Por T N
Sethumadhavan
Este
ensayo apareció originalmente en el número de noviembre de 2007 de
la revista mensual ilustrada "Sapthagiri" del
Tirumala Tirupati Devasthanams, y que se reproduce aquí ligeramente
modificado.
La vida
es una creación. ¿Pero simplemente estamos desempeñando el papel
que ya ha sido creado para nosotros, o podemos crear nuestras propias
páginas en cualquier capítulo de la vida? ¿Podemos determinar
nuestro destino o el destino nos determina? Las opiniones difieren.
Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿cuánto podemos controlar
realmente en nuestras vidas?
Introducción
El único
tema que casi todas las religiones proclaman se cristaliza en estas
palabras: "La voluntad divina es mejor" (ishvarechcha
gariasi) para los hindúes;
"Hágase tu voluntad" para los cristianos; "Si Dios
quiere" (Inshallah)
para los musulmanes, o para ponerlo en las palabras del Buda: "Los
acontecimientos suceden, las acciones se llevan a cabo, pero no hay
ningún hacedor individual".
Uno de
los mayores y eternos debates de la historia de la humanidad es el
papel que juega el destino en la vida de los seres humanos. Hubo un
tiempo en que era casi un hecho aceptado de la vida que cada uno de
los acontecimientos estaba gobernado por el destino de los seres
humanos. Con el advenimiento de la ciencia moderna y el desarrollo
tecnológico la importancia del papel del destino como un concepto ha
sido erosionado y hoy es considerado como una fe ciega sin ninguna
racionalidad detrás de ello. La mayoría de las llamadas personas
exitosas y progresistas no se adhieren a la supremacía del destino y
enfatizan el libre albedrío del hombre en la formación de su propia
vida.
Diferentes
puntos de vista
Hay tres
principales corrientes de pensamiento sobre el tema que estamos
discutiendo.
1. La
opinión más frecuente parece ser la que dice que no hay nada
llamado destino o fatalidad. Esta línea de pensamiento dice que los
seres humanos tienen la opción de tomar decisiones utilizando su
libre albedrío. Todos nuestros éxitos, fracasos y acciones se rigen
por las decisiones que tomamos. Si tomamos las decisiones correctas y
actuamos en consecuencia, nadie nos puede impedir que logremos lo que
queremos. Si fallamos, debe ser debido a algo que ha ido mal debido a
nuestras propias deficiencias.
En esta
línea de pensamiento, el destino es considerado una superstición en
el peor de los casos y en el mejor de los casos se puede considerar
como un sistema de defensa psicológica para hacer frente a los
fracasos en la vida, ya que nunca estamos dispuestos a aceptar que
somos nosotros los responsables del fracaso debido a una mala
planificación, a la falta de esfuerzo en la dirección correcta o al
fracaso absoluto en juzgar correctamente las realidades.
Esta
teoría deja muchas preguntas de la vida sin respuesta. Por ejemplo,
no responde a la cuestión de las diferencias entre personas
diferentes en el momento de su nacimiento. ¿Por qué uno nace de
padres ricos y otro de pobres? ¿Por qué algunos niños nacen
saludables y otros enfermos o lisiados de alguna manera? Y otras
preguntas similares.
2. La
segunda escuela de pensamiento dice que somos libres para dar el
primer paso, pero tan pronto como lo damos, nuestro segundo paso se
convierte en inevitable y predecible. Nos vemos obligados por las
diferentes leyes de la vida que gobiernan el resultado de un acto.
Por
ejemplo, digamos que vamos a plantar un árbol. Mientras no lo
hayamos hecho, tenemos muchas opciones. Podemos elegir no plantar la
semilla en absoluto. Podemos elegir el tipo de árbol que deseamos
que crezca, etc. Pero una vez que hemos tomado esa decisión y
actuado sobre ella, nuestra libertad se ve limitada por muchas
causas. Si plantamos un mango, entonces no importa lo que hagamos, no
podemos obtener otra fruta que el mango de ese árbol. No podemos
garantizar que la semilla que acabamos de plantar crezca hasta
convertirse en un gran árbol sano. También puede suceder que el
árbol crezca, dé fruto, pero no podamos probar ni un solo fruto
debido a varias razones. En otras palabras, nuestra libertad se
limita a las acciones que tomamos pero no al resultado de esas
acciones. Esto es lógico porque el resultado de cualquier acto
depende de muchos otros factores sobre los que no tenemos control. Es
por eso que incluso los mejores planes de las personas más poderosas
e inteligentes terminan en un completo fracaso y caos total. Este
concepto se llama "Ley del Karma". La palabra karma
significa: kar =
acciones, ma =
mi, es decir, "Mis acciones".
