“Sin tocar
fondo”: Pactos de Amor entre las Almas
Como se reseña en la sección del
Blog titulada Abril 2010: Conferencias, intervenciones y actividades
públicas, esta tarde, a las 19:00 horas, participaré en la
presentación del libro Sin tocar fondo (Noufront, 2010), de
Ángela Ortiz, que tendrá lugar en el Salón de Actos del Hotel Los Lebreros (C/
Luis de Morales, 2ª, 41018-Sevilla).
Ángela nació en
Carrión de los Céspedes (Sevilla), en 1956. Psicóloga de formación, trabaja
como profesora especializada en Audición y Lenguaje. Ha trabajado en proyectos
de investigación en la Universidad de Sevilla y ha desarrollado casi
toda su carrera profesional en el campo de la infancia. Casada y con tres
hijos, Sin tocar fondo, su primera
obra, se centra en la mayor de ellos, Marta, fallecida en enero de 2004.
De hecho, el libro es la
historia de Marta. Más exactamente, de cómo con diecinueve años tuvo que hacer
frente a un cáncer inoportuno y terminal que se llevó sus sueños por delante. Y
es la historia de su madre, que desde la cercanía y la experiencia nos va
contando paso a paso cómo fueron aquellos días en los que sentía que todo lo
conocido se iba a desvanecer y cómo, aunque no lo parezca, siempre hay un
espacio para la sanación personal y la esperanza.
A lo largo de las
páginas, la autora se sincera con nosotros y nos relata en primera persona, con
sencillez y honestidad, la parte más brutal y dolorosa de su vida. Huyendo del
victimismo y de la falsa sensibilidad, su narración nos acerca a sus
reflexiones más íntimas sobre la vida y la muerte, sobre la lucha con la
enfermedad, y nos guía de la mano por el proceso de duelo y su recuperación.
Ángela Ortiz nos enseña que, aunque no se puede olvidar nunca la pérdida de un
hijo, no por ello nuestras vidas deben permanecer para siempre a oscuras.
Esta obra está
especialmente recomendada para aquellos que han sufrido una pérdida irreparable
y necesitan aprender a superarla, a conocerse otra vez a ellos mismos, y así
mirar de nuevo el futuro con esperanza. Pero también es un libro del que todos
podemos aprender cómo no debemos dejarnos arrastrar en ninguna circunstancia
por el dolor y la pena, y que siempre es posible volver a sonreír, volver a
descansar y volver a disfrutar de la vida.
El libro nos
enseña, igualmente, a afrontar las experiencia de la vida con amplitud de
miras, admitiendo cualquier pensamiento y, desde luego, sin “culpas”. Quizá
por ello el libro arranca en su Prólogo con la siguiente reflexión: ”No me
asombra ver la naturaleza tal cual es, pero me sorprendo al calificarla como
“bella” a pesar de lo que viene y va, de lo que nace y muere...”. La
Naturaleza y la vida entera, que no es ni bella, ni no bella; simplemente
y profundamente, Es. Ni más ni menos: Es.
Pacto de Amor entre las
Almas
Cuando a finales del año
pasado, Ángela me dio la hermosa oportunidad de leer el texto, lo primero que
se me vino a la cabeza durante su lectura y lo que, sobre todo, perduró al
finalizar la misma fue la existencia de algo tan maravilloso como es el Pacto de Amor entre las
Almas, en expresión acuñada a lo largo de la historia por
diversas escuelas y tradiciones espirituales.
Se hace mención
con ello a como, antes devenir al mundo material, cada alma elige el yo y las
circunstancias pertinentes para su aprendizaje o evolución consciencial y en
orden a experimentar vivencias que posibiliten su crecimiento vibracional. Y
esa elección incluye el Pacto de Amor con otras almas que harán de acompañantes
y colaboradoras en el desarrollo de tales experiencias. En este contexto,
por ejemplo, los hijos eligen a sus padres, y no a la inversa.
Así, aunque en nuestra
realidad corpórea y en nuestra memoria mental no tengamos el recuerdo de ello,
nuestra memoria y dimensión trascendente sí conoce perfectamente lo que es el
Pacto de Amor entre las Almas. Incluso numerosos seres humanos saben de manera
intuitiva e inspirativa lo que el mismo representa y sus principales señas de
identidad.
Una de ellas es,
precisamente, la que proporciona el título al libro: Sin tocar fondo.
No en balde, el reiterado Pacto incluye una especie de red de seguridad, para
que, por intensas e, incluso doloras y desconcertantes que las vivencias
resulten, sean soportables por los que las experimentan. Por lo que es una gran
verdad el encabezamiento que aparece en la portada del texto: “Ningún ser
humano experimenta lo que no puede soportar”.
Otra de las
características básicas del Pacto de Amor es que el alma que más sufre de la
experiencia desde la perspectiva del mundo material, es quien vive la
experiencia más gozosa desde la óptica espiritual.
Desde luego, para
interiorizar el hondo significado del Pacto de Amor entre las Almas hay que ser
conscientes de que el ser humano no solo cuenta con una dimensión física, sino
también de otra de índole espiritual. Y que ésta tiene, a su vez, dos
componentes: el Espíritu, nuestro Ser profundo, que realmente es Uno, por lo
que en espíritu todos somos Uno y formamos parte de una Unidad, Ser Uno, Dios o
como lo queramos llamar; y el alma o alma-personalidad, una dimensión en la que
mantenemos una cierta identidad propia, aunque no de carácter corpóreo o
material, sino de tipo energético, consciencial y vibracional.
Pues bien, en este
marco, son las almas-personalidad las que en la dimensión de la
Eternidad y antes de la encarnación suscriben el reiterado Pacto de Amor.
La mayoría de las
personas no son conscientes del mismo durante la vida física, pero tras ella,
después de ese retorno al plano de la Eternidad que erróneamente
tildamos como muerte, las almas firmantes del Pacto se reencuentran y juntas
sopesan y valoran como las experiencias vividas se corresponden con las que
querían vivir y el papel desarrollado al respecto por cada cual.
Sin embargo, en el plano
humano suele acontecer el Gran Olvido. Por eso se producen traumas y a veces
vivimos esas experiencias a modo de sufrimiento. Pero, como ya se ha señalado,
el Pacto de Amor tiene dos características básicas: la red de seguridad (no se
toca fondo); y el alma que desde la perspectiva material más sufre o da, es la
más gozosa desde la dimensión espiritual.
Es precisamente
por esto por lo que el alma a la que corresponde una experiencia de
fallecimiento precoz por enfermedad o accidente, sigue permanentemente
al lado de las otras almas firmantes del pacto.
Yo he sentido ese Pacto
de Amor entre las almas con mis padres, una vez que han fallecido; y he podido
comprobar cómo continúan conmigo después de la muerte. Es, igualmente, el Pacto
de Amor que tengo con mi esposa, con la que precisamente como pareja he vivido
ya otras encarnaciones. Es el Pacto que tengo con mis hijos. Y es el que tengo
con otras personas, amigos y familiares muy allegados.
Ángela y su hija Marta
también tienen suscrito un Pacto de Amor. Y en su contexto, ha ocurrido un
hecho magnífico: la decisión de Ángela de escribir este libro. Su redacción y
publicación no sólo impulsa el crecimiento consciencial y espiritual de Ángela
y de toda su familia, sino que va a coadyuvar al de otras muchas personas,
apoyando el despertar de nuestras consciencias para que interioricemos la gran
verdad que a menudo olvidamos: que la muerte es un imposible; un fantasma, sólo
eso, de la imaginación humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario