Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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lunes, 15 de octubre de 2018

La fórmula budista para entrar al paraíso de Amitabha

Entre la compleja cartografía de mundos y la jerarquía cósmica de budas, boddhisattvas y arhats del budismo mahayana, seguramente debemos de guardar un lugar especial para Amitabha y su Tierra Pura, el Paraíso del Oeste o Sukhavati. Entre las diferentes escuelas del budismo es difícil encontrar una más gentil y una más amorosa que la de la Tierra Pura de Amitabha, el Buda de la Luz Infinita.

Amitabha (o Amida como se le conoce en Japón), según el  Sukhāvatīvyūha Sūtrafue un rey llamado Dharmakara, quien en su última vida renunció a su trono y consigió la iluminación siguiendo el dharma.  Al despertar, Amitaba-Dharmakara hizo votos de ayudar a las demás seres vivos a conseguir el estado de liberación, incluyendo el acceso a su paraíso a todos quienes sinceramente lo desearan. De la fuente de sus méritos, Amitabha hizo llover flores y emanó una Tierra Pura, un campo búdico, lo que se conoce como budaksetra, una dimensión radiante de felicidad que es sosten de la vida de los seres que se entregan a su bondad. Por esto también se le conoce a Amitabha como el Buda del Amor y la Compasión, habiendo seguido la vía regia del bodhisattva de anteponer la realización de todos los seres antes que su propia gloria.

Uno de los votos de Amitabha promete que cualquier persona que repite su nombre tendrá acceso al Paraíso del Oeste. Esto es lo que se conoce como el nembutsu (nianfo en japonés). La formula consiste en decir:

Namo Amitābhāya. (en sánsrcito: Adoro a Amitabha buda o Adoro la la Luz Infnita)
Namu Amida Butsu (en japónes:  Adoro al buda  Amida)

Hay que recordar que el budismo es una filosofía de mérito en la que  cada acto, cada pensamiento y cada intención son las semillas de lo que seremos. Así que no es muy lógico pensar que podemos conseguir la salvación repitiendo el nembutsu de manera automática, buscando un milagro.  Dice Manly P. Hall en su libro Western Paradise of Amitabha:

"Hay poco mérito en meramente repetir estas palabras. La formula debe de causar una experiencia serena y meditativa a través de la que se revele el significado de este saludo místico. Debe de haber una total aceptación del poder de Amitabha. Debe conocerse como una imagen que habita el interior, continuamente intensificada por el procedimiento contemplativo.  Para los seguidores de la corriente de Amitabha, el nembutsu es un rezo que hace que la semilla de loto de la salvación caiga en la alberca del Paraíso del Oeste, y la cual asegura la entrada del creyente en la Tierra Pura de Amitabha".

El nembutsu es una poderosa técnica de meditación y purificación, que incluso llegó a ser prohibida en Kioto en el siglo 13, cuando el fundador de la escuela de la Tierra Pura en Japón, Honen, fue exiliado. El budismo señala que Amitabha existe dentro de nosotros, su luz infinita es la conciencia en la cual fincamos nuestra existencia, nuestra conciencia en su estado puro, y es por esto que no se trata de una intercesión divina, sino de un proceso de identificación con nuestra propia naturaleza, de percibir la realidad interna que es la esencia iluminada del universo. De nuevo Manly P. Hall:

“Cada vez que una persona recita el ‘Namu Amida Butsu’ fortalece la memoria de la salvación dentro de él mismo. Es por esto que Amitabha se ve obligado a declarar que aquellos que dicen su nombre con el nambutsu son rescatados de la ilusión y el pecado del mundo y son recibidos en su Tierra Pura. La vida, la muerte, el bien y el mal, la esperanza y el miedo, pertenecen al mundo sensorial, con sus incontables regiones de sufrimiento, pero el nembutsu afirma el misterio de la luz eternal a través de la cual todas las sombras son erradicadas”.

La fuerza de esta formula tiene que ver con el “budanusmrti”, la recordación del Buda. Esto es, la memoria de nuestra budeidad; más que una operación mágica, este rezo es una técnica para percibir la realidad: que ya estamos con Amitabha en su Tierra Pura, entre los lotos de luz y los árboles de gemas, que ya hemos despertado.  En este sentido el nembutsu es una herramienta heurística no distinta de lo que enseñaba Platón con la anamnesis: saber es recordar. Recordar a Amitabha diciendo su nombre es una forma de reconocernos.

Por último quiero mencionar lo que me parece el aspecto más bello de la sotierología de Amitabha. Y si para algunos es difícil de creer en  el paraíso y encontrar la fe en un mundo celestial, al menos puede quedar como un cuento de hadas, como una bella leyenda este último relato.  En las distintas tradiciones de la Tierra Pura, se dice que una vez que una persona tiene un acto de sincera bondad, que de su corazón nace el deseo de ayudar a los demás y de despertar, en ese momento, infaliblemente, brota una semilla de un loto en el paraíso y cae en el agua.  De esa semilla de loto florecerá un futuro buda. En palabras de Manly P. Hall:

"El símbolo más importante del budismo es el loto o padma, el cual ha estado asociado con la filosofía desde Gautama. El loto significa el desenvolvimiento de la conciencia búdica en todos los seres vivos. Crece de la tierra del mérito original, la primera acción noble de un alma dedicada. Crece a través de la tierra oscura y el limo de la ilusión, siempre buscando la luz del sol, y su eclosión yace inmaculada libre de todo ambiente sombrío".

