuvidaahora.com/2014/11/10... ♡ Mantén viva Tu Vida Ahora ♡ Ayúdanos a seguir difundiendo el amor de Abraham. ¡No hay contribución demasiado pequeña o grande! Sigue el enlace para hacer tu donación ahora: http://goo.gl/P4z57c

jueves, 10 de enero de 2019

Entrevista Anji Carmelo – El Suicidio


Anji Carmelo es doctora en Metafísica, autora de varios libros sobre el duelo y el morir. Es una mujer delgada y pequeña que emana una gran fuerza interior, tiene las ideas claras y las explica con naturalidad, pasión y cercanía. Es un placer hablar con ella, siempre te sorprende con un punto de visita totalmente diferente sobre cualquier cuestión. Lleva muchos años ya trabajando en el duelo y el acompañamiento.
Imparte habitualmente charlas y talleres ayudando a las personas a entender su proceso en el duelo y a aceptar la muerte como proceso natural de la vida.
En este vídeo habla sobre el suicidio, rompiendo el tabú que supone un tema como éste. Dando su punto de vista como Doctora en Metafísica y su experiencia como coordinadora de grupos de duelo. Como ella comenta, el duelo por una muerte por suicidio es diferente por la connotación que tiene un acto como es el suicidio. Ha escrito un libro “¿Por qué se ha ido?. Muerte por suicidio, un duelo diferente” para desgranar este procesos y ayudar a las personas a afrontar el suicidio de un ser querido..
Si estás en este proceso, si no entiendes nada y el dolor es grande, escúchale, sus palabras siempre son como una lucecita en el camino, te acompañan para seguir andando.

http://learntodie.net/es/entrevista-anji-carmelo-el-suicidio/

jueves, 25 de octubre de 2018

Anji Carmelo habla sobre el suicidio

Imparte habitualmente charlas y talleres ayudando a las personas a entender su proceso en el duelo y a aceptar la muerte como proceso natural de la vida.
En este vídeo habla sobre el suicidio, rompiendo el tabú que supone un tema como éste. Dando su punto de vista como Doctora en Metafísica y su experiencia como coordinadora de grupos de duelo. Como ella comenta, el duelo por una muerte por suicidio es diferente por la connotación que tiene un acto como es el suicidio. Ha escrito un libro “¿Por qué se ha ido?. Muerte por suicidio, un duelo diferente” para desgranar este procesos y ayudar a las personas a afrontar el suicidio de un ser querido.


miércoles, 28 de febrero de 2018

Cómo ayudar a la familia tras una muerte traumatica

El dolor que experimenta una familia tras la muerte de uno de sus miembros se incrementa hasta niveles casi insoportables cuando ésta se ha producido por un suicidio. Las muertes violentas, y en particular el suicidio, son las más difíciles de aceptar. Se buscan explicaciones, se pretende encontrar culpables, no se sabe cómo mitigar una angustia que se muestra aturdidora.
El efecto del suicidio en la familia constituye una tragedia devastadora que provoca serios destrozos en la vida de los sobrevivientes, introduciéndoles en un duelo, por regla general, muy traumatizante y prolongado. Sobre todo en el caso de las madres, al tener más interiorizado su papel tradicional de cuidadoras, encuentran muchas dificultades para entender que sus desvelos, sus cuidados, sus intentos de protección y sus esfuerzos de contención hayan sido ineficaces a la hora de evitar la tragedia.

Por otra parte, la mayoría de las familias viven el suicidio como un verdadero estigma que les llena de vergüenza y que no les es fácil sobrellevar. Y esto parece ser así incluso aunque desde el entorno se evite todo señalamiento negativo y se les trasmita todo el apoyo posible. Así, en ocasiones, se busca enmascarar una realidad extremadamente dolorosa y se fabrica un verdadero tabú respecto a lo que en verdad le ocurrió a la víctima, ocultando la causa real de la muerte. No deja de ser una forma de protección de algo que no se quiere aceptar porque resulta más amenazante de lo que uno está dispuesto o capacitado para soportar.

Aquel terapeuta que pretenda ayudar a la familia para superar de manera adecuada el proceso de duelo por un suicidio necesita manejar una serie de pautas terapéuticas para facilitar la evolución psicológica de los familiares en las diversas etapas y evitar así la aparición de duelos patológicos.
Pero conviene entender que no existen panaceas ni remedios infalibles. Cada ser humano es distinto y reacciona ante un mismo evento de manera original. Y, por otra parte, es evidente que el impacto no será el mismo para los hijos del suicida que para sus hermanos, padres o pareja.

