Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤
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martes, 24 de abril de 2018

Como dejar de ser victimas; Vivir El Perdón


Como dejar de ser victimas; Vivir El Perdón


Interesante Entrevista de Eva G. Cribeiro a Jorge Lomar que nos habla de su proceso de transformación personal, del perdón como camino para sanar la mente, de como programamos nuestra ego para crear un personaje y de lo fácil que es dejar de ser víctimas cuando se logra asumir que no somos lo que creemos ser.
www.evatrota.com Music for this video: Song: Digya Author: Kevin MacLeod

jueves, 15 de febrero de 2018

Los Ángeles del perdón te ayudaremos a liberarte.


Los Ángeles te podemos ayudar a perdonar abre tu alma al perdón y libérate de la carga que te agobie, estamos aquí para ayudarte, somos la presencia mas poderosa de perdón en el Universo y no habrá nada por lo cual no puedas perdonar, estamos aquí hoy para ayudarte, se nos ha enviado para apoyarte, te guiaremos, empecemos a liberarte hoy mismo, permite que te ayudemos.

¡Abre tu alma!

¡Despeja tu mente!

Siente la presencia de los Ángeles del perdón.

¡Sumérgete en tu interior; que nada perturbe este momento…! Intenta viajar por sendas misteriosas, donde tu mente y tu corazón no se separan, para dar paso a esa fusión de sentimientos tan difícil de concretar llamado “perdón”.

Soy el Ángel del perdón y te ayudare a liberarte.

¡Concéntrate, concéntrate en tu “Yo” Superior…! Encuentra la verdad, esta en tu interior, no hay lucha, no hay duelo, solo hay un sentimiento único de unión y perdón. No intentes engañarte, se verdad integral. Sólo estás tú “hablándote a ti mismo/a.” Necesitas sanar tu corazón, para que el amor, la bondad y los sentimientos de paz verdadera fluyan desde la conciencia superior y se manifieste en tu interior.

Serás libre de ataduras, cuando logres canalizar tus sentimientos, eres creación de Dios y de absoluta luz. Obtendrás tu propia libertad espiritual, cuando sientas que has roto las cadenas que hasta ahora te han mantenido atado/a y te han ido arrastrando, el momento ha llegado.

Abre las puertas de tu corazón, permite que entre y limpie. Entra en él y percibe la luz, percibe que todo es cambiado a luz y verdadero amor, vaga por sus rutas, caminos y veredas llenas de amor. Si deseas volar “hazlo”. Este es el momento de liberación. Siente como tus alas se desplazan en ese cielo infinito, rodeado de hermosos luceros, de colores, de paz, de amor. ¡Vívelo! ¡Siéntelo!

En este momento, ese cielo es todo tuyo, se te ha dado por Dios. Descubre en esa soleada luz, tu verdadera salida hacia esa luz que tu inconsciente busca. Sigue la corriente. Siente el aire puro rozar tu rostro. Estás ante la maravilla de una naturaleza que sólo existe en ti, creada por ti y ahora es un paraíso en tu corazón.

¡No tengas prisa, aquí el tiempo no existe…! Percibe la libertad que te espera, estoy a tu lado, confía en tu Ángel del perdón. Serás libre cuando dejes que tus experiencias pasadas sean sólo eso, el pasado es liberado ahora, estoy aquí, confía.

¡Vuela…! Debajo de ti sólo está ese profundo, misterioso e inmenso mar, que te ayudará a purificarte, a limpiar tu alma a medida que pasas sobre él, todo es liberado y limpiado.

Mantente volando. Haz piruetas en el cielo, estoy a tu lado, nada que temer. Juega como solamente lo hace un ave que se siente en completa libertad y rodeado de la más sorprendente hermosura. No permitas que este bello paisaje se empañe. En este lugar no hay espacio para el rencor, ni para la venganza, sólo para el perdón, libérate de todo sentimiento que no sea el amor.

Pero, para perdonar, tienes que encontrarte a ti misma/o. Tienes que arrancar de ti, eso que tanto dolor te produce y que no te permite seguir tu vuelo: hacia nuevas rutas, nuevos horizontes, que están en este momento al alcance de tus manos, de tu corazón. Estoy aquí confía y libera, a que temer?

Para perdonar con el alma, debes sentir la presencia de quienes han marcado tu vida dolorosamente. ¡Comienza aquí y ahora. No te arrepentirás…!

Trae en este momento hacia ti, a ese ser que tanto daño te hizo y que te ha sido difícil perdonar.

¡Háblale! Explícale cuánto mal te hizo y cuanto es lo que has sufrido. Tal vez con sus actitudes, con sus actos, con sus hechos, con su lengua, con su omisión, con su negligencia. Quizás sientes deseos de estallar, de pegarle, de llorar de rabia, porque no puedes explicarte a ti mismo/a el porqué todo ha tenido que ser así… ¿Por qué te ha dañado de esa forma, por qué tenía que ocurrirte a ti?

Dilo todo. ¡Suéltalo! Desencadena esa ira que sientes, pero, hazlo recordando que buscas tu paz interior y que necesitas sacar todo eso de ti. Eso que te está acorralando y no te deja ser feliz… recuerda que tus Ángeles estamos aquí apoyándote y liberándote. ¡Llora si quieres hacerlo! ¡Grita si te sientes mejor!

Este es un proceso de sanación espiritual, donde sólo tú estás inmerso/a en ese caminar hacia la curación total de tu ser. Es natural que sientas todas esas emociones negativas. Porque precisamente son ellas, las que ayudarán a limpiar tu alma, blanqueándola; para luego entregar todo este sacrificio de amor a beneficio de tu propia vida, de tu salud mental y espiritual.

Tu sanación comenzará desde el momento en que comiences a perdonar. Pero, ese perdón tiene que salir de adentro. De tus entrañas este es el momento que Universo ha dispuesto para hacerlo, se sincero/a. Tu propia libertad depende de ello. Estoy aquí no temas.

No puedes vivir tu vida con estas sensaciones que sólo te hacen daño, es tu oportunidad de cambiar. ¡Mira a esa persona! La tienes frente a ti. Toma sus manos. ¡Sí! Tómalas. Aunque de primera intención sientas repulsión. ¡Tienes que lograrlo! Refleja tu mirada en sus ojos. Siente el poder transformador del perdón acercarse a ti. Palpa como sale de ti esa energía tan potente, tan especial, tan cargada de buenas voluntad y perdón; que te hacen ser diferente, ¡que te permitirán liberarte! ¡No temas…! Llénate de amor. Siéntelo, soy tu Ángel que te acompaña, confía y sigue adelante.

