"Preguntas a Emilio Carrillo".
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El suicidio - Cortos con consciencia de "Preguntas a Emilio Carrillo"
Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤
Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤
Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤
Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤
Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤
Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤
Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤
Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
Mostrando entradas con la etiqueta El Suicidio. Mostrar todas las entradas
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martes, 14 de mayo de 2019
miércoles, 20 de marzo de 2019
¿Por qué sucede el suicidio? ~ Abraham-Hicks en español
sábado, 16 de marzo de 2019
DEJAR DE VIVIR .Sergi Torres - Eckhart Tolle 2 Maestros Recomiendo
¡EL SUICIDIO!👉 Éste video para nosotros es sumamente especial. Y PUEDE HACERNOS VER TODO DE OTRA FORMA .. gracias.💙
miércoles, 6 de marzo de 2019
jueves, 10 de enero de 2019
Entrevista Anji Carmelo – El Suicidio
Anji Carmelo es doctora en Metafísica, autora de varios libros sobre el duelo y el morir. Es una mujer delgada y pequeña que emana una gran fuerza interior, tiene las ideas claras y las explica con naturalidad, pasión y cercanía. Es un placer hablar con ella, siempre te sorprende con un punto de visita totalmente diferente sobre cualquier cuestión. Lleva muchos años ya trabajando en el duelo y el acompañamiento.
Imparte habitualmente charlas y talleres ayudando a las personas a entender su proceso en el duelo y a aceptar la muerte como proceso natural de la vida.
En este vídeo habla sobre el suicidio, rompiendo el tabú que supone un tema como éste. Dando su punto de vista como Doctora en Metafísica y su experiencia como coordinadora de grupos de duelo. Como ella comenta, el duelo por una muerte por suicidio es diferente por la connotación que tiene un acto como es el suicidio. Ha escrito un libro “¿Por qué se ha ido?. Muerte por suicidio, un duelo diferente” para desgranar este procesos y ayudar a las personas a afrontar el suicidio de un ser querido..
Si estás en este proceso, si no entiendes nada y el dolor es grande, escúchale, sus palabras siempre son como una lucecita en el camino, te acompañan para seguir andando.
http://learntodie.net/es/entrevista-anji-carmelo-el-suicidio/
domingo, 18 de noviembre de 2018
jueves, 25 de octubre de 2018
Anji Carmelo habla sobre el suicidio
Imparte habitualmente charlas y talleres ayudando a las personas a entender su proceso en el duelo y a aceptar la muerte como proceso natural de la vida.
En este vídeo habla sobre el suicidio, rompiendo el tabú que supone un tema como éste. Dando su punto de vista como Doctora en Metafísica y su experiencia como coordinadora de grupos de duelo. Como ella comenta, el duelo por una muerte por suicidio es diferente por la connotación que tiene un acto como es el suicidio. Ha escrito un libro “¿Por qué se ha ido?. Muerte por suicidio, un duelo diferente” para desgranar este procesos y ayudar a las personas a afrontar el suicidio de un ser querido.
Clic aquí: https://youtu.be/5bQXIXR4o1M
miércoles, 9 de mayo de 2018
lunes, 30 de abril de 2018
lunes, 9 de abril de 2018
jueves, 22 de marzo de 2018
lunes, 12 de marzo de 2018
miércoles, 28 de febrero de 2018
Cómo ayudar a la familia tras una muerte traumatica
El dolor que experimenta una familia tras la muerte de uno de sus miembros
se incrementa hasta niveles casi insoportables cuando ésta se ha producido por
un suicidio. Las muertes violentas, y en particular el suicidio, son
las más difíciles de aceptar. Se buscan explicaciones, se pretende
encontrar culpables, no se sabe cómo mitigar una angustia que se muestra
aturdidora.
El efecto del suicidio en la familia constituye una tragedia devastadora
que provoca serios destrozos en la vida de los sobrevivientes, introduciéndoles
en un duelo, por regla general, muy traumatizante y prolongado. Sobre todo en
el caso de las madres, al tener más interiorizado su papel tradicional de
cuidadoras, encuentran muchas dificultades para entender que sus desvelos, sus
cuidados, sus intentos de protección y sus esfuerzos de contención hayan sido
ineficaces a la hora de evitar la tragedia.
Por otra parte, la mayoría de las familias viven el suicidio como
un verdadero estigma que les llena de vergüenza y que no les es fácil
sobrellevar. Y esto parece ser así incluso aunque desde el entorno se evite
todo señalamiento negativo y se les trasmita todo el apoyo posible. Así, en
ocasiones, se busca enmascarar una realidad extremadamente dolorosa y se
fabrica un verdadero tabú respecto a lo que en verdad le ocurrió a la
víctima, ocultando la causa real de la muerte. No deja de ser una forma de
protección de algo que no se quiere aceptar porque resulta más amenazante de lo
que uno está dispuesto o capacitado para soportar.
Aquel terapeuta que pretenda ayudar a la familia para superar de manera
adecuada el proceso de duelo por un suicidio necesita manejar una serie de
pautas terapéuticas para facilitar la evolución psicológica de los familiares
en las diversas etapas y evitar así la aparición de duelos patológicos.
Pero conviene entender que no existen panaceas ni remedios infalibles. Cada
ser humano es distinto y reacciona ante un mismo evento de manera original. Y,
por otra parte, es evidente que el impacto no será el mismo para los hijos del
suicida que para sus hermanos, padres o pareja.
Algunos principios generales de intervención inmediata en los casos de
suicidio serían los siguientes:
1.- Acompañar a la familia en algunas tareas fundamentales:
- Reconocimiento
compartido de la realidad de la muerte y del modo
como ésta se produjo (confrontación directa, ritos funerarios, visitas a
la tumba…)
- Experiencia
compartida del dolor y la pena. Será preciso
captar, comprender y respetar la expresión de sentimientos complejos y
contradictorios (ira, decepción, desamparo, alivio, culpa…) presentes, en
mayor o menor grado, en las relaciones familiares tras haberse producido
el hecho luctuoso.
