Ningún ser humano experimenta lo que no puede soportar
Ángela nació en Carrión de
los Céspedes (Sevilla), en 1956. Psicóloga de formación, trabaja como profesora
especializada en Audición y Lenguaje. Ha trabajado en proyectos de
investigación en la Universidad de Sevilla y ha desarrollado casi toda su carrera
profesional en el campo de la infancia. Casada y con tres hijos, Sin
tocar fondo, su primera obra, se centra en la mayor de ellos, Marta, fallecida
en enero de 2004.
De hecho, el libro es la historia de Marta. Más
exactamente, de cómo con diecinueve años tuvo que hacer frente a un cáncer
inoportuno y terminal que se llevó sus sueños por delante. Y es la historia de
su madre, que desde la cercanía y la experiencia nos va contando paso a paso cómo
fueron aquellos días en los que sentía que todo lo conocido se iba a desvanecer
y cómo, aunque no lo parezca, siempre hay un espacio para la sanación personal
y la esperanza.
A lo largo de las páginas, la autora se sincera con
nosotros y nos relata en primera persona, con sencillez y honestidad, la parte
más brutal y dolorosa de su vida. Huyendo del victimismo y de la falsa
sensibilidad, su narración nos acerca a sus reflexiones más íntimas sobre la
vida y la muerte, sobre la lucha con la enfermedad, y nos guía de la mano por
el proceso de duelo y su recuperación. Ángela Ortiz nos enseña que, aunque no
se puede olvidar nunca la pérdida de un hijo, no por ello nuestras vidas deben
permanecer para siempre a oscuras.
Esta obra está especialmente recomendada para aquellos
que han sufrido una pérdida irreparable y necesitan aprender a superarla, a
conocerse otra vez a ellos mismos, y así mirar de nuevo el futuro con
esperanza. Pero también es un libro del que todos podemos aprender cómo no
debemos dejarnos arrastrar en ninguna circunstancia por el dolor y la pena, y
que siempre es posible volver a sonreír, volver a descansar y volver a
disfrutar de la vida.
El libro nos enseña,
igualmente, a afrontar las experiencia de la vida con amplitud de miras, admitiendo
cualquier pensamiento y, desde luego, sin “culpas”. Quizá por ello el libro
arranca en su Prólogo con la siguiente reflexión: ”No me asombra ver la
naturaleza tal cual es, pero me sorprendo al calificarla como “bella” a pesar
de lo que viene y va, de lo que nace y muere...”. La Naturaleza y la
vida entera, que no es ni bella, ni no bella; simplemente y profundamente, Es.
Ni más ni menos: Es.
Pacto de Amor entre las Almas
Cuando a finales del año
pasado, Ángela me dio la hermosa oportunidad de leer el texto, lo primero que
se me vino a la cabeza durante su lectura y lo que, sobre todo, perduró al
finalizar la misma fue la existencia de algo tan maravilloso como es el Pacto de Amor entre las Almas, en expresión acuñada a lo largo de la historia por
diversas escuelas y tradiciones espirituales.
Se hace mención con ello a como, antes devenir al
mundo material, cada alma elige el yo y las circunstancias pertinentes para su
aprendizaje o evolución consciencial y en orden a experimentar vivencias que
posibiliten su crecimiento vibracional. Y esa elección incluye el Pacto de Amor
con otras almas que harán de acompañantes y colaboradoras en el desarrollo de
tales experiencias. En este contexto, por ejemplo, los hijos eligen a sus
padres, y no a la inversa.
Así, aunque en nuestra realidad corpórea y en nuestra
memoria mental no tengamos el recuerdo de ello, nuestra memoria y dimensión
trascendente sí conoce perfectamente lo que es el Pacto de Amor entre las Almas.
Incluso numerosos seres humanos saben de manera intuitiva e inspirativa lo que
el mismo representa y sus principales señas de identidad.
Una de ellas es,
precisamente, la que proporciona el título al libro: Sin tocar fondo.
No en balde, el reiterado Pacto incluye una especie de red de seguridad, para
que, por intensas e, incluso doloras y desconcertantes que las vivencias
resulten, sean soportables por los que las experimentan. Por lo que es una gran
verdad el encabezamiento que aparece en la portada del texto: “Ningún ser
humano experimenta lo que no puede soportar”.
Otra de las características básicas del Pacto de Amor
es que el alma que más sufre de la experiencia desde la perspectiva del mundo
material, es quien vive la experiencia más gozosa desde la óptica espiritual.
Desde luego, para interiorizar el hondo significado
del Pacto de Amor entre las Almas hay que ser conscientes de que el ser humano
no solo cuenta con una dimensión física, sino también de otra de índole
espiritual. Y que ésta tiene, a su vez, dos componentes: el Espíritu, nuestro
Ser profundo, que realmente es Uno, por lo que en espíritu todos somos Uno y
formamos parte de una Unidad, Ser Uno, Dios o como lo queramos llamar; y el
alma o alma-personalidad, una dimensión en la que mantenemos una cierta
identidad propia, aunque no de carácter corpóreo o material, sino de tipo
energético, consciencial y vibracional.
Pues bien, en este marco,
son las almas-personalidad las que en la dimensión de la Eternidad y
antes de la encarnación suscriben el reiterado Pacto de Amor.
La mayoría de las personas
no son conscientes del mismo durante la vida física, pero tras ella, después de
ese retorno al plano de la Eternidad que erróneamente tildamos como
muerte, las almas firmantes del Pacto se reencuentran y juntas sopesan y
valoran como las experiencias vividas se corresponden con las que querían vivir
y el papel desarrollado al respecto por cada cual.
Sin embargo, en el plano humano suele acontecer el
Gran Olvido. Por eso se producen traumas y a veces vivimos esas experiencias a
modo de sufrimiento. Pero, como ya se ha señalado, el Pacto de Amor tiene dos
características básicas: la red de seguridad (no se toca fondo); y el alma que
desde la perspectiva material más sufre o da, es la más gozosa desde la
dimensión espiritual.
Es precisamente por esto por lo que el alma a la que
corresponde una experiencia de fallecimiento precoz por enfermedad o accidente,
sigue permanentemente al lado de las otras almas firmantes del pacto.
Yo he sentido ese Pacto de Amor entre las almas con
mis padres, una vez que han fallecido; y he podido comprobar como continúan
conmigo después de la muerte. Es, igualmente, el Pacto de Amor que tengo con mi
esposa, con la que precisamente como pareja he vivido ya otras encarnaciones.
Es el Pacto que tengo con mis hijos. Y es el que tengo con otras personas,
amigos y familiares muy allegados.
Ángela y su hija Marta también tienen suscrito un
Pacto de Amor. Y en su contexto, ha ocurrido un hecho magnífico: la decisión de
Ángela de escribir este libro. Su redacción y
publicación no sólo impulsa el crecimiento consciencial y espiritual de Ángela
y de toda su familia, sino que va a coadyuvar al de otras muchas personas,
apoyando el despertar de nuestras consciencias para que interioricemos la gran
verdad que a menudo olvidamos: que la muerte es un imposible; un fantasma, sólo
eso, de la imaginación humana.
Fuente: http://emiliocarrillobenito.blogspot.com/2010/04/sin-tocar-fondo-pactos-de-amor-entre.html
Muchas gracias por el aporte.❤️
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