Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤
Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤
Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤
Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤
Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤
Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤
Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤
Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
jueves, 30 de agosto de 2018
Lágrimas....
La muerte de un hijo evidencia la ruptura del mundo y de su orden lógico y natural. No sólo es tremendo el dolor, sino la desorientación, la confusión y la pérdida del suelo que hasta ahora nos sustentaba. Un hijo no puede morir y es esta paradoja altamente punzante y estresante la que sirve como punto de partida para un proceso de duelo que puede ser complicado.
Es un duelo difícil de llevar por varios motivos. Por un lado la culpa. Se supone que los padres y madres deben proveer de cuidados y bienestar a sus hijos, protegerles y amarles.
¿Qué tipo de progenitor es aquel que permite que su hijo o hija muera? ¿Cómo puedo permitirme vivir plenamente mientras mi hijo, el que tenía toda una vida por delante, ya no está?
Los padres y madres tienen que lidiar con la contradicción de, necesitar por un lado liberarse del dolor abrumador de la pérdida para seguir viviendo; y por otro lado necesitar de ese dolor para poder seguir recordando al hijo. Hasta que se aprende a encauzar esos sentimientos y darles una salida más edificante y constructiva, dejar de vivir es dejar de sufrir, y sufrir es recordar.
Por otro lado, es muy frustrante seguir queriendo a tu hijo, querer cuidarlo y que él ya no esté. No sólo tienen que iniciar un duelo por el hijo o hija que ya no está, sino también por unos nietos que no nacerán, por unos éxitos que no conseguirá, por los cumpleaños que no se celebrarán, etc.
POR JAVIER CORCHADO Extraído de: https://www.psicomemorias.com/lagrimas-en-el-cielo/
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