Ya hemos comentado que el duelo es un proceso relativamente largo, que tiene una duración imprecisa y una intensidad que varía de una persona a otra, ya que no existe una única forma de vivir el duelo, ni tampoco una sola manera de elaborarlo correctamente.
Nuestras recomendaciones, directrices o consejos están basados en nuestra práctica clínica, pero no tienen un alcance universal.
A lo largo del duelo hay etapas diferenciadas y comúnmente aceptadas por los teóricos de este proceso. Existe una primera etapa -el momento inicial- que comprende desde que se produce el fallecimiento hasta pasadas las 24 primeras horas, e incluso la primera semana. Esta etapa se conoce como “duelo inmediato”.
El duelo inmediato y el bloqueo
El duelo inmediato es un momento de mucha incertidumbre y aturdimiento. En este contexto puede surgir el bloqueo, que es uno de los mecanismos que utiliza el ser humano para protegerse de una realidad tan dolorosa y tan inverosímil como la pérdida de un ser querido.
El bloqueo se caracteriza por la inmovilidad. Es como si de algún modo el tiempo, el mundo entero, se detuviera. Por ejemplo, en los funerales, o en un tanatorio, es habitual observar cómo las personas más allegadas al difunto caminan más despacio, sin energía.
En estos primeros momentos, en que la muerte resulta increíble y todo parece tan difícil de entender, lo fundamental es atender las necesidades más básicas del doliente, ya que a menudo el trabajo que implica elaborar el duelo absorbe toda la su energía. Por esta razón, es probable que las actividades cotidianas que antes resolvía y gestionaba con facilidad ahora le supongan exigencias inalcanzables.
Cómo atender a un doliente
En estos momentos, lo fundamental es asegurarse de que el doliente va a comer correctamente, dormir y descansar lo necesario, así como garantizar que se sienta acompañado. Cualquier tipo de ayuda que le queramos brindar deberá ir encaminada a cubrir una de estas necesidades.
Se trata de ayudarles en tareas simples, como por ejemplo hacerles la compra durante una temporada, o programar sus comidas, acompañarles al médico, preguntarles si están descansando suficientes horas; o bien ayudarles a tramitar una baja en caso de que sea necesario.
Ésta es una oportunidad para demostrarle a alguien que seguimos ahí y que puede contar con nosotros. También es posible ayudarle gestionando los trámites que se ponen en marcha cuando alguien fallece: certificados de defunción, avisos al seguro, trámites de notaría, etc. Y si esto resulta útil, pasemos a enumerar una serie de cosas que conviene no hacer a la hora de tratar con una persona en duelo.
Fuente:http://blog.fundacionmlc.org/como-atender-al-doliente/
Fuente:http://blog.fundacionmlc.org/como-atender-al-doliente/
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