Al morir, el devoto espera la aparición de Amitabha, acompañado de los boddhisatvas Kannon y Seishi.  Si en su vida han sembrado suficientes méritos, su alma sera llevada sobre un pedestal de loto a los bienaventurados confines del Paraíso del Oeste.
Fuente: https://harmonia.la/espiritualidad/filosofias/la_frmula_budista_para_entrar_al_paraso_de_amitabha

lunes, 23 de julio de 2018

La Fórmula Budista para Entrar al Paraíso de Amitabha

Entre la compleja cartografía de mundos y la jerarquía cósmica de budas, boddhisattvas y arhats del budismo mahayana, seguramente debemos de guardar un lugar especial para Amitabha y su Tierra Pura, el Paraíso del Oeste o Sukhavati. Entre las diferentes escuelas del budismo es difícil encontrar una más gentil y una más amorosa que la de la Tierra Pura de Amitabha, el Buda de la Luz Infinita.

Amitabha (o Amida como se le conoce en Japón), según el  Sukhāvatīvyūha Sūtrafue un rey llamado Dharmakara, quien en su última vida renunció a su trono y consiguió la iluminación siguiendo el dharma.  Al despertar, Amitaba-Dharmakara hizo votos de ayudar a las demás seres vivos a conseguir el estado de liberación, incluyendo el acceso a su paraíso a todos quienes sinceramente lo desearan. De la fuente de sus méritos, Amitabha hizo llover flores y emanó una Tierra Pura, un campo búdico, lo que se conoce como budaksetra, una dimensión radiante de felicidad que es sostén de la vida de los seres que se entregan a su bondad. Por esto también se le conoce a Amitabha como el Buda del Amor y la Compasión, habiendo seguido la vía regia del bodhisattva de anteponer la realización de todos los seres antes que su propia gloria.

Uno de los votos de Amitabha promete que cualquier persona que repite su nombre tendrá acceso al Paraíso del Oeste. Esto es lo que se conoce como el nembutsu (nianfo en japonés). La formula consiste en decir:

Namo Amitābhāya. (en sánsrcito: Adoro a Amitabha buda o Adoro la la Luz Infnita)
Namu Amida Butsu (en japónes:  Adoro al buda  Amida)

Hay que recordar que el budismo es una filosofía de mérito en la que  cada acto, cada pensamiento y cada intención son las semillas de lo que seremos. Así que no es muy lógico pensar que podemos conseguir la salvación repitiendo el nembutsu de manera automática, buscando un milagro.  Dice Manly P. Hall en su libro Western Paradise of Amitabha:

"Hay poco mérito en meramente repetir estas palabras. La formula debe de causar una experiencia serena y meditativa a través de la que se revele el significado de este saludo místico. Debe de haber una total aceptación del poder de Amitabha. Debe conocerse como una imagen que habita el interior, continuamente intensificada por el procedimiento contemplativo.  Para los seguidores de la corriente de Amitabha, el nembutsu es un rezo que hace que la semilla de loto de la salvación caiga en la alberca del Paraíso del Oeste, y la cual asegura la entrada del creyente en la Tierra Pura de Amitabha".

El nembutsu es una poderosa técnica de meditación y purificación, que incluso llegó a ser prohibida en Kioto en el siglo 13, cuando el fundador de la escuela de la Tierra Pura en Japón, Honen, fue exiliado. El budismo señala que Amitabha existe dentro de nosotros, su luz infinita es la conciencia en la cual fincamos nuestra existencia, nuestra conciencia en su estado puro, y es por esto que no se trata de una intercesión divina, sino de un proceso de identificación con nuestra propia naturaleza, de percibir la realidad interna que es la esencia iluminada del universo. De nuevo Manly P. Hall:

“Cada vez que una persona recita el ‘Namu Amida Butsu’ fortalece la memoria de la salvación dentro de él mismo. Es por esto que Amitabha se ve obligado a declarar que aquellos que dicen su nombre con el nambutsu son rescatados de la ilusión y el pecado del mundo y son recibidos en su Tierra Pura. La vida, la muerte, el bien y el mal, la esperanza y el miedo, pertenecen al mundo sensorial, con sus incontables regiones de sufrimiento, pero el nembutsu afirma el misterio de la luz eternal a través de la cual todas las sombras son erradicadas”.

La fuerza de esta formula tiene que ver con el “budanusmrti”, la recordación del Buda. Esto es, la memoria de nuestra budeidad; más que una operación mágica, este rezo es una técnica para percibir la realidad: que ya estamos con Amitabha en su Tierra Pura, entre los lotos de luz y los árboles de gemas, que ya hemos despertado.  En este sentido el nembutsu es una herramienta heurística no distinta de lo que enseñaba Platón con la anamnesis: saber es recordar. Recordar a Amitabha diciendo su nombre es una forma de reconocernos.

Por último quiero mencionar lo que me parece el aspecto más bello de la sotierología de Amitabha. Y si para algunos es difícil de creer en  el paraíso y encontrar la fe en un mundo celestial, al menos puede quedar como un cuento de hadas, como una bella leyenda este último relato.  En las distintas tradiciones de la Tierra Pura, se dice que una vez que una persona tiene un acto de sincera bondad, que de su corazón nace el deseo de ayudar a los demás y de despertar, en ese momento, infaliblemente, brota una semilla de un loto en el paraíso y cae en el agua.  De esa semilla de loto florecerá un futuro buda. En palabras de Manly P. Hall:

"El símbolo más importante del budismo es el loto o padma, el cual ha estado asociado con la filosofía desde Gautama. El loto significa el desenvolvimiento de la conciencia búdica en todos los seres vivos. Crece de la tierra del mérito original, la primera acción noble de un alma dedicada. Crece a través de la tierra oscura y el limo de la ilusión, siempre buscando la luz del sol, y su eclosión yace inmaculada libre de todo ambiente sombrío".

