Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

miércoles, 18 de abril de 2018

Desapego



Vivimos apegados a todo lo que nos produce seguridad o placer, ya sea a la familia, al trabajo, al dinero, al cuerpo, a la posición social, sin lo cual creemos que no podemos vivir. El desapego nos hace libres, nos permite vivir sin la aprensión de perder el objeto de nuestro apego, pero, sobre todo, nos hace fluir con la vida, con lo que nos toca vivir, porque por algo se nos presentan sus diferentes circunstancias. En ellas van implícitas las enseñanzas que nos propusimos adquirir antes de bajar a la densidad del mundo físico.

Nada ni nadie es indispensable en nuestra vida, todo está organizado desde otros planos de realidad de tal manera que si fluimos con lo que nos acontece, acabaremos por darnos cuenta a la larga que esas condiciones de vida eran las necesarias para nuestro avance espiritual.
Como frecuentemente lo que se nos presenta en la vida va en contra de nuestros deseos o expectativas, nos inconformamos y nos sentimos defraudados, aferrándonos a lo que esperábamos obtener. Es allí donde debemos activar el desapego si queremos tener una vida grata y feliz.
“El que nada desea todo lo tiene” dijo un místico y así es. Cuando los deseos imperiosos de efectos materiales o de situaciones placenteras que nos producen satisfacción no se dan y las dejamos pasar, la vida se convierte en un oasis de paz.
Hay muy diferentes clases de apegos, al sufrimiento, por ejemplo. Hay quien no quiere deshacerse de él porque al victimizarse obtiene conmiseración, lástima y es una manera de llamar la atención. Es también una rebeldía a lo que le está sucediendo que no está dispuesto a admitir. Desapegarse de esa idea le cuesta porque para lograrlo necesitaría aceptar lo que le ha provocado ese dolor y su ego no se lo permite.
Las diferentes adicciones son una forma de evadir la realidad que disgusta. El individuo se apega a la idea de no aceptar lo que le tocó vivir y lo tapa con el placer transitorio que ofrece cualquier adicción. Nuevamente, el desapego de éstas es muy difícil pero cuando se logra se obtiene la liberación de esa esclavitud.
El apego al resentimiento y al deseo de venganza es una idea que a menudo perdura largo tiempo, aún después de la muerte física. Es provocado por el ego herido y el antídoto es el perdón y el olvido de la afrenta. El perdón bien entendido es cuando se comprende que no hay nada que perdonar porque el que actúa mal es por falta de consciencia y ese dolor que nos provoca nos sirve, si lo sabemos ver, para aprender alguna virtud, como puede ser la humildad, la aceptación del otro, el verdadero perdón, el desapego, la búsqueda de verdades espirituales profundas. Desapegarse de esas emociones muchas veces cuesta, pero ¡Cuánta libertad se obtiene con el perdón!
El amor y el apego no son lo mismo, éste último es cuando creemos que sin una persona específica no podremos vivir, que necesitamos recibir de ella lo que nosotros entendemos por amor, que es la satisfacción de nuestros deseos y esperar que el ser amado reaccione como nosotros deseamos. El amor es dar libertad al ser querido, promover su bienestar y no tratar de cambiar nada de su personalidad. El desapego significa entender que nada es imprescindible para nuestra felicidad, que ésta se encuentra en nuestro interior, en la plenitud que provoca la unión con el Todo.
Muchas veces el apego a un ser querido conlleva algo de control. Deseamos que actúe según nuestras expectativas, creyendo que es lo mejor para él. Sin embargo, no podemos interferir en el proyecto de vida de nadie, tenemos que convertirnos en espectadores de las decisiones que tomen los demás. Por supuesto, podemos dar ayuda cuando la necesitan o nos la solicitan, pero nunca tratar de cambiar lo que decidan hacer. Desapegarnos de la idea de que nosotros sabemos mejor lo que a cada uno le conviene es respetar su proyecto de vida.
El desapego de la necesidad de reconocimiento es difícil porque en general soportamos mal el rechazo y el que no nos tomen en cuenta. Para sentirse seguros supuestamente se logra con la admiración y el reconocimiento del público. Esto es una falacia porque siempre nos hará falta algo para sentirnos seguros, el vacío existencial que produce la sensación de estar separados, sólo se colma con la conciencia de que formamos parte indisoluble de un todo que es el Creador y su Creación, en el que nadie es superior a nadie, cada uno tiene una misión y un propósito en el concierto de la Creación. Entonces desaparece la necesidad de sobresalir o de ser aceptado, de poseer efectos materiales y de controlar a los demás, ya que somos todos iguales y lo mismo.
El desapego nos libera del atractivo del mundo físico, el cual es necesario para vivir la aventura que nos propusimos antes de sumergirnos en él. Pero después necesitamos desapegarnos de lo que ofrece el mundo material para liberarnos y dejar esa experiencia con mayor serenidad cuando llega a su fin.
La libertad que se obtiene en el desapego de lo material, de los diferentes afectos y adicciones, de las distintas ideas y creencias, nos ayuda a vivir la vida con más tranquilidad y estar abiertos a aceptar más fácilmente lo que se nos presenta como obstáculos en la vida. De la misma manera, nos evita el miedo que provoca la llamada muerte, que en realidad no existe, porque cuando no se tiene apego a nada, la transición a la otra realidad se hace con mayor facilidad.


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