Adrián, Adrián hijo mio eres amado.
A lo largo de nuestra existencia todos nos tenemos que enfrentar a diversas situaciones de duelo. Hay personas que afrontan más pérdidas que otras porque hay situaciones que escapan a nuestro control. Sin embargo, el modo en que afrontamos estos duelos varía en función de cada una. Existen personas que desarrollan mayor conciencia y familiaridad con el proceso de duelo diario. Interiorizan que cada cosa es un don, que todo es vulnerable y que todo lo podemos perder en cualquier momento. Este tipo de personas aprecian más lo que viven, son personas para las que las separaciones son menos traumáticas.
Sin embargo, en los países del Norte recibimos mensajes contrarios. Los influjos que recibimos son lo de una sociedad que niega el dolor, las pérdidas y que está obsesionada con el éxito.
Sin duda, la cultura del materialismo, del hedonismo, de la relativización de los valores son obstáculos que impiden ir al corazón de la vida, a la sustancia. Uno cree que lo externo es lo esencial y lo interno es lo secundario. Después de una situación de pérdida, un conflicto, un fracaso hay personas que caen derrumbadas porque a pesar de que externamente lo tenían todo para ser felices, les faltaba la fortaleza interior que les permitía enfrentarse con sus fracasos y pérdidas.
P. Arnaldo Pangrazzi
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