Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤ Honrando la memoria de mi hijo: recordando su vida y su luz.❤ Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una madre pueden enfrentar. Es un dolor desgarrador, que deja un vacío en el corazón que nunca se podrá llenar. Sin embargo, a pesar de esta gran pérdida, siempre habrá una forma de honrar su memoria y mantener vivo su legado.❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

miércoles, 31 de octubre de 2018

Hijos transcienden a Ángeles


—Señor ¿por qué me lo diste y me lo quitaste? 
No es justo, Dios, mandarme tanto dolor.

 El Señor me respondió… — ¿Acaso me ves como un castigador?
 —No, Señor, contesté, pero, ¿por qué me mandas tanto dolor si sabes que no aguanta más mi corazón? 
—Lo sé, hija, respondió. Sanarás ese dolor, te regalé un ángel ¿sabes?, son muy pocas las mujeres que escojo para esta hermosa bendición. 
—Sí, Señor, pero yo lo quería conmigo: abrazarlo, consentirlo, cantarle al oído y ahora ya no está conmigo, me siento morir. 
El Señor me miró y me dijo: —Ahora él lo hará contigo.
 Te protegerá del enemigo, te abrazará cuando tengas frío, y te dirá que te ama todos los días al oído.
 —Señor, le dije, déjame verlo, aunque sea un segundo. 
— ¿Quieres verlo? 
— ¡Sí!, es lo que más anhelo… 
—Duerme, pues, te regalaré eso en un sueño.
 Cerré mis ojos y la voz del señor decirme: “Ve allá donde está aquella hermosa mujer, la que tiene a ese angelito en su regazo y lo arrulla con tanto amor y la duerme en sus brazos. ¿Puedes verla?” 
—Sí, señor, ¿quién es ella?, respondí.
 El señor contestó, —Es mi querida madre, ella duerme a tu hijo… 
Hoy en la mañana lo encontramos muy triste y le hemos preguntando por qué. Nos dijo: “Cuido a mi mamita aquí desde el cielo, pero no deja de llorar, ¿será, señor, que algo le dolerá?”. Mi madre le contestó: “Sí, hijo mío, ella llora como yo lloré a mi hijo, sufre como yo sufrí al perderlo. Esas lágrimas son de dolor, pero no un dolor cualquiera hijo, es el dolor más profundo que el corazón de una madre pueda sentir”. Mi madre le sonrió y continúo diciendo: “Debes de sentirte muy orgulloso. Tu mamá llora por tu ausencia, te extraña, pero vamos a calmar ese dolor”. Tu pequeño asombrado preguntó: “¿Cómo?”. —Tú tienes esa misión… — dijo mi madre. Luego lo llevó y lo durmió. 
— ¿Ese es mi hijo, señor? —Pregunté maravillada. 
—Sí, ese ángel radiante y lleno de luz pura es tu hijo.
 Unas lágrimas bajaron de mis ojos, no sé si de dolor o emoción, y envuelta en llanto le dije: — ¿Me dejas tocarlo, abrazarlo, besarle? Por favor, Señor. 
—No, me respondió, no no vez que duerme tan dulcemente. 
— Señor, es tuyo para toda una vida, tú lo tienes aquí para siempre. Concédeme lo que te pido ya que no lo puedo tener más conmigo. 
El Señor suspiro profundamente y con voz consoladora me dijo: “Yo sé que eres la mejor madre, mi Padre sabe por qué te escogió. Sé que lo amas más que a tu vida misma y lo extrañas, pero, Dios mi Padre, lo llamó porque necesitaba un ángel con mucho amor en su corazón. No te puedo conceder lo que me pides, pero si te digo que mi Padre te llamará algún día y ya lo tendrás contigo para toda la eternidad. No llores más. Ahora tu hijo tiene la misión de quitarte ese dolor, así que vete tranquila. Tu hijo con mi Madre duerme y con mi Padre habla y muchas misiones tiene. Siéntete siempre feliz porque un ángel brilla ahora siempre para ti”. 
Mi corazón se conmovió de alegría y por último dije: “Señor abre tu mano…. ¿es mucho pedir?” 
El Señor extendió su mano. “Llévale este beso por mí”. 
Todo quedó en silencio, y mientras despertaba, lentamente escuché una voz decir: “Todos esos besos ya se los he dado por ti”.

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