Si sabemos qué es lo que nos espera, si no hay interrogante alguno, el temor desaparecerá. Es, pues, una pregunta de conciencia: ¿ qué hemos hecho en nuestra vida?
¿ Podríamos haber vivido mejor? . A menudo morimos tal como hemos vivido.
La muerte no es sino una continuación de la vida, una parte integral que cierra el ciclo vital.
La entrega del cuerpo humano. Pero el corazón y el alma vivirán eternamente.
No muere. Toda religión habla de eternidad, de otra vida. Esta no es la única vida que tenemos, la muerte no es un punto final.
La gente que la considera como tal teme a la muerte. Pero si comprendiera que morir no es otra cosa que volver a casa, volver a Dios, no sentiría miedo. (HP, 140)
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