Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

domingo, 3 de febrero de 2019

Hijo mio Adrián. Hoy hace 2 años y dos meses de tu transición.

Te extaño TANTO hijo mio




El buen duelo- Capítulo 2. 
Vuelo

El duelo exige más allá de la mera reconstrucción porque el duelo es sobretodo amor.  En realidad el amor está presente siempre aunque muchas veces la ausencia física y el echar demasiado de menos, no permiten que haga su labor transformadora.  La verdad es que cuando se vive desde el amor el duelo en algún momento deja de ser dolor y desespero y la unión con el ser querido vuelve a destacarse por encima del hecho de que ya no esté.
Entonces el duelo se convierte en la expresión y el testimonio de todos los sentimientos que jamás han dejado de estar entre esas personas cuyo vínculo está comprobando ser más fuerte que la muerte.  Aunque en la primera etapa de dolor insoportable domine el vacío, el sentimiento de unión esta solapadamente presente en todo momento.
Tarde o temprano la muerte se convierte en la máxima afirmación de que no hace falta tocar para estar con el ser querido.  La muerte eleva la relación por encima de toda prueba sufrida y a pesar de la ausencia, los vínculos creados más allá de todo lo que en vida pudo ser atado, se fortalecen.  La muerte une sin límites para siempre.
Todo ser que ama y que ha perdido a su ser querido sabe que esto es así y lo sabe cuando después de sufrir lo insufrible tiene la certeza de que ya nunca más va a perder a ese ser, que forma parte esencial de todo lo que es, de lo que ha sido y de lo que será. 
Entonces el duelo se convierte en vuelo y la “d” de dolor es reemplazada por la “v” que representa la Victoria sobre la materia

Y… Finalmente sabemos que la vida es más que todo lo que se puede ver y tocar. 

Son frases del libro: El buen duelo de  Anji Carmelo


10 preguntas que debes hacerte para dar sentido a tu vida

Hay días en los que nos levantamos y nos preguntamos por qué estamos junto a una persona que no nos quiere o no nos respeta, por qué vamos todos los días a trabajar a un trabajo que no nos apasiona, o por qué en general no tenemos la vida que habíamos soñado.
Todas esas preguntas nos llevan a reflexionar sobre una serie de elecciones que hemos hecho a lo largo de nuestra existencia y que quizás no han sido nuestras elecciones, o son caminos que hemos escogido por miedo, por falta de coraje para vivir nuestros sueños. Hay una serie de preguntas que nos podemos hacer para dar sentido a nuestra vida y saber si estamos viviendo lo que deseamos. A continuación, os proponemos 10.

Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero.”
-Jorge Bucay-

¿Cómo ves tu vida dentro de 5 años?

Piensa por un momento, como sería tu vida dentro de 5 años; si continuarás en la situación en la que estás. Quizás la idea de ese futurote hace feliz y no quieres que cambie nada o a lo mejor, la idea de ese futuro es algo que no quieres vivir. Nuestro ejercicio, debe consistir en hacer una reflexión sobre si la vida que llevamos actualmente nos lleva a ese ideal de vida soñado que queremos o tenemos que cambiar las cosas que hacemos.

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

El miedo es paralizante y cuando se trata de salir de nuestra zona de confort inventamos cualquier excusa para quejarnos sin hacer nada por buscar soluciones y cambiar lo que nos molesta. Piensa en lo que harías si no tuvieras miedo, a qué te atreverías, visualiza esa situación que te gustaría vivir y hazlo sin miedo, ¿cómo te sientes?
“Lo realmente importante es luchar por vivir la vida, para sufrirla y para gozarla, perder con dignidad y atreverse de nuevo. La vida es maravillosa si no se le tiene miedo.”
-Charles Chaplin-

¿Cuáles son tus 3 mejores talentos?

A veces, vemos todos nuestros defectos, pero no somos capaces de apreciar nuestros talentos. ¿Qué es lo mejor que haces?, ¿qué te apasiona? Y la pregunta más importante: ¿Te dedicas a ello? Estas preguntas nos harán pensar en qué destacamos y por qué no nos dedicamos a lo que más nos gusta.

¿Qué es lo más importante de tu vida?

Por un momento piensa en lo que es más importante en tu vida, qué te hace realmente feliz, y reflexiona sobre si ese algo está en tu vida o no. Quizás ha llegado el momento de cambiar algo o de cambiar todo.

¿Cuál es el sueño de tu infancia que nos has cumplido?