- Reorganizar
el sistema familiar reestructurando
las relaciones para compensar la pérdida.
- Abrirse
a nuevas relaciones y
vivir abiertos a nuevas metas en la vida. En el proceso de duelo (un año o
dos como mínimo) cada estación, cada fiesta o acontecimiento evoca la
pérdida. Habrá que evitar que la idealización del muerto, la sensación de
deslealtad o el miedo a otras pérdidas impida contraer nuevos vínculos o
empuje a abandonar compromisos.
2.- Trabajar para atemperar el sistema impulsivo y preparar a los más
jóvenes para que sean capaces de tolerar las inevitables frustraciones
que acompañan a toda vida humana. Es importante ayudarles a entender
que el sufrimiento, el fracaso en el logro de objetivos, las contrariedades y
los conflictos son experiencias dolorosas con las que es preciso contar.
Deben, por lo tanto, ser integradas como componentes inevitables de la vida y
pueden ser manejadas de forma constructiva sin dejarse arrastrar por los senderos
sombríos de la autoaniquilación.
3.- Ayudar a la familia para que comprenda que el suicidio estuvo
relacionado con la enfermedad y no con fallos en los que,
inevitablemente, ellos hubieran podido incurrir. Parece que explicar la muerte
por suicidio como un síntoma de una enfermedad mental puede disminuir el riesgo
de la imitación, mecanismo que, según se ha comprobado, puede inducir a algún
otro miembro de la unidad familiar a seguir el mismo camino que el suicida.
4.- Separar la forma de la muerte del muerto mismo. J. Montoya Carrasquilla subraya que en
la muerte por suicidio es preciso separar la forma de la muerte del muerto
mismo; hay que rescatar al occiso de la forma en que ha muerto, diferenciar su
vida del modo de morir. Conviene hacer esa distinción para que se produzca el
proceso de sanación. Es preciso hacer aflorar el convencimiento de que lo que
realmente importa no es la manera como murió el ser querido, sino el hecho de
que ya no está. Por lo tanto el trabajo terapéutico de recuperación y de duelo
debe hacerse por su ausencia y no por su modo de morir.
5.- Conocer la estructura global de la familia y la posición funcional de
la persona que muere. Si eso es importante, en general, para todo aquel que pretende ayudar
a una familia, y fundamental para quien se propone hacerlo con quienes han
perdido uno de sus miembros, se convierte en imprescindible cuando el muerto lo
es por suicidio. Pretender tratar todas muertes del mismo modo constituye un
craso error. Fundamentalmente porque no basta con orientar la ayuda, de acuerdo
a nociones corrientes de duelo, a la expresión abierta del dolor. Es preciso
conocer el modelo de relación que utiliza la familia, su grado de cohesión, el
tipo de comunicación más o menos sano que mantienen entre sí sus integrantes y
que mantenían con el difunto, el papel más o menos relevante que éste
desempeñaba, su posible función como mantenedor homeostático de la estructura
familiar, etc., etc…
6.- Ayudar a vencer los mecanismos de negación. Es importante también que el terapeuta
tenga un buen control de su propia emotividad y acompañe a la familia para que
ésta vaya logando superar sus naturales mecanismos de negación. Parece
conveniente (Bowen) no rehusar términos directos como “muerte”, “morir”,
“enterrar” o “suicidio”, evitando otros menos directos como “el que se fue”,
“el que ya no está”… La utilización de expresiones claras sirven para señalar
que se es capaz de hablar con naturalidad de este tema por más doloroso que
resulte y ayuda a los demás a sentirse cómodos y a abrir sistemas emocionales cerrados. Los
vocablos alusivos pretenden suavizar la realidad de una muerte traumática, pero
contribuyen a la confusión y a no enfrentarse a una dolorosa realidad que no
deja de existir por más que se pretenda edulcorarla o enmascararla.
7.- Facilitar la expresión de los sentimientos. Una acción terapéutica fundamental
es permitir la expresión del dolor estimulando sus manifestaciones sobre todo
en aquellos familiares que tratan de mantener un control excesivo sobre sus
emociones.
8.- Priorizar el duelo. En el trabajo con familias que deben abordar duelos difíciles es
importante ayudarles a “priorizar el duelo”, algo así como “establecer una
jerarquía de dolientes” que impida la usurpación del dolor por parte de
familiares que, no siendo los más afectados, tienden, debido a su peculiar
personalidad, a comportarse como si fueran los que más sufren restando
protagonismo y atención a quienes verdaderamente más la necesitan. Habrá
que hacer un trabajo de contención de las personalidades histriónicas que, como
se dice popularmente, desearían ser el niño en el bautizo, la novia en la boda
y el muerto en el entierro. Es importante lograr la solidaridad de toda la
familia para que brinde su apoyo emocional al “doliente priorizado” (padre,
madre, esposo/a, hijos…) incrementando así sus actitudes altruistas y su
disposición de acompañamiento a quien realmente es más menesteroso.
9.- Adquiere una especial importancia el apoyo a la familia respecto al
manejo que ésta debe hacer de los sentimientos de culpabilidad. A
este respecto convendría tener en cuenta:
- Que la
culpa es una fase habitual por la que pasan todos cuantos pierden
un ser querido. Es conveniente ‘normalizar’ este sentimiento y vivir como
algo natural el hecho de preguntarse qué se hizo mal o qué se dejó de hacer
bien.
