Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

jueves, 11 de junio de 2020

Extracto Metafísica 4 en 1 Volumen 2

EL VACÍO

El vacío no existe. Más que nunca en este siglo se está comprobando. El aire está lleno de átomos y de partículas de polvo. El átomo es mitad espíritu y mitad materia. Materia porque es el comienzo de ésta. Espíritu porque es invisible y es energía. El átomo está al borde de la división entre materia y espíritu.

La Naturaleza no soporta el vacío. Deja un potecito de tierra desatendido y olvidado, al poco ha brotado en él una espiguita verde. Lo mismo ocurre con un reci­piente de agua. No tardará en mostrar minúsculas larvas de vida en agitado movimiento.

La Naturaleza tampoco soporta el desperdicio, todo está en proceso de convertirse en algo útil; todo sirve para algo y para alguien y todo tiene su sitio propio y exacto.

Todo ser humano viene a la Tierra con lugar ya dispuesto para él; con una labor que realizar, equipado con un talento especial que lo dispone al trabajo y al puesto que le pertenece.

Así como cada huella digital es única en el mundo y en toda la Historia de la Tierra, cada individuo es único; su puesto, sitio o lugar es únicamente para él; nadie más puede desempeñar la labor como él. Si el sitio que le corresponde está momentáneamente ocupado por otro, los dos individuos se sentirán defraudados, incómodos y estarán haciendo mal lo que están desempeñando en el momento.

La labor que nos corresponde a cada uno, sea en el Comercio, en las Artes, en las Letras, en la Religión, en el Gobierno o en la Agricultura, es muy fácil determi­narla; cada uno está capacitado para conocer su lugar único. Está en aquello que más le gusta hacer en el mundo. Aquello que no parece trabajo, que cuando uno lo está haciendo se olvida de todo y considerará absurdo que le pagarán por hacerlo cuando se está divirtiendo tanto. Está de acuerdo con la Segunda Ley de la Crea­ción, o sea. El Principio de Correspondencia.

Si eres un desajustado, busca en ti lo único que te gusta hacer, declara que tu lugar te está esperando, reúnete con personas de tu misma afinidad, dirígete hacia el lugar que más te guste, y pide luz a tu Ser Divino para que te indique dónde debes encontrarlo.

Lo mismo debes hacer cuando veas a alguien sin trabajo o sin propósito en la vida. Declara la Verdad por él. El desempleo es un concepto errado. La inarmonía es producto del desajuste. El vacío no existe, el desorden no existe, ni el desperdicio. Este es un universo basado en el orden y la armonía entre todas sus partes.

Cuando hace falta algo; desde un tornillo hasta un marido; desde un cuchillo hasta una suma de dinero; desde un lugar para estacionar el carro hasta una coci­nera buena y honrada, lo que sea, declara la verdad: “La Naturaleza detesta el vacío, el desajuste y la inarmo­nía”. Verás aparecer el complemento de alguna manera. A alguien le falta lo que a ti te sobra. A alguien le sobra lo que a ti le hace falta. La Oferta y la Demanda es la parte de la Cuarta Ley de la Creación, que es el Principio del Ritmo.

Un joven me consultó en este mismo sentido. Perdía todas las colocaciones y se encontraba desajustado en todas partes. “No sirvo para nada. Todo lo hago mal”, me dijo.

—¿Qué es lo que más te gusta hacer? —le pregunté.

—Nada —me contestó—. Me gusta no hacer nada.

—¿Y por qué pierdes todas las colocaciones?

—Porque me aburren y me pongo a conversar con mis compañeros de trabajo, los distraigo y pierden el tiempo de la Empresa.

—Entonces, tus compañeros de trabajo encuentran que lo que les conversas vale la pena escucharlo?

—Bueno… Sí. Ellos también se olvidan del tiempo y del trabajo y…

—Bien, no busquemos más —interrumpí—. Si lo que tú hablas, o la manera de exponerlo ejerce tal magnetismo, estás mandado a hacer un puesto en Relaciones Públicas. Búscalo hasta que lo encuentres. Te está esperando.

Así lo hizo. Cuando lo volví a ver irradiaba plenitud. A esta verdad se refería Jesús cuando dijo: “Miradlas aves del cielo como ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros: y vuestro Padre Celestial las alimenta. Considerad los lirios del campo como crecen; no trabajan ni hilan: más yo os digo que ni aún Salomón en toda su gloria fue vestido como uno de ellos”. Esto no significa que estamos autorizados para entregarnos a la pereza y que la comida y las ropas nos caerán del cielo. Lo que significa es que cada cual en su sitio apropiado tendrá todo lo que necesita, sin trabajo y sin esfuerzo.

A los pájaros no les corresponde sembrar ni segar ni recoger en graneros. Esto sólo le corresponde al hombre que en ello encuentre su mayor placer. El cometido de las aves es el de continuar la especie voladora que va a tener al Plano Angélico. Su contribución a la vida del hombre es la de recrear la vista y los oídos.

A las flores no le corresponde trabajar hilando telas. Su cometido es el de florear simplemente. Su contribu­ción, además de recrear la vista y adornar, es la de proveer con la miel y el polen a completar la labor de las abejas. La Mente Superior se encarga del resto. Así nosotros, cada uno en su sitio natural, estamos ajusta­dos, somos felices y rendimos la utilidad que se des­prende. La mente Superior completa la Ley.

