Amigo, has intentado absolutamente todo, excepto lo obvio: No hacer nada en absoluto.
Quédate con eso a lo que llamas ‘sufrimiento’.
Quédate con el dolor, la tristeza, el miedo, el deseo, el aburrimiento.
Desecha
 las palabras de segunda mano y siente directamente la evidente cruda 
energía que se da en el cuerpo, en el estómago, en el pecho, en la 
garganta, siente cómo vibra, hormiguea, cómo se mueve y cómo se expresa 
plenamente.
Deja que la energía cumpla con su sagrada labor, con su trabajo inteligente.
No te entrometas. Respira profundamente.
Permite
 que tu aliento llegue hasta esas partes abandonadas, que inyecte 
oxígeno y dignifique a esos perdidos, solitarios y ‘lastimados’ 
visitantes.
El hecho es que estas energías están aquí únicamente porque ya han sido admitidas en la inmensidad de Ti.
Dignifica el dolor con el aliento de la vida.
Este
 momento ya está resplandeciendo, ya es vida, es un huésped que ya ha 
sido bienvenido, que ahora baila en tu espacio siempre presente.
La mente quiere aferrarse o resistirse, rebobinar o adelantar esta escena presente, evitar el dolor o aferrarse al placer.
Sin embargo, da el paso radical de no dar ni un solo paso.
No hagas absolutamente nada en este momento, excepto ponerle atención a esta misma energía de la cuál habías querido escapar.
Entra
 en comunión con lo que está aquí, como si se tratase de un viejo amigo;
 no como un enemigo, como una guía, no un obstáculo.
Velo como inteligencia, no como un ‘error’.
Sé
 lo que eres, la profunda aceptación de todas las energías que ofrece la
 vida – tanto ‘positivas’ como ‘negativas’ – el inmutable e inmenso 
Espacio para cada contenido, pensamiento y sentimiento transitorio… –
Jeff Foster


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