“Los cuidados paliativos no llegan ni a la mitad de los enfermos, eso genera un extraordinario sufrimiento; la gente muere muy mal”
“La
eutanasia o el suicidio asistido solo van a evitar sufrimiento al 1% o
el 2% de ciudadanos; me parece empezar la casa por el tejado”
“La dimensión trascendente de las personas no es patrimonio de ninguna organización”
“El 70% de los enfermos en los países desarrollados morimos en hospitales, que son casi seguro de los peores sitios donde morir”
“Hay que acompañar el proceso de morir, no alargar la vida como si no fuera a pasar”
Enric Benito es médico especialista en
oncología y miembro de honor de la Sociedad Española de Cuidados
Paliativos, de la que fue coordinador del grupo de espiritualidad entre
2006 y 2014. Su experiencia en oncología clínica suma 23 años, y otros
19 en paliativos. Es autor de 91 publicaciones científicas, y profesor
invitado en diferentes universidades españolas y de Latinoamérica. Su
capacidad divulgativa le hace habitual conferenciante. Visita Pamplona
para participar en el Foro Gegoa, con el tema Humanizar el proceso de morir.
Asegura que “la casa de la muerte tiene mil puertas para que cada uno
encuentre la suya. Y, por lo general, la gente se muere como ha vivido.
Al final te encuentras contigo mismo, con tu propia biografía, con las
cosas que no has vivido, que no has resuelto. Y eso es lo que determina
la calidad de la muerte: no la biología, la enfermedad, sino la
biografía”. En definitiva, "aunque hagamos leyes para que la gente muera
bien, no depende tanto de textos legales ni de la enfermedad, sino de
cómo se ha vivido".
¿Tienen las personas derecho a una muerte digna de acuerdo con sus valores?
La muerte no es digna, lo que es digna es
la persona. La dignidad es propia del ser, es ontológica. La muerte no
existe, existe un proceso de morir. No se puede legislar sobre algo que
no existe. Nosotros hemos hecho en Baleares una ley que se llama de
derechos y garantias de las personas en el proceso de morir. Este proceso puede ser acompañado y atendido.
Y para eso están los cuidados paliativos
Sí. Los cuidados paliativos son la
respuesta profesional y humanizada para cubrir las necesidades de las
personas en este proceso. Existen necesidades de tipo físico, como el
control de síntomas o no tener dolor, que eso es lo más fácil, los
médicos lo manejamos muy bien. Pero también hay una serie de necesidades
de tipo emocional, la muerte es como un carrusel lleno de
incertidumbre, miedo, inquietud… hay una serie de problemas atendidos
conocidos, el profesional tiene que anticiparse y atender también estas
necesidades. También hay una serie de necesidades de tipo social, te vas
y tienes que cerrar tu proceso de haber vivido, tus roles como padre,
abuelo, marido… y también hay unas necesidades trascendentes,
existenciales o espirituales, como queramos llamarlas. No tienen que ver
con la religión necesariamente, sino con que el ser humano se plantea:
¿Qué he venido a hacer aquí?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿qué hay
después? Esas preguntas radicales se pueden atender y acompañar también,
y los cuidados paliativos atienden esos cuatro tipo de necesidades a
través de equipos médicos multiprofesionales.
Una forma de humanizar entonces el fin de la vida
Lo que está claro es que la muerte no es
un problema médico o sanitario, es una costumbre que tiene la gente. Y
ponerla en manos de los médicos, como si ellos fueran los expertos,
puede ser un error, porque excepto los que nos dedicamos a los
paliativos la mayoría no saben muy bien cómo manejar y atender eso. El
70% de los enfermos de países desarrollados morimos en hospitales, que
son casi seguro de los peores sitios donde morir. Porque no hay una
cultura de cómo hacer eso, ahí lo que se intenta es curar, seguir
luchando, haciendo a veces cosas innecesarias. Hay que tener muy claro
que hay que acompañar el proceso de morir, no intentar alargar la vida
como si eso no fuera a pasar.
¿Eso es el encarnizamiento terapéutico?
Sí, genera sufrimiento. Y es una práctica
muy extendida todavía. No se diagnostica el proceso de morir y no se
atiende específicamente.
Pero eso no tiene que ver con la eutanasia, o el suicidio asistido. ¿O sí?
No, no tiene nada que ver, son dos mundos
diferentes. Nosotros cuidamos el proceso exquisitamente. Imagínate que
hubiéramos decidido que el proceso de dar a luz de las mujeres nos
pareciera asqueroso, obsceno y no nos interesara. Las dejamos parir
solas sin atención médica, ni ciencia, ni conocimiento. Pero no. Hoy en
día los partos son una maravilla: ecografías tridimensionales, anestesia
epidural… cuidamos exquisitamente ese procedimiento, porque nos
importa, porque le damos importancia. Y hace 100 años se paría como hace
siglos. En el proceso de morir, solo hemos tomado esa actitud desde
hace pocos años. Porque actuamos como si no fuera a ocurrir, como si no
nos interesara. E intentar evitarlo haciendo cosas innecesarias está
mal.
