Cuando lloramos a aquellos que hemos perdido es en parte porque ellos a formar lo que somos: y en ese sentido la muerte no es un final absoluto sino más bien una transición una metamorfosis.
Cuando decimos adiós a un ser querido no estamos diciendo adiós a su influencia en nuestras vidas ni a su presencia en nuestros corazones sino que estamos comenzando un nuevo capitulo de nuestro vinculo con ellos, uno que es interno personal e inmutable.
Como dijo Allouch, el duelo no es tanto separarse del muerto, sino cambiar la relación que tenenos con el. Podría decir poeticamente que cuando un ser amado muere, transita de estar contigo a estar en ti.
Por lo tanto el adiós es realmente para siempre, la muerte no puede borrar el impacto que el ser amado ha tenido en nuestras vidas.
Mientras sigamos adelante honrando sus recuerdos y manteniéndonos fieles a sus valores y enseñanzas que nos dejo, seguirá viviendo dentro de nosotros.
En cada paso que damos, en cada decisión que tomamos y en cada amor que compartimos estará allí siempre con nosotros.
Farid Diech
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