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viernes, 23 de marzo de 2018

Elisabeth Kübler-Ross

Elisabeth Kübler Ross (Zúrich8 de julio de 1926-Scottsdale, Arizona24 de agosto de 2004) fue una psiquiatra y escritora suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en la muerte, personas moribundas y los cuidados paliativos.
Su libro Sobre la muerte y el morir (1969) expone su conocido modelo de Kübler-Ross por primera vez. En esa y otras doce obras, sentó las bases de los modernos cuidados paliativos, cuyo objetivo es que el enfermo afronte la muerte con serenidad y hasta con alegría.

Biografía[editar]

Elisabeth nació como una de las trillizas de un comerciante.
Se licenció en medicina en la Universidad de Zúrich en 1957. En 1958, ya casada con Emmanuel Manny Ross, se mudó a Nueva York, donde continuó sus investigaciones.
Empezó como residente con pacientes a punto de morir y más tarde fue dando conferencias sobre el tratamiento de moribundos. Toda su obra versa sobre la muerte y el acto de morir y va describiendo diferentes fases del enfermo según va llegando su muerte (modelo Kübler Ross: negación, ira, negociación, depresión y aceptación).1
No participó en el movimiento de cuidados paliativos, aunque sus compañeros la animaran. Se graduó en psiquiatría en la Universidad de Colorado en 1963 y recibió 23 doctorados honoríficos.
Elisabeth ayudó a muchos familiares a manejar su pérdida, a saber cómo enfrentarse a la muerte de un ser querido, les explicó cómo apoyar a la persona en agonía, lo que debía hacerse en esos difíciles momentos y lo que debía evitarse. Bajo su tutela se crearon fundaciones y movimientos ciudadanos que reclamaban el derecho a una muerte digna. Y comenzaron a publicarse libros, gracias a los cuales miles de familias recibieron consuelo.
Casada y con dos hijos, Kübler-Ross fue una mujer de carácter, independiente, aguerrida y muy inquieta. A la absorbente dedicación a las conferencias y seminarios se unieron los conflictos que generaron algunas de sus iniciativas asistenciales. En 1997 escribe su biografía, "The Wheel of Life", que pone de relieve un carácter impulsivo, en el que se aprecia muy buena voluntad pero insuficiente formación antropológica y teológica. Educada en su niñez en el calvinismo, no perteneció a ninguna confesión religiosa, aunque manifestó aprecio por la labor de los capellanes católicos y protestantes de los hospitales. En su autobiografía se declara religiosa a su manera y apela a un Dios providente y amoroso y al valor enriquecedor del sufrimiento. Su interés por el más allá le llevó a un entusiasta acercamiento durante tres años a sesiones de espiritismo, que provocaron el abandono de su marido, que solicitó el divorcio en 1976.2
Sufrió varios ataques de apoplejía en 1995 que le paralizaron el lado izquierdo. En una entrevista de 2002 con The Arizona Republic, decía que estaba preparada para morir.
La doctora Kübler-Ross falleció el 24 de agosto de 2004.

Obra[editar]

  • Sobre la muerte y el morir'', (Simon & Schuster/Touchstone), 1969
  • Preguntas y respuestas sobre la muerte y el morir, (Simon & Schuster/Touchstone), 1972
  • La muerte: El estado final de una evolución, (Simon & Schuster/Touchstone), 1974
  • Vivir hasta decirnos adios, (Simon & Schuster/Touchstone), 1978
  • The Doughy Letter -A Letter to a Dying Child, (Celestial Arts/Ten Speed Press), 1979
  • Quest, Biography of EKR (Written with Derek Gill), (Harper & Row), 1980
  • Working It Through, (Simon & Schuster/Touchstone), 1981
  • Viviendo con la muerte y el morir, (Simon & Schuster/Touchstone), 1981
  • Remember The Secret, (Celestial Arts/Ten Speed Press), 1981
  • On Children & Death, (Simon & Schuster), 1985
  • AIDS: The Ultimate Challenge, (Simon & Schuster), 1988
  • On Life After Death, (Celestial Arts)
  • La muerte es de vital importanciaThe Tunnel and the Light), 1995
  • Unfolding the Wings of Love (Silberschnur), 1996
  • Making the Most of the Inbetween, (Various Foreign), 1996
  • Sida y amor, The Conference in Barcelona, (Spain), 1996
  • Longing to Go Back Home, (Germany only - Silberschnur), 1997
  • La rueda de la vida, (Simon & Schuster/Scribner), 1997
  • Por qué estamos aquí, (Germany only - Silberschnur), 1999
  • El tunel y la luz, (Avalon), 1999
  • Lecciones de vida, (With David Kessler), 2001
  • Real Taste of Life: A photographic Journal