- Que,
aunque se produjo en ese determinado momento, el suicidio pudo
también haber ocurrido antes y si realmente no sucedió así en ello
tuvieron mucho que ver los desvelos y los cuidados que
generosamente brindó en su momento la familia. Es este un aspecto que
conviene destacar.
- Que si
el propio suicida jamás deseó padecer la enfermedad que le llevó a la
muerte, tampoco tiene ninguna lógica cargar sobre las espaldas de la
familia, del médico, del psicólogo o del psiquiatra una decisión que ni
desearon, ni alentaron.
La familia tendrá que entender que no era fácil, ni posible evitar lo que
finalmente sucedió. El ser humano acaba haciendo lo que desea y nadie se lo
puede impedir. No es razonable vivir encadenado al otro para evitar una posible
tragedia. La vida en esas condiciones no tendría sentido y el simple
planteamiento de una situación de esa naturaleza resulta absolutamente absurdo.
Además nadie puede hacerse responsable, de forma definitiva, de la vida de otro
salvo que se trate de un niño o de un demente y ello con matices y aceptando
que, incluso en esos casos, hay circunstancias que escapan a nuestro control y
no son, por tanto, previsibles.
Es igualmente imprescindible tener en cuenta un contexto más amplio que el
de la propia familia. Es éste un principio desculpabilizador que permite
entender, por una parte, que toda persona es libre y responsable de sus actos
y, por otra, que la matriz social en la que una persona toma sus decisiones no
está constituida exclusivamente por el entorno familiar.
Será también fundamental trabajar todo lo referente al complejo mundo de
los límites que las familias muy aglutinadas o fusionadas tienden
peligrosamente a diluir. Eso facilitará la comprensión de un “sí-mismo”
independiente y la responsabilidad de cada uno frente a ese “sí-mismo”. Habrá
que aprender a aceptar que cada uno es dueño de su propio destino y señor de
sus propias decisiones. Por lo tanto, el amor y la proximidad afectiva no
implican que uno deba sentirse corresponsable, y mucho menos culpable, de las
conductas que uno desaprueba en aquellos a quienes ama.
Un último recurso sería procurar que el culpabilizado caiga en la cuenta de
que él no le inculcó, en ningún caso, la idea suicida, ni le facilitó los
medios para ejecutar el suicidio, sino que, por el contrario, se esforzó por modificar su manera de ser, le
aconsejó lo mejor que pudo y sufrió y padeció a causa del carácter difícil del
difunto.
10.- Señalar, finalmente, como algo importante la necesidad de dar
tiempo al tiempo.Es tarea fundamental del terapeuta trasmitir
serenidad. Los procesos de duelo no pueden ni
ahorrarse, ni precipitarse porque cuando se cierran en falso se convierten en
fuente de patologías. La familia tendrá que comprender que no
existe receta mágica que pueda liberarle del dolor de la separación, máxime
cuando ésta ha sobrevenido de forma inesperada y violenta. Habrá que confiar en
el valor analgésico del paso del tiempo y en sus efectos terapéuticos.
J. J. RUIZ
Terapeuta familiar
Terapeuta familiar
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suicidio para la familia
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más riesgo de suicidarse?
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en una crisis suicida
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una persona con depresión?
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una persona con depresión para ayudarle?
Fuente: http://www.cuidatusaludemocional.com/suicidio.html
lunes, 26 de febrero de 2018
Conversaciones con Dios libro 3, extracto
En realidad,
la vida es eterna, ¿no es así?
Lo es con toda
seguridad.
No tiene
final.
No lo tiene.
La reencarnación es un
hecho.
Lo es. Puedes
regresar a tu forma mortal, esto es, una forma física que puede “morir”,
siempre y cuando lo desees.
¿Decidimos cuando
deseamos regresar?
“Sí”
y “cuando”, sí.
¿Decidimos
también cuando deseamos partir? ¿Elegimos cuando deseamos morir?
Ninguna experiencia
se impone a ningún alma contra su voluntad. Por definición, esto
no es posible, puesto que el alma crea cada experiencia.
El alma
no desea nada. El alma lo tiene todo. Toda la sabiduría,
todo el conocimiento, todo el poder y toda la gloria.
El alma es la parte de Ti que nunca duerme, que nunca olvida.
¿ El alma
desea que el cuerpo muera ? No. El deseo del alma
es que tú nunca mueras. Sin embargo, el alma dejará
el cuerpo, cambiará su forma corporal, dejando atrás casi todo
el cuerpo material, de un momento a otro, cuando no vea
el propósito de permanecer en esa forma.
Si es el
deseo del alma que nunca muramos, ¿por qué morimos?
No mueren
simplemente, cambian de forma.
Si el deseo
del alma es que nunca hagamos eso, ¿por qué lo hacemos ?
¡Ése no es
el deseo del alma!
¡Ustedes son
“cambiadores de forma”!
Cuando ya no
tiene ninguna utilidad permanecer en una forma particular, el alma
cambia de forma, deseosamente, voluntariamente, alegremente, y
se mueve en la Rueda Cósmica.
¿Alegremente?
Con gran alegría.
¿Ningún alma
lamenta morir ?
Ningún alma
muere... jamás.
Me refiero
a que, ¿ningún alma siente pesar porque su forma física actual esté
cambiando, porque esté a punto de “morir”?
El cuerpo
nunca “muere”, simplemente cambia de forma con el alma. Sin embargo,
comprendo a lo que te refieres y por el momento, utilizo
el vocabulario que ustedes han establecido.
Si tienen una
comprensión clara de lo que desean crear, en relación con lo que
eligieron llamar la otra vida o si tienen un conjunto claro
de creencias que apoye la experiencia después de la muerte
de reunirse con Dios, entonces, no, el alma nunca lamenta lo que
ustedes llaman muerte.
La muerte
en ese caso es un momento glorioso; una experiencia maravillosa.