Permite que tu coraje se retire de ti, se disuelva en la luz, que se aleje para no regresar jamás. Cuando se perdona, se liberan las más fuertes energías que tu ser produce. Déjalas que hagan su labor en ti y que escapen hacia otros horizontes de luz, donde se purificarán y se transformarán. ¡Sin poder hacer más daño! Porque se trasformaran en el mas puro y exquisito amor.

¡Tu vida es como una rosa! Desde que nace está destinado/a a cubrirse de espinas, pero, esas mismas espinas son las que la ayudan a protegerse de que otros puedan hacerle daño, y al final florecer como la “Reina del Jardín.”

Ahora, dile a esa persona: “Yo te perdono, disculpo todas las cosas
que me hiciste. Aunque injustas a mi entender, pero, yo necesito sentirme bien conmigo mismo/a. Y la única forma es perdonándote a ti. Librándome de mis malos pensamientos, intentando justificar lo injustificable… pero, yo necesito mi Paz”, tu estas libre y yo seré libre también, todos somos libres de rencor y todo es perdonado por el amor de el único gran Dios.

Recuerda que todo lo que haces en mal, lo pagas. Tal vez, esa persona ya esté pagando. Y no somos nosotros los responsables de ello. Con tu perdón estarás contribuyendo a tu plan de salvación espiritual y es en esta vida hay que empezar con el perdón.

Ahora, déjale marchar en paz. Esa persona ya no existe más en tus pesadillas es libre y tu también. Ahora tu vida será toda claridad. Siempre la verdad triunfa sobre la mentira, la paz sobre la guerra y sobre el odio vence el amor.

Ahora comenzarás a sanar… ahora dale tu perdón y recibe el perdón, todo es llenado en luz y amor, mírate a ti misma/o y llena tu corazón de luz de amor y perdonadote. Siente la total libertad.

Repite en silencio:

“Mi sanación está en el perdón y mi mayor fuerza es el amor, he vencido…”

De ahora en adelante, siempre tendrás tus alas contigo. Ya no hay ataduras, ya no hay cadenas todo es libertad. Simplemente, eres libre. Para poder amar, para poder perdonar, para poder vivir, para poder volar… ¡En Alas de Libertad!

Ahora te bendigo y recuerda que los Ángeles del perdón estamos aquí contigo para que en cualquier momento puedas llamarnos y ayudarte en cualquier situación de perdón.
TOMADO DE LA WEB 




lunes, 8 de enero de 2018

Decreto para perdonar y liberarse


Cada estudiante de metafísica debe saber que la Justicia Divina opera a través de la Ley de Causa y Efecto.
En consecuencia, debemos aprender a ser conscientes de nuestros actos. Cada pensamiento o acción que iniciamos es una causa que, indefectiblemente, tendrá su efecto.
Si peleamos y discutimos con la gente a nuestro alrededor (causa), el resultado será un gran conflicto (efecto).  Debe perdonar las injurias, pero no sólo de palabra o como una cuestión formal, sino sinceramente de corazón; así es.
Usted no perdonará por el bien de otra persona, sino por su propio bien.
La técnica del perdón es bien sencilla, y para nada difícil de poner en práctica cuando entiendes cómo hacerlo. Lo único que es esencial es estar dispuesto a perdonar.
Con tal que tengas el deseo de perdonar al que te ha agraviado, la mayor parte del trabajo ya se habrá consumado.
El método de perdonar es el siguiente:
Apártate del mundanal ruido y aquiétate.
Repite cualquier oración o tratamiento que te atraiga, o lee un capítulo de la Biblia.
Entonces, di calmadamente:
“Yo plena y libremente perdono a …… (mencionado el nombre del ofensor); le aflojo y le dejo ir. Vierto el peso del resentimiento sobre el Cristo dentro de mí.
Él ahora queda en libertad, y yo también. La Verdad Crística nos ha liberado a ambos. Gracias, Padre.
Bajo ninguna circunstancia habrás de repetir este acto de perdón, porque lo has hecho de una vez por todas, y hacerlo una segunda vez sería repudiar tácitamente tu propio trabajo. Después, cuando la memoria del ofensor o de la ofensa vuelve a presentarse en tu mente, bendice brevemente al delincuente y desecha el pensamiento.
Haz esto tantas veces como regrese el pensamiento a tu mente. Encontrarás que toda la amargura y resentimiento han desaparecido, y que ambos son libres con la perfecta liberación de los hijos de Dios. Tu perdón está completo.
Fuente: EMMET FOX

viernes, 25 de agosto de 2017

Perdonarse a uno mismo: Carta de auto perdón y liberación de culpa


CARTA PARA PERDONARSE A UNO MISMO/A


Estimado Amigo, Estimada amiga:

Me llamo amigo/a, porque eso es lo que quiero ser conmigo mismo/a ahora. 
Por mucho tiempo yo fui mi peor enemigo, de hecho, fui mi único enemigo. 
Fui yo el que permitió que el miedo dominara mi vida. 
Fui yo el que se aferró a las penas del pasado para llenar mi presente de sufrimiento. 
Era mi propia voz la que escuchaba en mi cabeza y que me convencía de no merecer lo bueno, y me hacía sentir menos que los demás. 
Fui yo mismo el que me llené de inseguridades y dudas, de celos y resentimientos. 
Fui yo mismo el que me juzgué y me critiqué en todo lo que hacía. 
Yo mismo afecté mi salud y mi bienestar y fui yo mismo el responsable de los problemas en mi vida. 
En mí estaba la solución y en mi estaban todas las respuestas. 
Fui yo mismo el acusado, el juez y el verdugo de mi propia vida. 
Yo mismo dicté las sentencias y yo mismo me impuse castigos. 

Y, sin embargo….

HOY ME PERDONO TODO, porque me doy cuenta que siempre hice lo mejor que pude. 
Comprendí que fui un ser sensible y vulnerable, y como yo, lo son todos los seres humanos... 
y que las experiencias de mi vida moldearon mi personalidad.
Hoy rechazo la culpa que siento por mis errores ya que en nada ayuda y nada soluciona.
Aprendí tarde que era yo capaz de cambiar mi vida a pesar de mis heridas y de las situaciones que me rodearon. 
Tarde comprendí que era yo mi propio dueño, que mis pensamientos moldearon mi existencia, 
que no era un esclavo de las circunstancias y que en mí estaba el poder de mejorar, de cambiar y de vivir en armonía.
Puedo ver ahora que mi vida fue maravillosa a pesar de las pérdidas y heridas que todos compartimos. 
Agradezco la oportunidad que tuve de ver, de oír , de sentir, de saborear... la oportunidad de compartir con otros mi vida y la oportunidad de amar a mis semejantes.