Karma es
un término general para los procesos por los cuales las impresiones
se forman e imprimen en el campo de la mente para dar ciertos frutos
en una estricta aplicación de la ley de causa y efecto. La teoría
del Karma común en muchas religiones orientales indica que hay un
sistema de contabilidad universal en el cual cada individuo debe
experimentar las consecuencias de todas sus acciones (Karmas).
Ninguno de nosotros, no importa lo rico, poderoso o influyente que
sea en el mundo, puede evitar enfrentarse a estas consecuencias.
Nuestras vidas y nuestro destino son creados por la suma total de
estas consecuencias, buenas y malas. La personalidad con la que hemos
nacido, la forma en que miramos, los padres de los que hemos nacido,
la religión y el país al que pertenecemos, nuestras relaciones, han
sido creados por las consecuencias de las acciones realizadas en
alguna vida pasada.
El Karma
se manifiesta a través de los samskaras (vasanas)
o impresiones acumuladas en nosotros. Cada pensamiento, palabra y
obra crea un samskara o
impresión que nos altera y finalmente cambia nuestro destino. Como
nuestros pensamientos crean nuestras vidas, el karma comienza con los
pensamientos. Los buenos pensamientos generan buen karma mientras que
los malos pensamientos o negativos cosechan mal karma. El karma bueno
o malo está determinado por nuestra motivación. El mismo acto puede
generar karma bueno o malo dependiendo de la razón por la que lo
estamos haciendo. Dar comida a un mendigo por compasión o dársela
para deshacernos de comida vieja, tendrá consecuencias diferentes.
En las
filosofías orientales como el hinduismo o el budismo, el concepto de
reencarnación ocupa un lugar preeminente. Dice que todos seguimos
tomando nacimiento tras nacimiento. Este ciclo de nacimiento y muerte
ha continuado desde la eternidad y continuará repitiéndose hasta
que un ser humano alcance la "iluminación", que es el
objetivo último de la vida (purushartha).
Este estado de iluminación ha sido descrito de manera diferente por
diferentes sabios. Algunos lo han llamado Auto-Realización, otros lo
han llamado Auto-Actualización. También se conoce como alcanzar
Moksha, el Nirvana o Kaivalya. Sólo cuando uno lo logra, uno puede
deshacerse de los grilletes que le atan a este ciclo implacable de
nacimiento y muerte.
Por lo
tanto, el karma va de la mano con la reencarnación, ya que el
renacimiento es el medio para agotar todas las consecuencias de
nuestro karma. Nuestro presente ha sido creado por nuestro pasado y
nuestro futuro está tomando forma a través de cada momento que
vivimos ― a través de cada pensamiento, palabra y acción.
El Bhagavad
Gita ha
venido defendiendo el nishkama karma ―la acción sin deseos―
desde tiempos inmemoriales. Dice: "Tu elección está en la
acción solamente, nunca en el resultado de ella. No seas el autor
del resultado de la acción. No dejes que tu apego sea la inacción."
(2-47)
La teoría
de la reencarnación también afirma que las consecuencias de las
acciones (Karma
Phala) no necesariamente deben ser
experimentadas en la vida presente; pueden ser transferidas a vidas
futuras. Debido a esto, se han postulado varias subdivisiones del
Karma. La clasificación siguiente es común a muchas escuelas de
pensamiento hindúes.
Sanchita
Karma. El almacén que acumula los resultados finales
kármicos sin agotar de nacimientos anteriores.
Prarabdha
Karma. Esa parte del Sanchita Karma que empezó a dar sus
frutos y debe ser resuelto en la vida presente. Prarabdha se traduce
a menudo como destino.
Agami
Karma. Las consecuencias del nuevo Karma que es generado
en la vida presente a causa de las acciones actuales y que es
arrastrado a vidas futuras.
Esta
teoría implica que todos los acontecimientos están predestinados.
No hay nada llamado libre albedrío. Todos somos como instrumentos en
algún gran diseño y nada más. Todos nuestros pensamientos y
acciones están predestinados.