El alma puede ahora volver a su forma natural, a su estado
normal. Hay una ligereza increíble; una sensación de libertad total;
ninguna limitación y un conocimiento de la Unidad que
de inmediato es dichosa y sublime.
No e posible
que el alma lamente tal cambio.
Entonces, ¿estás
diciendo que la muerte es una experiencia feliz?
Sí, siempre, para
el alma que desea que lo sea.
Si el alma
desea tanto estar fuera del cuerpo, ¿por qué no lo deja simplemente?
¿Por qué espera?
No dije que
el alma “desea estar fuera del cuerpo”, dije que el alma
se alegra cuando está afuera. Son dos cosas diferentes.
Puedes estar feliz
haciendo una cosa y feliz haciendo otra. El hecho de que
té alegre hacer la segunda, no significa que eres infeliz
haciendo la primera.
El alma
no es infeliz al estar con el cuerpo. Por el contrario,
al alma le agrada estar en tu forma actual. Eso no excluye
la posibilidad de que el alma pudiera sentirse igualmente
contenta si se desconectara del cuerpo.
Es obvio que
hay mucho acerca de la muerte que yo no comprendo.
Sí y esto
es porque no te gusta pensar en ella. Sin embargo, debes
contemplar la muerte y la pérdida en el instante en que
percibas cualquier momento de vida o no habrás percibido
la vida, sino que sólo habrás conocido la mitad de ésta.
Cada momento
termina en el instante en que empieza. Si no comprendes esto,
no comprenderás lo exquisito que hay en esto y no llamarás
común al momento.
Cada interacción
“empieza para terminar” en el instante en que “comienza
a empezar”. Sólo cuando hayas contemplado y comprendido profundamente
esto, se abrirá ante ti el tesoro total de cada momento y
de la vida en sí.
La vida
no puede darse a ti, si no comprendes la muerte. Debes
hacer algo más que comprenderla. Debes amarla, incluso como amas
la vida.
Tu tiempo con
cada persona se glorificará, si piensas que fue tu último momento
con esa persona. Tu experiencia de cada momento mejorará sin medida,
si piensas que fue ese último momento. Tu negativa a contemplar
tu propia muerte conduce a tu negativa a contemplar
tu propia vida.
No la ves como
es. Pierdes el momento y todo lo que éste tiene para
ti. Miras al pasarlo, en lugar de ver a través de él.
Cuando observas
algo con detenimiento, ves a través de eso. Contemplar una cosa con
detenimiento es ver a través de ella. Entonces, la ilusión
deja de existir. Entonces ves una cosa como lo que realmente es. Sólo
entonces puedes disfrutarla en verdad, esto es, darle alegría.
(“Disfrutar” es hacer que algo sea alegre.)
Incluso, puedes
disfrutar la ilusión entonces, ¡ porque sabrás que es una
ilusión y que es la mitad del disfrute ! Es el hecho
de que pienses que es real lo que te causa todo
el dolor.
Nada
es doloroso, si comprendes que no es real. Permite que repita
esto.
Nada
es doloroso, si comprendes que no es real.
Es como una
película, un drama, actuado en el escenario de tu mente. Estas creando
la situación y a los personajes. Estás escribiendo las líneas.
Nada
es doloroso en el momento que comprendes que nada es real.
Esto es tan
cierto como la muerte y como la vida.
Cuando comprendes
que la muerte es también una ilusión, entonces, podrás decir: “Oh,
muerte, ¿ dónde está tu desenlace ?”
¡ Puedes
incluso disfrutar la muerte ! Puedes incluso
disfrutar la muerte de otra persona.
¿ Eso parece
extraño ? ¿ Parece una cosa extraña para decirla ?
Sólo si no
comprendes la muerte y la vida.
La muerte
nunca es un final, sino que siempre es un principio. Una muerte
es una puerta que se abre, no una puerta que se cierra.
Cuando comprendas
que la vida es eterna, comprenderás que la muerte es tu
ilusión, que te mantiene muy preocupado y, por lo tanto, te ayuda
a creer que eres tu cuerpo. Sin embargo, no eres tu cuerpo
y, por lo tanto, la destrucción de tu cuerpo no te
preocupa.
La muerte
debería enseñarte lo que es real en la vida. La vida
te enseña que lo que es inevitable no es la muerte,
sino lo transitorio.
Lo transitorio
es la única verdad.
Nada
es permanente. Todo está cambiando, en cada instante, en cada
momento.
No podría
haber nada permanente, porque incluso el concepto de permanencia
depende de lo transitorio para tener algún significado. Por lo tanto, incluso
la permanencia es transitoria. Observa esto con detenimiento.
Contempla esta verdad. Compréndela y comprenderás a Dios.
Éste es el
Dharma, éste es el Buda. Éste es el Dharma Buda. Ésta es la
enseñanza y el maestro. Ésta es la lección y el maestro. Éste
es el objeto y el observador, convertidos en uno.
Nunca han
sido otra cosa que Uno. Eres tu quién los
ha separado, para que tu vida pudiera desplegarse ante ti.
Sin embargo,
al observar tu propia vida desplegarse ante ti, tú no
te despliegas. ¡ Manténte junto a tu Yo !
¡ Ve la ilusión ! ¡ Disfrútala” !
No obstante, ¡ no te conviertas en ella !
No eres
la ilusión, sino el creador de ésta.
Estás en este
mundo. No eres de él.
Utiliza
tu ilusión de la muerte. ¡ Utilízala ! Permita que
sea la llave que abra hacia más vida.
Si ves
la flor como si muriera, la veras con tristeza.
