Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer a la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa.
Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellista mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.
Elizabeth Kübler-Ross
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