Hoy me deshago de viejos resentimientos hacia otros y hacia mí misma.
Hoy rompo las cadenas con las que yo mismo me ate.
Hoy me libero del miedo y de la culpa.
Hoy me perdono por todos mis errores.
Hoy admito que nadie tiene control sobre mis pensamientos.
Hoy admito que nadie tiene control sobre mis sentimientos.
Hoy me libero de todas mis heridas.
Hoy es un buen día para…. VIVIR.
Me quiero… 

Atentamente La persona más importante de mi vida

YO.


(AUTOR/A DESCONOCIDO/A)


viernes, 11 de agosto de 2017

Deshaciendo el virus mental de la culpa

Serie del perdón, 2º artículo [publicado en Universo Holístico]
En este segundo artículo de la serie del perdón, vamos a vernos las caras con un virus que habita en la mente de todos los humanos. No se habla de él en ningún medio de comunicación, en realidad, muy pocos saben que están enfermos de este terrible virus, ya que en general, no se sabe mucho sobre las cuestiones no palpables.

Hablamos de la culpa. Si, ya sé, no te gusta. Es precisamente este el último tema al que tu mente quiere mirar. Pero verás que merece la pena saber un poco más sobre este virus mental. Para empezar, es interesante que te des cuenta de que el perdón solo tiene sentido cuando antes ha habido culpa. O alguien culpabiliza a otra persona, o alguien se siente culpable. En cualquiera de estos casos hay un error mental que produce como consecuencia ataque, conflicto, miedo, sufrimiento y separación.