No obstante, si ves la flor como parte de un árbol completo
que está cambiando y que pronto dará frutos, verás la verdadera
belleza de la flor. Cuando comprendas que el florecer
y marchitar de la flor es una señal de que el árbol
está listo para dar frutos, entonces comprenderás la vida.
Observa esto con
detenimiento y verás que la vida está en su propia metáfora.
Recuerda siempre
que no eres la flor, que ni siquiera eres el fruto. Eres
el árbol y tus raíces son profundas, fijadas en Mí. Soy
la tierra de la cual brotaste y tus flores y frutos
regresarán a Mí, creando tierra más rica. Así, la vida engendra vida
y no puede conocer la muerte jamás.
Eso es muy
Hermoso. Es muy hermoso. Gracias. ¿Podrías hablarme ahora sobre algo que
me preocupa? Necesito hablar sobre el suicidio. ¿Por qué existe
ese tabú en contra de terminar con la propia vida?
En realidad, ¿por
qué está allí?
¿Quieres decir que no es malo suicidarse?
No puedo
responder esta pregunta a satisfacción tuya, porque en sí contiene
dos conceptos falsos; se basa en dos suposiciones falsas; contiene
dos errores.
La primera
suposición falsa es que existe el “bien” y el “mal”.
La segunda suposición falsa es que es posible matar. Por
lo tanto, tu pregunta en sí se desintegra en el
momento en que se divide.
El “bien” y
el “mal” son polaridades filosóficas en el sistema de valor
humano, que no tienen nada que ver con la realidad final
(un punto que he explicado repetidas veces en este diálogo). Más
aún, ni siquiera hay bases constantes dentro de su propio sistema,
sino valores que continúan cambiando de vez en cuando.
Ustedes hacen
el cambio, cambian su mente respecto a estos valores, según
su conveniencia (lo que es correcto que hagan, como seres
en evolución); sin embargo, en cada paso a lo largo del camino
insisten en que no han hecho esto y que son sus valores incambiables los
que forman los cimientos de la integridad de su sociedad. Por
lo tanto, han construido su sociedad sobre una paradoja. Continúan
cambiando sus valores, mientras proclaman que ¡ son valores incambiables
los que... valoran !
La respuesta
a los problemas presentados por esta paradoja no es arrojar agua fría
sobre la arena, en un intento de convertirla en concreto,
sino celebrar el cambio de la arena. Celebrar su belleza,
mientras conserva la forma de su castillo, pero celebrar también
la nueva forma y apariencia que toma cuando sube la marea.
Celebren las arenas
que cambian cuando forman las nuevas montañas que escalarán y en la cima
de las cuales y con las cuales construirán nuevos castillos. Sin
embargo, comprendan que estas montañas y estos castillos son momentos
para cambiar, no para permanecer.
Glorifiquen
lo que son hoy, más no condenen lo que fueron ayer,
no eviten lo que puedan llegar a ser mañana.
Comprendan que
“bien” y “mal” son invenciones de su imaginación y que
“correcto” e “incorrecto” son sólo anuncios de sus últimas
preferencias e imaginaciones.
Por ejemplo,
respecto al asunto de suicidarse, es la imaginación actual
de la mayoría de la gente en su planeta la que dicta que
“no es correcto” hacer eso.
De manera
similar, muchos de ustedes aún insisten en que no es correcto
ayudar a una persona que desea terminar con su vida.
En ambos casos
dicen que esto debe ser “contra la ley”. Es probable que hayan
llegado a esta conclusión porque la terminación de la vida
ocurre relativamente rápido. Las acciones que terminan con la vida durante
un período más prolongado no son contra la ley, a pesar de que
logran el mismo resultado.
Así, si una
persona en su sociedad se suicida con una pistola, los miembros
de su familia pierden los beneficios del seguro. Si se suicida con
cigarros, no los pierden.
Si un médico
los ayuda a suicidarse, lo llaman asesino, mientras que si una
compañía tabacalera lo hace, lo llaman comercio.
Con ustedes parece
que sólo es cuestión de tiempo. La legalidad de la
autodestrucción, lo “correcto” o “incorrecto” de esto, parece
tener mucho que ver con la rapidez con que se lleve
a cabo la acción, así como quién la ejecuta. Mientras más rápida
es la muerte, más “errónea” parece ser. Mientras más lenta es la
muerte, se acerca más a lo “correcto”.
En forma
interesante, esto es exactamente lo opuesto a lo que una
sociedad verdaderamente humana concluiría. De acuerdo con cualquier
definición razonable de lo que llaman “humano”, mientras más pronto sea
la muerte, mejor. No obstante, su sociedad castiga
a aquellos que intentan hacer lo que es humano
y recompensan a aquellos que hacen lo que no es cuerdo.
No es cuerdo
pensar que lo que Dios desea es el sufrimiento continuo y que
un final humano rápido a ese sufrimiento es “malo”.
“Castigan
lo humano y recompensan lo demente”.
Éste es un
lema que sólo una sociedad de seres con comprensión limitada podría
aceptar.
Envenenan
su sistema inhalando carcinógenos, envenenan su sistema ingiriendo
comida tratada con sustancias químicas que a la larga los matarán
y envenenan su sistema respirando el aire que continuamente
contaminan. Envenenan su sistema en cien formas diferentes
a través de mil momentos diferentes y hacen esto sabiendo
que estas sustancias no son buenas para ustedes. Sin embargo, debido
a que tardan mucho tiempo para matarlos, se suicidan con
impunidad.
Si
se envenenan con algo que funciona con mayor rapidez, se dice que
hicieron algo contra la ley moral.
Les diré
esto: No es más inmoral matarse rápidamente que matarse lentamente.
Por
lo tanto, ¿una persona que termina con su propia vida, no la
castiga Dios?
Yo no castigo.
Yo amo.