3.
La tercera escuela sostiene que tanto el destino como el libre
albedrío trabajan juntos en las actividades humanas. Dice que el
libre albedrío no es exclusivo sino que está incluido en el
destino. La filosofía hindú no acepta enteramente ninguna teoría,
a saber, destino o libre albedrío. Si el destino es el único factor
decisivo, ¿cómo es posible entonces que las semillas para los
futuros nacimientos puedan sembrarse en el presente nacimiento, que
depende del libre albedrío? Si no se toma ninguna iniciativa en la
vida y todo se deja al destino es un mero escape de la
responsabilidad de realizar nuestros propios deberes y es fatalismo.
El Bhagavad
Gita reitera
que nadie puede permanecer sin realizar acciones, ni siquiera por un
segundo. Por otro lado, si el libre albedrío absoluto va a ser el
factor determinante, ¿por qué muchos de nuestros esfuerzos resultan
en fracasos a pesar de los esfuerzos sinceros y honestos mientras
muchas otras acciones tienen éxito donde no se hacen esfuerzos
sinceros?
Esto nos
lleva a la siguiente pregunta ¿cuál es este destino y puede ser
alterado por la pura fuerza del libre albedrío humano?
Para
encontrar una respuesta a esta pregunta debemos comenzar con la
premisa de que hay algún propósito en la creación del universo y
que todo dentro de él trabaja de acuerdo con una secuencia
preestablecida en la que no hay caos y el hombre es sólo un pequeño
componente de toda la maravilla. El propósito de la vida humana en
este esquema de cosas es hacer que el hombre sea perfecto y así
liberarse del ciclo de repetidos nacimientos y muertes (moksha).
La
opinión de los sabios y las escrituras:
Bhagavan
Ramana Maharshi
Sri
Ramana Maharshi acepaba
la validez de las leyes del Karma, pero dijo que sólo eran
aplicables mientras una persona se imaginaba que estaba separada del
Ser. En este nivel (el nivel del ajnani o
del ignorante), dijo que los individuos pasarían por una serie de
actividades y experiencias pre-ordenadas, todas las cuales son las
consecuencias de actos y pensamientos anteriores. Dijo que cada acto
y experiencia en la vida de una persona está determinada al nacer y
que la única libertad que tiene es darse cuenta de que no hay nadie
actuando ni nadie experimentando. Sin embargo, una vez que uno
realiza el Ser (o Sí mismo), no queda nadie que experimente las
consecuencias de las acciones y por lo tanto toda la estructura de
las leyes kármicas se vuelve redundante.
Sri
Ramana Maharshi dejó claro que si el agente, de quien depende el
Karma, es decir el ego, que subsiste entre el cuerpo y el Sí mismo,
se funde en su fuente y pierde su forma, ¿cómo puede sobrevivir el
Karma, que depende de él ? Él dice que cuando no hay "yo"
no hay Karma. La esencia del Karma es conocer la verdad de uno mismo
indagando "¿Quién soy yo, el hacedor, que empieza a
hacer Karmas?"
A menos que el hacedor de Karmas,
el ego, sea aniquilado a través de la indagación, no se puede
lograr la paz perfecta de la felicidad suprema, que es el resultado
del Karma Yoga.
A la
pregunta "¿Existe tal cosa como el libre albedrío?" Sri
Ramana Maharshi reponde con la pregunta: ¿De quién es el albedrío?
Siempre que exista el sentido de "hacedor", existe el
sentido del disfrute y de la voluntad (o albedrío) individual. Pero
si se pierde este sentido a través de la práctica de la
auto-indagación (Vichara)
y uno se vuelve auto-realizado, la voluntad divina actuará y guiará
el curso de los acontecimientos. Él aclara que el libre albedrío se
mantiene sólo en asociación con la individualidad. Todas las
Escrituras se basan en esta idea y por lo tanto nos aconsejan dirigir
el libre albedrío hacia metas correctas.
A la
pregunta "Si lo que está destinado a suceder sucederá ¿hay
alguna utilidad en la oración o el esfuerzo o debemos permanecer
inactivos?" Ramana Maharshi dice: Sólo hay dos modos de vencer
al destino o quedar al margen de él. Uno es investigar a quién
pertenece ese destino y descubrir que el único limitado por el
destino es el ego y no el Sí mismo, y que el ego es inexistente.
