En tu memoria mi amado hijo Adrián.
La muerte de un hijo es una pérdida inconcebible e insuperable.
Resulta algo horrible, doloroso, cruel, como si de algún modo la ley
natural estableciera que los padres deben morir antes que los hijos.
Esta
creencia está profundamente extendida en nuestra sociedad, hasta el punto de
que no existe un nombre que designe a aquellos que han perdido a un hijo:
huérfano es quien ha perdido a un progenitor, viudo es quien perdió a un
cónyuge, pero no
existe una palabra ni una expresión que recoja el estado en que queda una
persona cuando pierde a un hijo, precisamente por eso, porque no entra dentro de nuestros esquemas
mentales.
Es "algo" tan doloroso, horrible, duro y tan
desconcertante que en nuestro lenguaje no tiene nombre.
El corazón se hace pedazos...el alma llora y se desgarra...y te sientes ......
Solo pensar que lo vas a volver a encontrar, puede dar "fuerzas", para seguir, porque sabes que lo que tu hijo quiere es que continúes, hasta volvernos a encontrar.
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