Algunos principios generales de intervención inmediata en los casos de suicidio serían los siguientes:

1.- Acompañar a la familia en algunas tareas fundamentales:
  • Reconocimiento compartido de la realidad de la muerte y del modo como ésta se produjo (confrontación directa, ritos funerarios, visitas a la tumba…)
  • Experiencia compartida del dolor y la pena. Será preciso captar, comprender y respetar la expresión de sentimientos complejos y contradictorios (ira, decepción, desamparo, alivio, culpa…) presentes, en mayor o menor grado, en las relaciones familiares tras haberse producido el hecho luctuoso.
  • Reorganizar el sistema familiar reestructurando las relaciones para compensar la pérdida.
  • Abrirse a nuevas relaciones y vivir abiertos a nuevas metas en la vida. En el proceso de duelo (un año o dos como mínimo) cada estación, cada fiesta o acontecimiento evoca la pérdida. Habrá que evitar que la idealización del muerto, la sensación de deslealtad o el miedo a otras pérdidas impida contraer nuevos vínculos o empuje a abandonar compromisos.
2.- Trabajar para atemperar el sistema impulsivo y preparar a los más jóvenes para que sean capaces de tolerar las inevitables frustraciones que acompañan a toda vida humana. Es importante ayudarles a entender que el sufrimiento, el fracaso en el logro de objetivos, las contrariedades y los conflictos son experiencias dolorosas con las que es preciso contar. Deben, por lo tanto, ser integradas como componentes inevitables de la vida y pueden ser manejadas de forma constructiva sin dejarse arrastrar por los senderos sombríos de la autoaniquilación.


3.- Ayudar a la familia para que comprenda que el suicidio estuvo relacionado con la enfermedad y no con fallos en los que, inevitablemente, ellos hubieran podido incurrir. Parece que explicar la muerte por suicidio como un síntoma de una enfermedad mental puede disminuir el riesgo de la imitación, mecanismo que, según se ha comprobado, puede inducir a algún otro miembro de la unidad familiar a seguir el mismo camino que el suicida.
4.- Separar la forma de la muerte del muerto mismo. J. Montoya Carrasquilla subraya que en la muerte por suicidio es preciso separar la forma de la muerte del muerto mismo; hay que rescatar al occiso de la forma en que ha muerto, diferenciar su vida del modo de morir. Conviene hacer esa distinción para que se produzca el proceso de sanación. Es preciso hacer aflorar el convencimiento de que lo que realmente importa no es la manera como murió el ser querido, sino el hecho de que ya no está. Por lo tanto el trabajo terapéutico de recuperación y de duelo debe hacerse por su ausencia y no por su modo de morir.
5.- Conocer la estructura global de la familia y la posición funcional de la persona que muere. Si eso es importante, en general, para todo aquel que pretende ayudar a una familia, y fundamental para quien se propone hacerlo con quienes han perdido uno de sus miembros, se convierte en imprescindible cuando el muerto lo es por suicidio. Pretender tratar todas muertes del mismo modo constituye un craso error. Fundamentalmente porque no basta con orientar la ayuda, de acuerdo a nociones corrientes de duelo, a la expresión abierta del dolor. Es preciso conocer el modelo de relación que utiliza la familia, su grado de cohesión, el tipo de comunicación más o menos sano que mantienen entre sí sus integrantes y que mantenían con el difunto, el papel más o menos relevante que éste desempeñaba, su posible función como mantenedor homeostático de la estructura familiar, etc., etc…
6.- Ayudar a vencer los mecanismos de negación. Es importante también que el terapeuta tenga un buen control de su propia emotividad y acompañe a la familia para que ésta vaya logando superar sus naturales mecanismos de negación. Parece conveniente (Bowen) no rehusar términos directos como “muerte”, “morir”, “enterrar” o “suicidio”, evitando otros menos directos como “el que se fue”, “el que ya no está”… La utilización de expresiones claras sirven para señalar que se es capaz de hablar con naturalidad de este tema por más doloroso que resulte y ayuda a los demás a sentirse cómodos y a abrir sistemas emocionales cerrados. Los vocablos alusivos pretenden suavizar la realidad de una muerte traumática, pero contribuyen a la confusión y a no enfrentarse a una dolorosa realidad que no deja de existir por más que se pretenda edulcorarla o enmascararla.
7.- Facilitar la expresión de los sentimientos. Una acción terapéutica fundamental es permitir la expresión del dolor estimulando sus manifestaciones sobre todo en aquellos familiares que tratan de mantener un control excesivo sobre sus emociones.
8.- Priorizar el duelo. En el trabajo con familias que deben abordar duelos difíciles es importante ayudarles a “priorizar el duelo”, algo así como “establecer una jerarquía de dolientes” que impida la usurpación del dolor por parte de familiares que, no siendo los más afectados, tienden, debido a su peculiar personalidad, a comportarse como si fueran los que más sufren restando protagonismo y atención a quienes verdaderamente más la necesitan. Habrá que hacer un trabajo de contención de las personalidades histriónicas que, como se dice popularmente, desearían ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. Es importante lograr la solidaridad de toda la familia para que brinde su apoyo emocional al “doliente priorizado” (padre, madre, esposo/a, hijos…) incrementando así sus actitudes altruistas y su disposición de acompañamiento a quien realmente es más menesteroso.