Al morir, el devoto espera la aparición de Amitabha, acompañado de los boddhisatvas Kannon y Seishi.  Si en su vida han sembrado suficientes méritos, su alma sera llevada sobre un pedestal de loto a los bienaventurados confines del Paraíso del Oeste.

Twitter del autor:@alepholo
Fuente: https://www.harmonia.la/espiritu/la_frmula_budista_para_entrar_al_paraso_de_amitabha

viernes, 20 de julio de 2018

Buda Amitabha “luz infinita”.


La luz del amor infinito. El nombre de Amitaba significa “luz infinita”. Está sentado en postura de loto completo y tiene sus manos en el mudra de la meditaciónSu luz es la del sol del atardecer, que irradia amor y compasión. Al meditar en él se calman las olas de nuestros pensamientos. Amitaba es completamente accesible. Reina en el cuadrante del oeste y, como el sol del ocaso, puede simbolizar también la luz de la conciencia que se retira del mundo de los sentidos para adentrarse en los estados superiores de la concentración meditativa. La fuerza espiritual de Amitaba es pura calidez y dulzura. Tiene el color del rubí, el tono de la fascinación, el color de la sangre, el rubor de la emoción delicada, la sombra difusa de la emotividad exaltada. 


Ve con claridad que cada ser es único e irrepetible
El veneno con el que se le relaciona es raga, la pasión, que tiene la naturaleza de adherirse fuertemente a un objeto en particular. Al meditar en Amitaba surge una energía emocional, pero la pasión mundana se transmuta en sabiduría discerniente. Esto es lo que equilibra a la sabiduría de la igualdad de Ratnasambhava, que ve el factor común que hay en todas las apariencias cambiantes. La sabiduría de Amitaba ve la singularidad; las características distintivas en cada fenómeno. Un amante apasionado sólo quiere estar con esa persona única, incomparable, aparentemente irremplazable que es el objeto de su amor. Está muy consciente de las cualidades que distinguen a esa persona. Cada uno de sus detalles le inspira cariño, algún gesto en particular, una forma de mover la cabeza, una frase típica. Todo esto le parece especial y adorable porque son signos, señales distintivas del ser que ama. Asimismo, la sabiduría discerniente de Amitaba ve y ama las diminutas particularidades de cada cosa. La diferencia entre el aprecio que tiene un amante y la sabiduría de Amitaba es que la sabiduría discerniente no es dual. No viene con la idea de yo y el otro. Por lo mismo, su cariñoso aprecio de la singularidad no se convierte en la base para un apego exclusivo. 

El poder transformador del amor 
Amitaba es la cabeza de la familia Loto. Se le asocia con todos los atributos de esta flor: bondad, apertura y las cualidades más “receptivas”. La cualidad de la apertura se enfatiza más aún por su elemento, el fuego, que lo consume todo y crea espacio. Además, la totalidad de su apertura se refleja en una leyenda que se relaciona con su animal heráldico, el pavo real. Según el mito, el pavo real puede digerir a las serpientes venenosas sin sufrir ningún daño (la serpiente alimenta la belleza de su plumaje). Este simbolismo, el estar abierto incluso al veneno y transmutarlo en belleza, nos da una idea del poder de transformación que tienen el amor y la compasión de Amitaba. 

Un proceso de transformación claro y apacible 
El reino en el que actúa la transmutación de Amitaba es el de los fantasmas hambrientos, seres que llevan una existencia de deseos frustrados. El amor de Amitaba disuelve los sentimientos de desesperación, de falta de cariño y de inadecuación que los hace aferrarse a la vida. El poder de su meditación los saca de su estado de inquietud e insatisfacción y los lleva a un nivel de contento de sí mismos más profundo. En general, el sendero a la iluminación que representa Amitaba es más “orgánico”. Uno va desplegando los pétalos de su potencial espiritual lenta y dulcemente, hasta madurar en la iluminación. El sendero de Amitaba es de atracción por el nirvana.


Símbolo de una paz infinita

Amitaba tiene también una forma que es su reflejo: Amitayus. Ayus, en sánscrito, quiere decir vida, así que Amitayus significa “vida infinita”. Las dos figuras, Luz Infinita y Vida Infinita representan con claridad el mismo principio, visto respectivamente desde el punto de vista del espacio y del tiempo. De hecho, el budismo indio parece tratar a Amitaba y Amitayus como la misma figura y es sólo en el budismo tántrico del Tíbet y Japón donde vemos que se les considera de manera separada. La figura de Amitaba es sencilla pero cuenta con una cualidad arquetípica. Es un Buda que está meditando y sus manos reposan en el mudra dhyana. Tiene una postura regular, equilibrada, agradable. Manifiesta solidez. Está derecho e inmóvil. No se preocupa. Está centrado. En verdad, se ve como si hubiera echado raíces en la tierra. La figura está sencillamente sentada, en silencio, contenta. No tiene que ocuparse de alguna cita ni llegar a tiempo a tomar el tren. Está en paz, en calma, con actitud abierta.




miércoles, 18 de julio de 2018

Amitabha: Om Ami Dewa Hri



Mantra de Amitabha

Su mantra es particularmente efectivo, y los de cualquier deidad de la familia Lotus, porque literalmente encarnan el "discurso de todos los Budas". No se necesita iniciación o empoderamiento o permiso para cantar o beneficiarse de este Buda compasivo que todo lo abarca.
Hermoso canto de Om Ami Dewa Hrih, el mantra de Amitabha:

Om Amitabha Hrih

Pronunciado: Ohm Ah-me-tah-bah Hree (con la H "aspirado")
En tibetano esto a menudo se modifica como:

Om Ami Deva Hrih      o    Om Ami Dewa Hrih


Clic aquí: Amitabha (mantra)

Ayuda espiritual para los moribundos: La práctica de PHOWA

 
La más valiosa y poderosa de las prácticas que he encontrado en la asistencia a moribundos, y que he visto emprender con entusiasmo a un número asombroso de personas, es una práctica de la tradición tibetana llamada phowa (pronuncíese «po-ua»), que significa la transferencia de la conciencia.
La phowa para personas moribundas ha sido practicada por amigos, familiares y maestros de la persona, de la manera más sencilla y natural, en todo el mundo moderno: en Australia, América y Europa. Gracias a su poder, miles de personas han tenido la oportunidad de morir serenamente. Ahora me alegra poner el corazón de la práctica de phowa a disposición de cualquiera que desee utilizarla.
Quiero subrayar que se trata de una práctica que cualquiera puede hacer. Es sencilla, pero no por eso deja de ser el ejercicio más esencial que podemos practicar para prepararnos para núestra propia muerte, y es la práctica principal que enseño a mis alumnos para que ayuden a sus amigos y familiares en trance de muerte, y a sus seres queridos que ya han muerto.
Práctica 1
Para empezar, póngase cómodo y adopte la postura de meditación. Si realiza esta práctica cuando se halla próximo a morir, siéntese lo más cómodo que pueda, o bien practique acostado. Luego lleve la mente a casa, suéltese y relájese por completo.
1. En el cielo que tiene ante usted, invoque la encarnación de cualquier verdad en la que crea, bajo la forma de luz radiante. Elija el ser divino o el santo al que más próximo se siente. Si es usted budista, invoque a un buda con el que sienta una conexión íntima. Si es cristiano practicante, sienta con todo su corazón la presencia viva e inmediata de Dios, el Espíritu Santo, Jesucristo o la Virgen María. Si no se siente usted unido a ninguna figura espiritual en especial, imagínese sencillamente una forma de luz pura y dorada en el cielo ante usted. Lo importante es que considere que el ser al que está visualizando o cuya presencia siente es realmente la encarnación de la verdad, la sabiduría y la compasión de todos los budas, santos, maestros y seres iluminados. No se preocupe si no consigue visualizarlos con mucha claridad; llénese el corazón de su presencia y confíe en que están ahí.
2. A continuación, concentre la mente, el corazón y el alma en la presencia que ha invocado y rece:
Por tu bendición, tu gracia y tu guía, por el poder de la luz
que brota de ti:
Que todo mi karma negativo, mis emociones destructivas,
mis oscurecimientos y bloqueos sean purificados y
eliminados,
que me sepa perdonado por todo el daño que pueda haber
pensado y hecho,
que cumpla esta profunda práctica de phowa y tenga una
muerte buena y pacífica,
y por el triunfo de mi muerte, que pueda beneficiar a todos
los demás seres, vivos o muertos.
3. Imagínese ahora que la presencia de luz que ha invocado queda tan conmovida por su sincera y sentida oración que le responde con una sonrisa cariñosa y le envía amor y compasión en un torrente de rayos de luz que emanan de su corazón. Cuando estos rayos lo tocan y penetran en usted, lo limpian y purifican de todo su karma negativo, de sus emociones destructivas y de sus oscurecimientos, que son las causas del sufrimiento. Vea y sienta que está totalmente sumergido en la luz.
4. Ahora se halla completamente purificado y completamente curado por la luz que brota de esa presencia. Piense que su mismo cuerpo, también creado por el karma, se disuelve completamente en la luz.
5. El cuerpo de luz que es usted se eleva ahora hacia el cielo y se fusiona inseparablemente con la dichosa presencia de la luz.
6. Permanezca en ese estado de unidad con la presencia tanto tiempo como pueda.

Práctica 2
1. Para realizar esta práctica de un modo aún más sencillo, empiece como antes reposando calmadamente e invoque luego la presencia de la encarnación de la verdad.
2. Imagínese su conciencia como una esfera de luz situada en el corazón, que sale proyectada de usted como una estrella fugaz y vuela hacia el corazón de la presencia que tiene delante.
3. Se disuelve y se fusiona con la presencia. Mediante esta práctica establece usted su mente en la mente de sabiduría del Buda o ser iluminado, que es lo mismo que entregar el alma en la naturaleza de Dios. Imagínese
que por la bendición su mente se transforma en la mente de sabiduría de esa presencia iluminada.