Uno de los significados más profundos del perdón es la disolución de la culpa, lo cual implica la corrección de este error mental. Si te das cuenta, la auténtica sanación solo puede darse en la mente, ya que es ahí donde radica la verdadera causa de todo sufrimiento.
Hoy día, en el campo terapéutico hablamos mucho de “programas” o “guiones” mentales. El desarrollo de la informática ha permitido que nos familiaricemos con estos conceptos y ver claramente que nuestra mente funciona también así.
El personaje es la parte de tu mente sometida a los programas. Está tan fuertemente condicionado por su pasado y sus interpretaciones de la realidad, que muchas veces, al vernos totalmente metidos en ese personaje que interpretamos, nos da la impresión de que es imposible escapar de la película que se rueda en la propia mente. Es por esto, que hoy día se contempla el crecimiento humano como una verdadera liberación de la mente, la desprogramación de todos los patrones que limitan nuestra libertad. El más importante de estos patrones, debido a las ramificaciones de dolor que produce, es la culpa.
Error, sufrimiento y culpa
Pongamos por ejemplo, que has hecho algo de lo que te consideras culpable. Este es el nivel más sencillo de culpabilidad. A este nivel es muy difícil que alguien se dé cuenta de cómo opera el virus mental. Uno dice “lo que he hecho ha estado mal, y por eso me siento culpable”. Y ya está. Está tan socializado que nadie encuentra nada raro en ello. Normalmente, al “hacer algo mal” lo llamamos error, y se caracteriza porque produce algún tipo de sufrimiento, molestia, carencia u ofensa a alguien. Por lo tanto ya tenemos entrelazados los conceptos de error-sufrimiento-culpa.
Pero sin embargo, ha habido una variación importantísima de conciencia en la percepción de la situación entre el momento del suceso [“el error”] y el momento en que te sientes culpable. Cuando hiciste lo que ahora te parece un error, en ese mismo momento, no te pareció un error. Todos tus programas  mentales, tu sentir de ese momento –consecuencia de tu modelo mental-, tus miedos y deseos, tu personaje eligió hacer lo que hizo desde su interpretación del momento. Y no encontraste nada mejor que hacer, ya sea porque no viste correctamente la dimensión del asunto, ya sea porque no estabas bien informado, porque seguías un consejo o una orden desacertada, o simplemente porque tenías miedo o deseabas algo con ansiedad...  No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste.
Puede ser que fuera el miedo el que te impulsase a hacerlo, o bien la falta de información, el desconocimiento o la inexperiencia, cualquiera de los habituales aprisionamientos mentales. Todo ello son formas de inconsciencia, con lo que llegamos a una conclusión clara: el error sucede siempre debido a la inconsciencia. De modo que en el momento de la acción no podías hacer otra cosa más que la que hiciste. Si no veías, es decir, si no eras consciente, ni siquiera tenías la libertad de elegir.
Todo error es producto de la inconsciencia. Sin conciencia no hay libertad.
En este punto podemos observar los argumentos de la culpa: “Debiste haber pensado mas en ello” “Debiste haber calculado las consecuencias” “Debiste haber mirado el asunto desde otros puntos de vista”. Es decir, la culpa dice que, cuando no eras consciente, debiste “haber sido consciente”. Y por tanto, te hace sentir que eres incorrecto o erróneo, que eres malo. El ego, mediante su programa culpa, juega con el tiempo. Antepone lo que ahora ves a lo que antes no veía, y dice, “Lo has hecho mal. Deberías haberlo hecho bien. Por eso eres "malo”.
Por supuesto, no puedes sujetar a una persona por las solapas y decirle “hazte consciente” mientras le zarandeas. La consciencia surge desde tu darte cuenta, que es un gesto de apertura mental de índole personal y profunda trascendencia. No sabemos exactamente por qué ni cuando ocurre. Cuando lo ves, lo ves. Esta fuera de lo razonable “exigir” consciencia de algo a alguien. No se puede exigir que veas lo que no ves. La culpa es un virus mental generado por el mismísimo sistema de pensamiento del ego.
Exactamente en este punto, el patrón de la culpa te hace sentir terriblemente mal. La culpa te dice que no es que el suceso haya sido un error y ya está, sino que hay algo en ti que es permanente y esencialmente malo. Esta sensación de verse a sí mismo como algo malo o sucio es tan insoportable, que el mismo programa del ego o del personaje, elabora salidas que parecen ayudarte.
Cuando vemos a un niño que está aprendiendo a andar, le miramos con una percepción de inocencia. Esto significa, que aunque el niño se caiga hasta 1.800 veces antes de dominar su caminar, en ninguna de esas caídas le consideramos “malo”. Nunca le decimos “déjalo, chaval, no sirves para esto, no tienes solución”. Todo lo contrario, sabemos que tras ese penoso esfuerzo todos aprendemos a andar, asumimos que el error es parte del proceso de aprendizaje, y por ello, nunca culpabilizamos a un niño por cometer un error. Siempre percibimos el éxito potencial más allá del error presente.
Sin embargo, a cualquier persona que esté cerca de nosotros, por mucho que la queramos,  acabaremos culpabilizándola de cualquier cosa que nos duela, que nos ofenda, en definitiva, que interpretemos como un error [recuerda la relación que hace tu mente: error – dolor – culpa]. Cuando sentimos el dolor, tu ego automáticamente te dará la orden de proyectar su causa afuera.
Proyección de la culpa
Imagina que te encuentras realizando un trabajo casero, tal como por ejemplo, tender una colada. La cosa no es lo más divertido del mundo, y de repente se desencadena algo en tu mente que no te hace sentir muy bien. Sientes que tú no deberías estar haciendo esto, de algún modo se trata de una leve irritación o mejor dicho, una resistencia a lo que estás haciendo. Percibes que sufres, aunque sea muy levemente. Algo en ti sabe que si hay sufrimiento hay error. Inmediatamente y sin darte cuenta, buscas al culpable.
Entonces nace una idea en tu mente. “Este trabajo debería estar haciéndolo mi marido, porque él nunca hace nada por la casa”. Ya está. Algo en ti cree en esta idea, y a partir de ahí se genera aún más dolor. No solo sufres por el hecho de resistirte a hacer el trabajo, sino que además te sientes atacada. Este nuevo pensamiento justifica el que empieces a elaborar tus propios pensamientos de ataque hacia tu marido. ¡Necesitas defenderte para poder hacer algo con respecto a tu sufrimiento! ¡Esto hay que arreglarlo! En poco tiempo te encuentras odiándolo, y la culpa se hará reproche. La guerra está servida. Tu marido buscará los modos de defenderse para no sentirse erróneo ante tus ataques.
Lo que aquí ha ocurrido es un proceso llamado proyección de la culpa. Existe un patrón instalado en el sistema operativo de nuestro ego, que se dispara a la menor señal de sufrimiento y nos induce a buscar la causa ahí fuera. Entonces proyectamos nuestra energía negativa contra esa causa externa, para de ese modo intentar solucionar nuestro pesar. De este modo generamos todo tipo de ataques mentales como el que he descrito.
Estos ataques mentales, convenientemente repetidos y con una constante inversión emocional, producen de hecho todos los conflictos, todas las luchas, todas las guerras que la humanidad vive. De los ataques mentales surgen los maltratos emocionales y como consecuencia los maltratos físicos. Después, solo falta esperar la cadena de venganza.
La culpa da sentido al ataque
El proceso muy rara vez es descubierto por la consciencia: la culpa ha operado sin ser vista, ha producido una guerra grande o pequeña al viejo estilo de los servicios secretos internacionales como la CIA.
Siguiendo con el ejemplo de la colada, la persona que repentinamente experimenta resistencia al trabajo que está realizando, ha perdido la presencia, la aceptación de su circunstancia presente. Esa resistencia psicológica al momento, estrictamente interna, es la causa verdadera e inatendida del sufrimiento. La resistencia, a su vez, ha surgido del dolor psicológico inconsciente.
Si deseas ser responsable de tu dolor, y no estás agusto con lo que haces, o cambias tu percepción, o bien dejas de hacerlo. Sin embargo, con la mente bien entrenada desde muy pequeños en la culpa, la reacción que surge ante el dolor es buscar al culpable ahí fuera. Así podremos “hacer algo”: atacar.
En otras palabras, todo el sufrimiento que experimentas procede del interior de tu mente. Un guión de culpabilización te impulsará a atacar mentalmente a personas o circunstancias externas con el fin de librarte de tu propio dolor. Y aunque esto nunca haya funcionado para sanar el dolor, sino que precisamente ha producido una cadena constante de conflictos, ataque, defensa y sufrimiento, el programa sigue vigente en la mente humana gracias a permanecer inobservado. La culpa es el agente secreto del ego.
El perdón es la sanación de la culpa, y comienza por darnos cuenta de que realmente, la misma idea de la culpa es una locura. A partir de ahí, el trabajo pasa por hacernos conscientes de nuestro dolor inconsciente según surge, y resolverlo responsablemente con herramientas liberadoras en lugar de dejarnos llevar por el programa estándar de culpabilización y ataque que nos sume en el victimismo.
Ahora viene lo más impresionante de todo. ¿Sabes de donde procede el dolor inconsciente? Agárrate bien. Se trata de culpa inconsciente. Un ancestral sentimiento de ser erróneo, una identificación subconsciente con el error.
La culpa tiene dos variantes, la culpa consciente, que ya hemos visto cuando yo me siento mal por haber cometido un error o bien cuando atribuyo el error a algo externo, y la culpa inconsciente. Ambos son errores mentales, pero a niveles muy distintos.
La culpa inconsciente es de índole colectiva, ya que el inconsciente es colectivo como tan bien supo describir al mundo el genial Jung. La culpa afecta a toda la humanidad, y produce un sentimiento profundo y muy escondido de ser erróneo, inadecuado, incorrecto. En occidente fue llamado “pecado original” y desde la misma mente inconsciente, produjo toda la simbología de la expulsión del paraíso. ¡Imagínate! ¡Ser tan malos que hasta Dios, que se supone que es amor, nos echa de su casa! Lejos de significar nada verdadero, este mito refleja una profunda sensación de ser incorrectos, malos, inadecuados, como un “mal hijo”. En oriente la culpa inconsciente ha tomado otra forma más sofisticada: se ha llamado karma, e implica una cadena de causa y consecuencia que te aprisiona en la rueda de la reencarnación. Finalmente también se trata de un sentimiento de culpa, de identificación con el error, que te lleva de un modo a otro a manifestar sufrimiento, carencia, vulnerabilidad, lo que de nuevo te lleva al error, y por tanto, de vuelta a la culpa.
¡Existen seis mil millones de almas que se sienten erróneas recreando inconscientemente y cada día un mundo de culpa! Ahora puedes entender el valor global del trabajo con el perdón. Realmente, el trabajo con el perdón es tan profundo que sana a la mente colectiva.
Cuando la culpa se manifiesta en la vida, ocurren sucesos en los que uno se llega a sentir muy mal al verse a sí mismo identificado con el error, con lo malo o con lo sucio. Puede ser que se manifieste como una angustiosa depresión, o también puede que aflore como un sencillo malestar mientras hacemos la colada.
En cualquiera de los casos, la culpa es el origen del sufrimiento, y el sistema como nuestro ego pretende gestionarla, proyectándola al exterior, es el modo perfecto mediante el cual el ataque, el miedo y sufrimiento se convierte en el modo habitual de relacionarnos entre los humanos.
Ni tu ni nadie es algo “malo” o “inadecuado”. ¡Somos Vida pura! Sin embargo, todos colaboramos al recrear sufrimiento en nuestro entorno porque constantemente nos estamos proyectando unos a otros la idea “eres malo” mediante el mecanismo de la culpa. ¿Cómo vamos a llegar a experimentar lo que realmente somos si seguimos sometidos a semejante programa? 
El perdón es el proceso interno y personal que sitúa toda tu atención en lo importante: deshacer la culpa para encontrar la verdadera paz interna y la liberación de tu mente. Es un proceso de ampliación de la consciencia que te permite mirar los modos en los que la culpa opera en ti, para así poder ver que en realidad, la culpa es locura, nunca ha existido en realidad. Al desaparecer ese virus de tu mente, verás y sentirás qué es lo que tú y cada ser humano es realmente.