9.- Adquiere una especial importancia el apoyo a la familia respecto al manejo que ésta debe hacer de los sentimientos de culpabilidad. A este respecto convendría tener en cuenta:
  • Que la culpa es una fase habitual por la que pasan todos cuantos pierden un ser querido. Es conveniente ‘normalizar’ este sentimiento y vivir como algo natural el hecho de preguntarse qué se hizo mal o qué se dejó de hacer bien.
  • Que, aunque se produjo en ese determinado momento, el suicidio pudo también haber ocurrido antes y si realmente no sucedió así en ello tuvieron mucho que ver los desvelos y los cuidados que generosamente brindó en su momento la familia. Es este un aspecto que conviene destacar.
  • Que si el propio suicida jamás deseó padecer la enfermedad que le llevó a la muerte, tampoco tiene ninguna lógica cargar sobre las espaldas de la familia, del médico, del psicólogo o del psiquiatra una decisión que ni desearon, ni alentaron.



La familia tendrá que entender que no era fácil, ni posible evitar lo que finalmente sucedió. El ser humano acaba haciendo lo que desea y nadie se lo puede impedir. No es razonable vivir encadenado al otro para evitar una posible tragedia. La vida en esas condiciones no tendría sentido y el simple planteamiento de una situación de esa naturaleza resulta absolutamente absurdo. Además nadie puede hacerse responsable, de forma definitiva, de la vida de otro salvo que se trate de un niño o de un demente y ello con matices y aceptando que, incluso en esos casos, hay circunstancias que escapan a nuestro control y no son, por tanto, previsibles.
Es igualmente imprescindible tener en cuenta un contexto más amplio que el de la propia familia. Es éste un principio desculpabilizador que permite entender, por una parte, que toda persona es libre y responsable de sus actos y, por otra, que la matriz social en la que una persona toma sus decisiones no está constituida exclusivamente por el entorno familiar.
Será también fundamental trabajar todo lo referente al complejo mundo de los límites que las familias muy aglutinadas o fusionadas tienden peligrosamente a diluir. Eso facilitará la comprensión de un “sí-mismo” independiente y la responsabilidad de cada uno frente a ese “sí-mismo”. Habrá que aprender a aceptar que cada uno es dueño de su propio destino y señor de sus propias decisiones. Por lo tanto, el amor y la proximidad afectiva no implican que uno deba sentirse corresponsable, y mucho menos culpable, de las conductas que uno desaprueba en aquellos a quienes ama.
Un último recurso sería procurar que el culpabilizado caiga en la cuenta de que él no le inculcó, en ningún caso, la idea suicida, ni le facilitó los medios para ejecutar el suicidio, sino que, por el contrario, se esforzó por modificar su manera de ser, le aconsejó lo mejor que pudo y sufrió y padeció a causa del carácter difícil del difunto.



10.- Señalar, finalmente, como algo importante la necesidad de dar tiempo al tiempo.Es tarea fundamental del terapeuta trasmitir serenidad. Los procesos de duelo no pueden ni ahorrarse, ni precipitarse porque cuando se cierran en falso se convierten en fuente de patologías. La familia tendrá que comprender que no existe receta mágica que pueda liberarle del dolor de la separación, máxime cuando ésta ha sobrevenido de forma inesperada y violenta. Habrá que confiar en el valor analgésico del paso del tiempo y en sus efectos terapéuticos.
J. J. RUIZ
Terapeuta familiar
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 Fuente: http://www.cuidatusaludemocional.com/suicidio.html

