El director de programas de la Fundación Anar ofrece diez
claves para evitar el castigo físico a los niños.
LAS CLAVES
·
1«Es recomendable fijar unas normas y límites y dejar claro que, como
padres, tenéis la obligación de protegerles y buscar su bienestar»
Los padres españoles son pegones. Al
menos así lo asegura a ABC Benjamín Ballesteros, doctor en Psicología Clínica y director de
programas de la Fundación Anar. Una de las razones fundamentales de
esta afirmación es que los progenitores que hoy pegan a sus hijos «lo hacen
porque ellos, de pequeños, también fueron educados bajo este mismo modelo.
Tienen asimilado que es una forma "normal" de educar», explica este
experto.
Añade que tras azotar o gritar a un niño, a los padres, por lo general,
les suele asaltar un sentimiento de culpa, que después se esfuerzan en
cambiarlo para autojustificarse que tenían que hacerlo (pegar
al niño) para que aprenda. «Sin embargo, hay muchas otras formas de
educar a los niños sin necesidad de violencia física —insiste—. Hay que hacer el
esfuerzo de reprimir este impulso de azotarle y
optar por explicar al niño con palabras, sin gritos, que lo que está haciendo
no es correcto, sin obviar que hay que advertirle que tendrá
consecuencias si se vuelve a repetir la situación que motivó
el incidente».
Teoría de la
frustración-agresión
Cuando hay un conflicto y un padre pega a un hijo, «no es
porque el hijo haya creado un problema, es porque es el padre el que tiene un
problema. Inflye el estrés diario y lo que se denomina como "teoría
de la frustración-agresión"; es decir, si a un hombre, por ejemplo,
alguien le agrede en el trabajo y es un superior o la persona no está presente,
este hombre tenderá a cargar su frustración en alguien inferior o, al llegar a
casa, lo hará con su mujer y, a su vez, ella lo hará con su hijo pequeño, y el
niño con el gato. Es así. Si no se acaba con este modelo de educación, la
violencia se perpetúa en nuestra sociedad», concluye Ballesteros no sin
recordar que el principal motivo de llamadas a la Fundación Anar es por casos
de violencia intrafamiliar.
Por esta razón, desde este organismo insisten en que recurrir al
castigo físico en la educación de los hijos puede traer consecuencias negativas
en su evolución y aportar alternativas saludables y positivas. Para ayudar a
los padres en esta labor de una educación sin violencia, recomiendan tomar
notas de los siguientes consejos:
1. Dedicad tiempo a estar con vuestros hijos. El
tiempo que paséis hablando con ellos o compartiendo sus juegos, es un regalo para
todos y es importante hacerlo desde edades tempranas. Invitadles a que os
hablen de su día a día y hacedlo también vosotros adaptando el lenguaje a su
edad. De esta manera les estaréis enseñando que es normal tener problemas y la
forma de buscar soluciones, además de construir una convivencia positiva.
2. Poneos de acuerdo entre vosotros, padres,
en las normas,límites y consecuencias que vais a establecer. Para
que ellos crezcan y evolucionen positivamente, necesitan saber que en su
familia hay unas normas que cumplir, unos límites que respetar y unas
consecuencias (nunca maltrato físico ni psicológico) en caso de no hacerlo. Y
es importante que os mostréis unidos y firmes en esas decisiones y en el
cumplimiento de las consecuencias para que ellos no puedan manipular la
situación.
3. Adaptad las normas y límites a su
edad. Sobre todo en la adolescencia, es importante
que impliquéis a vuestros hijos en la elección de las normas y límites que se
van a establecer y así será más fácil que las cumplan. No obstante, es
recomendable que les dejéis claro que, como padres, tenéis la obligación de
protegerles y buscar su bienestar.
4. Escuchadles. Si ha
quebrantado alguna norma o se ha saltado algún límite, antes de aplicar las
consecuencias a ese comportamiento, escuchad sus razones. Tal vez sea necesario
que tengáis que sancionarle después de su explicación, pero se sentirá
escuchado y atendido emocionalmente.
5. Usar el castigo físico como método para
educar es perjudicial en todos los niveles de desarrollo. Además,
puede generar a largo plazo dificultades en las relaciones con los demás y
alteraciones en la salud mental. Hay alternativas que no dañarán su integridad
como, por ejemplo, la retirada de privilegios.
6. Sed coherentes en la aplicación de
consecuencias. Las consecuencias que apliquéis al
incumplimiento de las normas deben ser proporcionadas al hecho que se ha
producido y ajustadas en el tiempo para conseguir el efecto deseado: el
aprendizaje.
7. Sois ejemplo para vuestros hijos. Si
sois violentos con ellos a la hora de educarles, les estáis enseñando un modelo
agresivo de resolver conflictos que les traerá muchas dificultades en su vida
adulta, ya que pueden reproducirlo. Si, por el contrario, os mostráis firmes
pero cercanos en vuestra forma de educarles, les estáis transmitiendo que
pueden contar con vosotros y no necesitarán buscar fuera de casa el afecto que
necesitan para crecer y evolucionar positivamente.
8. Antes de actuar por impulso, paraos a pensar. Es
necesario saber identificar las señales que os avisan que os estáis alterando.
En ese momento, es importante aplazar la conversación con vuestro hijo a otro
momento en que podáis hablar de lo ocurrido con tranquilidad. Recordad que
ellos, igual que vosotros, no son perfectos y pueden cometer errores. De esta
manera estáis enseñándoles que el comportamiento de las personas no debe estar
manejado por impulsos y emociones negativas.
9. Llevar una vida sana, favorece la salud
emocional.Consumir cualquier tipo de droga, incluso
las aceptadas socialmente (alcohol y tabaco), o no descansar lo suficiente,
puede hacer que estemos más sobrecargados de tensiones. En un alto porcentaje
de los casos de maltrato, el alcohol está presente. Si os alimentáis
adecuadamente, descansáis lo suficiente y descargáis tensiones a través de la
actividad física, estaréis más tranquilos y relajados en vuestra convivencia
familiar.
10. Si tenéis dificultades para establecer una
buena comunicación y convivencia con vuestros, buscad ayuda profesional. Es
posible que las circunstancias y vivencias que hayáis tenido a lo largo de
vuestra vida, influyan en la manera de establecer relaciones y os dificulten la
convivencia familiar. Si esto es así, buscar ayuda profesional os ayudará no
sólo a vosotros, sino que vuestros hijos también se beneficiarán de ello.
No obstante, desde esta fundación invitan a todas las
personas que necesiten orientación sobre este asunto a que se pongan en
contacto con ellos. Los interesados pueden hacerlo a través de las líneas de
ayuda: Teléfono ANAR del Adulto y la Familia (600 50
51 52) o Email ANAR, entrando en la página web (www.anar.org).
En cualquiera de ellas, un equipo de psicólogos apoyados por trabajadores
sociales y abogados, resolverán las dudas los 365 días del año, las 24 horas
del día.
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