Un relato que empezó a popularizarse hacia el
siglo V ilustra cómo Siddhartha Gautama abordaba el tema de la muerte o transición.
Esta fábula no hace menguar la tristeza, pero nos permite
compartir. No se puede pretender que la persona que ha sufrido una pérdida
se libere enseguida de la tristeza y el dolor, ya que asimilar la muerte de un
ser querido requiere tiempo.
Una mujer llamada
Kisa Gotami fue una vez a ver al Buda, muy trastornada por la muerte de su
hijo. Con el niño entre sus brazos, la madre imploró que le devolviera la vida.
—De acuerdo
–respondió el iluminado–, pero primero debes traerme una semilla de mostaza.
— ¡Una semilla de
mostaza! ¡Qué fácil!
—Pero, debes
tomarla de una casa donde no haya muerto nadie.
Kisa Gotami salió
corriendo a pedir una semilla de mostaza y llamó a una casa tras otra. Pero al
preguntar si alguien había fallecido en la casa, la respuesta era siempre:
–Desgraciadamente
sí. Los muertos son muchos, y los vivos, pocos.
La mujer estaba
totalmente desesperada y se preguntaba dónde podría encontrar la semilla que
necesitaba. Finalmente comprendió el mensaje: la muerte llega a todo el mundo.
Así pues, fue a reunirse con el Buda y dejó a su hijo en el suelo, diciendo:
–Ahora sé que no
estoy sola en este inmenso duelo.
La muerte llega a todos.
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