"El
destino es el resultado de la acción pasada, concierne al cuerpo.
Deje que el cuerpo actúe como le convenga, ¿por qué se interesa
por él? ¿Por qué le presta atención? Si algo sucede, sucede como
resultado de acciones pasadas, de la voluntad divina y otros
factores". Esta idea está incrustada en el término
común "namaste" que
usamos en nuestras interacciones sociales cotidianas. Esta palabra
puede ser dividida en na+ma+te+astu significando
así "Yo no soy" (na
ma) "Tú eres" (te
astu) implicando una completa
eliminación de la noción de "Yo-idad" y "Mio-dad"
y rendirse a "Tú ― El Señor Supremo".
"El
otro modo es aniquilar al ego por una completa entrega al Señor,
realizada personalmente por medio de esta continua repetición: "No
yo, sino Tú, Señor". De ese modo, liquidas todo sentimiento de
"yo" y "mío", y dejas que el Señor haga lo que
quiera contigo. La entrega no puede considerarse completa mientras el
devoto reclame al Señor esto o aquello. La verdadera entrega es amor
a Dios, sólo por amor y nada más, ni siquiera por el deseo de
liberación. En otras palabras, para vencer al destino, se requiere
la negación absoluta del ego, y esa negación puedes conseguirla por
medio del Jnana Marga (auto-indagación) o por medio del Bhakti Marga
(sendero de devoción)."
La
súplica del elefante en Gajendra Moksha y de Draupadi cuando estaba
siendo humillada en la corte abierta de Duryodhana en presencia de su
esposo y otros ancianos son ilustraciones de entrega absoluta al
Señor.
Sri
Ramakrishna Paramahamsa
Sri
Ramakrishna también
se hace eco de un pensamiento similar. Cuando su discípulo le
preguntó si somos realmente libres para hacer lo que nos plazca, él
respondió: "Todo depende de la voluntad de Dios, el mundo es Su
obra, ha creado todas estas cosas diferentes ― grandes y pequeñas,
fuertes y débiles, buenas y malas, virtuosas y viciosas ... Esto es
todo Su maya, Su deporte ... Debes haber observado que todos los
árboles de un jardín no son del mismo tipo."
"Mientras
un hombre no haya realizado a Dios, él piensa que es libre. Es Dios
mismo quien evita el error en el hombre. De lo contrario el pecado se
habría multiplicado. El hombre no habría tenido miedo del pecado y
no habría sido castigado por eso."
"¿Pero
conoce usted la actitud de alguien que ha realizado a Dios? Tal
persona siente: Yo soy la máquina y Tú, Oh Señor, eres el
Operador. Yo soy la casa y Tú eres el Morador. Yo soy el carro y Tú
eres el Conductor. Yo me muevo cuando Tú me mueves. Yo hablo cuando
Tú me haces hablar. El deseo de argumentar (que es muy poderoso en
el estado de ajnana)
desaparece cuando un hombre alcanza la sabiduría."
El
Bhagavad Gita
El Canto
Celestial nos dice: Las fuerzas de la Naturaleza hacen todas las
obras. Pero debido a la ilusión de la ignorancia las personas asumen
que ellas mismas son el hacedor. (3.27) El que conoce la verdad sobre
el rol de las fuerzas de la Naturaleza de hacer la obras no se apega
a ellas. Tal persona sabe que las fuerzas de la Naturaleza son las
que realizan su obra utilizando nuestros órganos como sus
instrumentos. (3.28) El sabio que conoce la verdad piensa: "No
hago absolutamente nada". Al ver, oír, tocar, oler, comer,
caminar, dormir, respirar; y al hablar, dar, tomar, así como al
abrir y cerrar los ojos, el sabio cree que sólo los sentidos están
operando sobre sus objetos. El que percibe que todas las obras son
hechas por los poderes de la Naturaleza material comprende
verdaderamente, y por lo tanto no se considera a sí mismo como el
hacedor. (13.29)
Así como
la respiración, el parpadeo y los procesos similares son automáticos
y el hombre no reclama ninguna autoría para ellos, siendo consciente
de los procesos sólo cuando la enfermedad o causas similares le
afligen, de manera similar, todas sus actividades deben ser
automáticas, sin que se arrogue para sí mismo la autoría o la
responsabilidad de las mismas. Un hombre caritativo ni siquiera sabe
que está haciendo actos de caridad, es su naturaleza hacerlos, no
puede evitarlo. Este desapego sólo puede provenir de un esfuerzo
incansable y de la gracia de Dios.
