Tu propia muerte te asusta y la muerte de tus seres queridos te duele.
No voy a escribir una sola palabra para superar tu miedo o suprimir tu dolor, porque no tengo esa palabra mágica.
Tú verás como enfrentar tu propia muerte.
Yo solo quisiera compartir contigo algunas cosas simples, para que te duelas sanamente y hagas tu dolor más llevadero, ante la muerte de los tuyos. Y eso es todo.
Que te duelas, dije, sanamente, a causa de tus muertos, que te deprimas un tanto y un tiempo, pero no que no puedas vivir, que te dejes morir porque murió tu madre, tu padre o tu hermano, tu esposa, o tu esposo, tu hijo o tu amigo… yo quisiera ayudarte si me es posible y si tu quieres, a que sufras sanamente, para segur viviendo; porque he visto a muchos MORIRSE CON SUS MUERTOS.
Tus muertos ya murieron, y en tu mente ya lo sabes, pero tu corazón necesita tiempo para saber y aceptar que ya partieron, por eso tu dolor resurge como nuevo, ante esa mesa familiar donde un lugar quedó vacío, en esa navidad donde alguien falta, en ese nacimiento sin abuelo, en ese año nuevo en que se brinda y alguien ya no levanta la copa…
Así es el corazón humano, siempre vive de a poco lo que la razón sabe de golpe.
¡Para la mente los muertos mueren una sola vez, para el corazón muere muchas veces…!
Resucitarán para ti…
Tus muertos resucitarán para ti, “para ti”…
Cuando hayas aceptado que “murieron para ti”; solo los recuperas en su regreso, cuando aceptaste su partida ¡no es posible la alegría del reencuentro sin sufrir el dolor de la despedida!
No te mueras con tus muertos; ¡llora la siembra de ayer con la esperanza puesta en la cosecha del mañana! acepta que la muerte de tus seres queridos te despierta mucha rabia, aunque sepas porque y aunque quieras sentirla.
Tu resistencia ante la muerte te hace revelarte, aunque no sepas del todo contra quien hacerlo… ¿Contra Dios…? ¿Contra tus muertos… porque te abandonaron? ¿Contra….?
No te mueras con tus muertos; ¡Déjalos dormir su tiempo como duerme la oruga en su crisálida, esperando la primavera para hacerse mariposa!
Dios no es menos Dios, más justo o más injusto, más bueno o más malo, cuando naces que cuando mueres.
O crees en el siempre, o no crees nunca; pero una cosa es creer en él y otra creer en tus explicaciones.
¡Ante la muerte se acaban tus explicaciones!
No te tortures sintiéndote culpable antes tus muertos ¡los muertos no cobran deudas!
¡Además, si hoy resucitaran, volverías a ser con ellos como fuiste!
¿O no sabías con certeza que un día iban morir?
No te mueras con tus muertos; muéstrales más bien, que como el árbol podado en el invierno lejos de morirte, retoñas vistiendo tu desnudez ¡devolviendo frutos por heridas!
Acepta y date cuenta, que tus muertos te plantean un serio desafío: el de tener una respuesta para el sentido de tu vida.
Porque mientras no sabes para que murieron, tampoco sabes para que vives tú.
¿O no piensas morir?
Ante tus muertos queridos, tu corazón tiene mil interrogantes y tu razón ninguna respuesta.
Resolverás mejor la cosa, cuando preguntes menos y aceptes más.
Las flores que regalas a tus muertos hablan de la vida y la esperanza.
También en tu corazón duermen la vida y la esperanza, esperando que tú las despiertes para segur viviendo esperanzado.
Parte del dolor que te golpea cuando despides a tus muertos, se debe a una pregunta que golpea en tu interior, interrogando por el sentido de la vida.
Si respondes de verdad, sincera y frontalmente, gracias a la muerte de tus muertos, tu vivirás más plena y auténticamente.
Autor: René J. Trossero
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