Amada Selina
HOY ha muerto mi mejor amiga.
Evitamos decir "morir" y "muerte" porque en nuestra cultura
es sinónimo de pérdida y de sufrimiento. A mí, en cambio,
me gustan estas palabras porque, en realidad, no morimos.
Simplemente, mi mejor amiga ha dejado aquí su cuerpo físico y su alma ha
regresado hoy a casa.
¿Me creerás si te digo que vi cómo venían a recogerla? Seres que ella conocía en la Tierra la esperaban en la puerta de su terraza y en el segundo en el que ha dado su último suspiro, estos guías improvisados le han sonreído y la han acompañado por la senda de Luz hacia las esferas de Amor del Padre (o como tú lo llames). Tras estos seres que ella conoció en la Tierra había unos grandes ángeles que la protegían en su camino a casa, tras el arco iris, y que me miraban diciéndome: "Volveréis a veros, pronto". Y yo les creí.
¿Me creerás si te digo que vi cómo venían a recogerla? Seres que ella conocía en la Tierra la esperaban en la puerta de su terraza y en el segundo en el que ha dado su último suspiro, estos guías improvisados le han sonreído y la han acompañado por la senda de Luz hacia las esferas de Amor del Padre (o como tú lo llames). Tras estos seres que ella conoció en la Tierra había unos grandes ángeles que la protegían en su camino a casa, tras el arco iris, y que me miraban diciéndome: "Volveréis a veros, pronto". Y yo les creí.
Si me crees, te diré que nuestra amistad ya no está
limitada por el plano físico y que nuestro amor puro, que es eterno, ha quedado
liberado, dispersado en el viento y sin frontera alguna. Ahora ella es libre, y
su alma va camino del Creador a contarle: "Guau, qué
viaje". Esta misma noche se sentarán el Creador y mi amiga junto
al fuego, como en las películas, y ella le contará todo lo vivido. Le hablará
de la Tierra, le dirá qué sintió, cuánto la amaron, las amistades que hizo.. Y
el Creador de todo, rodeado de ángeles, reirá feliz al tenerla de vuelta. Ella
le hablará de la gente buena y la mala, de los alimentos y el aire, de los
caprichos humanos.. del tiempo que perdemos en tonterías, de los miedos del
hombre al futuro (que ni siquiera existe), y del amor (¿amor?) a los demás. Y
pasarán la noche charlando juntos, mi amiga y Dios, como hacemos todos al
morir.
Y cuando me acuerdo y acepto que no
volveré a mirar sus ojos cósmicos, me pongo triste (como tú cuando entierras a
un amigo, como todos), con la ventaja de que puedo sentir su voz que me
susurra: "Eh, Amadita, que ya no estoy ahí, que no necesito un
cuerpo, que ¡ya no estoy limitada! No sabes lo hermoso que es esto. Solo
volvería ahí para estar de nuevo contigo, viajar juntas y crecer en amor. Pero
merezco un descanso tras cumplir nuestro viejo pacto. Eh, no sufras, yo no
estoy ahí, ¡estoy en todas las cosas! ¡Estoy fundida en el Alma de todo lo que
existe, jajaja!". Jolín, qué avanzada su pequeña alma. Una vive
aquí preocupada por cosas tontas y ella allí, con el Creador, de tú a tú, hasta
que volvamos a encontrarnos....
Entonces acepto sus palabras y asumo que
no ha muerto, que nadie muere. Solo dejamos este lugar y nos dispersamos como
lluvia pulverizada en todo lo que existe. Acepto que no podré abrazarla de
nuevo, pero que seguimos estando juntas a niveles aún más profundos. Asumo con
calma profunda que su alma es mucho más hermosa y grande que su cuerpo y su
hermosa mirada, y que se ha ido en el momento perfecto para ambas. Solo puedo
agradecerle todo lo que ella ha hecho por mí (ni te lo creerías), y prometerle
que volveremos a vernos, y que la amaré mejor aún. Puedo dejarla marchar y no
retenerla, puedo estar alegre y no triste, que es lo que mi amiga desea para
mí, porque me ama. Y sé que nuestro amor supera las convenciones, los tiempos y
la geografía. Sé que el alma es puro amor y poco importa el cuerpo en el que
encarna o la relación que tenemos unos con otros en la Tierra.
A partir de hoy seré mejor persona (se
lo he prometido), diré menos tacos y disfrutaré más cada minuto. Ella me enseñó
tanto que no tiene el ordenador ni la mitad de las palabras que expresan
nuestra humilde relación estelar. Solo puedo decirle: Te amo amiga mía, mi
guardiana, mi hermana de Luz. Yo estoy aquí gracias a ti. Te debo una.
Con amor os recuerdo que nuestros
muertos no mueren, que nos ven y nos oyen, que nos aman y que ahí donde están
no nos guardan rencor ni nos culpan. Ámalos, perdónate lo que sientas que
hiciste mal y vive. Ellos serán más felices así. Menos velitas y más alegría:
la muerte no existe.
Me uno a las sencillas palabras de José Luis Martín
Descalzo en Testamento del pájaro solitario:
“Y entonces vio la
luz.
La luz que entraba por
todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor
precipitó la huida
y entendió que la
muerte ya no estaba.
Morir sólo es morir.
Morir se acaba.
Morir es una hoguera
fugitiva.
Es cruzar una puerta a
la deriva
y encontrar lo que
tanto se buscaba.
Acabar de llorar y
hacer preguntas;
ver al Amor sin
enigmas ni espejos;
descansar de vivir en
la ternura;
tener la paz, la luz,
la casa juntas
y hallar, dejando los
dolores lejos,
la Noche-luz tras
tanta noche oscura.
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