lunes, 26 de febrero de 2018

Conversaciones con Dios libro 3, extracto


En realidad, la vida es eterna, ¿no es así?
Lo es con toda seguridad.
No tiene final.
No lo tiene.
La reencarnación es un hecho.
Lo es. Puedes regresar a tu forma mortal, esto es, una forma física que puede “morir”, siempre y cuando lo desees.
¿Decidimos cuando deseamos regresar?
“Sí” y “cuando”, sí.
¿Decidimos también cuando deseamos partir?  ¿Elegimos cuando deseamos morir?
Ninguna experiencia se impone a ningún alma contra su voluntad. Por definición, esto no es posible, puesto que el alma crea cada experiencia.
El alma no desea nada. El alma lo tiene todo. Toda la sabiduría, todo el conocimiento, todo el poder y toda la gloria. El alma es la parte de Ti que nunca duerme, que nunca olvida.
¿ El alma desea que el cuerpo muera ?  No. El deseo del alma es que tú nunca mueras. Sin embargo, el alma dejará el cuerpo, cambiará su forma corporal, dejando atrás casi todo el cuerpo material, de un momento a otro, cuando no vea el propósito de permanecer en esa forma.
Si es el deseo del alma que nunca muramos, ¿por qué morimos?
No mueren simplemente, cambian de forma.
Si el deseo del alma es que nunca hagamos eso, ¿por qué lo hacemos ?
¡Ése no es el deseo del alma!
¡Ustedes son “cambiadores de forma”!
Cuando ya no tiene ninguna utilidad permanecer en una forma particular, el alma cambia de forma, deseosamente, voluntariamente, alegremente, y se mueve en la Rueda Cósmica.
¿Alegremente?
Con gran alegría.
¿Ningún alma lamenta morir ?
Ningún alma muere... jamás.
Me refiero a que, ¿ningún alma siente pesar porque su forma física actual esté cambiando, porque esté a punto de “morir”?
El cuerpo nunca “muere”, simplemente cambia de forma con el alma. Sin embargo, comprendo a lo que te refieres y por el momento, utilizo el vocabulario que ustedes han establecido.
Si tienen una comprensión clara de lo que desean crear, en relación con lo que eligieron llamar la otra vida o si tienen un conjunto claro de creencias que apoye la experiencia después de la muerte de reunirse con Dios, entonces, no, el alma nunca lamenta lo que ustedes llaman muerte.
La muerte en ese caso es un momento glorioso; una experiencia maravillosa. El alma puede ahora volver a su forma natural, a su estado normal. Hay una ligereza increíble; una sensación de libertad total; ninguna limitación y un conocimiento de la Unidad que de inmediato es dichosa y sublime.
No e posible que el alma lamente tal cambio.
Entonces, ¿estás diciendo que la muerte es una experiencia feliz?
Sí, siempre, para el alma que desea que lo sea.
Si el alma desea tanto estar fuera del cuerpo, ¿por qué no lo deja simplemente?  
¿Por qué espera?
No dije que el alma “desea estar fuera del cuerpo”, dije que el alma se alegra cuando está afuera. Son dos cosas diferentes.
Puedes estar feliz haciendo una cosa y feliz haciendo otra. El hecho de que té alegre hacer la segunda, no significa que eres infeliz haciendo la primera.
El alma no es infeliz al estar con el cuerpo. Por el contrario, al alma le agrada estar en tu forma actual. Eso no excluye la posibilidad de que el alma pudiera sentirse igualmente contenta si se desconectara del cuerpo.
Es obvio que hay mucho acerca de la muerte que yo no comprendo.
Sí y esto es porque no te gusta pensar en ella. Sin embargo, debes contemplar la muerte y la pérdida en el instante en que percibas cualquier momento de vida o no habrás percibido la vida, sino que sólo habrás conocido la mitad de ésta.
Cada momento termina en el instante en que empieza. Si no comprendes esto, no comprenderás lo exquisito que hay en esto y no llamarás común al momento.
Cada interacción “empieza para terminar” en el instante en que “comienza a empezar”. Sólo cuando hayas contemplado y comprendido profundamente esto, se abrirá ante ti el tesoro total de cada momento y de la vida en sí.
La vida no puede darse a ti, si no comprendes la muerte. Debes hacer algo más que comprenderla. Debes amarla, incluso como amas la vida.
Tu tiempo con cada persona se glorificará, si piensas que fue tu último momento con esa persona. Tu experiencia de cada momento mejorará sin medida, si piensas que fue ese último momento. Tu negativa a contemplar tu propia muerte conduce a tu negativa a contemplar tu propia vida.
No la ves como es. Pierdes el momento y todo lo que éste tiene para ti. Miras al pasarlo, en lugar de ver a través de él.
Cuando observas algo con detenimiento, ves a través de eso. Contemplar una cosa con detenimiento es ver a través de ella. Entonces, la ilusión deja de existir. Entonces ves una cosa como lo que realmente es. Sólo entonces puedes disfrutarla en verdad, esto es, darle alegría. (“Disfrutar” es hacer que algo sea alegre.)
Incluso, puedes disfrutar la ilusión entonces, ¡ porque sabrás que es una ilusión y que es la mitad del disfrute !  Es el hecho de que pienses que es real lo que te causa todo el dolor.
Nada es doloroso, si comprendes que no es real. Permite que repita esto.
Nada es doloroso, si comprendes que no es real.
Es como una película, un drama, actuado en el escenario de tu mente. Estas creando la situación y a los personajes. Estás escribiendo las líneas.
Nada es doloroso en el momento que comprendes que nada es real.
Esto es tan cierto como la muerte y como la vida.
Cuando comprendes que la muerte es también una ilusión, entonces, podrás decir: “Oh, muerte, ¿ dónde está tu desenlace ?”
¡ Puedes incluso disfrutar la muerte !  Puedes incluso disfrutar la muerte de otra persona.
¿ Eso parece extraño ?  ¿ Parece una cosa extraña para decirla ?
Sólo si no comprendes la muerte y la vida.
La muerte nunca es un final, sino que siempre es un principio. Una muerte es una puerta que se abre, no una puerta que se cierra.
Cuando comprendas que la vida es eterna, comprenderás que la muerte es tu ilusión, que te mantiene muy preocupado y, por lo tanto, te ayuda a creer que eres tu cuerpo. Sin embargo, no eres tu cuerpo y, por lo tanto, la destrucción de tu cuerpo no te preocupa.
La muerte debería enseñarte lo que es real en la vida. La vida te enseña que lo que es inevitable no es la muerte, sino lo transitorio.
Lo transitorio es la única verdad.
Nada es permanente. Todo está cambiando, en cada instante, en cada momento.
No podría haber nada permanente, porque incluso el concepto de permanencia depende de lo transitorio para tener algún significado. Por lo tanto, incluso la permanencia es transitoria. Observa esto con detenimiento. Contempla esta verdad. Compréndela y comprenderás a Dios.
Éste es el Dharma, éste es el Buda. Éste es el Dharma Buda. Ésta es la enseñanza y el maestro. Ésta es la lección y el maestro. Éste es el objeto y el observador, convertidos en uno.
Nunca han sido otra cosa que Uno. Eres tu quién los ha separado, para que tu vida pudiera desplegarse ante ti.
Sin embargo, al observar tu propia vida desplegarse ante ti, tú no te despliegas. ¡ Manténte junto a tu Yo !  ¡ Ve la ilusión !  ¡ Disfrútala” !  No obstante, ¡ no te conviertas en ella !
No eres la ilusión, sino el creador de ésta.
Estás en este mundo. No eres de él.