Práctica 3
El modo más esencial de hacer la práctica es éste: limítese a fusionar su mente con la mente de sabiduría de la presencia pura. Piense: «Mi mente y la mente del Buda son una»
De estas tres versiones de phowa, elija aquella con la que se sienta más cómodo o que le atraiga más en un momento determinado. A veces, las prácticas más poderosas son las más sencillas. Pero elija la que elija, recuerde que es esencial dedicar ya un tiempo a familiarizarse con ella. De otro modo, ¿cómo podrá tener la confianza necesaria para practicarla para usted mismo o los demás en el momento de la muerte? Mi maestro Jamyang Khyentse escribió: «Si meditas y practicas de esta manera siempre, en el momento de la muerte te resultará más fácil».
De hecho, debería familiarizarse tanto con la práctica de phowa que ésta se convirtiera en un reflejo espontáneo, una segunda naturaleza. Si ha visto la película Gandhi, sabrá que cuando dispararon contra él, su reacción inmediata fue gritan «¡Ram... Ram!», que en la tradición hindú es el nombre sagrado de Dios. Recuerde que no sabemos cómo moriremos, ni si tendremos tiempo para recordar práctica alguna. ¿De cuánto tiempo dispondremos, por ejemplo, si estrellamos el coche contra un camión a 150 kilómetros por hora en la autopista? Entonces no habrá ni un segundo para pensar en practicar phowa ni consultar las instrucciones de este libro. O estamos familiarizados con phowa o no lo estamos. Y eso se puede determinar de un modo muy sencillo: observe sus reacciones en una situación critica o en un momento de crisis, en un terremoto, por ejemplo, o en una pesadilla. ¿Responde usted con la práctica o no? Y si responde, ¿con qué estabilidad y confianza hace su práctica? 
Recuerdo a una alumna mía de Estados Unidos que un día salió a cabalgar. El caballo la derribó, le quedó un pie trabado en el estribo y se vio arrastrada por el suelo. Le quedó la mente en blanco. Intentó desesperadamente recordar alguna práctica, pero fue en vano. Se sintió aterrorizada. Lo bueno de este terror, empero, fue que le hizo darse cuenta de que la práctica tenía que convertirse en su segunda naturaleza. Esa fue la lección que tuvo que aprender; de hecho, es la lección que todos debemos aprender. Practique phowa tan intensamente como pueda, hasta tener la certeza de que reaccionará con ella ante cualquier acontecimiento imprevisto. Esto le dará la seguridad de que, cuando llegue la muerte, lo encontrará tan preparado como puede estarlo.
UTILIZAR LA PRACTICA ESENCIAL DE PHOWA PARA AYUDAR A LOS MORIBUNDOS
¿Cómo podemos utilizar esta práctica para ayudar a alguien que se está muriendo?
El principio y la secuencia de la práctica son exactamente los mismos; la única diferencia consiste en que visualiza usted al Buda o la presencia espiritual sobre la cabeza del moribundo. Imagínese que los rayos de luz se derraman sobre la persona moribunda y purifican todo su ser, y luego la persona se disuelve en luz y se funde con la presencia espiritual. 
Haga esta práctica durante toda la enfermedad del ser querido, y especialmente (esto es lo más importante) cuando exhala el último aliento, o lo más pronto posible tras la detención de la respiración y antes de que el cuerpo sea movido o manipulado de ninguna manera. Si la persona que va a morir sabe que realizará usted esa práctica para ella, y sabe de qué se trata, puede resultar una gran fuente de inspiración y consuelo.
Siéntese silenciosamente junto a la persona moribunda y encienda una vela o lamparilla como ofrenda ante una estampa o una figura de Buda, de Jesucristo o de la Virgen María. A continuación, haga la práctica para ella. Puede hacerla en silencio, y la otra persona ni siquiera tiene por qué enterarse; por otra parte, si está abierta a estas cosas, como a veces lo están los moribundos, explíquele cómo se hace para que participe en la práctica.
A menudo me preguntan: «Si mi pariente o amigo es cristiano y yo soy budista, ¿no puede surgir ningún conflicto?». ¿Qué conflicto puede haber? Yo les digo que están invocando la verdad, y tanto Jesucristo como Buda son manifestaciones compasivas de la verdad, que se presentan de distinta manera para ayudar a los seres.
A los médicos y enfermeras les recomiendo encarecidamente que practiquen phowa para sus pacientes moribundos. Imagínese lo maravillosamente que cambiaría la atmósfera de un hospital en el cual aquellos que atienden a los moribundos también hicieran esta práctica. Recuerdo la muerte de Samten, en mi niñez, cuando mi maestro y los monjes practicaban todos para él. ¡Qué poderoso y edificante fue! Mi más profunda plegaria es que todos mueran con la misma gracia y serenidad que él.
He formulado especialmente esta phowa esencial a partir de la práctica tradicional tibetana para los moribundos, e incorpora sus principios más importantes. Así que no se trata únicamente de una práctica para morir, sino que también puede utilizarse para purificar y curar; es importante para los vivos, y también para los enfermos. Si el enfermo va a curarse, contribuirá a la curación; si va a morir, le ayudará y le curará el espíritu en la muerte; si ha muerto ya, continuará purificándolo.
Cuando la persona está enferma de gravedad y no sabe usted si vivirá o morirá, cada vez que vaya a visitarla puede hacer esta práctica phowa para ella. Y cuando llegue a casa, hágala otra vez. Cuanto más la haga, más purificado quedará su amigo moribundo. Usted no puede saber si volverá a verlo otra vez ni si podrá estar presente cuando muera; así pues, selle cada visita con esta práctica, simplemente como preparación, y siga realizando la práctica en todos sus ratos libres.
Fuente: Sogyal Rimpoché; El libro tibetano de la vida y de la muerte. Buenos Aires, 2013, Ediciones Urano.