Ediciones en español[editar]

Méritos y premios[editar]

  • Doctor of Science, H.C., Albany Medical College, New York 1974
  • Doctor of Laws, University of Notre Dame, IN.,1974
  • Doctor of Science, Smith College 1975
  • Doctor of Science, Molley College, Rockville Center, NY, 1976
  • Doctor of Humanities, St. Mary's College, Notre Dame, IN. 1975
  • Doctor of Laws, Hamline University, MN. 1975
  • Doctor of Humane Letters, Amherst College, MA. 1975
  • Doctor of Humane Letters, Loyola University, IL 1975
  • Doctor of Humane Letters, Bard College, New York, 1977
  • Doctor of Humanities, Hood College, MD 1976
  • Doctor of Letters, Rosary College, IL. 1976
  • Doctor of Pedagogy, Keuka College, NY 1976
  • Doctor of Humane Science, University of Miami, FL 1976
  • Doctor of Humane Letters, Bard College, NY 1977
  • Doctor of Science, Weston MA., 1977
  • Honorary Degree, Anna Maria College, MA., 1978
  • Doctor of Humane Letters, Union College, New York 1978
  • Doctor of Humane Letters, D'Youville College, New York 1979
  • Doctor of Science, Fairleigh Dickinson University, 1979
  • Doctor of Divinity, 1996
  • Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Elisabeth_K%C3%BCbler-Ross

Comparto un extracto de un libro de la Dra. Kübler-Ross


Psiquiatra que escribió varios libros y revolucionó  el para paradigma científico-materialista del siglo XX.

Aconsejo que lean  La rueda de la vida y La muerte un amanecer.
Todas las personas interesadas en conocer qué hay después de lo que algunos conocen como “muerte”…

Extracto del libro  La rueda de la vida:
 Después del seminario, me acerqué al pastor N., sin saber muy bien cómo decirle que renunciaba. Nos detuvimos ante el ascensor, hablando del seminario que acababa de terminar y de otros asuntos. Cuando él pulsó el botón para llamar el ascensor, decidí aprovechar ese momento para dimitir, antes de que él entrara en el ascensor. Pero ya era demasiado tarde, pues se habían abierto las puertas.

Yo me disponía a hablar, cuando repentinamente apareció una mujer entre el ascensor y la espalda del pastor N. Me quedé con la boca abierta. La mujer estaba flotando en el aire, casi transparente, y me sonreía como si nos conociéramos.

- ¡Dios santo! ¿Quién es? —exclamé extrañada.

El pastor N. no tenía idea de lo que ocurría. A juzgar por su expresión, debía de pensar que me estaba volviendo loca.

- Creo que la conozco —dije—. Me está mirando.

- ¿Qué? —preguntó él. Miró a su alrededor y no vio nada—. ¿De qué está hablando?
- Está esperando que usted entre en el ascensor, entonces se me acercará —le expliqué.
Seguramente durante todo ese rato el pastor había estado deseando huir, porque saltó dentro del ascensor como si se tratara de una red de seguridad. Y en cuanto se hubieron cerrado las puertas, la mujer, la aparición, se acercó a mí.

- Doctora Ross, he tenido que volver —me dijo—. ¿Le importaría si fuéramos a su despacho?
Sólo necesito unos minutos.

Mi despacho estaba sólo a unos cuantos metros, pero fue la caminata más rara y perturbadora
que había hecho en mi vida. ¿Estaría experimentando un episodio psicótico? Había estado
algo estresada, sí, pero no tanto como para ver fantasmas, y mucho menos un fantasma que se
detuvo ante mi despacho, abrió la puerta y me hizo pasar primero como si yo fuera la visita.
Pero en cuanto cerró la puerta, la reconocí. —¡Señora Schwartz!

¿Señora Schwartz? La señora Schwartz había muerto hacía diez meses y estaba enterrada. Sin embargo, allí estaba, en mi despacho, a mi lado. Era la misma de siempre, afable y reposada, aunque algo preocupada. Mi estado de ánimo era bastante diferente, tanto que tuve que sentarme para no desmayarme.

- Doctora Ross, he tenido que volver por dos motivos —me dijo claramente—. El primero, para agradecerles a usted y al reverendo Gaines todo lo que han hecho por mí.
Yo toqué mi pluma, los papeles y la taza de café para comprobar si eran reales. Sí, eran tan reales como el sonido de su voz.

- Pero el segundo motivo ha sido para decirle que no renuncie a su trabajo sobre la muerte y la forma de morir. Todavía no.

La señora Schwartz se aproximó al costado de mi escritorio y me dirigió una sonrisa radiante.
Eso me dio un momento para pensar. ¿Era éste un suceso real? ¿Cómo sabía que yo pensaba renunciar?

- ¿Me oye? Su trabajo acaba de empezar —continuó—. Nosotros le ayudaremos.
Aunque me resultaba difícil creer que eso estuviera ocurriendo, no pude evitar decirle: —Sí, la oigo.

De pronto presentí que ella ya conocía mis pensamientos y todo lo que iba a decirle. Decidí pedirle una prueba de que estaba realmente allí; le pasé una hoja de papel y una pluma y le pedí que escribiera una breve nota para el reverendo Gaines. Ella escribió unas palabras de agradecimiento.

- ¿Está satisfecha ahora? —me preguntó.

Francamente, yo no sabía qué era lo que sentía. Pasado un momento la señora Schwartz desapareció. Salí a buscarla por todas partes; no encontré nada. Volví corriendo a mi despacho y estudié detenidamente la nota, tocando el papel, analizando la letra, etcétera. Pero entonces me detuve. ¿Por qué dudarlo? ¿Para qué continuar haciéndome preguntas?

Como he comprendido desde entonces, si la persona no está preparada para las experiencias místicas, nunca va a creer en ellas. Pero si está receptiva, abierta, entonces no sólo las tiene y cree en ellas, sino que alguien puede cogerla y suspenderla en el aire con un pulgar y va a saber que ese alguien es absolutamente real. 


jueves, 22 de marzo de 2018

La rueda de la vida - audio libro

La rueda de la vida, libro

Elisabeth Kübler-Ross supo desde muy joven que su misión era aliviar el sufrimiento humano. Y ese compromiso la llevó al cuidado de enfermos terminales. Mucho fue lo que aprendió de esta experiencia: vio que los niños dejaban este mundo confiados y serenos observó que algunos adultos partían, después de superar la negación y el miedo, sintiéndose liberados, mientras que otros se aferraban a la vida sólo porque aún les quedaba una tarea que concluir, pero todos hallaban consuelo en la expresión de sus sentimientos y en el amor incondicional de quien les prestaba oído.

A Elizabeth no le quedaban dudas: morir es tan natural como nacer y crecer, pero el materialismo de nuestra cultura ha convertido este último acto de desarrollo en algo aterrador. La rueda de la vida es un libro tan singular como la misma Elizabeth Kübler-Ross, una mujer que creía en el poder del amor incondicional capaz de guiarnos cuando abandonamos la tierra en busca del hogar definitivo: un remanso de paz y de luz.


Este es el último capítulo de "La rueda de la vida ". Una despedida, y un compendio de la sabiduría de una persona que vivió plenamente, y a través de su servicio a los demás, descubrió que es realmente el amor.


"La rueda de la vida "" es el último libro que escribió Elisabeth Kübler-Ross, y testamento vital de la autora. Desde pequeña descubre su misión; aliviar el dolor de los demás. Más allá de las verdades científicas, Elisabeth cree en la reencarnación y en presencias invisibles, pero sobre todo, su trabajo afirma la inmortalidad del alma y la vida eterna que alcanzan quienes mueren serenamente. Para ella, la vida después de la muerte no es una sospecha ni un misterio. No le cabe la menor duda: fuera de este mundo hay una vida mejor, libre de preocupaciones y dolencias. En múltiples conferencias transmite su mensaje con la credibilidad que da la palabra de una mujer de ciencia. Pero sobre todo, vivir sinceramente para morir plenamente.

sábado, 10 de marzo de 2018

Elisabeth Kübler-Ross: Pensamientos



Todos hemos de aprender a amar y a ser amados incondicionalmente.

No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a sí mismo.