Utiliza tu ilusión de la muerte. ¡ Utilízala !  Permita que sea la llave que abra hacia más vida.
Si ves la flor como si muriera, la veras con tristeza. No obstante, si ves la flor como parte de un árbol completo que está cambiando y que pronto dará frutos, verás la verdadera belleza de la flor. Cuando comprendas que el florecer y marchitar de la flor es una señal de que el árbol está listo para dar frutos, entonces comprenderás la vida.
Observa esto con detenimiento y verás que la vida está en su propia metáfora.
Recuerda siempre que no eres la flor, que ni siquiera eres el fruto. Eres el árbol y tus raíces son profundas, fijadas en Mí. Soy la tierra de la cual brotaste y tus flores y frutos regresarán a Mí, creando tierra más rica. Así, la vida engendra vida y no puede conocer la muerte jamás.
Eso es muy Hermoso. Es muy hermoso. Gracias. ¿Podrías hablarme ahora sobre algo que me preocupa?  Necesito hablar sobre el suicidio. ¿Por qué existe ese tabú en contra de terminar con la propia vida?
En realidad, ¿por qué está allí?
¿Quieres decir que no es malo suicidarse?
No puedo responder esta pregunta a satisfacción tuya, porque en sí contiene dos conceptos falsos; se basa en dos suposiciones falsas; contiene dos errores.
La primera suposición falsa es que existe el “bien” y el “mal”. La segunda suposición falsa es que es posible matar. Por lo tanto, tu pregunta en sí se desintegra en el momento en que se divide.
El “bien” y el “mal” son polaridades filosóficas en el sistema de valor humano, que no tienen nada que ver con la realidad final (un punto que he explicado repetidas veces en este diálogo). Más aún, ni siquiera hay bases constantes dentro de su propio sistema, sino valores que continúan cambiando de vez en cuando.
Ustedes hacen el cambio, cambian su mente respecto a estos valores, según su conveniencia (lo que es correcto que hagan, como seres en evolución); sin embargo, en cada paso a lo largo del camino insisten en que no han hecho esto y que son sus valores incambiables los que forman los cimientos de la integridad de su sociedad. Por lo tanto, han construido su sociedad sobre una paradoja. Continúan cambiando sus valores, mientras proclaman que ¡ son valores incambiables los que... valoran !
La respuesta a los problemas presentados por esta paradoja no es arrojar agua fría sobre la arena, en un intento de convertirla en concreto, sino celebrar el cambio de la arena. Celebrar su belleza, mientras conserva la forma de su castillo, pero celebrar también la nueva forma y apariencia que toma cuando sube la marea.
Celebren las arenas que cambian cuando forman las nuevas montañas que escalarán y en la cima de las cuales y con las cuales construirán nuevos castillos. Sin embargo, comprendan que estas montañas y estos castillos son momentos para cambiar, no para permanecer.
Glorifiquen lo que son hoy, más no condenen lo que fueron ayer, no eviten lo que puedan llegar a ser mañana.
Comprendan que “bien” y “mal” son invenciones de su imaginación y que “correcto” e “incorrecto” son sólo anuncios de sus últimas preferencias e imaginaciones.
Por ejemplo, respecto al asunto de suicidarse, es la imaginación actual de la mayoría de la gente en su planeta la que dicta que “no es correcto” hacer eso.
De manera similar, muchos de ustedes aún insisten en que no es correcto ayudar a una persona que desea terminar con su vida.
En ambos casos dicen que esto debe ser “contra la ley”. Es probable que hayan llegado a esta conclusión porque la terminación de la vida ocurre relativamente rápido. Las acciones que terminan con la vida durante un período más prolongado no son contra la ley, a pesar de que logran el mismo resultado.
Así, si una persona en su sociedad se suicida con una pistola, los miembros de su familia pierden los beneficios del seguro. Si se suicida con cigarros, no los pierden.
Si un médico los ayuda a suicidarse, lo llaman asesino, mientras que si una compañía tabacalera lo hace, lo llaman comercio.
Con ustedes parece que sólo es cuestión de tiempo. La legalidad de la autodestrucción, lo “correcto” o “incorrecto” de esto, parece tener mucho que ver con la rapidez con que se lleve a cabo la acción, así como quién la ejecuta. Mientras más rápida es la muerte, más “errónea” parece ser. Mientras más lenta es la muerte, se acerca más a lo “correcto”.
En forma interesante, esto es exactamente lo opuesto a lo que una sociedad verdaderamente humana concluiría. De acuerdo con cualquier definición razonable de lo que llaman “humano”, mientras más pronto sea la muerte, mejor. No obstante, su sociedad castiga a aquellos que intentan hacer lo que es humano y recompensan a aquellos que hacen lo que no es cuerdo.
No es cuerdo pensar que lo que Dios desea es el sufrimiento continuo y que un final humano rápido a ese sufrimiento es “malo”.
“Castigan lo humano y recompensan lo demente”.
Éste es un lema que sólo una sociedad de seres con comprensión limitada podría aceptar.
Envenenan su sistema inhalando carcinógenos, envenenan su sistema ingiriendo comida tratada con sustancias químicas que a la larga los matarán y envenenan su sistema respirando el aire que continuamente contaminan. Envenenan su sistema en cien formas diferentes a través de mil momentos diferentes y hacen esto sabiendo que estas sustancias no son buenas para ustedes. Sin embargo, debido a que tardan mucho tiempo para matarlos, se suicidan con impunidad.
Si se envenenan con algo que funciona con mayor rapidez, se dice que hicieron algo contra la ley moral.
Les diré esto: No es más inmoral matarse rápidamente que matarse lentamente.
Por lo tanto, ¿una persona que termina con su propia vida, no la castiga Dios?
Yo no castigo. Yo amo.
¿Qué hay entonces acerca de la afirmación que se escucha con frecuencia acerca de que aquellos que piensan que van a “escapar” de su predicamento o que van a terminar su condición, con el suicidio sólo descubren que están enfrentando el mismo predicamento o condición en la otra vida y, por este motivo, no escaparon ni terminaron con nada?
Su experiencia que ustedes llaman vida después de la muerte es un reflejo de su consciencia, en el momento en que entran en ésta. Sin embargo, siempre son seres con libre albedrío y pueden alterar su experiencia cuando lo decidan.
Entonces, ¿los seres queridos que terminaron con su vida física se encuentran bien?
Sí. Están muy bien.
Hay un libro maravilloso sobre este tema, llamado Stephen lives, de Anne Puryear. Trata de su hijo, quien se suicidó cuando era adolescente. A muchas personas les ha sido útil.
Anne Puryear es una mensajera maravillosa, al igual que su hijo.
Entonces, ¿puedes recomendar este libro ?
Es un libro importante. Dice más sobre este tema, de lo que estamos diciendo aquí y aquellos que tienen heridas profundas o acontecimientos alrededor de la experiencia de un ser amado que se quitó la vida estarán abiertos a la curación a través de este libro.
Es triste que tengamos heridas o asuntos profundos, aunque creo que gran parte de esto es resultado de lo que nuestra sociedad nos “ha dicho” sobre el suicidio.

