Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

martes, 13 de noviembre de 2018

Resiliencia y duelo

Respecto a la reacción que supone una pérdida, es particularmente famoso el modelo de Kübler-Ross o las cinco etapas del duelo, que consisten en :
Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. 
El duelo es un proceso de adaptación emocional que nos invade cuando nos afecta cualquier cosa que interpretemos como pérdida. Su manifestación externa cultural de amplia aceptación es el luto; aparece tras las rupturas sentimentales, puede generarse en los progenitores que se ven apartados de sus hijos y viceversa, y también puede observarse en personas que privadas de algún elemento que constituía un amarre, como los exiliados o refugiados. Es necesario respetar la fragilidad que embarga a una persona que vive un duelo, y no dejarse guiar por tópicos comunes:
  • La “psicología del pañuelo”. Es casi inevitable tenderle un pañuelo a alguien que vemos a punto de llorar, pero, ¿por qué reprimir la expresión de una emoción? “Vaciarnos” no quita el dolor, pero es necesario el desahogo completo. El manejo de las emociones vendrá después.
  • “Se le pasará, mejor dejarle solo”. La vulnerabilidad a veces nos lleva a solicitar tiempo y espacio, pero en esas ocasiones necesitamos de los demás, probablemente más que nunca.
  • “Tardas en reponerte de una ruptura la mitad del tiempo que duró la relación”. No hay que sobreproteger al que sufre, intentando prever -con intención de animar- cuánto durará su malestar o valorando como “normales” sus diferentes evoluciones. Cada historia de superación es única.
  • “El tiempo lo cura todo”. Las frases hechas no ayudan mucho pese a que vayan cargadas de nuestra mejor intención, ya que lo que busca el afectado es consuelo inmediato. El tiempo no cura siempre, pero sí nos da una mejor perspectiva y, generalmente, brinda mayor madurez para entender las razones por las que suceden las cosas. Un buen ejercicio es cuantificar no el tiempo ha pasado desde aquel suceso relevante que nos convenció de que nos marcaría para siempre, sino la “distancia” a la que nos encontramos actualmente: las personas estamos en continua evolución, en una espiral hacia nuestra plenitud, por lo que entender ese crecimiento como un viaje puede ayudarnos a valorar más nuestro desarrollo individual.
  • https://papeldeperiodico.com/2013/08/resiliencia-y-duelo-como-nos-protegemos-frente-a-la-adversidad/

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