Al igual que en el hinduismo, los budistas creen en la reencarnación tras la muerte del cuerpo físico, dependiendo la calidad de la siguiente reencarnación del modo de vida llevado a cabo en las vidas previas, básicamente en la actual, que condiciona en gran medida la siguiente. La intención budista es llegar a conseguir mejora constante a lo largo de estas vidas para poder alcanzar la iluminación. Apuntando que hay dos objetivos, la liberación del samsara, que supone liberarse del ciclo ininterrumpido de existencia sin control; y la iluminación en sí, que además de la liberación convierte al individuo en un Buda, un ser iluminado.
En el budismo se dice que hay una mente y cuerpo muy sutiles, ambos inmateriales, en el que se queda grabada toda la información kármica de todas las acciones físicas, verbales y mentales realizadas vida tras vida, y esa información kármica es la que transmuta de encarnación en encarnación, el conjunto de acciones y tendencias previamente determinadas en la vida pasada proyecta y condiciona las actuales y las futuras.
Es por ello que para el budismo la interrupción de entre una vida y otra adquiere mayor relevancia, dado que implica un corte en lo que la existencia de ese como tal tenía. El ciclo de reencarnación y muerte se mantiene tanto tiempo como sea necesario que ese karma precise para obtener la iluminación.
Habitar un cuerpo humano tiene un valor añadido de preciosidad para el budismo, dado que es, en relación a todas las criaturas vivas que existen, un estado muy escaso, y sobre todo, porque el ser humano presenta condiciones óptimas para generar más acercamiento a ese estado de iluminación.
Los rituales mortuorios budistas
Dadas las diversas corrientes budistas existentes, se presentan
varios ritos que se diferencian en gran medida y forma de los cercanos
hindistas.
Las dos grandes corrientes budistas principales son Hinayana, o Pequeño
Vehículo, y Mahayana, Gran Vehículo, más una tercera vía, Vajrayana, o
Vehículo Rápido, o camino del tantra.
Las principales se diferencian básicamente en su acercamiento a los ideales, los cuales son:El Aharant, del Hinayana, que pone gran atención a la iluminación individual en una sola vida, como Buda, por lo cual el énfasis está en una serie de coordenadas de orden y preceptos personales, individuales de cada sujeto.
El Bodhisattva, del Mahayana, en el cual el potenciamiento y la compasión hacia los demás seres vivientes juega un papel primordial. Esta escuela trata del individuo que busca iluminarse para poder bendecir y ayudar a todos los seres sin excepción motivado por la gran compasión, el deseo de que todos los seres se liberen del sufrimiento
Aunque debido a sus orígenes hinduistas, el budismo acostumbraba a incinerar los cuerpos al igual que su religión precursora, dado que las enseñanzas de Buda rápidamente se expandieron a culturas y paisajes alejados de la India, como los tibetanos y más orientales, donde la carencia de madera es significativa, se estableció la costumbre de “enterramientos celestiales”, es decir, en el cual se deposita el cuerpo en altos parajes, ofreciendo como los restos a los animales depredadores que allí habiten. El budismo acepta ambas formas de funeral, según las necesidades tanto familiares como del lugar, que tienen que contar y respetar también la legislación vigente en cada país.
Según ambas tradiciones búdicas, para favorecer un tránsito a una
situación más propicia, es de un factor fundamental el estado de
conciencia en el que se encuentre la persona en los momentos antes de
fallecer, es por ello que, fundamentalmente en la tradición Mahayana se
desarrollen rituales, cantos y procesos que ayuden al cuerpo a una
transición más propicia, a subir un peldaño más en la escalera de
evolución de camino hacia la iluminación, o Nirvana.
Estos rituales se manifiestan las enseñanzas del Bardo Thodol, más
conocido en occidente como el Libro Tibetano de los Muertos. Este ritual
se basa en un proceso de recitado de textos, mantras y oraciones
durante siete semanas, que son 49 días, que es el máximo de tiempo según
el budismo que se tarda en encontrar una nueva reencarnación. En estos
49 días estos recitados acompañan a la conciencia a facilitar un
tránsito fluido hacia la nueva vida, con peticiones, ruegos, oraciones,
que suelen ser dirigidos por monjes especializados, aunque en la
actualidad los ritos los pueden realizar también practicantes laicos,
acompañados por los familiares, generalmente en el ultimo día, donde el
encuentro entre monjes y seres queridos finaliza el proceso, y sirve a
la par a éstos a una mayor comprensión y alivio de la muerte vivida.
El proceso y las señales de la muerte según el budismo.
En el tema llamado Percibiendo el Final abordaremos las distintas señales que se experimentan en el proceso de morir y otras cuestiones relacionadas. Aquí apuntamos lo que el budismo expresa en sus textos milenarios.
La estructura de estos temas en general no permite tratar ni profundizar en todas y cada una de las investigaciones y conclusiones que cada religión o corriente espiritual tiene al respecto, dejando que cada cual indague aquello con lo que conecte y sea más afín. Vamos a exponer de forma resumida la perspectiva budista del proceso de la muerte.
