"Camino a Port de la Selva después de un incendio
descomunal en un día de tramontana rabiosa, se puede intuir el destrozo que
causó el fuego voraz y casi imposible de controlar por culpa de los vientos
huracanados. El resultado fue la quema de todas las plantas y árboles en un
área inmensa dejando un negro total allá donde había brillado la vida sólo
veinticuatro horas antes.
Después del fuego, los pinos
seguían erguidos pero carbonizados. Dentro de lo grotesco de la situación,
existía una belleza austera, sobria, casi monstruosa, como la belleza de los
grandes acontecimientos que afectan a la vida y logran que ya nunca nada sea
igual.
Un año después nos reencontramos con aquellos pinos que habían
parecido perder toda capacidad de vida. Estaban al otro lado de una curva,
con el tronco negro, pero con una corona de hojas verdes recién nacidas, como
una tiara de esmeraldas, ofreciendo su renacer para repoblar el paisaje con su
canto de supervivencia y su triunfo sobre la muerte.
Eran el auténtico símbolo de todos los héroes que he conocido y
que me faltan por conocer. Héroes cuyo llanto y esperanza llevo muy dentro de
mi corazón.
Habéis sobrevivido la muerte.
No sólo la de ese ser querido, sino la vuestra propia. Habéis vuelto del horror
de la aniquilación y vuestra victoria siembra mil semillas de esperanza en
aquellos corazones que aún buscan un resquicio, un descanso del sufrimiento y
de la angustia del vacío."
Gracias por compartir vuestra experiencia con aquellos que lo
necesitan, gracias por vuestro ejemplo y vuestras palabras de consuelo y
aliento allí donde brilláis con vuestra comprensión, con vuestra humanidad
crecida y multiplicada a través de los mil y un infiernos que habéis superado.
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