Cada estudiante de metafísica
debe saber que la Justicia Divina opera a través de la Ley de Causa y Efecto.
En
consecuencia, debemos aprender a ser conscientes de nuestros actos. Cada
pensamiento o acción que iniciamos es una causa que, indefectiblemente, tendrá
su efecto.
Si
peleamos y discutimos con la gente a nuestro alrededor (causa), el resultado
será un gran conflicto (efecto). Debe perdonar las injurias, pero no sólo
de palabra o como una cuestión formal, sino sinceramente de corazón; así es.
Usted
no perdonará por el bien de otra persona, sino por su propio bien.
La
técnica del perdón es bien sencilla, y para nada difícil de poner en práctica
cuando entiendes cómo hacerlo. Lo único que es esencial es estar dispuesto a
perdonar.
Con
tal que tengas el deseo de perdonar al que te ha agraviado, la mayor parte del
trabajo ya se habrá consumado.
El
método de perdonar es el siguiente:
Apártate
del mundanal ruido y aquiétate.
Repite
cualquier oración o tratamiento que te atraiga, o lee un capítulo de la Biblia.
Entonces, di calmadamente:
“Yo plena y libremente perdono a …… (mencionado el nombre
del ofensor); le aflojo y le dejo ir. Vierto el peso del resentimiento sobre el
Cristo dentro de mí.
Él ahora queda en libertad, y yo también. La Verdad
Crística nos ha liberado a ambos. Gracias, Padre.
Bajo
ninguna circunstancia habrás de repetir este acto de perdón, porque lo has
hecho de una vez por todas, y hacerlo una segunda vez sería repudiar
tácitamente tu propio trabajo. Después, cuando la memoria del ofensor o de la
ofensa vuelve a presentarse en tu mente, bendice brevemente al delincuente y
desecha el pensamiento.
Haz
esto tantas veces como regrese el pensamiento a tu mente. Encontrarás que toda
la amargura y resentimiento han desaparecido, y que ambos son libres con la
perfecta liberación de los hijos de Dios. Tu perdón está completo.
Fuente:
EMMET FOX
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