Nadie muere solo.

Todos somos amados con un amor que trasciende la comprensión.

Todos somos bendecidos y guiados.

La lección más difícil de aprender es el amor incondicional.

El amor sabe decir NO a sus propias necesidades.


Nuestro hoy depende de nuestro ayer y nuestro mañana depende de nuestro hoy.
¿Te has amado hoy? ¿has admirado y agradecido a las flores, apreciado los pájaros y contemplado el mar, las montañas invadido por un sentimiento de reverencia y respeto?

Es muy importante que hagáis lo que de verdad os importe... sólo así podréis bendecir la vida cuando la muerte esté cerca.

Os daréis cuenta de que erais vosotros mismos vuestros peores enemigos, puesto que en el túnel debéis reprocharos el haber dejado pasar tantas oportunidades para crecer.

Cada uno de nosotros puede convertirse en un monstruo nazi, pero de
igual manera cada uno tiene la oportunidad de llegar a ser la
Madre Teresa de Calcuta.

El sentido del sufrimiento es éste: todo sufrimiento genera crecimiento.
Nada de lo que nos ocurre es negativo, absolutamente nada.
Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes,
son siempre regalos.

Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa. Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.
(De una carta a un niño enfermo de cáncer)

Lo único que, a mi juicio, sana verdaderamente es el amor incondicional.

No existen las casualidades en la vida.

La adversidad sólo nos hace más fuertes.

LA MUERTE NO EXISTE.

Siempre me preguntan cómo es la muerte. Contesto que es maravillosa. Es lo más fácil que vamos a hacer jamás.

La vida es como ir a la escuela: recibimos muchas lecciones. Cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones.

Durante toda la vida se nos ofrecen pistas que nos recuerdan la dirección que debemos seguir. Si no prestamos atención, tomamos malas decisiones y acabamos con una vida desgraciada. Si ponemos atención aprendemos las lecciones y llevamos una vida plena y feliz, que incluye una buena muerte.

El mayor regalo que nos ha hecho Dios es el libre albedrío, que coloca sobre nuestros hombros la responsabilidad de adoptar las mejores resoluciones posibles.

Es posible que no obtengamos lo que deseamos pero Dios siempre nos da lo que necesitamos.

El conocimiento sólo no va a sanar a nadie. Si no se usa la cabeza, el alma y el corazón no se puede contribuir a sanar ni a un solo ser humano.

(Sobre la muerte de su padre)
Había sido un gran hombre pero ya no estaba allí. Aquello que habia conformado el ser de mi padre, la energía, el espíritu y la mente ya no estaba. Su alma había salido volando de su cuerpo físico. Yo estaba segura de que su padre lo había guiado directo al cielo, donde ciertamente estaba envuelto en el amor incondicional de Dios.

No es necesario tener un guru ni un consejero para crecer. Los maestros se presentan en todas las formas y con toda clase de disfraces: niños, enfermos terminales, una mujer de la limpieza... todas las teorías y toda la ciencia del mundo no pueden ayudar a nadie tanto como un ser humano que no teme abrir su corazón a otro.

Vive de tal forma que, al mirar hacia atrás, no lamentes haber desperdiciado la existencia. Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho ni desees haber actuado de otra manera. Vive con sinceridad y plenamente ¡vive, hasta morir!

En esos momentos críticos uno puede quedarse en la negatividad y buscar a quién culpar, o puede elegir sanar y continuar amando.

Párrafos extraídos de su libro autobiográfico "la rueda de la vida"

viernes, 23 de febrero de 2018

LA MUERTE UN AMANECER



También tú has perdido a un ser querido? O acaso alguien muy allegado a ti padece una enfermedad terminal? Te comparto éste audiolibro que subí a Youtube, pensando en el enorme sufrimiento que conlleva transitar éste difícil camino de las lágrimas. Los conceptos que en él he escuchado a mí me han traído mucha paz. Con todo mi cariño para ti, compañero de Ruta. Un abrazo apretado, de corazón a corazón.

jueves, 18 de enero de 2018

MUERTE, TRANSICIÓN Y VIDA – por Elizabeth Kubler-Ross



(Conferencia realizada en el II Congreso Holístico Internacional, realizado en la ciudad de Sao Paulo, Brasil.)