Muerte, Renacimiento y el poder del Phowa

Por: Lama Ole Nydahl
La siguiente entrevista fue realizada por Tony Dylan Davis, en Marzo de 1994, en Calgary, Canadá


TONY: Una de las grandes fascinaciones de la humanidad es la muerte y lo que sobrevive a la muerte. Todas las religiones han sido fundadas sobre pólizas de seguro para la vida después de la muerte. Uno de sus temas en Calgary fue la muerte y el renacimiento en el budismo tibetano y aunque sé que éste es un tema importante, y que no podemos esperar cubrirlo totalmente, quizás una visión comprimida para los neófitos pueda ayudar.
OLE: Todo está basado en el entendimiento de la naturaleza de la mente en sí misma. Si miramos la mente, vemos claramente que tiene dos lados. Hay alguien que experimenta y algo que es experimentado, un océano y muchas olas, un espejo y sus imágenes. Uno encuentra tanto la conciencia, como aquello de lo que se es consciente. La mente es ambas cosas. Un examen de aquello que se ve través de nuestros ojos y se escucha a través de nuestros oídos le muestra al observador la naturaleza del espacio. Dado que no tiene color, peso, olor, tamaño ni forma, la mente definitivamente no es una cosa. Al mismo tiempo, hay una claridad que puede conocer y entender sin límite ni final.
Una esencia que es abierta, clara e ilimitada debe estar más allá del nacimiento o de la muerte. No ha sido construida, no puede deshacerse. Aún cuando la mente es penetrante e indestructible, rara vez la gente se da cuenta de su naturaleza subyacente. Los no meditadores la conocen principalmente a través de sus momentos de mayor alegría, como cuando hacen el amor, durante la caída libre en el bungee-jumping o antes de que el paracaídas se abra y las cosas vuelvan a ser ordinarias nuevamente. El resto del tiempo las personas están perdidas dentro de sus experiencias siempre cambiantes. Su vida son los sentimiento y los pensamientos que están adentro y el mundo que está afuera, los cuales, cambian permanentemente. Todos piensan que ellos son un "yo" o una "persona", que tienen un "yo", un "ego" o un algo que su mente habitual percibe como real, pero que si lo buscan, no pueden encontrar. No hay una partícula del cuerpo que permanezca, como tampoco permanece ningún pensamiento ni sensación condicionada. Sólo la clara luz de la conciencia permanece, que es la misma en usted, en mí y en todos los demás. Aún cuando esto es evidente, la gente experimenta la imagen en el espejo, no el poder reflector de éste. Se pierden entre sus experiencias y tienen poca conciencia de aquel que experimenta.


El entendimiento de que todo lo condicionado es transitorio, sin embargo no quiere decir que no tiene valor relativo. La causalidad funciona creando mundos interiores y exteriores, y aun cuando nada permanece igual, hay continuidad. Nada, físico o mental, queda desde el tiempo en que uno es niño hasta la época en que uno es adulto, pero sin lo primero no existiría lo último. Un suceso condiciona el siguiente y cuando el cuerpo muere la base sensorial y el objeto de identificación de este flujo se pierden.
Rápidas o lentas, las muertes pueden parecer diferentes. Sin embargo, siempre ocurre el mismo proceso: primero, la conciencia se separa de la piel y otros órganos sensoriales externos y se dirige al canal central interno del cuerpo. Mientras la conciencia disminuye, se pierde control sobre la parte sólida y fluida del cuerpo, su calor y su aliento. Entonces, gradualmente, las energías de los centros de la cabeza y de la parte baja del cuerpo se encuentran en el centro del corazón mientras la mente tiene fuertes experiencias de claridad y gozo. Alrededor de 20 ó 30 minutos después de haber respirado por última vez, hay una oscuridad total, después de la cual aparece una luz muy clara en el centro del corazón. En ese momento, la gente tiene una oportunidad única. Si ha meditado mucho, si ha mantenido sus lazos budistas y ha sido honesta consigo mismo, hay una posibilidad de reconocer y mantener esta luz, y en efecto, iluminarse. Entonces, no hay separación entre espacio y conciencia adentro y afuera, y uno es ilimitado. Todas las limitaciones personales se han deshecho, y uno puede tener incontables renacimientos en incontables universos con muchos poderes para ayudar a los demás.
No obstante, en la mayoría de los casos, los seres quedan inconscientes porque la luz es demasiado fuerte. Esta condición de inconsciencia dura cerca de tres días y al despertar, la gente usualmente, ni sabe ni quiere saber que está muerta. Por cerca de una semana, la mente continúa llevando la vida cotidiana reciente. Uno va a los lugares y ve las personas que conoce, pero ellas no pueden verlo a uno. Causa mucha confusión que debido a la carencia de un cuerpo, uno puede aparecer inmediatamente en un lugar con sólo pensar en él.


