Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
Mostrando entradas con la etiqueta Amor y sufrimiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Amor y sufrimiento. Mostrar todas las entradas

miércoles, 5 de septiembre de 2018

¿Se ama más si se sufre más? Micaela Ilundain


Amor.  Sufrimiento.  Podría parecer que ambas palabras no tienen nada en común.  Nada más lejos de la realidad.  Todos nosotros hemos podido comprobar que van íntimamente unidas.

Se es feliz cuando se ama y parece que la palabra sufrimiento no tenga cabida en esta situación, pero en el amor también hay miedo a la perdida y esto nos provoca un sufrimiento infinito.  Tenemos miedo a no aprobar unos exámenes, a no conseguir un puesto de trabajo, a perder el amor de alguien muy importante para nosotros y sobre todo a ver morir a un ser querido.

Y todo esto nos hace sufrir y creemos que sólo sufriendo mucho, demostramos cuanto queríamos a aquellas personas que hemos perdido.
En nuestro planeta hay otras culturas en las cuales el hecho de la muerte de un ser querido lo viven con alegría y organizan festejos para despedir con todo su amor a esa persona amada.

En nuestra cultura esto no es así y quizás por ese motivo, ya al nacer, llevamos en los genes el temor al sufrimiento, por la pérdida de aquello que amamos.  ¿Quién de nosotros no ha visto a nuestros padres y abuelos sufrir, durante años, la pérdida de sus personas queridas en un duelo interminable?  Siempre tristes, sin concederse siquiera mostrar ningún signo de alegría, siempre en la creencia que así se demuestra mejor cuanto se ama al ser que nos ha dejado.

Esta creencia pasa de generación en generación y ese comportamiento queda grabado en la personalidad de los más pequeños que, al crecer, proyectan a su vez esos esquemas en sus descendientes.

Bien es verdad que algunas cosas han cambiado, que ya no vestimos ropas y velos negros durante años y más años pero, aún así, continua la creencia de que, si no estamos las 24 horas del día machacándonos con nuestro sufrimiento, es como si no quisiéramos a esa persona que tan importante era para nosotros.  Y, queridos amigos, yo también he creído esto durante bastante tiempo.  Me dolía sonreír porque al hacerlo creía que estaba olvidándome de mi hijo y fallándole como madre. Y he creído esto porque el sufrimiento desmedido aletarga nuestra mente y nos va atrofiando y nos hace ver cosas que no son.  Pero poco a poco he ido entendiendo que mi amor por mi hijo está por encima de todo y que él estará orgulloso de que haya dejado el dolor a un lado y que el tiempo que dedicaba a ese dolor, inútil y estéril, lo utilice para amarle y recordarle con todas las fuerzas que soy capaz.  Y lloro cuando me siento triste pero, también río, cuando algo me hace reír  y tengo ilusión por vivir el tiempo que me quede.  Y no me siento culpable por ello, al contrario.  Me siento feliz porque eso le hace feliz a él allí donde esté.  Y siento también que, en todo momento, él está a mi lado y me ayuda cuando le necesito.  Por eso creo con toda sinceridad que no se ama más porque se sufra más.

 Fuente: http://www.dueloanjicarmelo.com/duelo/Colab.htm