El Gita
pone énfasis en que la obra es una función de la naturaleza y
depende de la gracia de Dios para su éxito. Dice: "Voy a
declararte, ¡oh Armipotente Arjuna!, aquellos cinco factores que
según la filosofía Sankhya requiere el cumplimiento de toda acción.
La sede (el cuerpo) de la acción, el hacedor (ego), los diversos
órganos de los sentidos de percepción, las diferentes funciones de
los órganos de las acciones y también las Deidades presidenciales.
Cualquier acción que un hombre realiza mediante su cuerpo, palabra y
mente, ya sea correcta o lo contrario, estas cinco son sus causas."
(18.13-15)
El
concepto de obra se analiza en estos versículos. Cuando se le dijo
que la acción puede hacerse sin deseos egocéntricos y sin apego a
sus frutos la pregunta que le sigue es qué es lo que constituye la
acción o la obra.
Sri
Krishna dice que hay cinco aspectos de la acción o cinco divisiones
de la obra. Los cinco componentes de la acción son:
El
cuerpo ―Adhishthaanam―
el portal para la entrada y existencia de los estímulos.
El
ego ―Karta―
que busca el cumplimiento de la acción a través del cuerpo.
Los
órganos de percepción ―Karanam―
a través de los cuales la personalidad interior entra en contacto
con el campo del disfrute y la satisfacción.
Los
órganos de acción y
Las
deidades presidenciales de los órganos de percepción que los hacen
funcionar correctamente.
Las
deidades representan el factor no humano que interfiere y elimina el
esfuerzo humano. En todas las acciones humanas hay un elemento
impredecible que comúnmente se llama suerte o factor X en el
lenguaje moderno o tradicionalmente como destino o fatalidad o la
fuerza acumulada por los actos de las vidas pasadas. Se llama aquí
daiva. La tarea del hombre es sólo plantar la semilla, pero recoger
la cosecha está en manos diferentes a las suyas.
El
Ramayana de Valmiki
Encontramos
más o menos las mismas ideas también en el Ramayana de
Valmiki. (2/22/13-24) Cuando Sri Rama fue desterrado al bosque
Lakshmana se enojó mucho cor Kaikeyi y comenzó a reprenderla
fuertemente. Sri Rama pacificaba a Lakshmana diciéndole que Kaikeyi
no era responsable de su destierro y echó toda la culpa a su propio
destino. La disertación de Sri Rama aquí sobre el rol de la
Voluntad Divina en las vidas humanas son gemas del proceso de
pensamiento valmikiano y una obra maestra del Vedanta.
Él dice:
"Oh Lakshmana, con mi partida al bosque vestido con la corteza
de los árboles y la piel de ciervo, con mechones de cabellos
enmarañados, la mente de Kaikeyi se quedará en reposo. Seguramente
no ofendería a la Providencia el pasar por alto Su propósito,
puesto que ha sido Ella la que que ha plantado en la mente de Kaikeyi
esta idea de enviarme al exilio a través de las maquinaciones de
Manthara. Por consiguiente voy a entrar en el bosque, que no haya
retraso en esto."
"Sólo
la intervención divina debe ser considerada como la responsable de
enviarme al exilio, así como de quitarme el reino de Ayodhya que se
me ofreció. No ha sido más que por incitación de la Providencia,
¿cómo pudo la decisión de perseguirme y desterrarme en el bosque
entrar en la mente de Kaikeyi, mi propia madre? Oh hermano, sé
consciente.
"Como tal no puedo mantener otra cosa que no
sea la voluntad de la Providencia la responsable de que ella
prevaleciera ante el rey urgiéndole con palabras mordaces para que
detuviera mi instalación y me enviara al bosque. ¿Cómo si no
podría ella, una princesa de actitud amable y poseedora de raras
cualidades de cabeza y de corazón, hablar como una mujer cruel en
presencia de su marido con palabras destinadas a atormentarme?"