¿Qué hay entonces
acerca de la afirmación que se escucha con frecuencia acerca
de que aquellos que piensan que van a “escapar” de su
predicamento o que van a terminar su condición, con
el suicidio sólo descubren que están enfrentando el mismo
predicamento o condición en la otra vida y, por este motivo,
no escaparon ni terminaron con nada?
Su experiencia
que ustedes llaman vida después de la muerte es un reflejo de su
consciencia, en el momento en que entran en ésta. Sin embargo,
siempre son seres con libre albedrío y pueden alterar su experiencia
cuando lo decidan.
Entonces, ¿los
seres queridos que terminaron con su vida física se encuentran bien?
Sí. Están muy
bien.
Hay un libro
maravilloso sobre este tema, llamado Stephen lives, de Anne Puryear. Trata
de su hijo, quien se suicidó cuando era adolescente. A muchas
personas les ha sido útil.
Anne Puryear
es una mensajera maravillosa, al igual que su hijo.
Entonces, ¿puedes
recomendar este libro ?
Es un libro
importante. Dice más sobre este tema, de lo que estamos diciendo aquí
y aquellos que tienen heridas profundas o acontecimientos alrededor
de la experiencia de un ser amado que se quitó la vida
estarán abiertos a la curación a través de este libro.
Es triste
que tengamos heridas o asuntos profundos, aunque creo que gran parte
de esto es resultado de lo que nuestra sociedad nos “ha dicho”
sobre el suicidio.
En
su sociedad, a menudo no ven las contradicciones de sus
propias construcciones morales. La contradicción entre hacer cosas que
saben perfectamente que van a acortar su vida, pero las hacen con
lentitud y hacer cosas que acortarán su vida con rapidez, es una
de las más intensas en la experiencia humana.
Neale Donald Walsch
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Sabiduría
martes, 20 de febrero de 2018
El Suicidio, La Reencarnación y La Conciencia Eterna
Por muchos siglos se nos ha dicho y se he
mantenido esa creencia de que el suicida va derecho al infierno, que no tiene
salvación y por tanto, toda esperanza muere para el alma irremediablemente
al cometer ese acto.
Ni sí, ni no. Lo
primero que debemos tener en cuenta es que el Alma es inmortal
y con libre albedrío, está en constante expansión y experiencia,
sumergida en una dualidad que debería integrar, para así poder trascender la
llamada Rueda del Samsara y que por fin cesen los ciclos
de reencarnaciones.
PROCESO
PEDAGÓGICO Y EL DRAMA DE LA REENCARNACIÓN
Algunos
místicos creen que la reencarnación no es más que una manera pedagógica que
tiene el Ser consciente para crecer, aprender y por tanto evolucionar. Otras
fuentes advierten que es una forma de quedar atrapados por eternidades en esta
Rueda del Samsara y por tanto, una auténtica trampa para alimentar energías y
entidades oscuras en otros planos dimensiones del bajo astral.
De
todas maneras lo cierto es que es un hecho, diversas culturas y religiones en
todo el mundo la sostienen como parte esencial de
su doctrina milenaria.
En
nuestro mundo occidental se destaca el trabajo realizado por el conocido
médico norteamericano
Brian Weiss que afirma de su existencia, él era
un hombre científico interesado en solucionar los problemas mentales de sus
pacientes y que jamás se había preocupado por temas como la
reencarnación.
Para ayudar mejor a
sus pacientes, este psiquiatra decidió usar en terapia la hipnosis, un método
muy alejado de lo que vemos en televisión y que usan los grandes profesionales
con sus pacientes. La finalidad de la hipnosis es que el sujeto se relaje
completamente y sea capaz de recordar cosas de su pasado que le han
traumatizado (no entraré en más detalles sobre esto).
Durante
una de esas hipnosis, una paciente comenzó a recordar cosas de otra época, de
otra vida. Weiss quedó muy sorprendido por esto y continuó investigando a
la paciente, la cual describía con todo detalle sus vidas anteriores. En
hipnosis es imposible mentir, por lo que todo lo que decía era comprobablemente
cierto.
Siendo así, se abría una puerta a lo desconocido: las vidas pasadas y, por consiguiente, la reencarnación. Continuó investigando con más pacientes y explorando los mejores métodos para conseguir que recordasen sus vidas pasadas. Cuando había confirmado esto recibió de nuevo otra sorpresa.
Durante
la regresión de una de sus pacientes, esta cambió la voz y comenzó a hablar en otro
tono, con más sabiduría y dulzura. Se trataba, como Weiss comprobaría después,
de un Maestro. Un Maestro que aprovechó la hipnosis de la paciente para
comunicarse con el psiquiatra a través de ella. Pero antes de seguir, debemos
explicar qué es un Maestro o Guía.
La
reencarnación implica mucho más que la simple decisión de vivir otra existencia
física. En ese período intermedio del que estoy hablando, hay, pues, que
considerar varios asuntos.
Cuando
la mayoría de la gente piensa en la reencarnación, la considera una progresión
lineal en la que el alma se va perfeccionando en cada vida sucesiva, lo cual es
una explicación muy simple. Hay un número interminable de variaciones sobre ese
tema, variaciones individuales. El proceso de la reencarnación se usa de muchas
maneras, por lo tanto, y en ese tiempo de descanso los individuos deben decidir
cuál será la manera en que la reencarnación resultaría más efectiva.
Puede que en una vida el intelecto haya tenido expresamente un papel preponderante y esos poderes de la mente hayan llegado tan lejos como el individuo haya podido llevarlos. Esas cualidades son entonces estudiadas a fondo por la totalidad de la personalidad, la cual sopesa cuidadosamente tanto los aspectos benéficos como los perjudiciales del intelecto. A través de la experiencia en otra vida, ese mismo individuo puede especializarse en el desarrollo emocional, y dejar voluntariamente a un lado sus cualidades intelectuales.