En su sociedad, a menudo no ven las contradicciones de sus propias construcciones morales. La contradicción entre hacer cosas que saben perfectamente que van a acortar su vida, pero las hacen con lentitud y hacer cosas que acortarán su vida con rapidez, es una de las más intensas en la experiencia humana.
Neale Donald Walsch

martes, 20 de febrero de 2018

El Suicidio, La Reencarnación y La Conciencia Eterna


Por muchos siglos se nos ha dicho y se he mantenido esa creencia de que el suicida va derecho al infierno, que no tiene salvación y por tanto, toda esperanza muere para el alma irremediablemente al cometer ese acto.


Ni sí, ni no. Lo primero que debemos tener en cuenta es que el  Alma es inmortal y con libre albedrío, está en constante expansión y experiencia, sumergida en una dualidad que debería integrar, para así poder trascender la llamada Rueda del Samsara y que por fin cesen los ciclos de reencarnaciones. 

PROCESO PEDAGÓGICO Y EL DRAMA DE LA REENCARNACIÓN

Algunos místicos creen que la reencarnación no es más que una manera pedagógica que tiene el Ser consciente para crecer, aprender y por tanto evolucionar. Otras fuentes advierten que es una forma de quedar atrapados por eternidades en esta Rueda del Samsara y por tanto, una auténtica trampa para alimentar energías y entidades oscuras en otros planos dimensiones del bajo astral.

De todas maneras lo cierto es que es un hecho, diversas culturas y religiones en todo el mundo la sostienen como parte esencial de su doctrina milenaria.

En nuestro mundo occidental se destaca el  trabajo realizado por el conocido médico norteamericano
Brian Weiss que afirma de su existencia, él era un hombre científico interesado en solucionar los problemas mentales de sus pacientes y que jamás se había preocupado por temas como la reencarnación. 
Para ayudar mejor a sus pacientes, este psiquiatra decidió usar en terapia la hipnosis, un método muy alejado de lo que vemos en televisión y que usan los grandes profesionales con sus pacientes. La finalidad de la hipnosis es que el sujeto se relaje completamente y sea capaz de recordar cosas de su pasado que le han traumatizado (no entraré en más detalles sobre esto). 
Durante una de esas hipnosis, una paciente comenzó a recordar cosas de otra época, de otra vida.  Weiss quedó muy sorprendido por esto y continuó investigando a la paciente, la cual describía con todo detalle sus vidas anteriores. En hipnosis es imposible mentir, por lo que todo lo que decía era comprobablemente cierto.

