¿Has pensado alguna vez en el amor crepuscular? Me gustaría mostrarte qué es y por qué resulta sumamente bello y atractivo, ya que el amor crepuscular supone un cariño que llega en el momento preciso, en el que sabrás valorarlo mejor que si te hubiera llegado en una etapa anterior. De hecho, no es raro que hayamos experimentado antes la sensación de que un amor, quizá, nos ha llegado demasiado pronto.
El amor rara vez avisa cuando llega, no tiene timbre, ni hay invitaciones ni va a acompañado de una corte que le permita ser visto en la lejanía. De nosotros depende cómo lo aceptemos y vivamos. Sin embargo, hay momentos en los que parece que el amor ha sabido elegir la ocasión perfecta para hacer acto de presencia. El amor crepuscular es así.
¿Qué es el amor crepuscular?
Dice un dicho popular que “hay amores que matan”. Sin embargo, el amor crepuscular es lo opuesto a este célebre refrán. Es un resumen de experiencias en las que se encierra la sabiduría de saber lo que no queremos y lo que nuestro corazón ansía con fuerza.
El amor crepuscular se refiere a ese sentimiento tranquilo, de cariño y comprensión, que llega en el momento en que ha de hacer acto de presencia.
Cuando nuestro corazón está dolido de pasión y escarmentado de sufrimiento por vivencias pasadas, llega un momento en el que necesita calma y reposo. Es en este momento cuando se produce la ocasión ideal para que el amor crepuscular llene de gozo tu alma.
Porque el amor crepuscular es un amor tranquilo y reposado. Un sentimiento de unión entre dos personas que nada tiene que ver con los rigores, las prisas y las exageraciones de relaciones pasadas.
El amor crepuscular se alimenta de las experiencias vividas. Llega un momento en que sabemos perfectamente qué es lo que queremos. De repente, conocemos qué es lo que no nos gusta porque hemos aprendido de las experiencias que nos han hecho sufrir. De ello surge un profundo conocimiento de nosotros mismos y de nuestros sentimientos que, junto a la persona adecuada, es un derroche de pasión tranquila y bella.
Los amores de hoy y siempre
Es de todos conocido que a lo largo de los años los seres humanos vivimos una cantidad enorme de emociones y sentimientos relacionados con el amor. Desde muy jóvenes comenzamos a sentir un corazón fuerte y palpitante, necesitado de emociones fuertes.
Ya en plena juventud, especialmente durante la adolescencia, se despierta en nuestro corazón una pasión desenfrenada que nos hace vivir con intensidad cada emoción del alma. Tanta que incluso puede doler no estar con el ser querido. Un primer amor es puro fuego, desenfreno y ardor sin fronteras.
“Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida?”-Jacinto Benavente-
Posteriormente, van llegando otras relaciones que aúnan experiencia y descubrimiento. Amores de juventud que, si bien ya tienen cierto contenido de lo anteriormente vivido, todavía no se pueden considerar como crepusculares, ya que mantienen cierto tono de inmadurez adolescente y un tira y afloja constante, aunque van sentando las bases de la personalidad.
Finalmente, tras un largo proceso de dolores, sufrimientos, placeres y diálogo, llega el momento del amor crepuscular. Los corazones han pasado por tantas parejas que necesitan el merecido reposo del guerrero y saben cómo conseguirlo, pues se conocen bien a sí mismos, ha acumulado gran experiencia y conocen mucho de sus almas afines.
El amor crepuscular en el cine
El cine ha dado lindas muestras de amor crepuscular. Historias inolvidables que han permanecido en la retina del imaginario colectivo. ¿Quién no ha vibrado con la maravillosa aventura de Katharine Hepburn y Henry Fonda con En el estanque dorado?
Pero, si hablamos de emociones a flor de piel y el amor al borde de crepúsculo, no podemos obviar la absorbente historia vivida entre Clint Eastwood y Meryl Streep en Los puentes de Madison. Pasión en el ocaso de dos personas que descubren que todavía tienen un corazón que les late en el pecho.
Así podríamos seguir con muchos ejemplos realmente nostálgicos. Bill Murray encuentra la pasión en Lost in Traslation, Shirley MacLaine lo hace junto al viejo astronauta Jack Nicholson en La fuerza del cariño o Sean Connery y Audrey Hepburn con Robin y Marian.
La belleza del amor crepuscular
Cuando llega el amor crepuscular, al fin dejas de ser esclavo de tus pasiones. En ese momento, todo parece mucho más sencillo. Una separación de la persona amada durante la juventud parece desgarrarte el alma. Sin embargo, con la sabiduría y paciencia que da la experiencia, serás capaz de integrar mucho mejor la historia de un amor.
“Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan”-Jean Jacques Rousseau-
Todas las experiencias que has vivido, tanto dolorosas como no, te servirán para aprender a apreciar a esa persona que está a tu lado. Al mismo tiempo, encuentras la comprensión que necesitas en tu pareja y entre ambos se crea una conjunción maravillosa y una comunicación única y espléndida.
Pero, no olvides que el amor crepuscular es recíproco. No llegará si tú no lo deseas de verdad o si no estás preparado. No hará acto de presencia si tú no comprendes y te compenetras con tu pareja. La experiencia y la calma son sus virtudes curativas para el corazón, pero no deja de ser cosa de dos.
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