Como indican los relatos, planeamos
las dificultades de nuestra vida para alcanzar objetivos concretos. El
objetivo común es la sanación; concretamente la sanación de las
energías "negativas" que han quedado sin resolver en vidas
pasadas.
Digamos, por ejemplo, que una
persona estuvo consumida por el miedo durante una encarnación. Al final de esa vida, el individuo puede conservar
restos de la energía del miedo, especialmente si la persona murió mientras
experimentaba un gran miedo. La energía de baja frecuencia del miedo no se
puede transportar totalmente a la frecuencia superior del reino espiritual
donde reside el alma, aunque un residuo energético sí podría cruzar. El individuo
siente esta energía y planea una nueva vida en la que se sanará a través de la expresión
del amor.
También planeamos actitudes para
equilibrar el karma. El karma a veces se conceptualiza como una deuda cósmica, pero
también puede ser descrito como una energía desequilibrada con otro individuo. Generalmente
tenemos karma con miembros de nuestro grupo de almas: otros en la misma fase evolutiva con
quienes hemos compartido muchas vidas. En esas vidas pasadas, hemos interpretado los papeles
de marido, esposa, hija, hijo, hermano, hermana, madre, padre, amigo íntimo, y enemigo mortal con
las mismas almas. Recuerdo el relato real de un padre que estaba leyendo un cuento antes
de dormir a su hija pequeña. Cuando terminó, ella sonrió y dijo,"Papá, ¿te acuerdas de
cuando eras mi hijo, y yo era tu mamá, y te leía cuentos antes de
dormir?".
Un alma del grupo podría, por
ejemplo, haber tenido una encarnación en la que hubiera pasado muchos años cuidando de
alguien físicamente enfermo. Si el alma que interpretó el papel de cuidador planea después
una vida en la que tenga el desafío de la enfermedad, el alma que recibió los cuidados podría
buscar equilibrar aquel intercambio energético ofreciéndose a cuidarlo. En cuerpo, sin
embargo, ninguna de las almas recordará el plan. La que eligió ser el cuidador podría sentirse
abrumada por la necesidad de hacerse cargo de otra persona, quizá incluso podría verlo como un
castigo por sus malos actos en una vida pasada. En realidad, sin embargo, no es un castigo; sólo
es un deseo de equilibrar el karma. Del mismo
modo que hemos ideado
nosotros los papeles que interpretamos, tampoco somos víctimas. No hay nadie a
quien culpar;
de hecho, no
hay culpa. El universo no nos castiga
haciendo que nos ocurran cosas
"malas". Como la gravedad, el karma es una ley neutral
e impersonal. Si tropezamos y caemos, no culpamos a la gravedad ni nos sentimos victimas o castigados
por ella. Cuando nos damos cuenta
de que el karma opera del mismo modo, los sentimientos de culpa, victimización
y castigo respecto a los desafíos vitales
se disipan, y entonces comprendemos lo que habíamos esperado aprender, y valoramos de un
nuevo modo los desafíos que expanden nuestras almas.
25
Comprender el karma nos
ayuda a ir más allá de nuestros prejuicios, concretamente en lo que se
refiere a aquellos que han experimentado grandes traumas o percances como la
adicción a las drogas, o la indigencia. Generalmente, estos individuos
están viviendo sus encarnaciones y equilibrando las energías de sus vidas
pasadas tal y como lo habían planeado. Sus vidas, que muchas veces son
etiquetadas como "fracasos" desde el punto de vista de la
personalidad, a menudo son éxitos rotundos desde la perspectiva del alma.
La mayor parte de las almas
planean estas dificultades vitales para que sean de utilidad a otros. Este deseo es un aspecto
fundamental de nuestra verdadera naturaleza como almas eternas.
Cuando estamos en espíritu y
somos conscientes de nuestra unidad con los demás, vemos el servicio como un propósito
básico de la vida, y las oportunidades para servir como enormes bendiciones. Ya que son almas
que están equilibrando su karma, muchos de aquellos que parecen llevar vidas difíciles
están, realmente, realizando actos de servicio. Un alma podría
planear, por ejemplo,
experimentar el alcoholismo para que otros puedan expresar compasión, y así conocerse mejor a sí mismos.
Los alcohólicos y otros que nos facilitan las experiencias que buscamos, tienen que soportar
algunas de las críticas más duras de la sociedad. ¡Ojalá más gente supiera esto!
Un trabajador de la luz es
alguien cuyo plan de vida está especialmente orientado al servicio. En general, el término
se aplica a cualquiera que esté decidido a ayudar a los demás.
Aunque no es necesario haber
planeado grandes retos para ser un trabajador de la luz, muchos lo han hecho precisamente con la
intención de superar esas dificultades para el beneficio de toda la sociedad. Este tipo de
trazado vital no es mejor (ni peor) que cualquier otro. De hecho, dado el enorme número de
reencarnaciones que cada uno de nosotros planeamos, muchos interpretarán este papel en
algún momento.
Naturalmente, planeamos las
dificultades de la vida, en parte, para nuestro propio crecimiento personal. Como
almas, aprendemos mucho entre las encarnaciones, pero asimilamos las lecciones más
profundamente en el plano físico. Aprender mientras estamos en espíritu es similar a un trabajo
de clase; la vida en la Tierra es el campo de estudio en el que aplicamos, probamos, y
perfeccionamos ese conocimiento. Es una poderosa experiencia para el alma.
Finalmente, a
pesar de las vivencias concretas que contengan, todos los programas vitales que he examinado estaban basados
en el amor. Cada alma estaba motivada por un deseo de dar y recibir amor, libre e
incondicionalmente, incluso en aquellos casos en los que el alma había
acordado interpretar un
papel "negativo" para estimular el crecimiento de otro
individuo. Muchas almas
estaban motivadas también por un deseo de recordar el propio amor.
Literalmente, somos amor. Baso esta afirmación no
sólo en mi investigación, sino también en mi experiencia personal
directa: la revelación de mi
alma que describí en el prefacio. Las dificultades vitales nos dan la oportunidad de expresar amor, y
de este modo conocernos más profundamente a nosotros mismos como amor, en todas sus
muchas facetas: empatía, perdón, paciencia, aceptación, valor, equilibrio, y confianza. Nuestra
experiencia terrenal como amor también toma la forma de
comprensión, serenidad, fe,
gratitud y humildad, entre otras virtudes. El amor es el tema principal de la planificación prenatal y,
por tanto, el tema principal de este libro.
Al entrar en el plano físico,
somos un amor que se oculta temporalmente a sí mismo. Cuando recordamos quienes somos
realmente, nuestra luz interior, nuestro amor, brilla para que todos lo vean.
Yo creo que ésa es la razón por la
que estamos aquí.
Libro: El
Plan de tu Alma
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