Puede que en una vida el intelecto haya tenido expresamente un papel preponderante y esos poderes de la mente hayan llegado tan lejos como el individuo haya podido llevarlos. Esas cualidades son entonces estudiadas a fondo por la totalidad de la personalidad, la cual sopesa cuidadosamente tanto los aspectos benéficos como los perjudiciales del intelecto. A través de la experiencia en otra vida, ese mismo individuo puede especializarse en el desarrollo emocional, y dejar voluntariamente a un lado sus cualidades intelectuales.
Algunos
escogerán progresar a un ritmo más fácil y de una manera más equilibrada.
Ayudarán a mantener todas las partes de la personalidad trabajando a la vez,
por así decirlo, e incluso volverán a encontrarse una y otra vez con personas
que han conocido en otras vidas. Resolverán sus problemas con un ritmo más
suave, en lugar de hacerlo de una manera «explosiva». Medirán sus pasos, como
hacen los bailarines.
Durante
ese tiempo de descanso y elección, se dan todo tipo de consejos. Algunas
personalidades llegan a reencarnarse antes de lo aconsejado y lo hacen por
muchas razones. Suele ser algo desafortunado a corto plazo, ya que la
planificación necesaria no ha tenido lugar; pero a largo plazo se pueden
aprender grandes lecciones de ese «error». No hay un tiempo programado, pero a
pesar de ello es muy poco frecuente que un individuo espere más de tres siglos
entre una y otra vida, ya que eso crearía dificultades en la orientación, y
debilitaría enormemente los lazos emocionales con la Tierra.
Dicho
lo anterior, cuando el ser físico comete el acto del suicidio, se encuentra de
inmediato en el lugar de sus terrores, son los infras o infiernos que él mismo
ha construido y alimentado, dado sus sistemas de creencias, él
mismo se castigará y él mismo decidirá cuándo abandonar esos "valles de
lágrimas"o lugares de desolación, hechura de sus
egos distorsionados.
Producto de su
imaginación y poder creador, la ignorancia de lo que se es en la totalidad, en
la carencia y olvido es lo que le ha llevado a esas desesperaciones
sin límites, una falta de conocimiento y amor por él mismo y el resto de la
humanidad.
Son
desde luego, experiencias que tendrán como resultado final
una solución siempre satisfactoria y nada de condenaciones
eternas como nos han contado. El ser físico, como decía, al morir
a causa del suicidio, desciende por así decirlo a esos valles de
muerte, donde recreará las situaciones más insospechadas, se verá por tanto, en
un estado de permanente repetición de aquello que menos quería ver, sentir o
padecer.
Las
ilustraciones de la Edad Media advierten sobre el fuego del infierno con sus
demonios y cientos de sabandijas que llegan para el castigo eterno, pero en
realidad todo ello son mitologías sembradas a causa del
miedo que han infundido los controladores de las conciencias a través de los
tiempos.
Solo aquí tendríamos
una verdad y es que si nuestra entidad viajera al abandonar el cuerpo físico y
con una creencia de implantes infernales, ha alimentado ideas de culpas y
pecados, desde luego que se verá catapultada a experimentar todo tipo de
castigos y fatalidades en el "más allá".
Somos creadores y solo vemos afuera lo que sentimos y creemos dentro.
La
creencia en el cielo y el infierno, en ciertas condiciones, puede ser
igualmente perjudicial. Algunos se niegan a aceptar la idea del trabajo, el
desarrollo y sus retos posteriores, y creen en cambio que la situación
convencional del cielo es la única posibilidad que existe.
Durante algún tiempo
pueden realmente habitar un entorno así, hasta que, por propia experiencia,
aprendan que la existencia exige el desarrollo, y que un cielo tal sería
estéril, aburrido y verdaderamente «mortal». Entonces están preparados para el
tiempo de la elección.
Otros pueden insistir en que, debido a sus transgresiones, serán enviados al infierno, y la fuerza de esta creencia es tal, que durante algún tiempo pueden encontrar realmente esas condiciones. Sin embargo, en ambos casos, siempre hay maestros disponibles, que tratan de ayudar para acabar con estas falsas creencias.
En el caso del infierno, los individuos de alguna manera entran en razón más rápidamente, ya que sus propios miedos hacen funcionar dentro de ellos la respuesta liberadora. En otras palabras, su necesidad abre más rápidamente las puertas internas del conocimiento. Por consiguiente, ese estado no dura normalmente tanto como el estado de cielo.
Aun así, ambos estados demoran el tiempo de la elección y de la siguiente existencia. Hay aquí un punto que me gustaría mencionar: en todos los casos, el individuo crea su propia experiencia. Digo esto de nuevo incluso a riesgo de repetirme, ya que éste es un hecho básico de toda conciencia y existencia. No hay «lugares», situaciones o condiciones especiales después de la muerte en los que una personalidad deba tener alguna experiencia.
Los suicidas, por ejemplo, no tienen impuesto ningún «castigo» particular, ni su condición es peor a priori: se los trata como a cualquiera. Sin embargo, cualquier problema no enfrentado en una vida, debe ser enfrentado en otra; pero esto no se aplica sólo a los suicidas.
Un suicida puede provocar su propia muerte debido a que rechaza las específicas condiciones de existencia que él mismo ha escogido. Si es éste el caso, entonces, por supuesto, tendrá que aprender de otro modo. No obstante, muchos otros escogen rechazar la experiencia mientras están en el sistema físico, y cometen un suicidio casi igualmente eficaz mientras están vivos físicamente.
Otros pueden insistir en que, debido a sus transgresiones, serán enviados al infierno, y la fuerza de esta creencia es tal, que durante algún tiempo pueden encontrar realmente esas condiciones. Sin embargo, en ambos casos, siempre hay maestros disponibles, que tratan de ayudar para acabar con estas falsas creencias.