¿Qué opinión le merecen las leyes vasca y navarra sobre el tema?
Nos hemos apoyado sobre todo en la ley de
Navarra. Ya estaba hecha cuando nos pusimos a hacer la de Baleares, y la
tomamos como ejemplo. Estaban también la de Andalucía y la de Aragón,
pero vimos la navarra como la más progresista, la más abierta. Me parece
muy bien regular los derechos y garantías de las personas, de los
enfermos, de los profesionales y de las instituciones. Cuáles son sus
competencias. El problema es que una ley, si no está dotada de
presupuesto, puede quedarse en papel mojado. Por ejemplo en el caso de
las habitaciones individuales: si el hospital no dispone de ellas, la
ley puede decir lo que sea, que no se aplicará.
El Código Penal es muy claro a la hora de limitar la eutanasia y el suicidio asistido. ¿Qué opinión le merece?
Es un debate social interesante, supongo
que cuando se presente la Ley en el Parlamento se intensificará. Yo,
como profesional de cuidados paliativos, recuerdo que no llegan ni a la
mitad de las personas que los necesitan en nuestro país. Eso genera un
extraordinario sufrimiento, mucha gente muere muy mal por falta atención
específica y profesional en ese ámbito. Por lo que legislar sobre algo
que va a cubrir el sufrimiento del 1% o el 2% de ciudadanos me parece
empezar la casa por el tejado. Desde la Sociedad Española de Cuidados
Paliativos reclamamos primero una buena ley de paliativos, que cubra
bien las necesidades. Y después, regulemos esto, que no me parece mal.
Otra cosa es que los médicos tengamos que participar en esto. En
cualquier caso, no me parece prioritario.
¿Qué le parece la posición de la Iglesia al respecto? Su intento de influir en las leyes de acuerdo con sus valores
(Hace un gesto de cerrarse los labios con
una cremallera). Hablo como profesional sanitario que conozco el tema.
Hay diferentes colectivos que se la atribuyen, pero la dimensión
trascendente de las personas no es patrimonio de ninguna organización.
La esencia de lo que somos es trascendente, seamos o no conscientes de
ello. Seamos o no creyentes. Pero la Iglesia no tiene el monopolio de la
espiritualidad. Otra cosa es que tenga sus normas y sus criterios, y me
parece muy bien que los exprese. Pero desde luego no tiene la
franquicia en exclusiva de esa energía que nos da la vida, a la que
puedes llamar Dios, porque no tiene nombre. Eso es una necesidad
nuestra, no de esa energía que nos armoniza, que nos da la vida, y que
está hecha de paz, de bondad, de amor. Está en el corazón de todo ser
humano, pero no es propiedad de nadie. Los que la quieren administrar se
atribuyen algo que sirve si les haces caso. No sé si deberías publicar
esto. (Sonríe).
Vivimos en un país en el que
afortunadamente cada vez hay más gente mayor, que vive más y durante más
años. Y parece que vamos a seguir siéndolo en el futuro. ¿Qué desafíos
genera un final de la vida cada vez más lejano?
La vida no tiene final. La vida sigue. La
muerte no existe. Lo que puede terminar, en todo caso, es la peripecia
vital de un personajillo que se disuelve. Eso del final de la vida es
una traducción barata de los yanquis. Lo que pasa es que nos acercamos
con tanto miedo que lo complicamos mucho, lo hacemos más difícil.
En cualquier caso, lo hacemos cada día un poco mejor
Sí, por supuesto. Yo soy oncólogo, y hace
20 años decidí cambiar y pasarme a los cuidados paliativos. En estos
momentos puede mirar hacia atrás y sonreír, porque éramos cuatro pirados
sin recursos. Hoy en día la Sociedad Española de Cuidados Paliativos
tiene cerca de 2000 afiliados profesionales, hay recursos, se están
haciendo leyes de derechos… hay un progreso evidente, pero no solo en
España, a escala internacional. Nos hemos dado cuenta de que es un tema
importante, pero todavía falta bastante.
¿Qué falta?
Una dedicación profesional. Los médicos
tienen que recibir formación sobre el proceso de morir en la carrera
universitaria. No se puede dejar como un tabú. Los que hacemos
paliativos nos hemos formado a posteriori, y todavía hoy muy
pocas universidades los incluyen en sus planes de estudios. Todavía no
es una especialidad, no hay plazas específicas. Falta un reconocimiento a
los profesionales.
Fuente documental:
No hay comentarios:
Publicar un comentario