Jorge Lomar
info@jorgelomar.com
Escritor, facilitador y terapeuta. Co-fundador de la Escuela del Perdón.
www.escueladelperdon.org - Tel.: 912979871



miércoles, 9 de agosto de 2017

La decisión: ¿aceptas el desafío de perdonar?

Serie del perdón, 1º artículo [publicado en Universo Holístico]
Te propongo un desafío. Acércate al perdón. Para empezar, simplemente acompáñame en una serie de artículos que pueden aportarte otro sentido al concepto del perdón. Algo más completo, moderno y actualizado de lo habitual. A la vez, nada que se aleje de la sabiduría espiritual milenaria.
Perdonar es sanar. El perdón es el medio de autorrealización y crecimiento interior más poderoso que existe, ya que perdonar significa sanar. Las personas me suelen decir que mi trabajo está especializado en un campo difícil. Trabajo el perdón con personas que buscan abandonar el sufrimiento y con personas que desean una visión superior.

Ha sido posible emprender este trabajo de actualización y difusión gracias a ciertos recursos previos. El Curso de Milagros y una serie de enseñanzas paralelas [como E. Tolle o Donald Walsch], la filosofía oriental y la mística occidental, el pensamiento y el lenguaje moderno así como la mentalidad abierta hace posible que me encuentre trabajando y experimentando en el que considero el mayor hallazgo de mi vida: el perdón es la vía de trabajo más natural para el crecimiento espiritual. Sencilla y llanamente. Esta es la razón por la que hemos fundado la Escuela del Perdón.
¿Una escuela para el perdón? Cuando algunas personas se acercan a mí tras una conferencia, me suelen confirmar la importancia que para ellos tiene la cuestión de perdonar. Seguidamente yo les pregunto “¿Estás trabajando en ello? ¿Estás perdonando cada día?”. Curiosamente, la mayor parte de la gente me dice que aunque reconocen que sea muy importante, no sabe o no puede dedicarse a perdonar. Tal vez por esta causa nos parezca necesaria una Escuela del Perdón. Lo importante no debe relegarse o perderse de vista. Parece este el fundamento de una escuela.
Otros dicen que ya no tienen nada que perdonar. Esta es la estrategia habitual del ego. El ego dice “ya hiciste el trabajo, por tanto no hay nada que hacer”. El ego te da un falso perdón, y sin duda es falso, ya que sigues sufriendo aun creyendo que has perdonado. Es una estrategia estupenda para que no vuelvas a contemplar la evidente necesidad de perdón auténtico que hay en tu corazón.
El perdón es un camino que comienza un día con una decisión y ya no acaba. No se trata de algo que hagas una o dos veces y ya no tengas que volver a hacerlo en una temporada, como lavar el coche o mudarte de casa. Es un camino de liberación.
Disponer de las herramientas adecuadas [con esto me refiero a la auto-observación, la honestidad, la confianza y el deseo de verdad] bien ajustadas y listas para el uso habitual puede facilitar y acelerar el proceso, pero no hay que olvidar el perdón es un objetivo de todos. Porque podemos meditar o no, ser negros, blancos, españoles, judíos, te puede gustar la carne o no, puedes ser de cualquier modo y no importa, hay algo que todos tenemos en común: deseamos la paz y la libertad. Por tanto, y como es natural, la puerta del perdón está abierta para todos. El hecho de tener cierto entrenamiento puede ayudar a la tarea del perdón, por ello una parte de mis cursos desarrollan entrenamientos mentales específicos . De este tipo existen gran variedad hoy día. Yo tan solo he experimentado y seleccionado un conjunto de ellos que me han parecido especialmente relevantes. Muchas personas que no son capaces de abordar el trabajo interior llamándolo específicamente “perdón”, comienzan con estos cursos. Y aunque no lo sepan, se están introduciendo en el perdón. Porque puedes perfectamente perdonar sin usar para nada esta palabra.
Miremos lo evidente alrededor. Puedes verlo en el telediario, en los periódicos, en tu familia, en tu pareja y sobre todo, dentro de tu mente si estás atento. Los hermanos están luchando con los hermanos, los padres con los hijos, los blancos con los negros y las mujeres con los hombres. Distintas tribus, distintas creencias, distintos dioses y distintas ideas se enfrentan una y otra vez. Todo funciona en una ordenada estructura de ataque y defensa, una cadena de lucha y venganza. El mundo crea sufrimiento, venganza y terror en una serie interminable, repetitiva y absurda de luchas, ataques, defensas, odios y culpas.
¿Qué puede parar esto? Únicamente el perdón.
El perdón tal vez aparente estar escondido de ti tras penumbras de culpa y dolor. Puede ser que sientas una sensación de temor, de injusticia o de manipulación asociada a tu propio modo de ver el perdón. Seguramente aprendiste que el perdón consistía en negar tus sentimientos o en aceptar la injusticia, en someterte y perder tu libertad. Esto no significa que no exista la posibilidad de que puedas sentir que el perdón resuena con tu alma, siempre que perdonar sea algo distinto de lo que has aprendido.
Por tanto, para empezar, hay que dejar ir todo concepto previo de perdón. Seguro que más tarde reconoceremos de donde surgió cada matiz, cada sentimiento que sostenía tu concepto personal sobre el perdón y sobre la vida que negaba la posibilidad de alcanzar la paz y te llevaba una y otra vez al ataque como única salida. Con el tiempo descubrirás que tu concepto negativo del perdón estaba ajustado a la medida de lo que pretendías esconderte a ti mismo.
El perdón realmente sucede en la mente. El perdón es un trabajo de expansión de la conciencia, una ampliación definitiva del punto de vista, una nueva visión de la vida. También es un entrenamiento de nuevos hábitos mentales, un nuevo modo de ver al otro y a ti mismo.
El proceso en si es todo un camino de empoderamiento, de toma de responsabilidad y de constante superación del miedo, la culpa y el dolor. Para empezar, el proceso implica ir más allá de la apariencia. En la perspectiva que tienes de la otra persona o de la situación, no te puedes estancar en un punto de vista ya que precisamente eso es lo que te ha llevado al dolor.
El modo antiguo de ver el asunto, cualquiera que sea, ya lo has probado suficientemente. En fin, lo de atacar y defenderte ha sido el fundamento de tu educación, de tu competencia en cualquier terreno, de tu búsqueda de poder, de tu seguridad y de la mayor parte de tus reacciones. Ha determinado tu comportamiento y no ha solucionado el dolor. El perdón implica probar algo nuevo.
La disposición de aprender y la presencia son fundamentales. Se requiere por encima de todo que tú estés aquí y ahora. El perdón se fundamenta en una característica actitud de responsabilidad una vez que decides practicarlo o entrenarlo cada día con cada vez más sensaciones, pensamientos y sentimientos de dolor, miedo o culpa. Porque el perdón trabaja con lo que necesita ser sanado, con el odio y el sufrimiento.