Diez días después de la muerte, después de estar una semana en esa situación, uno finalmente reconoce que está muerto. Esta experiencia es tan fuerte que se produce nuevamente un desmayo y cuando la mente emerge de esta segunda fase de inconsciencia, el mundo habitual ha desaparecido y el subconsciente cobra vida. Las impresiones más profundamente guardadas aparecen y en un periodo no mayor de cinco semanas y media maduran en una estructura psicológica que expresa la más fuerte tendencia mental desarrollada durante nuestra última vida. Si es orgullo o celos, apego o furia, avaricia o confusión, colorea la mente y, al mismo tiempo, la acerca a seres y lugares que corresponden a su contenido. Entonces, las buenas acciones producen renacimientos placenteros en lugares favorables y las acciones nocivas traen el sufrimiento tan generalizado en buena parte del mundo actual.
Siempre ha sido así. La mente se mueve sin cesar después de la muerte hasta encontrar el lugar preciso. Entonces, se despierta y empieza a proyectarse otra vez, como ha sido desde tiempos sin principio. Esto produce tanto los incontables universos como los diversos estados mentales de los seres: la mente permanecerá apegada a lo que es realmente su juego libre hasta tanto se reconozca a sí misma como la luz clara ilimitada.
Supongo que la pregunta que obviamente salta a la mente es: ¿ Cómo sabe usted todo eso?
Lo sé por diferentes razones, tanto personales como generales. ¿Le doy algunos detalles? Bueno. Primero, pertenezco al grupo de personas que tiene pruebas independientes de recuerdos de sus vidas anteriores. Yo no estoy diciendo que fuera un ángel, pero si tuve buenos amigos, exquisitas mujeres y mucha diversión en mis vidas pasadas. Estuve combatiendo a los soldados chinos, para proteger a la población civil de Tíbet Oriental. Ya a la edad de 2 ó 3 años en Dinamarca durante la guerra, tenía sueños recurrentes, peleando contra soldados con caras redondas y protegiendo hombres en túnicas. Así es como interpreté los hábitos de los monjes que después vi. Yo nunca había visto montañas, pues no existen en Dinamarca, pero de todas maneras hacía dibujos detallados de las empinadas laderas rocosas. Mi propio Lama, Decimosexto Karmapa me llamaba Mahakala (un protector budista) y el "General del Dharma". Además, nací con algunos signos en mi cuerpo que se supone significan que anteriormente realicé funciones de protector. En 1986, durante un viaje secreto a Tíbet Oriental, cuando visitamos lugares a los que ningún hombre blanco había llegado antes, mi encantadora esposa Hannah y yo reconocimos lugares que conocíamos de nuestra vida anterior, como el pueblo en el que nuestro Lama principal, el Decimosexto Karmapa nació y donde debemos haber pasado algún tiempo con él. En Bután tuve experiencias similares. Entre otras cosas, debo haber ayudado a repeler los soldados mongoles durante una importante batalla en 1642. Realmente yo soy más un programa que una persona y a duras penas he tenido cosas privadas o complicadas en mi vida. Parece que me prometí muy seriamente manifestar ciertas actividades cuando estuviera en este mundo y parece que, felizmente, estoy cumpliendo con ellas. Proteger y desarrollar los seres en todos los niveles es algo que siempre está en mi mente.
En segundo lugar, hay otras razones, menos personales. Mucha gente ha venido a mi después de su muerte. Seres reales, espantos, fantasmas, espíritus o como sea que les llamemos en occidente. Aún cuando algunos aparecieron más temprano de lo que el Libro Tibetano de los Muertos describe, lo que sea que les pasó coincide completamente con esas enseñanzas.
También Hannah y yo hemos recibido muchas explicaciones de maestros vivientes de gran profundidad, como el Karmapa cuya decimoséptima reencarnación, Thaye Dorje, fue presentado al público en Nueva Delhi en marzo de1994. Su decimosexta reencarnación era muy visionaria. Por razones desconocidas, muy frecuentemente podía decir quién estaba saliendo de su casa y a qué hora regresaría. Siempre sabía qué estaba pensando la gente y podía reconocer reencarnaciones pasadas. El me confirmó como un protector del budismo y me dijo, después de que mi padre murió, que estaba en la Tierra Pura. Esa es una razón importante por la que siento que soy experto en la muerte y el renacimiento. El lugar en el cual esta certeza toca a miles es a través de cientos de cursos de phowa, en los que la gente aprende a morir conscientemente. He enseñado esta práctica desde 1987, principalmente en países occidentales y también en Singapur y Japón. Cerca de 20,000 personas han recibido el resultado pleno de esta práctica. En un seminario de meditación intensivo de cuatro o cinco días, el Buda de la Luz Ilimitada (Amitabha) bendice a los practicantes y éstos reciben signos exteriores, interiores y secretos, de su éxito, pruebas de que llegarán a la Tierra Pura después de la muerte. Los signos son muy convincentes. Uno obtiene una pequeña apertura en el cráneo, que produce un signo visible en la parte superior de la cabeza. Adicionalmente se producen experiencias fuertes de gozo y purificación y se llega a un entendimiento creciente de lo que realmente importa sobre la vida y la muerte. Hay consenso en que la vida después del phowa es diferente y mucho mejor. Un alto porcentaje experimenta que dejan su cuerpo, y muchos alcanzan momentos de enorme gozo. Hasta donde yo sé, esta meditación sólo existe en el budismo tibetano.
¿Cómo obtuvo la autoridad para hacer este tipo de trabajo?
Muchas condiciones se dieron simultáneamente y especialmente era el deseo del Karmapa, el primer lama reencarnado del Tíbet. Inicialmente, nos conectó con un Lama de un linaje muy cercano, un verdadero experto en el tema. Desde 1987, maestros muy importantes de nuestro linaje como Kunzig Sharmapa, Lopon Tsechu Rinpoche, Tenga Rinpoche y recientemente también el Decimoséptimo Karmapa, Thaye Dorje, me han pedido transmitir este conocimiento a todo aquel que quiera aprender: Los resultados han sido extraordinarios.


Fuente: http://budismo-sevilla.blogspot.com/2011/05/muerte-renacimiento-y-poder-del-phowa.html

Amitabha "El Buda de la Luz Infinita"