 

EL DERECHO DE CONCIENCIA

Hemos vivido centenares de vidas anteriores a la que ahora estamos viviendo. Fuimos un átomo, fuimos una gota de agua, fuimos vegetal, mineral, animal y hombre. En nuestra etapa humana hemos sido hombre o mujer muchas veces. Hemos pertenecido a todos los niveles sociales y en cada uno de esos niveles, hemos aprendido las lecciones propias del nivel.

Si hoy somos personas que vivimos rodeados de las ventajas, comodidades y adelantos modernos, es porque lo hemos merecido en nuestra trayectoria. Cada objeto que poseemos por herencia, por compra o por regalo, lo tenemos ahora, porque en alguna vida anterior aprendi­mos a usarlo y nos habituamos a ¿I. La imagen de ese objeto es ya un reflejo en nuestro Subconsciente y a menos que nosotros mismos la disolvamos, el objeto lo tendremos siempre con nosotros. Ese u otro igual.

Este derecho adquirido se llama, en el lenguaje metafísico, “El Derecho de Conciencian. Significa que no es posible poder jamás, ni es posible que se nos pueda robar un objeto cualquiera, ni una joya, ni un dinero. Absolutamente nada. ¿Cómo se puede perder ni ser robada una imagen que está grabada en nuestro Sub­consciente? No es posible.

Es parte de la Cuarta Ley de la Creación; de ella dijo Jesús: “No os alleguéis tesoros en la tierra donde los ladrones las hurtan y el moho destruye. Antes alle­gaos tesoros en el cielo, donde el moho no puede des­truirlo ni los ladrones los pueden hurtar”. La creencia general es que esto significa que debemos coleccionar virtudes y despreciar las posesiones terrenas, pero no es así. El Maestro expuso la Ley en esas palabras, añadien­do: “Porque donde está tu tesoro está tu corazón”. Ya sabemos lo que El quería decir con la palabra “cora­zón”; además la frase como El la dijo, era: “Porque lo que está en tu corazón es tu tesoro”. Fue mal traducida y adulterada cuando la pasaron del idioma arameo (en que hablaba Jesús) al latín.

Cuando a ti se te extravía algún objeto de tu posesión, cuando se te pierde algo por la calle y cuando algo te sea robado, con sólo recordar el hecho de que tú posees lo tienes por Derecho de Conciencia; que está grabado en tu Subconsciente y esta imagen no te la pueden quitar ni la puedes perder, basta para que el objeto aparezca intacto. Alguien te lo devuelve, lo encuentras tú mismo o reciben un regalo de un objeto similar. Sin ningún esfuerzo para ti volverá a tus manos de ahora en adelan­te, porque ya conoces la Ley. No la olvides. No te angusties ni le temas a los ladrones. Tu pensamiento en ese respecto se convierte en positivo y no se te puede acercar alguien con intención de hurtar. Te recomiendo hacer la prueba la próxima vez que extravíes algo. Declara: “Nada que es mío por derecho de conciencia puede perderse o ser robado”. Luego, da las gracias por el inmenso don que se nos ha conferido en una Ley tan sabia. Cuando el objeto vuelva a tus manos, lo cual no tardará en suceder, vuelve a dar las gracias.

Mi maestro decía que el que conoce la Ley del Derecho de Conciencia y la practica hasta formar de ella su concepto, puede dejar en medio de una calle transitada un billete de alta denominación, y nadie lograría verlo. Al día siguiente lo volvería a encontrar en el mismo sitio.

Para lo cual es necesario tener el concepto ya forma­do y la imagen del temor a los ladrones totalmente disuelta. Yo sé que la primera vez que empleé la Ley, únicamente por obediencia y sin tener la convicción sembrada en mí, estaba en Nueva York y dejé mis anteojos olvidados en un taxi. Al llegar a la casa me di cuenta de que los había perdido, y como venía de la clase de metafísica con la lección fresca en la mente, declaré al instante la Verdad: “Nada que es mío por Derecho de Conciencia se puede perder. Mis anteojos volverán a mí. Ellos están en el sitio que les correspon­de: frente a mis ojos”.

Pasaron cuatro días y me llamaron de la Conserjería para que bajara a hablar con un chauffeur de taxi que me buscaba.

—Señora, ¿serán suyos estos anteojos? —me pre­guntó al verme, extendiéndome los lentes.

—Sí, son los míos. ¿Cómo se le ocurrió a usted que eran míos?

—Mire usted qué cosa tan extraña la que me ha sucedido. Los taxistas tenemos que entregar en la ofici­na todo objeto olvidado por si lo reclama el cliente que lo dejó. Yo no pude decidirme a entregar estos anteojos. Como en la oficina quedan anotados todos los recorri­dos que hacemos cada día, yo me impuse la tarea de visitar a cada cliente que conduje ese día. He tenido que hacerlo fuera de horas de trabajo, por supuesto, y por eso me he tardado cuatro días hasta encontrarla a usted. Esto jamás me ha sucedido. ¡Unos lentes corrientes!

Le di una buena recompensa y se me quedó grabada la ley desde ese momento.

Sin mis anteojos no veía claro, no podía escribir, se interrumpía el ritmo de mi vida. Este mínimo detalle alteraba el ritmo de una serie de otras cosas que afecta­ban a terceros. El Universo está basado en el orden y la armonía entre todas sus partes.

 

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