"Lo
que no se puede prever es seguramente un decreto de la providencia y
no puede ser anulado por ninguno de entre los seres creados. Por lo
tanto, es evidente que por la voluntad de la Providencia o por el
destino lo inesperado me ha sucedido a mí tanto como a ella. Una vez
más, ¿quién puede atreverse a desafiar al destino, del cual no se
puede encontrar otra indicación que las consecuencias del acto
mismo? La alegría y el dolor, el miedo y la ira, la ganancia y la
pérdida, el nacimiento y la muerte, y cualquier experiencia similar
que llegan a un individuo en particular, es indudablemente obra de
Providencia."
"Fuertemente
impulsados por el destino, incluso los sabios que practican
austeridades severas son extraviados dejando a un lado la moderación
y son arruinados por la lujuria y la ira. En realidad no es otra cosa
que un acto del destino que de forma inesperada y sin motivo
ostensible crea obstáculos a una acción iniciada con preparaciones
hercúleas. Una vez más, es de conocimiento común que se obtiene
una ganancia inesperada de fortuna con poco esfuerzo, prácticamente
sin recursos. Ese es el destino."
Conclusión
Las
discusiones anteriores revelarían que el universo tiene un
propósito, reglas y desafíos. Nadie está aquí por accidente;
todos estamos aquí para vivir el propósito de nuestra vida,
aprender de la experiencia y andar el camino. Ninguna vida es inútil,
todo tiene que ver con la progresión, el aprendizaje y la sucesión
a un nivel superior ― algo que incluso trasciende el tiempo de una
vida física porque nuestra alma vuelve para continuar la progresión.
Este es
nuestro KARMA, el gran plan para nuestras vidas ―los créditos y
débitos, lo bueno y lo malo― el camino que debemos recorrer.
Considera
nuestro camino destinado como una ruta a través de un laberinto. El
laberinto representa todos los desafíos y recompensas posibles,
todos los altibajos y todas las personas que están destinadas a
entrar en nuestras vidas para traernos felicidad o conflicto.
Dentro de
ese marco del laberinto tenemos libre albedrío. En cualquier momento
podemos girar a la izquierda o a la derecha, seguir recto o regresar.
Como seres humanos con frecuencia tenemos la ilusión de que la vida
es totalmente de libre albedrío. Después de todo podemos elegir qué
vestir, a dónde ir, con quién casarse y qué color queremos para
nuestro vestido, etc. Pero en muchas cosas no tenemos en el fondo
ninguna elección. Nuestro "libre albedrío" y el destino
están fundamentalmente entrelazados por el hecho de que nuestra
existencia está dentro del marco predefinido del karma ―el
laberinto― el entramado del camino desde el nacimiento hasta la
muerte y finalmente al renacimiento.
La
pregunta de si el destino o el libre albedrío es superior no puede
ser contestada en un formato "o esto/o lo otro". No es esto
o aquello, sino ambos. Tenemos tanto la posibilidad del libre
albedrío como también la predeterminación al mismo tiempo. Esto se
puede aclarar con una ilustración.
Imagina un escenario donde
un búfalo está atado por una cuerda larga a un poste fijado al
suelo en un campo abierto. Tiene la libertad de estar cerca del poste
o ir a toda la extensión de la cuerda o sólo ir hasta una cierta
longitud de la cuerda. Su libre albedrío se limita a la extensión
de la longitud de la cuerda y si es muy fuerte puede incluso romper
la cuerda y escapar de la esclavitud.
En esta
ilustración el búfalo que está atado por la cuerda es el prarabdha
karma; el ir a toda la extensión
de la cuerda o permanecer cerca del poste es su libre albedrío; la
ruptura de la cuerda por su esfuerzo y fuerza superiores es la
ruptura del prarabdha o
la obtención de la salvación o moksha (liberación)
del samsara a
través de la Sadhana.
¿No es
entonces que toda la cuestión se queda sin respuesta cuando nos
preguntamos, Quién es el que ejerce el libre albedrío? ¿El ser
humano o el omnipotente Paramatman,
el Sutradhar,
el manejador de las cuerdas de nosotros los títeres, que
erróneamente damos por hecho que somos dueños de nuestras vidas? El
destino es como si fuera el balance de los activos (virtudes) y los
pasivos (pecados) de una persona sobre una serie de nacimientos
pasados. Por lo tanto, es imposible saberlo de antemano. Pero el
objetivo del esfuerzo humano sólo puede ser liberarlo de los lazos
de su karma, induciendo en él la sabiduría y la ecuanimidad.
Fuente:
https://www.nodualidad.info/articulos/karma-destino-libre-albedrio.html