Cada uno de nosotros tenemos un sueño de niños que nos imaginábamos cumplido de adultos. Piensa en lo que soñabas hacer cuando eras pequeño y en qué ha sucedido para que no estés viviendo ese sueño ya. Además, puedes pensar en qué cosas es posible que hagas para ir acercándote poco a poco a tu sueño de infancia.

¿Te estás aferrando a algo que debes dejar ir?

Tendemos a aferrarnos a cosas o a personas que realmente deberíamos dejar ir, porque no nos aportan nada bueno, porque nos hacen daño o porque es hora de evolucionar y cambiar. Es importante aprender a dejar ir, nos dolerá, pero al pasar el tiempo, nos daremos cuenta que a veces hay que dejar ir cosas o personas para que entre aire nuevo en nuestra vida.

¿Vives tu vida para ser feliz o para hacer feliz a los demás?

Si pensamos detenidamente en nuestra vida, a veces podemos darnos cuenta de que estamos viviendo y eligiendo lo que hace feliz a otros, no lo que nos hace feliz a nosotros. No es cuestión de dar una satisfacción a los demás sino de ser felices. En realidad, las personas que nos quieren, desean vernos felices, pero deben distinguir entre lo que piensan que nos hace felices y lo que nos hace realmente felices.

¿Qué harías diferente en tu vida si sabes que nadie te juzgará?

La opinión de otras personas es algo que tememos siempre que nos planteamos cambiar algo en nuestra vida, pero imagina que nadie te va a juzgar, ¿qué cambiarías en tu vida? Al igual que el miedo a lo que sucederá si cambiamos, tenemos miedo a lo que opinen los demás.

¿Te dedicas a lo que te apasiona?

Muchas veces nos quejamos de nuestro trabajo, de nuestro jefe, de nuestros horarios, de nuestros compañeros de trabajo, pero no hacemos nada para cambiar eso, por miedo, por opiniones ajenas, por no cambiar nada, aunque no nos guste. Nos conformamos, sin atrevernos a arriesgarnos a vivir nuestra vida al máximo.

Si te quedara un mes de vida, ¿cómo lo emplearías?

Malgastamos mucho tiempo en las redes sociales, con el móvil o con la televisión, pero pregúntate si harías eso en el caso en que te quedara un mes de vida. Seguro que no, que nos dedicaríamos a disfrutar cada segundo de las personas que queremos, de los lugares que nos gustan, de cada pequeño detalle que nos hace felices. ¿Y por qué no empezamos ya?
“Volví a sentir unas inmensas ganas de vivir cuando descubrí que el sentido de mi vida era el que yo le quisiera dar.”
-Paulo Coelho-
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/10-preguntas-que-debes-hacerte-para-dar-sentido-a-tu-vida/

sábado, 2 de febrero de 2019

Las cosas más grandes y hermosas crecen despacio y en silencio

 
El amor es la chispa rápida y fugaz que enciende dos corazones. Pero también es lo que acontece despacio, en cada acuerdo logrado, en cada dificultad ganada y en la complicidad de las pequeñas cosas que tejen universos enteros.
Las cosas más significativas requieren tiempo, esfuerzo y compromiso. Lo sabemos, porque la vida, como la propia naturaleza, tiene sus ciclos y sus ritmos pautados. Sin embargo, para nuestro cerebro, la percepción del tiempo es asombrosamente rápida. Es como si la propia existencia “se nos escapara” por las tuberías del desconcierto.
Camina lento y ve despacio. No te preocupes por nada más, porque al único lugar al que debes llegar es hasta ti mismo
Según un interesante trabajo publicado por el doctor Dharma Singh Khalsa, especialista en neurología y gerontología, nuestra percepción del tiempo tiende a “acelerarse” a medida que llegamos a la edad madura.
Los años se nos escapan como el humo que escapa por una ventana abierta y, de algún modo, dejamos de disfrutar del presente, de fijarnos en esas cosas que crecen en silencio y que, de verdad, podrían enriquecer aún más nuestro corazón. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Cuando el tiempo es un tren a toda velocidad y sin paradas

En ocasiones, casi sin casi saber cómo, las cosas más importantes se nos escapan o pasan demasiado rápido: esos dos centímetros de más en la altura de nuestros niños, ese fin de semana a solas con nuestra pareja, la última cena con nuestros amigos o ese verano que se ha acabado con las primeras lluvias del otoño en un abrir y cerrar de ojos…
El tiempo es un ladrón que nos lo roba todo menos una cosa: nuestros recuerdos y ese relámpago escondido en la memoria que nos permite evocar los grandes instantes.
A menudo, suele decirse eso de que “la vida es aquello que pasa mientras hacemos otros planes”. Aunque, en realidad, podríamos decir más bien que en ocasiones, no llegamos a valorar o a percibir con la importancia que merece muchas de esas dimensiones que nos envuelven en cada momento de nuestro ciclo vital.
Siempre llega un momento en que añoramos esas conversaciones con nuestra madre mientras la observábamos cocinar, o aquellas peleas con nuestra pareja al principio de la relación, o esos dibujos que nuestros hijos nos ofrecían con ilusión cuando volvían del colegio. ¿Dónde queda ahora todo aquello? ¿De verdad ha pasado tanto tiempo?
 

