Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.
Un año después nos reencontramos con unos pinos que se habían quemado totalmente en un fuego que arrasó el paisaje majestuoso de San Pedro de Roda. Estaban a la vuelta de una curva y tenían unas hojas verdes, recién crecidas que ofrecían su canto de supervivencia a todo el que pasaba por allí.
Un canto de esperanza y renacimiento.
Para mi son el símbolo viviente de toda persona que ha pasado por el fuego abrasador de la pérdida de un ser querido y que a la vuelta de una de las curvas interminables de su dolor se encuentra una vez más que puede ofrecer a la vida, su belleza interior crecida y aumentada por su amor a aquella persona que se ha ido.
Anji Carmelo
Anji Carmelo
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