Amitābha (Sánscrito: अमिताभ, Amitābha (raíz); pronunciación: [ə.mɪ.t̪aː.bʰə]Chino: 阿彌陀佛, Āmítuó FóTibetano: འོད་དཔག་མེད་, Ö-pa-me) es un buda celestial descrito en las escrituras de la escuela del Budismo Mahāyāna.
Amitabha es el buda más importante de la secta de la Tierra Pura, una rama del budismo que se practica principalmente en el Este de Asia. De acuerdo con los escritos, Amitābha posee infinitos méritos como resultado de sus buenas acciones en incontables vidas pasadas como un bodhisattva llamado Dharmakara. Más directamente, el término "Buda Amitabha" se traduce simplemente como "Luz Infinita Completamente Consciente". Es el Buda representante de la suprema mente de todos los Budas.
De acuerdo con el Sutra de la Vida Infinita, Amitābha fue, en tiempos muy remotos y posiblemente en otro mundo, un monje llamado Dharmakāra. En algunas versiones del sutra, se describe a Dharmarkāra como un antiguo rey que, habiendo tenido contacto con las enseñanzas budistas gracias al buda Lokesvararaja, renunció a su trono. Entonces decidió convertirse en un buda y así llegar a tomar posesión de un buddhakṣetra (un mundo existente en un universo primordial fuera del tiempo-espacio, producido por el mérito de un buda) de muchas perfecciones. Estas resoluciones están expresadas en sus cuarenta y ocho votos, que delinearon el tipo de buddhakṣetra que Dharmakāra buscaba crear, las condiciones bajo las cuales nacerían los seres en ese mundo, y qué clase de seres serían al renacer ahí.
En las versiones del sutra mejor conocidas en China, Vietnam, Korea y Japón, el decimoctavo voto de Dharmakāra era que cualquier ser en cualquier universo que deseara nacer en la Tierra Pura de Amitābha y llamara su nombre tan sólo diez veces, tendría garantizado el nacimiento en ese lugar. Su décimonoveno voto prometía que él, junto con sus bodhisattvas y otros budistas benditos, aparecerían ante aquellos que lo llamaran en el momento de la muerte. Esta apertura y aceptación de todo tipo de personas han convertido a la creencia de la Tierra Pura en una de las mayores influencias del Budismo Mahāyāna. Se cree que Budismo de la Tierra Pura comenzó a ganar popularidad al norte de la India/Pakistán y Afganistán, desde donde se esparció por Asia central y China, y desde ahí hasta VietnamKorea y Japón.
El sutra también explica que Amitābha, después de haber acumulado un gran mérito a través de innumerables vidas, finalmente llegó a la budeidad y aún ahora vive en su tierra de Sukhāvatī, cuyas muchas virtudes se describen.
Las doctrinas básicas que hablan de Amitābha y sus votos se encuentran en tres textos canónicos del Mahāyāna:
A través de sus esfuerzos, Amitābha creó la "Tierra Pura" (净土, Chino: jìngtŭ; Japonés: jōdo; Vietnamita: tịnh độ) llamada Sukhāvatī (Sánscrito: "que tiene felicidad"). Sukhāvatī se encuentra en el extremo occidente, más allá de las fronteras de nuestro mundo. Con el poder de sus votos, Amitābha hizo posible que todo aquel que lo llamara pudiera renacer en su tierra, para ahí recibir su instrucción en el dharma y finalmente convertirse en bodhisattva y a su vez en buda (la finalidad máxima del Budhismo Mahāyāna). Entonces, estos mismos bodhisattvas y budas regresarían a nuestro mundo para, a su turno ayudar a más personas.

Amitabha en el Budismo Vajrayana[editar]

A Amitābha también se le conoce en el Tíbet, en Mongolia, y en otras regiones donde se practica el Budismo Tibetano. En la clase Suprema del Tantra Yoga del Vajrayana tibetano, se considera a Amitābha como uno de los Cinco Dhyāni Budas (junto con AkṣobhyaAmoghasiddhiRatnasambhava, y Vairocana), y está asociado con el oeste y el skandha de *saṃjñā*, el agregado de la distinción (el reconocer) y la profunda consciencia de las individualidades. Su reino se llama Sukhāvatī (en Sánscrito) o Dewachen (en tibetano). Al igual que el buda Shakyamuni, Amitābha tuvo dos discípulos principales, los bodhisattvas Vajrapani, a su izquierda, y Avalokiteshvara, a su derecha. En el budismo tibetano, existen muchas oraciones famosas para reencarnar en Sukhāvatī. Una de ellas fue escrita por Je Tsongkhapa a petición de Manjushri, que se le apareció en repetidas visiones.
Se considera que los Panchen lama y Shamarpas tibetanos son reencarnaciones de Amitābha.
Se le invoca frecuentemente en el Tíbet ya sea como el buda Amitābha (especialmente en las prácticas del Powa), o como Amitāyus (especialmente en prácticas relacionadas con la longevidad y para prevenir una muerte anticipada.
En el Vajrayana japonés y budismo Shingon, Amitābha es visto como una de las trece deidades budistas a las que los practicantes rinden tributo. El Shingon, al igual que el Budismo Tibetano, también utiliza mantras especiales para Amitābha, aunque a menudo son diferentes entre las dos religiones. Amitābha también aparece en el Mandala del Reino Uterino usado en prácticas Shingon, y se ubica en el oeste, que es donde se supone que se encuentra la Tierra Pura de Amitābha.

Mantras[editar]

Amitābha es el corazón de varios mantras en las prácticas del Budismo Vajrayana. La forma hindú del mantra de Amitābha es oṃ amitābha hrīḥ, que se pronuncia en su versión tibetana como Om ami dhewa hri. El mantra en el Budismo Shingon es On amirita teizei kara un, que representa la forma hindú en la que está basado, oṃ amṛta-teje hara hūṃ.
Además de los mantras anteriores, muchas escuelas budistas evocan a Amitābha en la práctica conocida como 'nianfo' en Chino y 'nembutsu' en japonés.

Otros nombres[editar]

Amitābha se escribe en sánscrito: अमिताभः, Amitābhaḥ; en chino: 阿彌陀佛, Ēmítuó Fó; en japonés: 阿弥陀如来, Amida Nyorai; en vietnamita: 阿彌陀佛, A Di Ðà Phật; འོད་དཔག་མེད་ y en mongolCaɣlasi ügei gerel-tü.

Véase también[editar]

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Amit%C4%81bha