Nuestro cerebro tiende a acelerar la percepción del tiempo

Tal y como indicábamos, a medida que maduramos y nos hacemos mayores, nuestra percepción del tiempo cambia. Si a ello le sumamos un estilo de vida acelerado y la presión de entornos demandantes, todo ello genera que cada vez “estemos menos presentes” y que la sensación de vacío existencial y de fugacidad temporal se eleve aún más.
Douwe Draaisma, catedrático de Historia de la Psicología en la Universidad de Groningen de los Países Bajos, nos habla de un interesante fenómeno llamado “efecto reminiscencia”. Según esto, para nuestro cerebro el tiempo es en realidad muy relativo, y solo le da importancia a hechos puntuales muy significativos.
Suele decirse que es entre los 20 y los 40 años cuando, por término medio, se acumulan recuerdos emocionalmente más intensos. Y a mayor intensidad, la percepción del tiempo va más despacio. A partir de los 50 o 60, la sensación subjetiva del tiempo cambia, va más deprisa porque no hay tantos estímulos significativos o tantas experiencias que nos “enclaven” al presente.

Conseguir que el tiempo vaya más despacio está al alcance de tu mano

Tal y como hemos podido ver, si el efecto reminiscencia es el que hace que se nos escape el presente porque nos focalizamos demasiado en los recuerdos emocionalmente intensos del ayer, merece la pena empezar a “cultivar” nuestro aquí y ahora de instantes de plenitud y de emociones positivas.
No hace falta llevar la vida de un veinteañero para disfrutar del presente. Se trata solo de tener en cuenta estas dimensiones:
  • Tu mejor edad es ahora, ni más ni menos. Lo que la juventud no supo ni pudo lo puede alcanzar, sin duda, esa madurez sabia y equilibrada capaz de priorizar lo importante: tú mismo.
  • A tu alrededor siguen creciendo cosas maravillosas, cosas que avanzan despacio y en silencio. El amor de quienes te envuelven, esa íntima complicidad de quien sabe leer en tu mirada o sacarte una sonrisa cuando no lo esperas. Todo ello acontece en este mismo momento, solo tienes que detenerte y disfrutarlo.
  • La rutina es esa música triste que engaña también a tu cerebro, haciéndole creer que el tiempo discurre deprisa. En cambio, todo lo que se salga de lo normal es un estímulo, un incentivo cargado de emociones que cambia su percepción del tiempo para “detenerlo”.
Viaja, haz algo diferente cada día por pequeño que sea, mira en silencio a las personas que quieres y captura esa imagen mental para tu corazón y tu cerebro.
Haz que cada instante tenga un olor, una sensación, un sabor… Estimula todos tus sentidos y abrázate al presente como si no existiera un pasado, como si no hubiera un mañana.

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A los que nos dejaron sin poder decir adiós



Los que ya no están duermen en lo más hondo de nuestro corazón, pero muchas de esas ausencias siguen siendo abismos de dolor en nuestra memoria: porque nos dejaron sin poder darles un adiós, se fueron sin un “te quiero” o puede que incluso sin un “lo siento”. Esta angustia vital dificulta en muchos casos el adecuado proceso del duelo.
La muerte, debería ser como una despedida en el andén de un tren. Ahí donde disponer de un breve intervalo de tiempo donde tener esa última conversación, donde ofrecer un largo abrazo y dejar ir con un hasta luego sosegado, teniendo plena confianza de que todo va a ir bien. Sin embargo, nada de esto es posible.
Los que nos dejaron no están ausentes, los mantenemos en cada latido de nuestro corazón, reposan en nuestra mente y nos dan fuerza cada día mientras los honramos con una sonrisa…
Anne Morrow Lindberg, célebre escritora y aviadora de principios del siglo XX, explicaba en su biografía que el dolor, al contrario de lo que piensan muchos, no es universal. El sufrimiento es algo tan personal, profundo y descarnado que solo uno mismo puede entenderlo para iniciar, poco a poco, un lento proceso de reconstrucción interior.
Porque la muerte no sabe de despedidas y eso es algo que debemos asumir tarde o temprano. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Los que nos dejaron sin pedir permiso ni decir adiós