El perdón comienza con la observación de la rabia, la ira, los enfados y el rencor. A estas emociones las  podemos llamar las del tipo “odio”. Son los indicativos más superficiales de que hace falta perdón. Todos ellos son emociones que ocultan dolor, miedo, sensación de incapacidad, soledad y siempre culpa. Cuando ves a una persona enfurecida, lo que realmente está ahí es alguien asustado que está pidiendo ayuda como sabe y como puede. Un niño herido y revoltoso.
Después, cuando el proceso del perdón avanza, se trabaja con la identificación al dolor o  victimismo, ya que el perdón desarrolla en ti la actitud de la responsabilidad. Eres responsable de tus sentimientos. El mundo te ha enseñado que eres víctima de lo que te ocurre y de las circunstancias. Por eso te ha puesto a la defensiva. Pero con el perdón aprendes que no es así. Eres responsable de la manera en la que ves las cosas y siempre puedes elegir verlas de otra manera. De una primera decisión de ver las cosas de otra manera ha surgido toda una actitud de responsabilidad y se va asentando en ti cada vez que la decisión se renueva. Por tanto, la actitud nos lleva a una decisión tras otra, un cambio de percepción tras otro. Así vamos perdiendo la adicción al sufrimiento o victimismo.
Después de la primera decisión y de reconocer una nueva actitud, se desencadena un proceso lento y paulatino que nos libera de ataduras, de culpas, de conceptos del pasado y del peso del victimismo. Y todo ello lo hace sirviéndose de toda la tecnología cósmica en cada instante.
El perdón está utilizando el juego de la vida para que trabajes directamente y sin escusas la observación de tu ego, de la manera más sencilla y directa posible. Y también de la más amable. El proceso está desmontando tu ego y te está llevando a reconocer lo que verdaderamente eres: amor puro. Y lo logra, porque te permite expresar amor sin lugar a dudas.
El perdón tiene razón de ser desde que existe la culpa, ya que su objetivo final es la liberación de la culpa. Te quita la más dura de las cargas y te enseña a vivir sin ella. Y también te enseña el motivo por el que necesitas juzgar. Era el modo con el que creías liberarte de la culpa antes de conocer el perdón. La intentabas proyectar a los demás.
El perdón solo puede ser medido por un efecto interno: proporciona una profunda paz y una libertad auténtica. Finalmente, el proceso desemboca en una nueva forma de vida en la que el miedo se ha visto minimizado, tanto como la culpa y el sufrimiento. Este es el motivo por el que el perdón es verdaderamente “el tema” que nos atañe en esta vida. Es el verdadero objetivo interno y profundo de tu ser. Es la sanación de la mente.
Aunque tu entrenamiento en presencia, meditación, contemplación y auto-observación sea aún temprano, partiendo de lo que tienes en este momento, el perdón te llevará a donde tú quieres ir y no más allá, ya que el proceso depende estrictamente de tu voluntad auténtica. Tú podrás regular lo que te da miedo y lo que puedes afrontar. El universo no tiene prisa y no debes forzarte.
El perdón es exclusivamente un proceso interno. Puedes perdonar a tu ex-marido y eso no implica darle la razón o reconciliarte. El perdón te llevará a un sitio donde la razón no importa, porque ya no necesitas confrontarte con nadie. El perdón no implica que tengas que unirte a la persona a quien perdonas, ni elegir estar junto a ella. El perdón es interno. Lo que suceda en lo externo puede tomar diversas formas y ninguna es específica del perdón. Puedes perdonar a una persona pero considerar oportuno separarte de ella o denunciarla, o tomar otro camino. El perdón destierra la necesidad de atacar a los demás. Y su única consecuencia definitiva que lo valida es la profunda sensación de paz, liberación, empoderamiento y evolución. El perdón es un salto cuántico de la conciencia, una diferencia sustancial a nivel de autorrealización, de seguridad en ti mismo, de auténtico logro.
El perdón no resta libertad, sino que te instala poco a poco en una libertad intrínseca, clara y profunda. Una seguridad en ti mismo que ninguna otra cosa es capaz de transmitirte de un modo más cierto y firme. Cada paso en el perdón te da mayor firmeza y libertad. El perdón nunca te quita nada, ya que solo sucede cuando eres capaz de soltar. Y nunca antes.
El perdón te libera de la culpa, el miedo y el dolor, y para ello comienza con las capas más superficiales del ego y acaba con el mismísimo concepto de “yo” puesto en cuestión.
El tesoro espiritual se encuentra en perdonar. Las relaciones en sí mismas encierran la posibilidad de salvarnos de nuestra propia mente.
El perdón requiere de tu guía emocional intacta y despierta, con lo cual debes de ser amable y sincero contigo mismo en todo momento. La represión no es perdón, ni la sumisión a los gustos de los demás. Este es el principal motivo por el cual tu niño o niña interna será una figura esencial en el trabajo del perdón. No puedes ignorarla, ni reprimirla, ni reprenderle nada a esta figura o aspecto de ti mismo. Debes dejarle que sea tu luz para ir conociendo todo lo falso en ti. Tu niño o niña interna está especializada en el dolor, ha recibido impactos de culpa incomprensibles y siente mucho miedo. Espera pacientemente, realizando sus propias “creaciones” desde el subconsciente, a tu decisión de perdonar, y te ayudará si estás aquí, atento y receptivo.
Hazte amigo de ella. Y deja que te guíe. Necesitarás su luz en cada instante. Su luz es la emoción que indica lo que es verdad dentro de ti en este momento. Y ahí radica todo. Eso es justo lo que debes de mirar y aceptar ahora. Ella te proporciona la sensibilidad necesaria para tomar una decisión.
El perdón comienza siempre con una decisión. Es importante darse cuenta del aspecto volitivo y libre que desencadena todo. La decisión de perdonar se reconoce porque algo dentro de ti está “de repente” dispuesto a ver a la persona o a la situación de otra manera. Entonces comienza el perdón. Puedes soltar la emoción que ya has aceptado, puedes trascenderla y lo haces encontrando un modo de ver nuevo y revelador. Sueltas la emoción y viene el regalo de la comprensión y la aceptación. Entonces sueltas la idea de ataque. Deja de tener sentido para ti.
Esta nueva percepción del asunto, esta búsqueda descubre un milagro: hay una posibilidad de perdón en tu mente, existe salvación.  Una luz en tu camino. Algo se ha conectado dentro de ti y te ha conectado con los demás. Algo de repente mira seriamente al Amor y va a buscarlo más allá de la niebla del dolor, el miedo y la culpa.
Jorge Lomar
Escritor, facilitador y terapeuta. Co-fundador de la Escuela del Perdón.