(La Dra. Kübler-Ross es Médica Psiquiatra. Docente. Investigadora. Pionera de la tanatología a nivel mundial. Doctora Honoris Causa de 28 Universidades. Autora de varias obras de su especialidad.) Traducción de Nydia Élida Lorenzo.

Mi trabajo comenzó cuando tenía diecinueve años, en un campo de concentración, donde tuve ocasión de ver las cámaras de gas en que habían muerto los niños. Cuando una joven suiza, que fue criada en una sociedad que no tuvo guerras durante setecientos años, que nunca enfrentó situaciones terribles en la vida, que no conoce el desempleo, ni la pobreza, ni las villas de emergencia, ni ninguna cosa que resultara difícil, es colocada en un lugar de Alemania, Polonia o la Europa devastada por la guerra, sufre un shock cultural terrible. Ver esos campos de concentración, fue el momento más importante de mi vida.

Cierto día, encontrándome allá, una joven judía que me estaba observando, me preguntó: -¿Qué estás haciendo aquí? Yo le dije, muy impulsivamente, sin pensar, porque cuando hablamos visceralmente decimos la verdad, pero cuando lo hacemos con la cabeza, decimos cualquier cosa: -Necesito entender cómo los hombres y las mujeres como tú y yo, pueden matar a novecientas sesenta mil criaturas inocentes”. Me miró muy seriamente, y me dijo: -Tú también serías capaz de hacer lo mismo. Yo quise decirle: -¡Eh! No, ¡yo nunca podría hacer eso! ¡Soy más pestalozziana que cualquier otra cosa!. Pestalozzi fue un prócer suizo que trabajó mucho por los niños. Y ella me dijo muy seriamente: -Tenemos un Hitler escondido en cada uno de nosotros. Si tienes el coraje de mirar a tu propio Hitler, entonces te convertirás en una Madre Teresa de Calcuta. Yo pensé que ella habría pasado mucho tiempo en un campo de concentración y que estaba mentalmente un poco enferma. Pocas semanas después de salir de Polonia, para tomar algún transporte que me llevara gratuitamente a Alemania, y regresar a mi casa, después de no haber comido durante tres días y tres noches; de repente pensé, que si un niño pasase ante mí con un pedazo de pan en la mano, yo le robaría ese pan. Entonces, comprendí que ella tenía razón. Los indios americanos decían: “No hables de un ser humano si no has andado dentro de sus zapatos kilómetros y kilómetros”. Este fue el inicio de mis trabajos sobre la vida y la muerte.

Siempre digo, un poco en broma, pero también, bastante seriamente, que las únicas personas honestas que aún quedan en el mundo, son los pacientes psicóticos, los niños y las personas que están al borde de la muerte. Siempre dicen la verdad. Todos los demás son inauténticos, y realmente, necesitamos aprender a ser nuevamente honestos. Y cuando digo honestidad, hablo de honestidad consigo mismo. No se puede dar a los demás lo que no se tiene.

Cuando fui a Estados Unidos, vi como se descuidaba a los pacientes moribundos, cómo eran objeto de mentiras y cómo, con todas las disculpas posibles, no se les dice la verdad porque no lo van a soportar o porque los puede desquiciar. Fue ahí, entonces, donde encontré mi verdadero trabajo: pedirle a los moribundos ?que al final de sus vidas son muy honestos otra vez-, que nos enseñen cómo trabajar con ellos, sea usted médico, capellán, sacerdote, rabino, asistente social, enfermera, vecino o miembro de la familia. A continuación, voy a resumir brevemente lo que aprendimos con ellos.

Pensamos que el ser humano está constituido por cuatro cuadrantes: el físico, el emotivo, el intelectual y el espiritual.

El Cuadrante Físico.

Si queremos crear una generación que no necesite de conferencias sobre el morir y la muerte, que respete a la madre naturaleza y que no sea destructiva, una generación completa que no tenga miedos ni negativismos, crearíamos una generación en la que, durante el primer año de vida y preferentemente, durante el último año también, mimarían a los bebés y cuidarían exclusivamente el cuadrante físico. Se ocuparían de tocar, besar y abrazar a los niños. Las sociedades antiguas y primitivas sabían eso. Todas ellas cargaban a sus niños colgados de sí; y tenían un contacto físico total con ellos. Hoy en día, cuando las madres les dan una mamadera a sus hijos, no quieren ni tocarlos, los ponen en la cuna o ponen una almohada debajo de la mamadera para sostenerla y así, tener más tiempo para ver televisión. Pero después de quince años, sus propias vidas, serán una novela de televisión, cuando esos adolescentes se conviertan en suicidas, alcohólicos o tengan alguna otra forma negativa de conducta. Y ellos serán los responsables de eso.

