Hay un tipo de cansancio que va más allá del agotamiento.
No se nota en los ojos ni en los hombros...
Es el cansancio de cargar recuerdos que nadie más ve.
De atravesar días que se sienten incompletos, porque él se suponía que iba a estar en ellos.
No es algo dramático.
No es algo ruidoso.
Es un deshilacharse en silencio.
Te despiertas, haces lo que tienes que hacer...pero por dentro, estás preparándote.
Para ese recuerdo fugaz, una canción en la tienda, un desconocido con su forma de caminar.
Pequeñas cosas que caen como un trueno cuando menos lo esperas.
El duelo no pide permiso.
Se sienta a tu lado, incluso en los días buenos, y susurra: "Todavía estoy aquí."
¿Y lo más duro?
Que sigues adelante.


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