A menudo suele decirse que el único aspecto “positivo” de las enfermedades terminales es que, de algún modo, permiten a la persona ir asumiendo e incluso preparando su proceso de despedida o lo que ahora se conoce como “el buen morir”.  
No obstante, por muy preparada que esté la familia ante ese instante o ese “desprendimiento”, en ocasiones, lejos de sentirse aliviadas lo viven también como algo traumático.
Ahora bien, los que nos dejaron sin pedir permiso ni decir adiós son sin duda las ausencias que más dificultad nos provocan a la hora de iniciar nuestro proceso del duelo a lo largo de esas 5 etapas del modelo de Kübler-Ross. Lo habitual, es quedar encallado en los sentimientos de incredulidad y negación, hasta derivar, en el peor de los casos, en un estado de desorganización vital marcado por la ira crónica o la depresión.
La muerte inesperada de un ser querido supone algo más que un impacto emocional intenso. La pérdida deja muchos cabos sueltos, asuntos pendientes, palabras no dichas, arrepentimientos no disculpados y la desesperada necesidad de haber podido dar un adiós. Las respuestas a todo ello estará entonces en nuestro interior, y es ahí donde tendremos que refugiarnos durante un tiempo determinado para encontrar la calma, el alivio y la aceptación.

Cómo afrontar la pérdida de un ser querido cuando no hemos podido despedirnos

Decía Jim Morrison que las personas solemos tener más miedo al dolor que a la muerte, cuando en realidad, es la propia muerte quien finalmente alivia el dolor. No obstante, el famoso cantautor de “The Doors” se olvidaba de algo esencial, puesto que tras el fallecimiento se inicia otro tipo de sufrimiento: el de los familiares, los amigos, las parejas…
La muerte nunca es del todo real, nunca es del todo auténtica… Porque la única forma perder por siempre a una persona es mediante el olvido, mediante el vacío del “no-recuerdo”.
Algo que debemos tener muy claro desde el inicio, es cada persona va a vivir el duelo de un modo particular. No hay tiempos ni una estrategia que nos sirva a todos por igual. Además, ese dolor que tanto paraliza al inicio, que quita el aire y que nos arrebata incluso el alma en los primeros días, semanas o meses, se acaba suavizando. Porque aunque lo creamos casi imposible… Se sobrevive.

Aprender a decir adiós a quien no tuvo su oportunidad

Los que nos dejaron con tantos vacíos, preguntas no respondidas, palabras no dichas y sin ese adiós necesitado, no van a volver. Es algo que debemos asumir, afrontar y aceptar. Ahora bien algo que debe ofrecernos alivio es recordar que esa persona nos quería y que el amor era recíproco.
  • Evita centrar tus pensamientos en el día de la pérdida, retrocede en tu máquina del tiempo mental hacia esos instantes de cariño compartido, a esos instantes de felicidad e ilusión. Es ahí, donde se hallan las respuestas a tus preguntas: esa persona sabía que era querida.
  • Escribe una carta con todo lo que desearías haberle dicho o si lo prefieres, háblale mentalmente o en voz alta facilitando así el desahogo. Después, visualiza un instante de armonía compartido con esa persona, un momento de paz y felicidad donde lo veas o la veas sonreir. Siéntete querido, siéntete reconfortado/a.
  • Si lo prefieres, puedes repetir este ejercicio tantos días como lo necesites. No obstante, también es adecuado compartir tiempo con otros familiares y amigos, los cuales, sin lugar a dudas, también te darán las respuestas que necesitas. Te convencerán de que a pesar de no haber tenido esa despedida, la otra persona sabía muy bien cuánto la querías.
La herida de la pérdida, de esa ausencia tan dolorosa e inesperada, irá cauterizándose con el tiempo. A pesar de que son vacíos que nunca llegan a olvidarse, lo creamos o no, nuestro cerebro está “programado” para superar la adversidad debido a ese instinto casi innato por seguir avanzando. Por sobrevivir.
Para ello, basta con cuidarnos y atendernos como quien recompone una delicada pieza de porcelana fragmentada. La uniremos de nuevo con buenos recuerdos que honren al ser querido y con esa materia de la que están hechos los amores que no se olvidan, el cariño más sincero e imborrable y ese legado emocional que nos servirá como barniz para ser mucho más fuertes y valientes el día de mañana.

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