Siendo así, se abría una puerta a lo desconocido: las vidas pasadas y, por consiguiente, la reencarnación. Continuó investigando con más pacientes y explorando los mejores métodos para conseguir que recordasen sus vidas pasadas. Cuando había confirmado esto recibió de nuevo otra sorpresa. 
Durante la regresión de una de sus pacientes, esta cambió la voz y comenzó a hablar en otro tono, con más sabiduría y dulzura. Se trataba, como Weiss comprobaría después, de un Maestro. Un Maestro que aprovechó la hipnosis de la paciente para comunicarse con el psiquiatra a través de ella. Pero antes de seguir, debemos explicar qué es un Maestro o Guía.


La reencarnación implica mucho más que la simple decisión de vivir otra existencia física. En ese período intermedio del que estoy hablando, hay, pues, que considerar varios asuntos.
Cuando la mayoría de la gente piensa en la reencarnación, la considera una progresión lineal en la que el alma se va perfeccionando en cada vida sucesiva, lo cual es una explicación muy simple. Hay un número interminable de variaciones sobre ese tema, variaciones individuales. El proceso de la reencarnación se usa de muchas maneras, por lo tanto, y en ese tiempo de descanso los individuos deben decidir cuál será la manera en que la reencarnación resultaría más efectiva.

Puede que en una vida el intelecto haya tenido expresamente un papel preponderante y esos poderes de la mente hayan llegado tan lejos como el individuo haya podido llevarlos. Esas cualidades son entonces estudiadas a fondo por la totalidad de la personalidad, la cual sopesa cuidadosamente tanto los aspectos benéficos como los perjudiciales del intelecto. A través de la experiencia en otra vida, ese mismo individuo puede especializarse en el desarrollo emocional, y dejar voluntariamente a un lado sus cualidades intelectuales.
                    

Algunos escogerán progresar a un ritmo más fácil y de una manera más equilibrada. Ayudarán a mantener todas las partes de la personalidad trabajando a la vez, por así decirlo, e incluso volverán a encontrarse una y otra vez con personas que han conocido en otras vidas. Resolverán sus problemas con un ritmo más suave, en lugar de hacerlo de una manera «explosiva». Medirán sus pasos, como hacen los bailarines.

Durante ese tiempo de descanso y elección, se dan todo tipo de consejos. Algunas personalidades llegan a reencarnarse antes de lo aconsejado y lo hacen por muchas razones. Suele ser algo desafortunado a corto plazo, ya que la planificación necesaria no ha tenido lugar; pero a largo plazo se pueden aprender grandes lecciones de ese «error». No hay un tiempo programado, pero a pesar de ello es muy poco frecuente que un individuo espere más de tres siglos entre una y otra vida, ya que eso crearía dificultades en la orientación, y debilitaría enormemente los lazos emocionales con la Tierra.

Dicho lo anterior, cuando el ser físico comete el acto del suicidio, se encuentra de inmediato en el lugar de sus terrores, son los infras o infiernos que él mismo ha construido y alimentado, dado sus sistemas de creencias, él mismo se castigará y él mismo decidirá cuándo abandonar esos "valles de lágrimas"o lugares de desolación, hechura de sus egos distorsionados. 
Producto de su imaginación y poder creador, la ignorancia de lo que se es en la totalidad, en la carencia y olvido es lo que le ha llevado a esas desesperaciones sin límites, una falta de conocimiento y amor por él mismo y el resto de la humanidad.
Son desde luego, experiencias que tendrán como resultado final una solución siempre satisfactoria y nada de condenaciones eternas como nos han contado. El ser físico, como decía, al morir a causa del suicidio, desciende por así decirlo a esos valles de muerte, donde recreará las situaciones más insospechadas, se verá por tanto, en un estado de permanente repetición de aquello que menos quería ver, sentir o padecer.
Las ilustraciones de la Edad Media advierten sobre el fuego del infierno con sus demonios y cientos de sabandijas que llegan para el castigo eterno, pero en realidad todo ello son mitologías sembradas a causa del miedo que han infundido los controladores de las conciencias a través de los tiempos.
Solo aquí tendríamos una verdad y es que si nuestra entidad viajera al abandonar el cuerpo físico y con una creencia de implantes infernales, ha alimentado ideas  de culpas y pecados, desde luego que se verá catapultada a experimentar todo tipo de castigos y fatalidades en el "más allá".

Somos creadores y solo vemos afuera lo que sentimos y creemos dentro. 

La creencia en el cielo y el infierno, en ciertas condiciones, puede ser igualmente perjudicial. Algunos se niegan a aceptar la idea del trabajo, el desarrollo y sus retos posteriores, y creen en cambio que la situación convencional del cielo es la única posibilidad que existe. 

Durante algún tiempo pueden realmente habitar un entorno así, hasta que, por propia experiencia, aprendan que la existencia exige el desarrollo, y que un cielo tal sería estéril, aburrido y verdaderamente «mortal». Entonces están preparados para el tiempo de la elección.

Otros pueden insistir en que, debido a sus transgresiones, serán enviados al infierno, y la fuerza de esta creencia es tal, que durante algún tiempo pueden encontrar realmente esas condiciones. Sin embargo, en ambos casos, siempre hay maestros disponibles, que tratan de ayudar para acabar con estas falsas creencias.