Se trata de un enfoque muy particular que viene de una cultura
milenaria con más 2.500 años de antigüedad que aporta la sabiduría
ancestral de los grandes y experimentados eruditos budistas indios y
tibetanos que han transmitido las enseñanzas de generación en
generación, avalados por la propia experiencia de profundos meditadores
que han logrado niveles de consciencia muy elevados con lo que han
podido relatar y mostrar estas enseñanzas tan reveladoras.
Hemos de considerar los siguientes párrafos como un mapa y tomar aquello
que nos interese sin dogmatismos ni rigideces, sólo observar aquello
que nos puede aportar y soltar aquello con lo que no estemos de acuerdo o
sintamos resistencia.
Si existe alguna posibilidad de que nos “anticipemos” a lo inevitable, de tener algún tipo de señal que nos permita comprender que nuestro final está cerca, es posible que nuestra vida se transforme completamente y empecemos a disponer nuestra vida, a resolver aquello importante que hemos ido posponiendo, en definitiva, que nos preparemos para nuestro final inexorable e ineludible con diligencia y sensatez.
En el budismo se identifican dos tipos de señales según su cercanía en el tiempo. Así tenemos las señales distantes que, como su nombre indica, ocurren mucho antes de tener cualquier síntoma o enfermedad, por lo que son difíciles de asumir, interpretar o aceptar, pero dicen que aparecen entre tres y seis meses antes de morir.
Las señales físicas son muy variadas y no tienen que ocurrir en cierto orden ni que ocurran todas, son significativas si se repiten en el tiempo (1): “tener hipo de manera continuada mientras se defeca u orina; el no poder escuchar el zumbido que se oye al taparnos los oídos; el que la sangre no vuelva con rapidez a las uñas tras haber ejercido cierta presión sobre ellas; tener hipo al realizar el acto sexual; en el caso de la mujer, perder gotas blancas en vez de rojas al realizar el acto sexual y , en el caso del hombre, gotas rojas en vez de blancas; perder el sentido del gusto o del olfato sin razón alguna; espirar aire frío; al echar aliento sobre la mano, sentirlo frío en vez de cálido; el que la lengua se encoja, sintiendo como si estuviera enrollada o hinchada, y no poder ver su punta al sacarla; en la oscuridad, no poder ver formas y figuras de colores al apretar con el dedo la parte superior del ojo de manera que el globo ocular sobresalga un poco hacia afuera; tener la alucinación de ver un sol por la noche; por la mañana, bajo el sol, no poder ver en la sombra de nuestro cuerpo corrientes de energía fluyendo de nuestra coronilla; no poder segregar saliva en la boca; el que la punta de la nariz se meta hacia dentro; el que aparezcan manchas negras en los dientes; y el que los globos oculares se hundan más de lo normal en las cavidades de los ojos.” También se mencionan otras señales mentales: “un cambio en nuestro carácter, por ejemplo ser agresivos cuando, por lo general, somos amables y tranquilos, o lo opuesto; el dejar de gustarnos el lugar donde vivimos, nuestros amigos u otros objetos de apego sin motivo alguno; sentirnos tristes sin razón; y el que nuestra sabiduría e inteligencia sean menos claras y poderosas que antes.”
Incluso se nombran señales oníricas: “soñar varias veces que nos caemos de una montaña, que estamos desnudos o que viajamos solos en dirección hacia el sur a través de un desierto.”
Las señales cercanas de la muerte hacen referencia a como los elementos esenciales que compone el cuerpo se va disolviendo de uno en el siguiente hasta completar la separación de la consciencia del cuerpo. Se explican tanto las señales físicas externas como las internas que percibe la mente. Puesto que las internas pueden llevar cierta confusión y habría que explicar las diversas visiones que surgen, nos vamos a centrar en los aspectos externos.
“Primero se disuelve el elemento tierra del cuerpo: la señal externa de esta disolución es que el cuerpo adelgaza;”
“A continuación, se disuelve el elemento agua: el signo externo es que
la boca y la lengua se secan, y los fluidos del cuerpo tales como la
orina, la sangre y el semen disminuyen;”
“Después se disuelve el elemento fuego: la señal externa de esta
disolución es que el calor del cuerpo disminuye y la zona alrededor del
ombligo, el lugar donde se produce el calor del cuerpo, se enfría;”
“A continuación se disuelve el elemento aire: la señal externa es una
reducción del movimiento, debido a la pérdida de la fuerza de los aires
que fluyen por los canales de energía del cuerpo y que nos hacen generar
las mentes burdas;”
Es entonces cuando cesa el movimiento físico, se deja de respirar y el
corazón ya no late, consideramos que la persona ha fallecido, pero según
la tradición budista la consciencia aún no ha abandonado el cuerpo.
Este último proceso puede llevar más o menos tiempo y se indica la
última señal física: una gota blanca emerge por la punta del órgano
sexual y una gota roja sale por los orificios nasales. Es entonces
cuando se considera que el proceso de la muerte ha concluido y la
consciencia ha abandonado el cuerpo.
(1) Textos extraídos del libro: Una vida con significado, una muerte gozosa. G.K. Gyatso.
Fuente: www.escuelatranspersonal.com
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