En el caso del infierno, los individuos de alguna manera entran en razón más rápidamente, ya que sus propios miedos hacen funcionar dentro de ellos la respuesta liberadora. En otras palabras, su necesidad abre más rápidamente las puertas internas del conocimiento. Por consiguiente, ese estado no dura normalmente tanto como el estado de cielo.
Aun así, ambos estados demoran el tiempo de la elección y de la siguiente existencia. Hay aquí un punto que me gustaría mencionar: en todos los casos, el individuo crea su propia experiencia. Digo esto de nuevo incluso a riesgo de repetirme, ya que éste es un hecho básico de toda conciencia y existencia. No hay «lugares», situaciones o condiciones especiales después de la muerte en los que una personalidad deba tener alguna experiencia.
Los suicidas, por ejemplo, no tienen impuesto ningún «castigo» particular, ni su condición es peor a priori: se los trata como a cualquiera. Sin embargo, cualquier problema no enfrentado en una vida, debe ser enfrentado en otra; pero esto no se aplica sólo a los suicidas.
Un suicida puede provocar su propia muerte debido a que rechaza las específicas condiciones de existencia que él mismo ha escogido. Si es éste el caso, entonces, por supuesto, tendrá que aprender de otro modo. No obstante, muchos otros escogen rechazar la experiencia mientras están en el sistema físico, y cometen un suicidio casi igualmente eficaz mientras están vivos físicamente.
Las
condiciones conectadas al acto del suicidio también son importantes, así como
la realidad interna y comprensión del individuo. Menciono esto aquí, porque
muchas filosofías enseñan que los suicidas se enfrentan a un sino especial,
casi vengativo, y no es éste el caso. Sin embargo, si una persona se mata
creyendo que ese acto va a anular su conciencia para siempre, esa idea falsa
puede retrasar gravemente su progreso, ya que éste se verá intensificado aún
más por la culpa.
De
nuevo, hay profesores disponibles para explicar la verdadera situación. Se usan
varias terapias. Por ejemplo, la personalidad puede ser conducida de nuevo a
los acontecimientos previos a la decisión, y se le permite cambiar su decisión.
Se le induce un efecto de amnesia, de manera que olvide el suicidio. Sólo más
tarde se informa al individuo de su acto, cuando es más capaz de enfrentarse a
él y de entenderlo.
Pese a todo, es evidente que estas
condiciones son impedimentos para el tiempo de elección. Ni que decir tiene que
la obsesión por las cuestiones terrenales también actúa de igual manera. En
tales casos, a menudo la personalidad insiste en enfocar sus capacidades
perceptivas y energías en la existencia física, como resultado de una negativa
psíquica a aceptar la muerte. El individuo conoce bastante bien que está
muerto, pero se niega a completar la separación psíquica.
Hay casos, por supuesto, en que los individuos afectados no son conscientes del hecho de la muerte: no es una cuestión de que se nieguen a aceptarla, sino de falta de percepción. Un individuo así estará también obsesionado por los asuntos terrenales, y errará probablemente desconcertado por toda su casa o sus al-rededores. En un caso como éste, evidentemente, el tiempo de la elección también se pospone.
Por consiguiente, el proceso de transición es sumamente variable, al igual que lo es el proceso de la vida física. Muchos de los impedimentos que he mencionado frenan el progreso no sólo después de la muerte, sino también en vuestra existencia física. Esto, ciertamente, debe tenerse en consideración. Una exagerada identificación con las características sexuales también puede retrasar el progreso.
Si
un individuo considera intensamente su identidad como masculina o femenina,
puede suceder que se niegue a aceptar el hecho de los cambios sexuales que
ocurren en las existencias de reencarnación. Además, este tipo de
identificación sexual impide el desarrollo de la personalidad durante la vida
física.
Aquellos que crean profundamente que la
realidad se crea a sí misma tendrán menos dificultades, y quienes hayan
aprendido a entender los mecanismos del estado de sueño y operar con ellos
tendrán enormes ventajas. La creencia en el demonio resulta muy desventajosa
después de la muerte, al igual que lo es durante la existencia física.
Una
teología de los opuestos es también perjudicial. Si creéis, por ejemplo, que todo
bien debe ser equilibrado con el mal, os forzaréis a un sistema de realidad que
es sumamente limitador, y que contiene en su interior las semillas de un gran
tormento.
Con
este artículo no estoy alentando al suicidio, así como tampoco diré que es el
fin del Alma, sino que siempre será otra forma para el aprendizaje, pues
todo son experiencias válidas para el Ser, aún el suicidio.
Nuestros
guías, que somos nosotros mismos, irán en algún momento en rescate de nuestra
Alma atribulada, de tal forma que no quedaremos atrapados.
Estos
guías o ángeles le advertirán de sus obstinaciones para así
conducirla a otros remansos y que se recupere para luego tener que
reencarnar nuevamente en otro cuerpo físico y en tercera dimensión, pero esta
vez con retos más acrecentados, karmas que doblarán la tarea de la vida
anterior. Aunque con más experiencia y sabiduría, la entidad viajera deberá así
repetir el "curso" y enfrentarse a las mismas pruebas que no pudo
superar ni soportar.
Es un eterno retorno, el de las Almas en constante encuentro, evolución y expansión para volver a comenzar, pero cada vez más despiertos, conscientes, más humildes, sabios y eternos amantes.
¡¡FELIZ VIAJE A LA FUENTE!!
Es un eterno retorno, el de las Almas en constante encuentro, evolución y expansión para volver a comenzar, pero cada vez más despiertos, conscientes, más humildes, sabios y eternos amantes.
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