Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.
Y por primera vez en mi vida, la salida fue la de la fe. Esta fe llegaba del saber profundo de que yo disponía de la suficiente fuerza y del coraje como para poder sufrir sola esta agonía y la certeza de que nunca se nos da más de lo que podemos aguantar. De pronto comprendí que sólo tenía que cesar en mi lucha, transformar mi resistencia en sumisión y decir sencillamente "si".“
Elisabeth Kübler-Ross
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