La mente fábrica preguntas que ella misma no puede
contestar pero trata de analizar y entre las preguntas que frecuentemente se
hace están las siguientes:
¿Por qué hice esto o aquello? ¿Me equivoque? ¿En
qué fallé o en que me equivoqué? o ¿Por qué no lo hice de otra manera? , ¿Podía
no haber hecho aquello o hacer aquello otro?.
Cuando caemos en este tipo de cuestionamientos es
porque ya nos estamos sintiendo culpables.
La culpa es un ataque contra nosotros mismos
que puede provenir de la ira reprimida, de las situaciones que no se tornaron
en nuestro favor dejando nuestras expectativas insatisfechas y nos producen
rabia, dolor, frustración, resentimiento,
etc. Cuando estas emociones las bloqueamos
o no las logramos procesar de una forma sana y nos las guardamos, nos van
destrozando internamente. Ellas se van acumulando alimentadas por pensamientos
negativos de desvalorización, de lo que nos decimos una y otra vez llevándonos muchas
veces al sufrimiento. Con todo esto nos sentimos indignos y no merecedores.
A la culpa se le alimenta de la creencia de
ser imperfectos y por eso nos auto criticamos por los “errores cometidos”
creyendo ser merecedores de castigo, también
se alimenta de la ilusión de estar separados de los demás. Todo esto es una
elaboración mental, es un programa que nos mantiene atados a nuestras creencias
y nos impide vivir en el presente. Nada de esto es real aunque se viva intensamente.
Somos seres perfectos,
aunque en esos momentos no lo sepas, aparentemente lo has olvidado Llegamos a este mundo, a esta dimensión a experimentar.
Puedes preguntarte ¿Que debo de estar
creyendo en este momento que me hace sentir así? Y aquello que te venga,
suéltalo con amor.
Las creencias que elegiste válidas para ti
son aquellas que te hacen vivir tus experiencias hasta que las decidas cambiar.
La separación es lo que los sentidos y nuestra percepción nos muestran del
mundo pero estamos interconectados a niveles que no tenemos ni la remota idea
que eso sea posible.
No negamos la responsabilidad personal, esa
es la que nos permite experimentar aquello que estamos experimentando pero si
podemos entender en otro plano que este mundo es pasajero e inestable donde
nada permanece y todo cambia, donde la parte eterna de nosotros no es tocada
por las acciones temporales o circunstanciales de nuestra vida o la de otros.
No vivas en la mente, la mente juzga y trae sufrimiento, tata a la ilusión de un
pasado que nunca fue real. Vigila tu mente pero hazlo con amor. Vive en
Presencia.
La vida es una escuela donde se escoge que deseas
aprender, tal vez decidas comprender que la culpa solo existe cuando crees en
ella.
Aceptar que todo lo que existe es el momento
presente y sentir que el amor en ti es
real. Abandona las trampas de la
mente que te quitan la paz liberándote de sus garras, evitando prestarles
atención y solo está presente, consciente de que somos amor.
Amarnos a nosotros mismos y a otros es perdonar los errores de
pensamiento acerca de ti y de otros. Es ser uno con tu ser real. Es vivir desde
tu presencia.
El ser verdadero no puede sentirse culpable, tú
verdadero ser carece de opiniones y juicios. Conéctate con tu verdadero ser,
con tu consciencia, a través de estar
presente y reconoce cuando te sientas distraído que permitiste que la mente te
maneje, regresa de nuevo, esta presente, consciente, respira
profundamente y siente paz y amor.
Bendiciones
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