lunes, 24 de julio de 2017

Perdonar es aceptar el condicionamiento. Eckhart Tolle

Conocí gente que me dijo: eduque a mis hijos de forma tan inconsciente que por eso escogieron ese camino. Y se sienten terriblemente culpables. Veo porque. Pero ahora la conciencia está aquí. El desafío del niño fue tenerte a ti como padre o madre.  Eso es…Eso es lo que la vida le dio.  La vida siempre te da algún tipo de limitación y en última instancia resulta  beneficioso.  Te pone algún tipo de limitación, los padres por ejemplo. A mí me ocurrió también. Mis padres estaban siempre en conflicto, se gritaban, e incluso había violencia física. Y ese era mi destino nacer en medio de eso. De niño nunca estaba en paz. Pero todo eso ayudo a que luego ocurriera el despertar. El sufrimiento que comenzó ahí, luego se convirtió en depresión, ansiedad, infelicidad, Todo fue parte e del despertar. Así que estaba bien.
El destino de tu hijo fue tenerte como padre o madre, y tu destino era actuar de forma inconsciente, ya que no es algo que hayas elegido. Tú fuiste condicionado por tus padres, tus padres por tus abuelos, tus abuelos por sus padres que vinieron a Inglaterra, Italia, Grecia, en una Aldea y manifestaron la misma inconsciencia que tus padres manifestaron en New York. La inconsciencia viaja con los inmigrantes por el océano, no dejan sus “yo”, los llevan consigo.  Perdonar es darse cuenta de que quien manifiesta el comportamiento inconsciente no eres tú, ni fuiste tú.  Verlo ahora, es el mejor regalo que le puedes dar al mundo. Verlo y liberarte ahora. Y haces lo que puedes para ayudar a tus hijos. Pero no para enmendar algo que crees que fue tu culpa. Por supuesto que ayudas donde sea que vayas. La mejor ayuda es darles tu Presencia a los demás, ya sea adulto, niño, quien sea. Darles el regalo de la Presencia, la verdadera Presencia. No la presencia de ti como persona, sino de ti como conciencia. Ahí está el regalo. Y entonces muchas cosas se solucionan. Cosas que quizás causaste con tu inconsciencia, que no era tuya, sino inconsciencia humana. Incluso decir  “que tú causaste” es incorrecto…¡ Ocurrió a través de ti!. La inconsciencia se manifestó a través de ti. Tú ni siquiera estabas ahí.  ¡Ahora estas ahí! Porque eres la Presencia, eres la Conciencia. Es absurdo decir: “Yo lo hice”. ¡No!. Y entonces contribuirás a bien en este mundo. Traes  tu presencia. Y si no puedes ayudar a tus hijos, puedes ayudar a otros. La culpa claro está que… Es una identificación muy fuerte con las imágenes emocionales- mentales. A la culpa también hay que renunciar. Esto implica culpar a los demás y culparte a ti, sentirte mal por ti, debes transcender ambos,  culpar a otros y  culparte a ti, para liberarse es necesario trascender ambos, porque mientras culpes estarás atrapado  en una estructura mental, quienes son ellos y quién soy yo. “soy malo”. “son malos”. Responsabilidad. Tu responsabilidad, si quieren usar esa palabra, es sobre tu estado de conciencia en este momento. Tu responsabilidad es estar presente ahora. Es por lo único por lo que se puede ser responsable. Nada ocurrió en el pasado, no hay responsabilidad sobre eso, solo por este instante, el presente. Así eres verdaderamente responsable en la vida. Y en alguna medida, incluso deshaces el pasado, a través de tu Presencia.

Eckhart Tolle

   


jueves, 23 de febrero de 2017

Perdonar: liberar el patrón de Error-Culpa-Miedo- Audio

El verdadero perdón, que opera a niveles profundos, libera paso a paso la trilogía de error, culpa, miedo-castigo que todos compartimos debido a creernos separados de lo Divino. Este patrón se sustenta a través de ideas e historias a las que les damos poder y son del tipo: "hay algo malo en mi", "soy erróneo", "soy imperfecto". Genera dinámicas de conflicto en la relación con nosotros mismos, con el mundo y con Dios. Estas dinámicas nos impiden sostener el estado de Presencia abierto, confiado y de total aceptación de la vida tal como es. 

Vivir en Presencia - Verónica Hernández Simeonoff

lunes, 20 de febrero de 2017

Eckhart Tolle. Tú eres la mamá que tu bebé necesita




Eckhart Tolle. Tú eres la mamá que tu bebé necesita

Muchas veces nos sentimos culpables como madres por no ser mejores. Eckart Tolle nos enseña en esta charla que la existencia te eligió tal y como eres, con tus defectos y tus virtudes, para que tu hijo alcance la plenitud de su ser.


Perdonarse.
Una  Madre le dice a Eckhart Tolle : Educo a su hija con el cuerpo del dolor y  ha fallecido.

Eckhart le responde: Lo más importante es encontrar alivio para ti misma. En el momento que sucedió no sabía lo que ahora sabe. Y hubiera actuado de otra manera. Estaba en manos de fuerzas inconscientes, no tenia opción en ese momento. Sin la conciencia que tiene en este momento, la posibilidad de elegir no estaba ahí. Así que era arrastrada por comportamientos condicionado que heredo de su crianza, y que sus padres (heredaron de sus padres), o que heredo genéticamente, o de vidas pasadas, en la forma que sea. El comportamiento condicionado, comportamiento inconsciente. Y ahora lo reconoce porque ha habido un cierto despertar de la conciencia. Cuando estas atrapada en el comportamiento inconsciente no sabes lo que haces. Por eso es que Jesús dijo en la cruz “ellos no saben lo que hacen”. “Perdónalos porque no saben lo que hacen”.

