Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

jueves, 8 de junio de 2017

El Buda en la yerba La culpa y el pecado

Milarepa, el patrono de las causas recuperadas
Si algo tiene de diferente la ética budista que la cristiana es el concepto del Karma y del pecado. En el budismo, a diferencia del cristianismo, las malas acciones se compensan por las acciones virtuosas. Esto es, aún el peor asesino puede redirmirse, siempre. No importa lo que uno haya hecho, es posible compensarlo haciendo acciones virtuosas.
Esto es totalmente diferente de la concepción critiana del pecado, dónde uno es culpable de contravenir una ley eterna e inflexible, debiendo arrastrar esta mácula por siempre. 
En el budismo, las acciones negativas genera kleshas u obscuraciones. Tomemos el ejemplo de Milarepa, quizás el caso mas paradigmático. Cuándo Milarepa era chico, su tío lo traicionó a él y a su madre, quién lo mandó a aprender magia con un hechicero. Luego de su aprendizaje, mató mediante magia a todos sus parientes y a aquellos que venían a vengarlos. En este caso, el odio (instigado por su madre, algo extraño dentro de los tibetanos que tienden a idealizar a la madre) generó obscuraciones. Estas obscuraciones redundaron en acciones negativas (matar a sus parientes) lo cuál generó un estado de conciencia terriblemente negativo en el pobre Mila.
Pero con ayuda de su Gurú, Marpa, Milarepa pudo lentamente purificar sus obscuraciones mentales y generó un continuo mental (cittasamtana) puro, que hizo que se iluminase en una vida y se transformase en el arquetipo de los yogis tibetanos.
Esto es posible porque, para el budismo, el fruto de una acción (aún de las peores acciones) es transitorio y es finalmente suplantado por acciones virtuosas. Hay redención para todos, porque no depende de una gracia divina, sino simplemente de cultivar un comportamiento ético.
El karma es algo mecánico: una persona es peligrosa mientras tenga en su continuo mental karma de odio. Si una persona que asesinó a alguien en el pasado, hoy se ha reformado totalmente y está en paz…¿es mas o menos peligrosa que una persona que no ha matado a nadie pero está llena de odio y viaja por la vida armada y paranoica?.
Por eso, tradicionalmente muchas personas que han llegado al éxito ofrecen esponsorear rituales e instituciones en los países budistas: si bien la persona puede haber hecho una acción incorrecta, se entiende que al devolver a la comunidad algo en cierta forma admite y limpia cierto karma.
Pero tampoco hay que confundir esto con una absolución: el mismo Milarepa tiene otra historia, dónde un grupo de espíritus acepto su ofrenda simple de un pan, dejándo de lado la ofrenda grandilocuente de un grupo de lamas. Lo importante, en la confesión y arrepentimiento, es la sinceridad. Si no nos lo tomamos en serio, es un ejercicio en hipocresía. Pero si realmente nos damos cuenta del daño que causamos a los seres sensibles, el arrepentimiento y la comprensión de las consecuencias nos impide seguir generando acciones dañinas. Y las acciones virtuosas nos hacen acumular mérito hasta transformar todo nuestro continuo mental.
Por eso, no tiene sentido el mal o el diablo, en el budismo. No hay nada realmente malingo, a lo sumo, hay acciones nacidas de l


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