En el caso del infierno, los individuos de alguna manera entran en razón más rápidamente, ya que sus propios miedos hacen funcionar dentro de ellos la respuesta liberadora. En otras palabras, su necesidad abre más rápidamente las puertas internas del conocimiento. Por consiguiente, ese estado no dura normalmente tanto como el estado de cielo.


Aun así, ambos estados demoran el tiempo de la elección y de la siguiente existencia. Hay aquí un punto que me gustaría mencionar: en todos los casos, el individuo crea su propia experiencia. Digo esto de nuevo incluso a riesgo de repetirme, ya que éste es un hecho básico de toda conciencia y existencia. No hay «lugares», situaciones o condiciones especiales después de la muerte en los que una personalidad deba tener alguna experiencia.

Los suicidas, por ejemplo, no tienen impuesto ningún «castigo» particular, ni su condición es peor a priori: se los trata como a cualquiera. Sin embargo, cualquier problema no enfrentado en una vida, debe ser enfrentado en otra; pero esto no se aplica sólo a los suicidas.

Un suicida puede provocar su propia muerte debido a que rechaza las específicas condiciones de existencia que él mismo ha escogido. Si es éste el caso, entonces, por supuesto, tendrá que aprender de otro modo. No obstante, muchos otros escogen rechazar la experiencia mientras están en el sistema físico, y cometen un suicidio casi igualmente eficaz mientras están vivos físicamente.

Las condiciones conectadas al acto del suicidio también son importantes, así como la realidad interna y comprensión del individuo. Menciono esto aquí, porque muchas filosofías enseñan que los suicidas se enfrentan a un sino especial, casi vengativo, y no es éste el caso. Sin embargo, si una persona se mata creyendo que ese acto va a anular su conciencia para siempre, esa idea falsa puede retrasar gravemente su progreso, ya que éste se verá intensificado aún más por la culpa.


De nuevo, hay profesores disponibles para explicar la verdadera situación. Se usan varias terapias. Por ejemplo, la personalidad puede ser conducida de nuevo a los acontecimientos previos a la decisión, y se le permite cambiar su decisión. Se le induce un efecto de amnesia, de manera que olvide el suicidio. Sólo más tarde se informa al individuo de su acto, cuando es más capaz de enfrentarse a él y de entenderlo.

Pese a todo, es evidente que estas condiciones son impedimentos para el tiempo de elección. Ni que decir tiene que la obsesión por las cuestiones terrenales también actúa de igual manera. En tales casos, a menudo la personalidad insiste en enfocar sus capacidades perceptivas y energías en la existencia física, como resultado de una negativa psíquica a aceptar la muerte. El individuo conoce bastante bien que está muerto, pero se niega a completar la separación psíquica.

Hay casos, por supuesto, en que los individuos afectados no son conscientes del hecho de la muerte: no es una cuestión de que se nieguen a aceptarla, sino de falta de percepción. Un individuo así estará también obsesionado por los asuntos terrenales, y errará probablemente desconcertado por toda su casa o sus al-rededores. En un caso como éste, evidentemente, el tiempo de la elección también se pospone.

Por consiguiente, el proceso de transición es sumamente variable, al igual que lo es el proceso de la vida física. Muchos de los impedimentos que he mencionado frenan el progreso no sólo después de la muerte, sino también en vuestra existencia física. Esto, ciertamente, debe tenerse en consideración. Una exagerada identificación con las características sexuales también puede retrasar el progreso. 
Si un individuo considera intensamente su identidad como masculina o femenina, puede suceder que se niegue a aceptar el hecho de los cambios sexuales que ocurren en las existencias de reencarnación. Además, este tipo de identificación sexual impide el desarrollo de la personalidad durante la vida física.

Aquellos que crean profundamente que la realidad se crea a sí misma tendrán menos dificultades, y quienes hayan aprendido a entender los mecanismos del estado de sueño y operar con ellos tendrán enormes ventajas. La creencia en el demonio resulta muy desventajosa después de la muerte, al igual que lo es durante la existencia física.
 Una teología de los opuestos es también perjudicial. Si creéis, por ejemplo, que todo bien debe ser equilibrado con el mal, os forzaréis a un sistema de realidad que es sumamente limitador, y que contiene en su interior las semillas de un gran tormento.

Con este artículo no estoy alentando al suicidio, así como tampoco diré que es el fin del Alma, sino que siempre será otra forma para el aprendizaje, pues todo son experiencias válidas para el Ser, aún el suicidio.  
Nuestros guías, que somos nosotros mismos, irán en algún momento en rescate de nuestra Alma atribulada, de tal forma que no quedaremos atrapados.
Estos guías o ángeles le advertirán de sus obstinaciones para así conducirla  a otros remansos y que se recupere para luego tener que reencarnar nuevamente en otro cuerpo físico y en tercera dimensión, pero esta vez con retos más acrecentados, karmas que doblarán la tarea de la vida anterior. Aunque con más experiencia y sabiduría, la entidad viajera deberá así repetir el "curso" y enfrentarse a las mismas pruebas que no pudo superar ni soportar. 
Es un eterno retorno, el de las Almas en constante encuentro,  evolución y expansión para volver a comenzar, pero cada vez más despiertos, conscientes, más humildes, sabios y eternos amantes.

¡¡FELIZ VIAJE A LA FUENTE!!