El perdón implica que cuando un ser humano no sabe lo que está haciendo,  es muy fácil mirar las acciones pasadas de uno mismo, o de alguien más y convertir esas acciones pasadas en la mente e incluso con lo que uno siente, convertir esas acciones pasadas en la identidad de alguien, en quienes “ellos son”. Se lo hacen a otro ser humano, y se lo hacen a sí mismos, en lugar de reconocer que básicamente estaban dormidos cuando actuaste de esa forma. No estabas despierto. Otra palabra para esto es” karma”. Acciones Kármicas.

 Karma significa heredar patrones de los cuales no eres consciente y que operan a través de ti, no tienen nada que ver con quien eres en tu Esencia. Estos patrones oscurecen a quien realmente eres en tu esencia. Y eso no es algo que pertenezca a ti personalmente, sino que está en toda la humanidad. Opera en todos los seres humanos, en mayor o menor grado. La inconsciencia que todos heredamos, que se mueve a través de nosotros que no es quienes somos, que cubre a lo que somos. Así que estamos en manos de fuerzas inconscientes hasta que despertamos “Y de repente, puedes ver. Y entonces, por supuesto que la mente aparece y dice  “Yo hice eso” o”Yo falle en hacer eso y por lo tanto, soy culpable o soy malo”. La mente no se da cuenta de que en realidad tun no hiciste eso. Estabas en manos del viejo condicionamiento, de fuerzas karmicas inconscientes, que no es lo que tú eres. De hecho eso no tiene nada que ver con quien tu eres. Así que la tendencia y eso es algo también egoico, es a sentirse culpable por el pensamiento de “Yo hice esto en el pasado”. Y entonces el ego, un ego culpable, se puede volver un ego muy pesado, y el ego siempre es un falso sentido de ser. Así que necesitas pararte….El perdón significa reconocer que las acciones inconscientes no son tu identidad, y no convertirlas en  una identidad. Reconocerlas por lo que son. Y no creer que estas acciones y tu son uno. Y cuando lo reconoces eso es realmente perdonar. Puedes hacerlo con otra persona, y quizás tengas que hacerlo. Por ejemplo, lo tomemos solo para ver un ejemplo, algo que me paso a mí, con mi padre… Mi padre fue en muchos sentidos una buena persona, porque yo podía sentir su esencia, especialmente después de mi despertar. Antes era difícil. El vino a este mundo con una gran cantidad de ira. Cuando era un niño se fue volviendo más y más iracundo. Hubo ciertas razones para que esto sucediera: sentía que su familia no le daba atención, era el nº 7 de la familia, cuando ni siquiera querían más niños, ocurrió sin desearlo. Su madre estaba cansada de tener que educar a todos esos niños, ya no podía lidiar con otro. Sus hermanos recibieron mucha mas atención, su padre murió cuando el tenia 15 años. Le hicieron irse del internado con 15 años porque ya no podían cubrir sus gastos, pero si pagaron la educación de sus hermanos. Y él vio todo eso. Y tuvo que ir a trabajar a una pequeña tienda. Y sintió: Esto no es lo que yo debería estar haciendo. , se supone que yo esté estudiando en la universidad.  Una enorme rabia y más rabia. Entonces se caso con mi madre, y este enorme campo energético de ira que no estallaba, era como un pastel de pólvora que no sabía cuando iba a explotar. 

Afortunadamente, la rabia casi nunca iba dirigida hacia mí., sino hacia mi madre. Pero fue algo terrible tener que convivir durante años con una bomba que no estallaba, pero que muchas veces podría haber estallado  y la energía de la intensa rabia hubiera desbordado la casa. Era una pesadilla. En ese momento yo solo sufría. Y recuerdo que tuve un sueño una noche…le odiaba y le amaba  a la vez. Así que a medida que la conciencia aparecía en mi vida, me di cuenta….El resentimiento estuvo ahí hasta que yo desperté y entonces de repente me di cuenta de que el no tenia opción como para comportarse de otra forma. El estaba en manos de la inconsciencia, no había conciencia ahí como para poder separarse de la rabia y mirarla, observarla. El “era” eso. No tenia forma de elegir. Cuando ves eso,  ya no conviertes un determinado comportamiento inconsciente en la identidad de una persona. Miras más allá de eso. Lo ves por lo que esEl perdón es reconocer la inconsciencia por lo que es. Una vez que esto ocurre. Perdonar realmente significa reconocer que no hay nada que perdonar. Ese es el verdadero perdón. Cuando reconoces, como yo hice con mi padre. Ya no podría decir perdonar a mi padre, no,  lo reconocí por lo que era, y de repente, ya no había  nada que perdonar.

Y lo mismo contigo. Reconoces algo en ti misma, lo reconoces por lo que fue y de repente sientes: “Quien hizo eso, no fui yo en absoluto”. Y entonces, lo más grandioso que puedes hacer por tu hija…Ella ya no está aquí en el cuerpo, ese giro de conciencia en el que te vuelves libre de identificarte con la inconsciencia, eso es lo más grandioso que puedes hacer por tu hija porque entonces encuentras paz interior. Y en esa paz interior  también hay amor.  Y en ese amor y paz puedes conectarte con ella. Sin importar si está o no en el cuerpo. Esa es la conexión. Y así,  ella siempre sintió amor también, aunque puede que no haya profundizado tanto como para mostrarlo. Así que no necesitas que ella te perdone. Necesitas perdonarte a ti misma y el resto será una consecuencia natural. Una vez que hayas hecho eso, te daros cuenta que ella también te perdonara, si es que aun no lo ha hecho. Y de repente, ella te reconoce en tu esencia y tú la reconoces en su esencia. Entonces el perdón es ver las acciones por lo que son, por lo que fueron, y darse cuenta: “Oh , realmente no necesito perdonar”, Las personas llamadas “espirituales “a menudo dicen: “Necesito perdonar a esta persona”. El verdadero perdón es reitero, darse cuenta de que no hay nada que perdonar. Y entonces eso es perdón. Y tienes que aplicarlo a ti misma, simplemente viéndolo. Y aún puedes ver la inconsciencia que estaba en ti, en muchos seres humanos a tu alrededor. Tal vez puedes verla en tus padres, en otras personas cercanas a ti, en tu compañero, o en quien sea. Puedes verla manifestarse  de distintas maneras. Perdónalos porque no saben lo que hacen. Y podría agregar: no es quienes son. Gracias. Gracias.