Honro tu memoria mi amado hijo Adrián.
Te ruego que seas amable con esta nueva persona
en la que me vi obligada a convertirme.
Necesito comprensión y paciencia,
te pido por favor que me la des.
A menudo me siento torpe y me equivoco
en mis actividades cotidianas,
y algunas de las cosas que antes hacía
ahora me resultan más difíciles, no sé por qué.
Hay ciertas canciones que no puedo soportar oír.
Y lugares en los que no puedo estar,
Algo tan simple como doblar la ropa me hace llorar;
(Lo mismo pasa cuando voy al súper.)
Si el olor de un sandwich tostado de queso
de pronto me hace derramar algunas lágrimas,
entiende que le encantaba comerlos en el recreo,
y que pasé años preparándoselos.
No temas mencionar su nombre.
Lo necesito más de lo que imaginas.
No eres tú la razón por la que sufro,
es la pérdida de mi hijo lo que me tiene así.
Préstame tu hombro si necesito llorar,
y escúchame si necesito hablar.
El camino por el que transito es TAN difícil,
es el más duro que recorreré.
Quizá algún día te enseñe sus fotografías
y no me deshaga en llanto.
Dime que entiendes mi sufrimiento,
No sabes cuánto significaría para mí.
Sé que el dolor irá menguando;
tenme paciencia hasta que ello ocurra;
nunca volveré a ser la misma persona,
Pues ya no soy la que antes era.
Beverly F. Walker
Tomado del libro Caldo de pollo para el alma- Duelo y Recuperación; de Jack Canfield, Mark Victor Hansen y Amy
Newmark
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