No sé si ustedes vieron un video sobre cuidados a los niños enfermos de sida, en Rumania. Nadie quiere tocarlos. Mueren como moscas. Yo cuido a tres mil bebés de sida en Estados Unidos, mientras que los demás se mueren de miedo por tener que tocarlos. Estos niños también van a morir, porque si usted no es tocado, ni besado, ni abrazado, es como una casa sin cimientos. Lo que estoy diciendo sobre el cuadrante físico en el primer año, es muy importante también para todas las personas al final de la vida.

Las personas ancianas también necesitan ser tocadas, besadas y abrazadas, y mi gran sueño es transformar todos los hogares y asilos de ancianos de Estados Unidos y convertirlos en centros E. T. ¿Conocen la película E. T.) ¿Hay alguien que no haya visto ese film? ¿Quién no lo vio? Es obligatorio. Deberían alquilar el video y verlo. Es una película sobre el amor incondicional. Los asilos que preveo en los Estados Unidos, se llamarán Centros de E. T. Tenemos que transformar nuestros asilos en centros de amor y cariño, donde la única remuneración que se reciba, sea la de mimar a un niño hasta que muera. No comprándole juguetes, sino poniéndolo en el regazo, contándole cuentos de hadas, o aquellos que hayan conocido cuando ustedes eran niños; acariciándolos, tocándolos, cantando con ellos, contándoles historias del pasado, que algunos llaman “de los buenos tiempos”. Y esos niños comenzarán sus vidas aprendiendo un amor sin condiciones, por parte de las personas ancianas. Lo que ellos hacen por los ancianos para prevenir la vejez, la amargura y la senilidad prematura, es tocarle las arrugas. A ellos les encantan las arrugas, y si los ancianos tienen barba que pinché las manos, les gusta más aún. Esto es un beneficio mutuo. Hay que saltar una generación: los padres ya no saben más que es el amor. Los ancianos saben y se acuerdan.

Si usted cuida personas que se están muriendo, si usted ve pacientes de sida o de cáncer, o si es médico y trabaja en un hospital, necesita tener en cuenta lo primero, las necesidades del cuadrante físico. No se preocupe por lo espiritual o por lo emotivo. Si un paciente tiene mucho dolor no puede escuchar una oración. Deseo que entiendan lo que estoy diciendo. Es muy importante que mantengan a los pacientes de cáncer sin dolor. En Estados Unidos les damos MST no inyectable. Se puede mantener a un paciente de cáncer sin dolor. El motivo por el cual no damos medicación por inyección es porque si se les da por ese medio, no sienten dolor, pero quedan completamente inconscientes, y están tan sedados que no pueden terminar sus cuestiones inconclusas. Y a ninguno de nosotros nos gustaría vivir estando inconscientes. La muerte es una experiencia en la que uno tiene que participar. Si no se tiene dolor, se puede hacer eso. Esto es lo único que voy a decir sobre el cuadrante físico.

Fuente: https://hermandadblanca.org/muerte-transicion-y-vida-por-elizabeth-kubler-ross/


martes, 9 de enero de 2018

Enseñar



Tenemos que enseñar a la próxima generación de niños desde el primer día que son responsables de sus vidas. El mayor regalo de la humanidad, también su mayor maldición, es que tenemos libertad de elección. Podemos hacer nuestras elecciones, partiendo del amor o del miedo. 
Elizabeth Kübler-Ross

lunes, 8 de enero de 2018

Las personas


Las personas son como los vitrales-vidrieras. Brillan cuando el sol está afuera, pero cuando la noche se instala su verdadera belleza se revela sólo si hay una luz desde dentro. 

Elizabeth Kübler-Ross

martes, 2 de enero de 2018

Transformación


Más allá de cualquier sombra de duda yo sé que no existe la muerte cómo la comprendimos. El cuerpo se muere, pero el alma no. 

Elisabeth Kubler-Ross

Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer a la Tierra




Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer a la Tierra, se  nos permite abandonar nuestro cuerpo que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa.
Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellista mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.
Elizabeth Kübler-Ross




Gracias